[TV] Cosas de series; remesa de comedias japonesas

Televisión

Creo que ya lo he comentado con anterioridad. Netflix adquirió recientemente un lote importante de series de televisión japonesas, no recuerdo ahora de qué cadena televisión nipona, y algunas están bien, otras son curiosas, y otras… pues mejor pasar de ellas. Mucha diversidad. Ya he comentado algunas de ellas en los últimos tiempos. Ahora voy con otras dos con el aviso previo de que ya las vi hace unas semanas, y que después no he encontrado otras que me apeteciese ver. En fin… veamos…

Como no tengo fotos ni de Mishima ni de Yokohama, lugares donde transcurre la acción de las series de hoy, buscando un entorno urbano, he optado por ilustrar con fotos del distrito de Umeda en Osaka.

Gomenne seishun! [ごめんね青春!, Lo siento, juventud], conocida internacionalmente en inglés como Saving my stupid youth (Salvar mi estúpida juventud), me llamó la atención por su protagonista femenina, Hikari Mitsushima, a quien hemos podido ver últimamente como dejo constancia aquí y aquí, y con buenos modos. Aparte de aparecer en el mundo de la música y del espectáculo de formas diversas como en este vistoso vídeo musical, donde es la bailarina que recorre la ciudad.

La serie es peculiar, a veces puro dadá, aunque no creo que lo hagan voluntariamente, muy divertida, siempre que la consideres como una parodia con un cierto punto de desfase. Y detrás de un guion manifiestamente mejorable, hay ideas que merecía mejor suerte, y unos personajes con los que llegas a simpatiza a pesar de su naturaleza excesivamente paródica. Una comedia en medio escolar, de institutos de bachillerato, con los chicos de instituto budista y las chicas de un instituto católico en la ciudad de Mishima, que es real, y cuya oficina de turismo debió aportar algo a la serie para promocionar la ciudad. La serie es de 2014, tiene unos años ya. Y la cosa es de que, por necesidades económicas, se ven en la necesidad de fusionar ambos institutos, convirtiéndose en uno solo mixto, y pluriconfesional, lo cual es complejo porque unos sucesos años atrás generaron una malquerencia entre ambos institutos. Unos sucesos en los que estuvieron implicados el protagonista masculino (Ryô Nishikido), uno de los profesores de los chicos, y la hermana (Haru) de la protagonista femenina (Hikari Mitsushima), una de las profesoras de las chicas. Como ya digo, roza el absurdo, o se adentro en él, en varias ocasiones. Pero a pesar de todo es buenrollista y entretenida.

Peculiar también es la serie Nigeru wa Haji da ga Yaku ni Tatsu [逃げるは恥だが役に立つ, Huir es una vergüenza, pero util], conocida de diversas formas fuera de Japón, como The Full-Time Wife Escapist (El escapista con esposa a tiempo completo) o We married as a job (Nos casamos como un trabajo). Es una adaptación de un manga que se suele vender en países anglófonos bajo el primero de los títulos en inglés. La premisa es la siguiente. Una joven graduada en psicología (Yui Aragaki) no consigue un trabajo razonable y digno tras un tiempo en diversas empresas, y sus padres le anuncian que tras la jubilación dejan Yokohama y se van a vivir al pueblo, por lo que se queda sin casa y con poco dinero para mantenerse… salvo que se vaya al pueblo con los padres. Y consigue trabajo para asistenta del hogar con un ingeniero informático diez años mayor (Gen Hoshino), soltero y solitario empedernido, que no quiere ataduras con mujeres, pero a quien el trabajo de la chica le conviene mucho. Así que para resolver ambas situaciones deciden simular un matrimonio bajo determinadas condiciones contractuales. Aunque oficialmente es un matrimonio real, y no contractual. Parece que los matrimonios contractuales, tal y como funciona la institución matrimonial en Asia oriental, en los que uno de los cónyuges cobra un sueldo y recibe unos beneficios por estar casados, en los que no se incluyen las relaciones íntimas, no hablamos de sexo aquí, se dan en aquellos lares. El caso es que por supuesto todo se complicará. Con los amigos, con la familia, con los entornos laborales,… y entre ellos. Puesto que al fin y al cabo es una comedia romántica.

Aragaki es una de las actrices más conocidas y populares en su país, y tiene mucho encanto, y Hoshino es un cantante y autor de canciones también frecuente en las listas de éxitos. La serie tuvo un gran éxito en el País del Sol Naciente. Realmente es entretenida y la interpretación es buena, dentro de las aspiraciones de la producción. Tiene un fuerte componente pedagógico, supongo que buscando educar y modernizar la mentalidad conservadora y anticuada de los maridos, o matrimonios en general, japoneses. La serie propiamente dicha son diez episodios, y se emitió en 2016. Pero en 2021, tras lo peor de la pandemia de covid-19 hicieron un especial de dos horas de duración, en la que se buscaba levantar la moral tras la situación epidémica, y de paso introducir la cuestión de la maternidad y el papel de los hombres en el cuidado de los hijos, dentro de esa intención pedagógica y modernizadora. Como curiosidad, el cierre de todos los episodios contiene una canción del protagonista, titulada Koi ( , una de las palabras para decir amor, en japonés, especialmente referido al amor romántico) que se hizo especialmente popular por el divertido baile que realizan los protagonistas y secundarios principales de la serie durante los créditos de cierre.

[TV] Cosas de series; amor, música, libros y anarquías diversas

Televisión

Esta semana traigo dos series que me han gustado. Bastante. Más de lo que esperaba a priori. Y de orígenes muy diversos. Una de ellas, japonesa; comedia/drama romántico/existencial. La otra, sueca; comedia romántica con tintes de parodia sobre diversas cuestiones de «la vida moderna».

Hoy toca Estocolmo, muy apropiada para una de las dos series de hoy.

Kärlek & Anarki (Amor y anarquía) nos ha presentado su segunda temporada, en la que ha continuado el peculiar flirteo y el peligroso juego de «a ver si te atreves» entre Sofie (Ida Engvoll), convertida de consultora a directora general de la editorial, y Max (Björn Mosten), el joven y atractivo informático contratado en la misma. Pero las cosas entran en terreno resbaladizo. La nueva dirección estratégica de la prestigiosa editorial, adaptándose a los tiempos modernos, no siempre atina en sus medidas. Max se ha buscado un ligue dentro de la propia editorial. Y Sofie sufre la muerte por suicidio de su padre, con quien tenía una relación peculiar, y lleva un duelo malamente llevado. Entre las diversas pequeñas historias, más o menos alambicadas del resto de los miembros de la editorial. Lo cierto es que la primera temporada me pareció simpática, pero la segunda me ha parecido muy estupenda y totalmente recomendable. Es una comedia con todas sus consecuencias, pero también apunta afiladamente a parodiar muchas de las tonterías actuales del mundo empresarial, del mundo intelectual, de internet y sus redes sociales, entre otras cosas. No sé si habrá más temporadas. En realidad,… ha quedado bastante cerrada. Pero con temporadas de ocho episodios de media hora aproximadamente, si tiene éxito, tampoco creo que les cueste mucho seguir tirando de la manta.

Quartet es una serie japonesa de 2017, diez episodios de tres cuartos de hora, salvo el inicial de una hora, que se anunció como estreno en Netflix, que parece que ha comprado últimamente varias series de este país. Me llamó la atención por varias cuestiones. Una, por su buena valoración en muchos medios y entre los votantes de IMDb. Otra, porque una de sus protagonistas, Hikari Mitsushima, lo fue de otra serie japonesa que comenté recientemente. Así que me dispuse a verla. En un encuentro aparentemente azaroso, cuatro personas, que tocan instrumentos de cuerda, se encuentran en un karaoke. Y deciden formar un cuarteto de cuerda. Dos mujeres, Maki, primer violín, (Takako Matsu) y Suzume, chelo, (Mitsushima), y dos hombres, Beppu, segundo violín, (Ryūhei Matsuda) y Iemori, viola (Issey Takahashi). El caso es que ninguno es sincero del todo con sus circunstancias personales, su pasado. Y ni siquiera el encuentro en el karaoke es azaroso. Y mientras conviven en una casa en las montañas, en Karuizawa, irán apareciendo las cosas que cada uno de ellos ocultan. Aunque el tono de la serie es de comedia, en realidad la serie es un drama. Con buen rollo. En el que la amistad, la solidaridad, el tener alguien en el que apoyarse es importante. Y sentirse orgullosos como cuarteto… aunque no sean muy buenos. La serie se acompaña además de la buena música de cuerda, entre la que destaca por ser un motivo recurrente Music for a found harmonium, uno de los temas emblemáticos de la Penguin Cafe Orchestra, que tanto escuché en su momento, y una bonita canción de Sheena Ringo, Otona no okite (おとなの掟, la ley de los adultos), que sirve de cierre a la mayor parte de los episodios y es cantada por los propios protagonistas. La podéis encontrar en Apple Music, y supongo que en otras plataformas, si buscáis como autor Doughnuts Hole. Aunque también la propia Ringo la versión para sí misma. La serie me ha parecido estupenda. Casi podría decir que me ha sabido a poco. Los personajes generan mucha empatía. Y hay un personaje femenino secundario, una caradura de tomo y lomo (Riho Yoshioka), que es la caña. Que merecería un spin-off para ella sola.