Una de las escenas «más tremendas» de One, Two, Three, la divertidísima película de Billy Wilder sobre la guerra fría, era la «horrible tortura» del novio comunista de la chica americana por parte de la policía del Berlín oriental, obligándole a escuchar uno de los éxitos del momento; Itsy bitsy teenie weenie yellow polka dot bikini cantada por Bryan Hyland. La canción, una precursora del pop piruleta o pop chiclé, nos contaba las tribulaciones de una jovencita que va a la playa, pero le da corte mostrarse en la arena por las diminutas dimensiones de su bikini amarillo de lunares. Un temazo. Pero la escena, ademas de mordaz hacia la música comercial, es la pera.
Esta tarde he visto en la tele una mediocre película de un director de cine que antaño hizo películas maravillosas, protagonizada por un gladiador venido a menos. Si he aguantado hasta el final ha sido por la presencia de dos mujeres estupendas. Una morena francesa y una rubia norteamericana. Estupendas. Aunque mi preferencia va para la gabacha, claro.
Y he tenido premio, porque se me ha puesto una sonrisa de oreja a oreja cuando, hacia el final de la película, la banda sonora incluía una graciosa versión en francés de la canción en cuestión cantada por Richard Anthony. De buen humor para el resto de la tarde.

