La serie más destacada de hoy nos llega en Netflix desde Taiwán. Pero antes comentaré cosas de otras dos que he visto o voy viendo recientemente.

Me llamó la atención una serie documental en Netflix sobre la Segunda Guerra Mundial, realizada a partir de material audiovisual restaurado o inédito de la época. Se titula World War II: From the frontlines (La II Guerra Mundial: desde el frente). Narrada por John Boyega, actor que saltó a la fama por su aparición en la tercera trilogía de la franquicia Star Wars, vi que estaba muy bien valorada en diversos ámbitos y parecía prometer. No negaré que visualmente es muy atractiva. Básicamente han restaurado mucho metraje de filmaciones del conflicto, recuperando también metraje inédito, y lo han sometido a un proceso de coloreado que… funciona la mayor parte de las veces. Cuando funciona, impresiona. De repente las personas que tenemos en pantalla no parecen antiguas… irreales. Es más eficaz. Es de las pocas veces en que me ha parecido justificable el proceso de coloreado, al que soy contrario cuando se trata de obras no documentales, por su falta de respeto a la creación original. Pero sin duda, quienes realizaron estas filmaciones en los años 40 del siglo XX, si lo hubieran podido hacer en color, lo hubieran hecho. Por ello no me parece mal. El problema de esta serie es que se apoya tanto en el aspecto visual,… que se olvida narrar con cierta profundidad el conflicto. Es una narración histórica de trazo rápido y grueso. Se detiene un poco en eventos puntuales del conflicto, aquellos que consideran más importantes, pero pasa por alto o resume de forma excesivamente somera otros que hubieran dado fondo y consistencia a la narración. Y además, resulta obvio que las imágenes que cuentan no siempre proceden de los hechos que se están narrando en esos momentos. Creo que el momento más claro es cuando aparecen imágenes de un B-29 cuando hablan del comienzo de los bombardeos sobre las ciudades alemanas. Los B-29 aparecieron con la guerra muy avanzada y actuaron en el Pacífico. Hay otros ejemplos. Es obvio que para una buena narración de la historia hubieran hecho falta por lo menos 12 o 13 episodios. Pero eso sería caro. El proceso de restauración y coloreado consumirá muchos recursos. Por lo tanto es una serie más orientada al «espectáculo», de ahí su buena valoración entre muchos espectadores, que al comentario histórico y social en profundidad, de ahí mi cierta decepción.

Netflix ha incorporado a su catálogo algunas prestigiosas series procedentes del catálogo de HBO. Y muchas de ellas son de gran calidad. Y me he puesto con una de ellas que me durará… no sé hasta cuando, porque son cinco temporadas de 12 o 13 temporadas. Se trata de Six feet under, una de las mejores series de ficción de la historia de la televisión, siempre oscilando entre la comedia y el drama. En su momento vi algunos episodios, hace mucho tiempo. Pero entonces no era tan cómodo como ahora. Y ya llevo vista la primera temporada. Impresionante. Buenísima. Con el aspecto 4:3 en la televisión, y una realización clásica de este formato, con reglas muy distintas en la colocación en escena de los personajes y el escenario, es una maravilla. Recuerdo que las dinámicas de los personajes, tan intensas y conseguidas me recuerdan a otra maravilla, I, Claudius. En fin… que a lo largo de los próximos meses iré viendo toda la serie. Ahora estoy descansando tras la primera temporada. La retomaré después de Año Nuevo.

Finalmente, me llamó la atención otro estreno reciente en Netflix. Cǐ shí cǐkè [此時此刻, en este momento], titulada en inglés como At the moment, y en castellano como Amor, aquí y ahora, es una serie taiwanesa que responde a lo que he puesto en el título de la entrada; amor (y desamor) en tiempo de pandemia. Con diez episodios, en los que se narran historias de romances durante los años en los la pandemia de covid estuvo más en auge, es colección de historias protagonizadas por personas con vidas cruzadas. Es decir, quienes son protagonistas en un episodio son secundarios en otro. Hay correlaciones y correspondencias entre todos. Pero cada episodio se centra en una historia distinta. Amores fingidos en un reality show, amores homosexuales, amores perdidos y recuperados, matrimonios que se rompen, matrimonios con los roles cambiados,… Una variedad. Taiwán, que oficialmente no es un país, con toda seguridad es la democracia más avanzada de Asia, la que tiene un mayor nivel de derechos reconocidos, con mayor nivel de libertad de expresión, con mayores niveles de tolerancia, al mismo nivel que las democracias liberales más avanzadas del mundo occidental. Y no es un país… que oficialmente es una provincia rebelde de China… una dictadura totalitaria sin paliativos. Ironías. Y este talante tolerante y de libertades, sobre el fondo de una sociedad que conserva todavía muchas tradiciones de antaño, es lo que domina los relatos. Nadie es perfecto, pero todos tienen una oportunidad. De salir adelante… o de redimirse. Algunos no la aprovechan. A mí me ha gustado. Y voy confirmando algo. De los países asiáticos, no tiene tanta productividad como Corea o Japón,… pero quizá de promedio pueda tener más interés real que los anteriores. Más allá de los guilty pleasures a los que me he vuelto adicto.

