Yǐn rù chényān [隐入尘烟] (2022; 41/20230716)
Antes de la llegada de los vistosos estrenos de esta semana, la pasada llegaron otros menos interesantes, entre los que apareció una película china premiada en diversos festivales, entre ellos Valladolid, puesta en las nubes por la crítica occidental, y con una sesión muy conveniente en versión original para la matinal del domingo. Dirigida por Li Ruijun, con un reparto que mezcla intérpretes profesionales y bien conocidos en su país con actores improvisados, que nunca habían actuado, en seguida se mostró como una opción muy apetecible que refrescara las ideas de la anodina y vulgar cartelera del verano, inundada hasta ahora por producciones previsibles, no pocas de las cuales se están estrellando, porque para qué pagar por ellas si tantas y tantas similares se pueden ver cómodamente en casa. No aportan valor nuevo como esforzarse en el desplazamiento y pagar la entrada, con la industria del cine en modo «suicida». Por otra parte, me quejaré una vez más de los títulos en castellano de las películas de cinematografías diversas. El «poético» tirando a cursi título de la película en castellano no tiene que ver con el título original, que vendría a significar algo así como escondido en el polvo, o entre el polvo y el humo… haciendo referencia al retorno a lo ancestral en la supervivencia en relación con la tierra.

Li Ruijun nos lleva a un lugar ignoto para la mayoría de la humanidad en una región del centro de China, próxima al desierto del Gobi, a la meseta del Tibet y a Mongolia exterior, o más bien encajada entre estos lugares. Un entorno rural en el que hay unas vegas fértiles en torno a los ríos y acequias, pero vecino al desierto con sus dunas y sus pedregales. Un lugar muy diferente a las brillantes ciudades orientales de China, con sus rascacielos y sus millones de habitantes, donde todavía hay modos de vida rústicos, tradicionales, terratenientes, y pobreza en general. Allí, dos parias de sus propios familias, el cuarto hijo de una familia, solterón, Ma Youtie (Wu Renlin), y la marginada y maltratada por todos hija de otra familia, también en sus cuarenta, Cao Guiying (Hai Qing), son expulsados de sus familias mediante la fórmula de concertar un matrimonio entre ambos, y expulsarlos para que se busquen la vida. En la pobreza, a base de trabajar y de obtener préstamos insignificante, consiguen poner en marcha sus cultivos en tierras del terrateniente para quien el hombre es valioso porque tiene sangre del grupo rh negativo, la sangre del panda, necesaria para tratar su enfermedad. Viviendo de ocupas en casas abandonadas por los que han emigrado a las prósperas grandes ciudades del este del país, hasta que se construyen su propia casa de adobe, trabajando la tierra con un burro y arados y trillos tradicionales, de los de antes de la mecanización de las labores agrícolas, consiguen encontrar el cariño mutuo y una mísera prosperidad, pero que les satisface comparada con su situación anterior.
A pesar de las circunstancias de pobreza y de entorno de desestructuración de la sociedad rural tradicional china, la película está rodada con gran belleza, con un trabajo esmerado de puesta en escena, de iluminación y sonido. Trabajo técnico y de dirección que apoya en el gran activo de la película que es el trabajo de sus intérpretes, que se conectan entre sí de forma admirable, consiguiendo transmitir la humilde honestidad del pobre que mantiene su dignidad con su decisión de devolver todo lo que le es prestado, aunque no exigido por su escaso valor. La protagonista femenina es una actriz famosa, conocida y premiada en su país, que por lo que he podido ver por la red de redes, en la mitad de su cuarentena es una mujer hermosa y estilosa. Sin embargo, aparece desastrada, baqueteada por el tiempo y el maltrato, encorvada por una escoliosis, débil, temerosa, necesitada de afecto. Un trabajo fenomenal. El protagonista masculino es simplemente un agricultor del lugar, sin experiencia interpretativa, pero que pone la autenticidad de ser quien es, estableciendo un modelo de dignidad y honestidad en la pobreza. Un trabajo también espléndido.

En una época en la que los dirigentes del PCCh quieren demostrar al mundo que su dictadura es superior a las democracias liberales occidentales, sorprende una película que muestra lo que nunca se muestra en la actualidad de República Popular China. Al principio de la película resulta complejo establecer en qué año, en qué época estamos. Sólo cuando aparece el hijo del terrateniente con su coche alemán de importación comprendemos que estamos en la época actual. Que los hechos son contemporáneos a nuestras vidas. Y la película va oscilando entre las escenas de la sencilla vida de los protagonistas, con sus interacciones con el resto de su sociedad local, que parece que está en otro universo. El momento en el que les ofrece una vivienda en la ciudad por un pequeño precio en «la lucha de los responsables políticos contra la pobreza», con la funcionaria peripuesta, el hijo del cacique y un cámara para registra el acontecimiento, mientras los dos protagonistas se preguntan para qué quieren ese piso lejos de sus campos, donde no pueden poner su burro, sus gallinas y sus cerdos, que sirven para su sustento y trueques,… es casi antológica, entre el absurdo y la afilada crítica a la hipocresía social y política. Aunque inicialmente la película pareció sortear la censura de las autoridades autoritarias chinas, he sabido que finalmente el director se vio obligado a introducir algunos cambios, especialmente en el final, se notan mucho, porque chirrían, y que tras estrenarse en las plataformas de contenidos del país, fue retirada silenciosamente, y su mención censurada en las redes sociales del país. Una película de apariencia inofensiva, que parece destinada simplemente a narrar una peculiar historia de amor y dignidad humana, se convierte poco a poco en un verdadero alegato político y social.
La película es muy recomendable. Es una película que crece en el recuerdo a partir del momento en que sales de la sala de cine, conforme vas comprendiendo la hermosura de la propuesta y la profundidad del mensaje. Poco a poco se consolida en mi memoria como de lo mejor que he podido ver este año hasta el momento, y en los últimos años. Y sabiendo lo que ha escocido a los oligarcas chinos, verla se convierte en una obligación, tanto por sus valores cinematográficos como por la solidaridad con los que denuncian, de un modo u otro, el mundo horrible en el que nos estamos convirtiendo por el auge de los populismos, de todo signo. A estas alturas de mi vida las propuestas de la extrema derecha europea no me parecen distintas de las del partido comunista chino. Por mucho que ellos se sientan opuestos y enemigos. Son dos variantes de lo mismo. Por otro lado, muchos comentaristas y críticos han alabado el tono «optimista» del filme, por la «felicidad» que alcanzan los protagonistas, cuando el final de la película tiene no poco de desolador, de que no importan los esfuerzos que hagas por encontrar tu camino, al final o te integras, o desapareces, de una forma u otra. No encontré yo el tono optimista en ningún momento, aunque existan momentos felices en el año de la vida de los protagonistas del que somos testigos.
Valoración
- Dirección: ****
- Interpretación: ****
- Valoración subjetiva: ****

