[Libro] Microsiervos – Douglas Coupland

Literatura

Esta serie de fotografías que ilustran esta entrada de este Cuaderno de ruta puede verse tambien en Fotos en serie. Paseos en la tarde de San Francisco.

Cosas que pasan. Llevo más años de los que recuerdo siguiendo uno de los blogs más veterano en habla española de divulgación tecnológica, científica y otras cosas divertidas más años de los que soy capaz de recordar. Se trata de Microsiervos. Según ellos mismos nos recuerdan, llevan en activo desde 2003, con algunos escarceos que se remontan al año 2001. Mi propio Cuaderno de ruta, estas páginas, se remonta a 2005, con escarceos desde 2003. En aquellos momentos, los blogs me parecían lo más. Y a pesar de su caída en popularidad por el impacto de las redes sociales, me parece que a la hora de publicar noticias, novedades o comentarios sobre distintos temas, me parecen más interesantes, y permiten más profundidad, que una anotación o imagen en redes sociales. Y bueno… Microsiervos ha sido siempre bastante divertido. Especialmente, pero no únicamente, su sección WTF.

Los sigo probablemente desde que en el año 2005 Google abrió su agregador de noticias, Google Reader. Una herramienta utilísima, lo cual debió ser definitiva para que la cerrasen en 2013. Google siempre se ha dado buena maña en cerrar servicios que me parecía útiles, manteniendo otros un tanto estúpidos. Pero bueno, sin solución de continuidad, seguí con la misma dinámica en Feedly, y hasta ahora. También los he seguido habitualmente en Twitter hasta la deriva filofascista de esta red social, momento en que pasé a seguirlos en Bluesky. En cuanto a su nombre, Microsiervos, lo asumí de siempre como aquellos al servicio de los tecnológico-científicos en la era de la microinformática.

Pero recientemente me enteré que tomaron el nombre de una novela de Douglas Coupland. Cuyo comentario traigo hoy a estas páginas. En su título original, Microserfs. Pero la he leído en versión traducida, porque me prestaron el libro en formato de árboles libros. Prestarse libros, eso que hacíamos tradicionalmente, y que permitía que leyéramos muchos más libros que los que comprábamos, y a nadie le parecía mal. Pero si te los prestan en formato electrónico, es pirateo. Curioso, ¿no? Y no estoy defendiendo la piratería, que conste. Que soy de los que opinan que los autores tienen derecho a ganarse la vida con dignidad y agradecimiento de sus lectores. Otra cosa son las absurdas políticas editoriales de las empresas del ramo en España… y probablemente en muchos países. Pero en España especialmente. Pero no quería hablar de eso. Simplemente que quizá debiera haberlo leído en su idioma original, como hago con más frecuencia. Porque es la obra original, siempre que tengas suficiente comprensión lectora en ese idioma, y porque suele ser apreciablemente más barato. Al menos en versión electrónica.

Coupland se hizo famoso, entre otras cosas, por acuñar para el título de uno de sus libros más famosos y apreciados el término Generación X. La Generación X es definida por algunos como las de aquellos nacidos entre 1965 y 1981, mientras que otros dicen que iría desde 1960 y 1985. Así que no sé si soy Generación X o babyboomer. Quizá por el retraso que llevó España en lo del baby boom, por aquello de posguerras y dictaduras, sería babyboomer. El problema es que el lío de las generaciones es una cosa que surgió en los EE. UU. y su sociedad no es equivalente al 100 % con la de otros países, más o menos desarrollados. Por haberme iniciado con rapidez en la microinformática y por mi afición a la tecnología y la ciencia, creo que tengo más afinidades con la Generación X que con los babyboomers, de todos modos.

Microsiervos también es un libro generacional. Sus protagonistas son un grupo de profesionales de la informática, nacidos más o menos al mismo tiempo que yo o algo más jóvenes la mayoría de ellos. Se conocen trabajando en las instalaciones de Microsoft en Redmon, cuando la empresa de Bill Gates, o simplemente Bill en la novela, se está comiendo el mundo. Pero deciden abandonar la empresa para trasladarse a California, en las cercanías de Silicon Valley, en la empresa emergente que monta uno de los más veteranos. El relato tiene forma de diario, y se cuenta desde el punto de vista de uno de ellos, en cuya casa familiar en California instalan provisionalmente la base de la empresa. Tiene dosis de humor por arrobas, es una de las responsables de que se vea a los profesionales de la informática como friquis, desde la acepción que la palabra ha tomado en castellano, no necesariamente equivalente a la que tiene freaks en inglés.

Tiene dosis de romance, relaciones de amistad, relaciones familiares, relaciones laborales,… de hecho, lo que más contrasta es que, desde el prejuicio del friqui como alguien sumido en sí mismo, en su trabajo y en sus aficiones, lo que Daniel nos narra en sus observaciones, en su diario, está lleno de humanismo, de relaciones interhumanas más profundas de lo que el aspecto externo de las mismas puede aparentar. Un sentimiento de solidaridad y proyecto común, no sólo empresarial, sino también vital, en el que hay una aceptación del otro con sus peculiaridades. También supone un análisis sociológico de la diversidad de la sociedad norteamericana de aquel momento. Lo curioso es que 30 años después, y a pesar de la evolución tecnológica que se ha producido, el libro sigue funcionando. Yo me lo he pasado bastante bien leyéndolo. Y en la medida en que, salvo las referencias más locales del libro, haya pillado la mayor parte de las referencias culturales que aparecen, me hace pensar que, sociológicamente, si no estrictamente por edad, estoy más cerca de la Generación X que de los babyboomers. No sé si es algo bueno o malo. Simplemente, es.

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