[Televisión] Cosas de series; entre nazis, japoneses y cazurros del sur profundo de los EE.UU.

Televisión

Dos series traigo hoy a comentario. Y dos de las buenas. Una que se nos ha despedido. Y otra que a la que al menos queda otra temporada. Es posible que no más… Posiblemente, da para un tercer acto, pero a veces es bueno saber cómo cerrar bien y a tiempo una historia. Empecemos por esta.

The Man in the High Castle (temporada 2ª)

Esta serie basada en una novela de Philip K. Dick, que tuve ocasión de leer hace unos meses, fue uno de los hallazgos de la navidades de 2015. Una ucronía sobre qué podría haber sucedido en el caso de que las potencias del eje hubiesen ganado la Segunda Guerra Mundial y se hubiesen repartido el mundo en áreas de influencia. Europa, África y la costa atlántica de las Américas para el Reich alemán, Asia y el Pacífico, incluido la costa este de las Américas, para el Imperio del Sol Naciente.

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Entre las localizaciones más importantes de la ucronía que presento hoy están Berlín, Nueva York y… una San Francisco ocupada por los nipones. A falta de esta última, unas vistas de los parques y santuarios de la ancestral ciudad de Nara en Japón.

La historia, tanto en la novela, como sobretodo, poco a poco, en la serie de televisión. Tiene dos vertientes. Por un lado, la especulación política sobre lo que podría ser el estado del mundo a principios de los años sesenta, quince años después del final de la guerra. Y con una nueva guerra entre las dos potencias en ciernes, cuestión que explora especialmente esta segunda temporada de la serie televisiva. Por otro lado, especula con el concepto de realidades alternativas que discurren en paralelo. En este caso, nuestro universo con la historia como la conocemos, y la del universo alternativo, la de la historia como nos la presentan en la ficción. Con puntos de contacto entre ambas realidades. Muy interesante. Y bien manejado como dispositivo argumental que mueve a los personajes, o los condiciona.

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Y por supuesto, como toda buena ficción especulativa, lo importante son los personajes, ya que no deja de ser una exploración de la humanidad, y de lo que tiene de noble o lo que tiene de vil. Sin maniqueísmos. Aunque el personaje clave alrededor del cual giran los acontecimientos es Juliana Crane, una muy solvente Alexa Davalos, aunque estaba mejor en la primera temporada, el que resulta realmente apasionante es el Obergruppenführer John Smith, con la sobresaliente interpretación de Rufus Sewell, un ambivalente personaje en el que reconocemos la maldad de los totalitarismos fascistas y policiales (hoy en día camuflados bajo el paraguas de las derechas nacionalistas populistas, que tanto tirón están adquiriendo en diversos países), pero que al mismo tiempo se ve empujado por las circunstancias a actuar en un sentido que al final resulta aparentemente ético. O con consecuencias positivas para el mundo. Estas sutilezas me encantan. Mi reconocimiento también a los personajes e intérpretes Inspector Kido (Joel de la Fuente) y Ministro de Comercio Tagomi (Cary-Hiroyuki Tagawa).

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He disfrutado mucho también con esta segunda temporada que no puedo dejar de recomendar. Desde luego.

Rectify (temporada 4ª y final)

Cuatro temporadas, con treinta episodios, han sido precisas para desarrollar esta historia sobre un recluso que, tras diecinueve años en el corredor de la muerte, acusado del asesinato y violación de un joven de su edad al final de su adolescencia, es liberado porque una muestra de ADN pone en duda la autoría del hecho. Y juega durante una parte de la serie con la duda de si es el autor o no.

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Pero la serie, localizada en una pequeña población del estado de Georgia, en el sur de los Estados Unidos, es una disección de una sociedad aparentemente conservadora, moral y religiosa, pero en el fondo podrida por la hipocresía y los secretos. Y al mismo tiempo, una reivindicación de la familia como entorno de soporte y de tolerancia cuando las cosas pintan mal.

La cuarta temporada me ha parecido muy complaciente. Existían otros finales u otros derroteros por los que podría haber circulado la historia, más oscuros, dramáticos e incluso trágicos. Pero no por ello ha dejado de ser emotiva. Porque como digo, al mismo tiempo que denuncia, es una serie que propone valores. Y finalmente, esperanza. Esperemos que no peque de optimista.

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Mencionar todos los intérpretes que lo hacen de sobresaliente en esta serie, empezando por el protagonista, Daniel Holden (Aden Young), sería absolutamente prolijo y aburrido. Leeros el reparto en IMDb y sabréis quienes son. Pero ya puedo decir que esta serie, absolutamente excelente, es una afortunada combinación de un trabajo conceptual y de escritura de guion concienzuda y bien hecha, con unas interpretaciones de primer nivel.

Para cualquier seriéfilo,… para cualquier cinéfilo,… es obligatoria. Los «palomiteros» que busquen en otro lado, salvo que busquen la redención como espectadores.

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