[Cine] Birdsong (2019) y el cine «schmaltz»

Cine

Birdsong (2019; 18/20210309)

No sé muy bien cómo acabamos viendo esta película de nacionalidad belga, dirigida por el director y músico Hendrik Willemyns, pero que está rodada íntegramente en japonés, con intérpretes japoneses y en Tokio. El caso es que ya adelanto que es una caso típico y tópico de cine schmaltz, fenómeno que se atribuye con frecuencia al cine nipón… pero no olvidemos que el director y la producción del film son fundamentalmente… belgas.

Sí… claro… nos daremos una vuelta por Tokio, ya que la película está rodada en la capital nipona.

¿Qué es eso del cine schmaltz? El término lo leí no hace mucho y me llamó la atención. El schmaltz es un tipo de grasa, extraída de aves, pollos o gansos, que parece tener su origen en la cocina centroeuropea, popular en la gastronomía judía. De alguna forma, es similar al confit de pato de los franceses… pero a un nivel más popular. Y realmente es una forma de meter calorías en el cuerpo, a base de grasas abundantes… pero sin más sustancia. Sin proteínas, sin hidratos de carbono, sin componentes esenciales de la alimentación… dando a los platos una apariencia de ser algo… sin ser nada. Y en algunos ambientes, la palabra es equivalente a nuestro empalagoso, aunque sustituyendo el empalago del dulce por el de lo grasiento. Así pues música, cine o literatura schmaltz o schmalzig sería aquella que sin aportar realmente mucho contenido o mucha sustancia, es pretenciosa, empalagosa o difícil de digerir.

Y sí… el calificativo le viene a esta película al pelo. Enganchándose a las películas que empiezan a surgir explotando el fenómeno #metoo, de denuncia de los abusos y acosos sexuales en el mundo del espectáculo, nos habla de una mujer de clase social modesta (Natsuko Kobayashi), que trabaja en el turno de noche de la limpieza de una empresa musical, y que en su momento soñó con dedicarse a la música. En un momento dado, consigue una prueba en un popular programa de búsqueda de talentos de la empresa en la que trabaja, y se convierte en sospechosa en un caso de muerte de un famoso músico un tiempo atrás, que le dio clases. A partir de la investigación interna de la empresa, la mujer destapara un negocio encubierto en la misma de prostitución y abusos sexuales.

El problema es que todo pretende ser tan estético, tan simbólico, tan minimalista… que en no pocas ocasiones roza el absurdo. Con una banda sonora basa en lo que se supone debe ser música high concept, y mezclado con ensoñaciones más o menos fantásticas, y con la representación visual de las composiciones musicales, entramos en una espiral de sin sentidos, acompañada de unas interpretaciones que no despegan en absoluto… esencialmente porque no los intérpretes, que no sé si son buenos, malos o todo lo contrario, no tienen dónde agarrarse. La película se mantiene la mayor parte dentro del insinuar y no mostrar, hasta que al final decide desmelenarse con un desnudo integral de la protagonista, hasta ese momento muy recatada, y una tórrida escena de sexo con una presunta colegiala de preparatoria (el equivalente al bachillerato nuestro), de las que visten uniforme y eso. A falta de otra cosa, supongo que los responsables de la película habrán decidido «premiar» a los que hayan aguantado la película hasta ese momento.

Ya digo que no sé muy bien cómo acabamos en esta película. Desconfío de las aventuras niponas de directores occidentales. Sinceramente, la mayor parte de las que recuerdo son fiascos… o en el mejor de los casos mediocridades pretenciosas. Pero parece que un cierto número de críticos o plumillas de la cosa del cine se dejan arrastrar por este tipo de producciones pretenciosas y es posible encontrar algún artículo apoyando esta película. Sinceramente… no. Ni por asomo. Olvidadla. Quizá no sea una catástrofe. Pero sí un aburrimiento.

Valoración

  • Dirección: **
  • Interpretación: **
  • Valoración subjetiva: **