[Viajes] Resumen del cuarto viaje a Japón

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Las series de fotografías que ilustran esta entradas de este Cuaderno de ruta están comentadas desde el punto de vista de la técnica fotográfica en Carlos en plata. Comentario técnico de las fotografías digitales realizadas durante el viaje a Japón entre el 30 de septiembre y el 7 de octubre de 2025.

Hasta hace poco más de dos meses, ni se nos había pasado por la cabeza que este año viajaríamos a Japón. Hicimos el tercer viaje al País del Sol Naciente el año pasado y, aunque dábamos por hecho que volveríamos, salvo imponderables que lo impidieran, no tan pronto. Pero el fiasco del viaje a China que no se produjo, y los cambios que en su vida laboral está realizando una de mis compañeras de viaje habitual nos empujaron a la posibilidad de hacer un viaje más corto de lo habitual a estas latitudes. No entraré en detalles de las causas y razones.

La cuestión es que el martes 30 de septiembre llegábamos a Okayama, ciudad relativamente populosa, a medio camino entre Osaka e Hiroshima. Estos dos ciudades ya las conocíamos. Mi compañera tenía asuntos de negocios en Osaka… pero a mí no me apetecía meterme en esa ciudad. Muy animada y entretenida para tomarse unos chismes al atardecer y por la noche… pero menos atractiva que otras. Por ello, Okayama cuatro noches de hotel y Matsue otras tres.

La elección de Okayama como primera ciudad base fue determinada por dos motivos. El tren de alta velocidad, al menos los Nozomi y los Sakura, van de una ciudad a otra en tres cuartos de hora aproximadamente, por lo que era una ciudad conveniente para mi compañera de viaje. Claro… para ella, más conveniente era Osaka. Pero ya hemos dicho que no apetecía en exceso y, además, los alojamientos son peores a igual precio, especialmente por el hecho de que todavía está en marcha, hasta el 13 de octubre, una Exposición Mundial, es decir, del mismo rango que la de Sevilla en 1992, no como la de Zaragoza de 2008, que fue de tipo Exposición Especializada. O sea… que mogollón de gente, follón en todos los sitios, etcétera. Okayama fue. Porque además, permitía el acceso a algunos lugares interesantes.

Nos hemos movido fundamentalmente en tren, como es habitual en el País del Sol Naciente, armados de nuestras tarjetas Suica, tarjetas de prepago integradas en la cartera del móvil, que permite el acceso a los trenes locales y regionales, y a la mayor parte de los autobuses urbanos e interubanos. Desde Okayama, además de esta ciudad, visitamos un par de santuarios sintoístas en torno a Kibitsu, el área histórica Bikan de Kurashiki, y Naoshima, una isla del mar de Seto en la que en las últimas décadas se ha desarrollado como principal atractivo una red de museos de arte moderno y contemporáneo, con edificios diseñados por el arquitecto Tadao Andō. Todo más o menos dentro del área metropolitana de influencia de Okayama.

Esta ciudad nos desencantó un poquito. Sus principales atractivos es el castillo y el jardín Korakuen. El castillo es reconstruido, no es el original, y, aunque vistoso, no tiene el mismo carisma que los pocos castillos originales que quedan, 12 en todos el país, aunque alguno de los reconstruidos lo está con más gracia que este. En su interior me refiero. El jardín Korakuen se considera uno de los tres mejores de Japón. Otro de los tres mejores es Kenrokuen en Kanazawa, que visitamos en mayo del año pasado. Pero será porque la época no es la más adecuada, o porque la luz, muy dura ese día, no lo favorecía, comparado con el de Kanazawa, u otros menos considerados que hemos visitado, no nos llamó tanto la atención. Kurashiki y Naoshima sí que respondieron a nuestras expectativas. Naoshima ya nos la habíamos planteado en el viaje de 2019, aunque al final no nos vino bien. Y lo que superó nuestras expectativas fueron los santuarios de Kibitsuhiko y de Kibitsu. Magníficos santuarios sintoístas donde paseamos sin ningún agobio, coincidiendo con un pequeño puñado de visitantes, no más de una docena en cada uno de ellos.

Luego atravesamos la región de Chugoku desde el sur próximo a la costa del mar interior de Seto para dirigirnos a Matsue, en el norte próximo a la costa del mar de Japón. El año pasado, ambos habíamos leído el cuarto quinteto de novelas cortas de la nipocanadiense Aki Shimazaki, que transcurría en su mayor parte entre Matsue y la próxima ciudad de Yonago, salvo una de ellas en Tokio. Y hace pocos meses un episodio de una serie de anime transcurría en la zona… y decidimos investigar. Además de Matsue, visitamos Iwami Ginzan, minas de plata ya sin actividad y el área de preservación histórica próxima, patrimonio de la humanidad según la Unesco, así como el Izumo Taisha, uno de los santuarios sintoístas más antiguos del país, vinculado a los mitos fundacionales del país.

El castillo de Matsue sí que nos gustó mucho, es uno de los 12 originales y, a pesar de la lluvia y la humedad del ambiente cuando lo visitamos, disfrutamos de su visita. También, próxima al castillo, hay un área de preservación histórica, con edificios de la época Edo y la era Meiji. Visitamos la casa de un samurái. Disfrutamos de una cerveza artesanal, bastante buena, dimos un paseo por una feria dedicada al sake… Muy bien. Iwami Ginzan y su paisaje cultural también nos gustaron. La visita a la mina es cortita y no tiene mucha historia, aunque está muy bien pasear por el denso bosque que la rodea e ir encontrando las bocas de otros pozos que están marcados por el paisaje. Pero el área de preservación histórica y cultural, el antiguo asentamiento minero de Omori Ginzan, también nos gustó mucho. Como lo hizo el gran santuario Izumo. Taisha 大社 es un santuario de cierta importancia, frente a jinja 神社 que es la denominación habitual para el resto de los santuarios sintoístas. Se dice que es el más antiguo de Japón. Más que el de Ise, otro taisha, que visitamos en 2019. Al igual que el de Ise, se reconstruye periódicamente. Es decir, el santuario tiene una continuidad de siglos, de más de un milenio, ya que se menciona en textos del siglo VIII, y se atribuye su fundación a la propia Amaterasu Omikami, diosa del Sol, y supuesta antepasada hasta la promulgación de la constitución actual del país de todos los emperadores del Japón. En fin… que, en la práctica, todo bien, oye.