[TV] Cosas de series; postapocalipsis, modeluquis e investigadores «privados»

Televisión

Vamos esta semana con tres series muy diversas, de las cuales dos de ellas me interesaron bastante, mientras que la otra… fue una decepción que no debería haber llevado hasta el final. Pero bueno.

Un par de episodios de la serie británica de hoy transcurren en Ottawa… así que… pues eso. Ottawa.

Fallout es una de las muchas series que está proliferando basadas en videojuegos. Lo que, a priori, no las hace muy interesantes para mí. No porque tenga nada contra esta tendencia de por sí, sino porque la mayor parte de ellas no son especialmente interesantes salvo para un público muy específico. No obstante, ante las buenas críticas y comentarios que empezaron a circular tras el estreno de esta serie en Amazon Prime Video, decidí darle una oportunidad. Y reconozco que me ha parecido una serie de aventuras postapocalípticas que no están mal. Con ese tono entre el western, que no es infrecuente en este género, la ciencia ficción y la distopía política, tiene un ritmo interesante, y una serie de personajes que invitan a interesarse por su devenir futuro. A eso hay que sumar el buen trabajo general de su reparto, y de algunos de sus protagonistas en particular, como Ella Purnell y Walton Goggins. Lo cierto es que me apetece saber qué va a pasar en temporadas futuras. Esperaba poco de esta serie, y acabé pasándolo bastante bien.

Sugar es una serie de Apple TV+ que juega como otras series de la plataforma con una cuidada producción y el prestigio de sus creadores. De los ocho episodios de los que consta, cinco están dirigidos por Fernando Meirelles y tres por Adam Arkin. El primero de ellos con más prestigio en el mundo del cine, el segundo, en el de la televisión. Y con un reparto que no está nada mal, al frente del cual está Colin Farrell, y encontramos gente con prestigio como Amy Ryan. El resto es menos conocido, pero funciona muy bien. Y la serie da una nueva vuelta de tuerca al género negro, dentro de la variante «Detective privado en Hollywood/Los Ángeles». Sugar, el detective que da nombre a la serie, es encargado de investigar la desaparición de la nieta de un poderoso productor de cine. Pero a su vez, en paralelo, sabemos que Sugar pertenece a una organización secreta. Y en el desarrollo de la serie se usan los tópicos habituales de estas historias, pero siempre con un punto de diferencia, de saber que algo raro hay detrás del personaje y de su organización secreta. Para cinéfilos, es interesante cómo se intercalan escenas de películas de cine clásico, que surgen en la mente de Sugar. Y al final, conoceremos el giro sorprendente sobre la naturaleza de esa organización secreta. Desconozco si hay previstas nuevas aventuras. Pero lo cierto es que creo que no estaría de más dejar la historia de este peculiar detective privado tal cual, sin removerla más. Porque hay cosas que es difícil recuperarlas con el cierre dado a esta temporada. No la verá mucha gente. Apple TV+ no es una plataforma con muchos seguidores. Pero está muy bien.

Finalmente, Geek girl es una serie británica de Netflix, de la que también escuché buenas opiniones, y que me decidí a ver. Las comedias británicas suelen tener buenos guiones y excelentes interpretaciones, así que no tenía por qué dudar de esas opiniones positivas. La protagonistas es una adolescente estudiosa (Emily Carey), con un gusto por las ciencias, y con una buena amiga que quiere entrar en el mundo de la moda. Por su personalidad y por sus gustos, no es popular en el instituto, y a veces es ridiculizada por sus conocimientos. Acompañando a su amiga a unos actos relacionados con el mundo de la moda, es «descubierta» por un ejecutivo de una agencia de modelos, ofreciéndole la oportunidad de destacar en ese mundo. Lo que sigue es cómo combinar ser auténtica a su personalidad, con lo que exige el nuevo mundo, como el romance que surge con un guapo modelo, y con las rivalidades de otras modelos que la sienten una advenediza que está donde no le corresponde. Los primero episodios de 30 minutos de la serie tienen un pase ya que esperas que algo más interesante se vaya consolidando poco a poco. Pero lo cierto es que no sucede. Poco a poco, entre una serie de topicazos y situaciones absurdas y con poco sentido, se desarrolla esta temporada que pronto te arrepientes de haber empezado a ver, pero que sigues hasta el final porque ya has invertido un tiempo y quieres ver como acaba. No especialmente recomendable. Un comentario empieza a valer para muchas series de Netflix. Demasiadas. No sé si están previstas nuevas temporadas, pero que no cuenten conmigo. Se pudo ver a la protagonista en un papel principal en algunos episodios de la serie de dragones del momento, cuya segunda temporada todavía no me he decidido a empezar a ver.

[TV] Cosas de series; Epica fantástica, segunda parte; de regreso a Westeros

Televisión

Dejémoslo claro. Si he dividido la entrada televisiva en dos partes, dedicadas a las dos nuevas series del género épico fantástico estrenadas casi simultáneamente a finales de agosto o principios de septiembre, es porque una de ellas, la de ayer, merecía un comentario amplio. La adaptación de un episodio significativo del legendarium de Tolkien implicaba riesgos y dificultades. Y ayer di mi opinión sobre la cuestión. La adaptación de una de las obras del universo medieval con dragones de George R. R. Martin… no tanto. Por lo tanto, independientemente de lo que opine sobre la nueva serie, mi curiosidad a priori era mucho más limitada.

Mi reciente visita a la ciudadela medieval de Carcassonne me viene al pelo para ilustrar el mundo medieval fantástico de la serie que comento hoy.

House of the dragon adapta parte de unos libros que Martin ha escrito como secuelas/precuelas a su inacabada saga principal. Lo que adapta es la segunda parte del primero de los libros, Fire and blood, que dedica a narrar la historia de la Casa Targaryen. El segundo no ha sido escrito todavía. No lo he leído. Ni tengo la intención de hacerlo. Entendámonos… a mí Martin, como escritor, no me entusiasma. Aunque tiene cosas que me han gustado. Hay una historieta, con guion suyo, cuyo material original es un piloto para televisión de los años 90 que no se llegó a producir, que me divirtió mucho. Francamente, me gustó. Aunque no tiene nada que ver con el universo de Westeros y continentes adyacentes. Ni en los temas ni en el tono. Y las novelas cortas de Dunk y Egg, que sí están inmersas en el universo de Westeros, también me gustaron. Pero su saga principal me resulta una pesadez. Es excesivamente prolijo en su escritura, lo cual para un lector como yo, firme creyente de la economía de medios a la hora de relatar… pues no funciona. Si algo es largo y voluminoso, tiene que estar muy justificado. Así que lo de leer un pesada historia sobre la dinastía ficticia de rubios platino… pues no. Pero durante el pico de la fiebre de Game of Thrones, en uno de mis grupos de amigos consultábamos cosas sobre lo que se narraba en otras fuentes bibliográficas de Martin y, como consecuencia… tachán… ya sabemos lo que va a pasar en la serie de la que hemos visto la primera temporada. De hecho, pronto pronosticamos en qué punto iba a terminar la primera temporada. Acertamos.

Y por otra parte, la historia que nos presentan tampoco es especialmente original. Vamos con una posible sinopsis breve. A la muerte de un rey, en circunstancias realmente sospechosas, los posibles candidatos al trono se enfrentan en un duro conflicto bélico que causará mucha destrucción y muertes. Ya está. Una sinopsis que vale tanto para esta nueva serie como para la original. Luego lo adornas con lo que quieras,… pero es lo mismo. Es decir… los responsables de la serie juegan sobre seguro. Dan más de lo mismo a los fans de la franquicia. Con las mismas fórmulas que proporcionaron el éxito a la anterior; una cuidada producción y ambientación, buenos intérpretes, magníficos diálogos que constituyen el fuerte de la serie, y eventuales momentos de acción, espectaculares, que sorprenden y animan el conjunto. Por supuesto, esta es la receta de las seis primeras temporadas de Game of Thrones. Lo que sucedió en las finales… el apresuramiento, el desconcierto, la mala medición de tiempos y formas, que llevaron a que la nota final de la serie bajara un par de puntos… es otra cosa. De momento, la nueva serie sigue las mismas fórmulas que los mejores momentos de su predecesora, aunque con más sencillez. Hay menor dispersión, de momento, en las líneas argumentales. Y el número de personajes principales es mucho menor. Por lo que todo es más sencillo. Desconcertó a algunos el cambio de protagonistas, por cuestiones de edad de los personajes, en un momento dado. Pero creo que todo el mundo se ha acostumbrado.

Y ya está… copiando lo mejor de su predecesora, con la misma receta,… la serie está muy muy bien. Es muy divertida, los diálogos son magníficos, la secuencias de acción estupendas, y hay suficientes personajes con los que empatizar para que el espectador se anime a seguir sus peripecias. Ciertamente, los guionistas han decidido con claridad cual de los bandos en conflicto es el «bueno» y cual es el «malo». Y es lo que menos me ha gustado. Porque la serie, a priori, se prestaba a todo menos a un maniqueísmo que no le sienta bien en mi opinión. Pero tampoco es grave. Muy muy muy bien Paddy Considine, Eve Best, Milly Alcock y Olivia Cooke en sus respectivos papeles. Pero sin desmerecer al resto. Entre las dos antagonistas principales, en sus personajes adolescentes destaca más Alcock, la interprete de Rhaenyra, que Emily Carey, la intérprete de Alicent. Sin embargo, en los personajes adultos, creo que lo hace mejor Cooke como Alicent que Emma D’Arcy como Rhaenyra. Sin que eso suponga que no lo hagan también bastante bien. Pues eso… a esperar la siguiente entrega de sangrientas barbaridades. No voy a desvelar el resultado final,… pero como ya podréis suponer, esto va a quedar como el rosario de la aurora.