[Viajes] Resumen del viaje a Japón – mayo de 2024

Viajes

Nuestro primer viaje a Japón fue en 2014. Iba a ser en 2011. Pero en aquel año, pasaron muchas cosas. En Japón, y en nuestras vidas privadas. Así que quedó demorado indefinidamente, hasta que la indefinición terminó tres años más tarde. Disfrutamos mucho de aquel viaje. Y nos propusimos seguir visitando Asia oriental y volver al País del Sol Naciente. Como objetivo,… cinco años más tarde. Y lo hicimos. En 2019. Y otros cinco años más tarde… y lo hemos hecho. Diez años después del primer viaje, hemos vuelto. Y ya hemos regresado. Por lo que voy a resumir el viaje de forma somera y con las cosas más destacable. Si queréis revisar el itinerario, en las dos últimas semanas he ido subiendo fotografías de los lugares visitados… así que esas entradas os remito. Si enlazáis en el mes de mayo de 2024 de este Cuaderno de ruta seguro que os aparecen al principio del todo. Como de costumbre también, acompaño el resumen del viaje con fotografías del mismo. Para saber más de las cuestiones técnicas fotográficas del viaje, os sugiero visitar Tercer viaje a Japón; fotografía digital – Panasonic Lumix G9 II con varias ópticas y Sony ZV-1. En unos 10 a 15 días, se verán las fotos hechas con película fotográfica tradicional.

Empecemos por lo importante. Como digo a muchos de mis amigos, el gatete regordete con la patita levantada que muchos llaman el gato de la suerte chino, no es chino. Es japonés. Se le llama manekineko 招き猫, y su aparición en el folclore japonés, desde donde se extendió a otros países del Asia oriental, y después al mundo, se atribuye a la ciudad de Edo. Hoy popularmente conocida como Tokio. Y una de las (diversas) teorías es que es surgió en el entorno de Gōtoku-ji, templo budista en Setagaya, uno de los distritos especiales de Tokio, donde el manekineko actúa como intermediario de la persona ante los dioses, budas, o seres preternaturales o sobrenaturales en los que que crea. Para dar fe, visitamos Gōtoku-ji y comprobamos la popularidad del bobtail japonés.

Japón es en estos momentos un destino popular en el mundo. Es bonito, diverso, distinto en muchos aspectos a las culturas occidentales, animado, técnicamente avanzado, conserva mucho de su patrimonio histórico y artístico, su cultura tiene una enorme proyección e influencia en el mundo,… y el yen se ha devaluado mucho y está barato. Como un 30 % más barato al cambio que hace cinco años. Por lo tanto, no sólo ha recuperado los visitantes que tenía antes de la pandemia, sino que los ha superado. Y por ello, algunos de sus destinos más significativos están sobresaturados. Verdaderas tourist traps, que pueden resultar muy agobiantes. Donde se forma filas y filas para hacerse el selfi que todo el mundo se hace, exactamente igual, porque lo han visto en las redes sociales. Por lo tanto, la experiencia puede ser decepcionante. Y además están surgiendo paquetes turísticos que abarcan mucho y aprietan poco. Trabé conocimiento en el avión de ida con dos mozas que iban en uno de estos paquetes. A la vuelta volvimos a coincidir. Estaban contentas. Pero se han chupado muchas horas de autobús. Y como detalle, visitaron Nara. Un lugar imprescindible. Patrimonio de la humanidad por la UNESCO. Nosotros estuvimos durante todo un día en 2014, y nos dejamos algunos templos muy interesantes al sur de la ciudad. Estuvieron algo más de una hora ¡¡?? En mi opinión, eso no es visitar Japón.

En 2019, ya nos salimos de las rutas más densamente saturadas. Especialmente visitando las rutas de peregrinación de la península de Kii en Kansái, desde Kojasan hasta Ise. Y mereció mucho la pena. En esta ocasión hemos recorrido la región central de Japón. Entre Gifu y Kanazawa. Una región llena de sitios interesantes, en la que se puede optar entre la naturaleza, especialmente las montañas de los Alpes Japoneses, y el patrimonio histórico y artístico de esta región. Fundamentalmente, nos hemos centrado en la parte del patrimonio histórico y artístico, con las montañas de Hida y algunas otras como telón de fondo. Un par de castillos originales, no reconstruidos, el de Hikone y el de Matsumoto, y varios reconstruidos. La aldea de Shirakawa-go, patrimonio de la humanidad. Las ciudades de Gifu, Toyama, Takaoka, Kanazawa, y la mas destacable, Takayama. Los cascos históricos con edificios del periodo Edo y la era Meiji de algunas de estas ciudades, de Gujō-Hachiman y de Mino. Los templos y cementerios históricos de Higashiyama en Takayama. La pesca con cormorán en Gifu. El ferrocarril de la garganta de Kurobe. En fin… bien. Lugares muy interesantes de conocer y visitar, donde se come bien, y donde hay poca aglomeración turística. En algunos de estos sitios, ninguna. Algunos japoneses con días libres, pocos en esas fechas, y poco más.

Como en el viaje de 2019, terminamos el viaje en Tokio. De los sitios más populares, la tarde que llegamos, soleada y agradable, visitamos dos de nuestros lugares favoritos, el parque de Ueno y Asakusa, con Sensō-ji. Pero el día que en su integridad le dedicamos a la capital, también nos salimos de los caminos trillados. Y con la línea Chiyoda de metro como referencia, recorrimos Gōtoku-ji en Setagaya, que ya he mencionado, los santuarios sintoístas de Nogi y Hikawa en Akasaka, y el de Nezu en… Nezu. Por la tarde, los bellos jardines Kiyosumi en Fukagawa y el santuario sintoísta Hachiman-gu en Tomioka. Antes de dar un paseo por tiendas de fotografía y otras cosas en Ginza. El último día también recorrí tiendas de fotografía en Nakano y Shinjuku. Algunas de ellas, curiosísimas, caóticas, como para pasarse el día explorándolas a pesar de ser de reducido tamaño en un tercer piso o en un sótano.

Una de las compañeras de viaje no conocía Kamakura, y aunque no queríamos repetir visitas pasadas, accedimos a un compromiso. Por la mañana visitamos el santuario Hakone en las orillas del lago Ashi y el castillo de Odawara, y por la tarde fuimos a Kamakura, a saludar a su gran buda en Kotoku-in, y visitar Hase-dera y Tsurugaoka Hachiman-gu. A estas alturas ya nos habíamos vuelto expertos en localizar y disfrutar los pequeños izakaya donde podíamos cenar sashimi, buenísimo, especialmente el de pescado azul, a precios sorprendentemente económicos, para lo que suele ser la cosa en los restaurantes especializados, como tres veces más caros. Y el de Kamakura tenía un dueño especialmente simpático, con un salmón especialmente sabroso.

En cuestiones prácticas, los hoteles están a buenos precios, con habitaciones dobles más que decentes y servicios adecuados por entre 60 (Gifu) y 80 (Tokio) euros la noche, bastante más baratos que los equivalentes por Europa. El Japan Rail Pass para moverse en tren ha subido mucho de precio y sólo merece la pena si haces muchos desplazamientos en shinkansen, la alta velocidad japonesa. A nosotros no nos salió a cuenta. Ni de lejos. Gastamos como entre un 50-60% de lo que nos hubiera costado el pase de 15 días. Lo que viene muy bien es llevar la tarjeta SUICA o una similar del protocolo IC (integrated circuit card) para pagar en transportes públicos de todo el país. No es universal, pero la utilizamos en un 85 % de los desplazamientos en trenes locales, metros o autobuses urbanos. Y si tienes iPhone la llevas en la wallet, donde la recargas en el acto con alguna de tus tarjetas incorporadas. Muy cómoda. Los que usan Android, tienen que buscarse alguna alternativa de plástico, porque sólo son compatibles con los terminales japoneses. Las de plástico son convenientes también, pero es más engorroso el recargarlas. Tienes que ir a una estación, parada de metro o konbini de propio para ello. También puedes pagar con ella en los konbini, en algunas máquinas dispensadoras de bebidas y alimentos y en algunos restaurantes y tiendas.

Por lo demás, sin problemas en el viaje. Lo hemos disfrutado… y ¿volveremos? Pues si la salud y las finanzas lo permiten, nos hemos citado para dentro de otros cinco años, para no perder la tradición. En 2029. Esperemos que sea así.