Uno de los residentes más ilustres que a lo largo de su historia ha tenido la ciudad de Uppsala fue Carl Linnaeus. Biólogo, también doctor en medicina, su gran contribución a la ciencia fue el estudio sistemático de plantas y animales con el fin de clasificarlos de la forma más precisa posible basándose en sus caracteres, agrupándolos según una serie de niveles que han perdurado hasta nuestros días. Hoy todavía utilizamos el sistema de nomenclatura utilizado por Linneo (forma castellanizada del apellido), y su sistema de géneros, familias, órdenes, etcétera.
Claro que también cometió algún «error». Parece que fue el primero en denominar al ser humano como Homo sapiens. No sé dónde encontró la sabiduría en el ser humano. O era un despistado, o era un optimista incorregible. Eso sí. Acertó, aun con el escándalo de sus contemporáneos más religiosos, en clasificarlo entre los primates. Monos y demás parentela.
En cualquier caso, hoy en día se conservan en Uppsala la casa donde residió y el jardín botánico adjunto, con sus filas de parterres para plantas anuales y bianuales a la derecha, y las perennes a la izquierda. Estupendo.
Después de esta visita, y de una cervecita para aliviar el cansancio del día de turimos, a la estación a coger el tren regional hacia Estocolmo. A ver si allí también había hecho buen día.






















