Antes de entrar en materia con las teleseries coreanas de hoy, he de comentaros que he vuelto a ver los seis episodios de la serie de animación filipina Trese, una serie que me pareció muy entretenida. Originalmente la vi con la banda sonora en inglés, porque Netflix la ofrece así como versión original. Pero después de leer por ahí, he llegado a la conclusión de que, aunque hicieron tres versiones de doblaje iniciales, inglés, filipino y japonés, con actores reconocidos en estos países, en Japón el actor de doblaje tiene el mismo estatus que los actores en vivo, la que realmente debería constar como versión original es la filipina. Es más auténtica. Y me alegro de haberlo hecho. Realmente es mejor. Y además es muy divertido ir cazando las palabras de origen español; el «kamosta» (de «como está») para decir «hola», la «pamilya» o la «propesiya» por la evidente alergia del idioma tagalo a las efes («familia» o «profecía», claro), o el «pero» para… la conjunción adversativa «pero», claro. Entre otras. Y la serie sigue siendo tan divertida o más que en inglés.
Pero vámonos a Corea del Sur, que no visitábamos desde marzo. He bajado el ritmo los fines de semana, que es cuando veo estas series. Aun así, tengo algunas. Vincenzo es una serie que no incluso dentro de los placeres inconfesables. Es una serie divertida y casi me atrevería a decir recomendable. Y que trabaja con un notable carga de crítica social y política en forma de ironía. En tono de comedia, nos habla de un tipo que fue adoptado de niño en Italia y ha llegado a ser consigliere de una familia mafiosa. Y regresa a Corea del Sur para recuperar un alijo de oro y otras piezas preciosas, escondidas en un sótano fortificado bajo una galería comercial que una gran empresa con un presidente sin escrúpulos quiere derribar para construir un lujoso rascacielos. Pero como alguien le dice a Vicenzo Cassano (Song Joong-ki), puede que Hong Cha-young (Jeon Yeo-bin), la abogada con la que se alía, los políticos, la justicia, la policía, los abogados y los empresarios coreanos son todos ellos peores que la mafia italiana. Y así, entre la comedia y la acción, asistimos al combate en el mafioso y la abogada, con un grupo de demenciales personajes a su alrededor, contra los elementos corruptos de la sociedad surcoreana. Como digo, ironía y crítica social a raudales. Y buenas interpretaciones. A Jeon Yeo-bin la vimos recientemente coprotagonizando un largometraje de estreno, con auténticos mafiosos coreanos. Y Song Joong-ki protagonizó hace unos meses una entretenida aventura espacial. Por cierto, los coreanos también son alérgicos a las efes… Vicenzo pertenece a la 마피아 mapia.
Con frecuencia las películas y las series surcoreanas se inspiran en producciones americanas. Y Move to heaven [무브 투 헤븐, mubeu tu hebeun] está claramente inspirada por Rain Man. En este caso, el autista es el hijo adoptivo de 20 años de un viudo que lleva un negocio de limpieza de lugares donde ha sucedido una muerte violenta o en extrañas circunstancias, que muere, y en cuyo testamento deja a su hermano, recién salido de la cárcel y con una vida tortuosa, como tutor del hijo. Cambiamos al pijo de la película original por un exconvicto en busca de redención. Tampoco es un placer inconfesable. Con diez episodios entre 40 y 60 minutos, es una serie con un contenido más profundo que las series coreanas habituales, y que también se deja ver sin sonrojo alguno, con buenas interpretaciones. No es tan buena como los votantes de IMDb dan a entender, pero esta un escalón por encima de ser una producción digna.
Naeil Jiguga Manghaebeoryeosseumyeon Jokesseo [내일 지구가 망해버렸으면 좋겠어, literalmente «espero que la Tierra sea destruida mañana»], pero titulada So no worth it internacionalmente, o ¡Tierra, trágame! en España, es un divertimento que parece reúne a una serie de famosetes jóvenes de Corea del Sur en una comedia con 12 episodios de menos de media hora de duración. La trama central es una comedia romántica entre una joven con pocos posibles que se paga la carrera trabajando de encargada en una residencia universitaria para estudiantes extranjeros con el hijo adoptivo de origen de una actriz norteamericana de éxito en Hollywood. Pero a su alrededor hay una serie de tipos extraños y extravagantes de diversos orígenes étnicos o nacionales. La mayor parte de ellos actúan bajo su propio nombre, aunque no hagan de sí mismos. Es un producto anecdótico, pero que acaba resultando divertido. Y parece que puede tener futuras temporadas, porque el final queda abierto.
En fin… que las series coreanas de Netflix cada vez son menos guilty pleasures, o por lo menos algunas de ellas… porque lo que estoy viendo ahora… buf.