Aquella Eurovisión (4): Y España gana el festival

arte música y literatura, sociedad, Televisión

Artículos previos de esta serie:

Si las anteriores entradas respondían a recuerdos prestados o diferidos sobre los hechos acontecidos en la que podríamos conocer como «época yeyé» del festival, en la de hoy ya entramos en lo que forma mis recuerdos propios sobre el mismo. Parece mentira que con lo niño que era yo todavía, poco más de 5 años, y lo que ha llovido desde entonces, tenga unos recuerdos relativamente nítidos sobre aquella noche.

Corria el año 1968, y estaban reunidas un par de familias entorno a un viejo televisor de válvulas, sin marca conocida, montado por un técnico de barrio, por supuesto en blanco y negro. Tras el éxito de Sandie Shaw, Gran Bretaña organiza el festival en Londres, y presenta a un peso pesado del pop inglés, Cliff Richards. Estaba previsto que fuese Joan Manuel Serrat quien representanse a la piel de toro, pero exigía cantar en catalán.

¡Para veleidades vernáculas estaba el panorama nacional!

Así que, apenas sin tiempo, María Félix de los Ángeles Santamaría Espinosa, más conocida como Massiel, con 21 añitos y disfrazada de chica yeyé (que para éso es lo que se llevaba en la época), se lanza con potente chorro de voz a vociferar su ya conocido La la la. Que tampoco había que matarse mucho la cabeza con las letras de un festival como éste. Por mucho que los compositores fueran el Dúo Dinámico. Y además así lo entendían todos sin necesidad de cantar en inglés.

Si no conocen o no recuerdan la canción, con ustedes…

La verdad es que la chica no quedaba mal. No es que tuviera mucha pinta de chica yeyé. Aparentaba más bien bajita, y sin estar gorda ni mucho menos, tampoco era la típica sardinilla que se empezaba a llevar en aquellos momentos. Su voz, poderosa y rotunda, tampoco tenía que ver con la suavidad o la alegría de otras cantantes de la época. Personalmente, siempre he creído que lo que mejor se le dio siempre fue cantar las canciones de Luis Eduardo Aute… Lo hacía francamente mejor que el propio Aute, muchas de cuyas canciones siempre me han gustado, aunque el sea un soso, especialmente en el escenario. Con el tiempo, la Massielona derivó hacia la pachanga más horrenda, y nos tuvo castigados durante un tiempo una tal María de los Guardias. Terrorífico. Hasta que finalmente, paso su tiempo y desapareció.

Resultaba notable también el coro de tres mocetas, a las que se les dio por llamar Trío Lalalá, cuyos vestiditos azules no pegaban ni con cola con el carísimo diseño de la cantante. Pero todo hay que ponerlo en perspectiva. Aunque ahora tengamos la oportunidad de ver el vídeo de la actuación en color, entonces se retransmitía en blanco y negro, y esos tonos azules daban un tono claro en la pantalla más agradable que el blanco puro. Seguiremos con esto la próxima semana.

En fin, éxito patrio. Por fin eramos algo o alguien en el festival. Llegaba la edad dorada de España en Eurovisión.

En la fotografía de hoy, una vista del Royal Albert Hall, donde se celebró el festival del año 1968.

Canon EOS D60
EF 28-135 f/3,5-5,6 IS USM
Focal: 28 mm
ISO 100
Exposición: f/8 – 1/640 s

Aquella Eurovisión (3): La marioneta descalza

arte música y literatura, sociedad, Televisión

Artículos previos de esta serie:

Hay que ver lo que dieron de sí las muñecas en aquellos años sesenta el eurofestival. En la edición de 1967, de nuevo gana el festival una canción utilizando muñecas como metáforas de los enamorados, cantada por la británica Sandie Shaw. Se trataba de Puppet on a String, o como se tradujo al castellano, Marionetas en la cuerda. La canción, muy dinámica y pegadiza, hizo furor durante unos años, apareciendo versiones de la misma en muchos idiomas europeos.

Si France Gall era digna representante del estilo yeyé, debemos recordar que Londres en aquellos momentos era la capital mundial de la moda y del arte. El llamado Swinging London estaba a la vanguardia de muchas cosas en el mundo del cine, de la pintura, de la música, de la fotografía o de la moda. Era un fenómeno cultural mucho más profundo, de más calado que los yeyés franceses. En ese entorno, la simpática Sandie Shaw, cantando descalza en los escenarios o en las televisiones, tal vez no era más que una consecuencia más, muy comercial, de aquel ambiente innovador y avanzado.

Así que sin más comentario, con ustedes Sandie Shaw interpretando Puppet on a String.

No he encontrado en Youtube ningún vídeo con una versión íntegra en castellano. Esta tuvo sus variantes. Desde la inicial que decía «Ah, si me quisïeras lo mismo que yo…», forzando esa diéresis en la i para romper el diptongo y que quedaba horrible, hasta otras más adelante en la que ajustaban la métrica con el adecuado pronombre, resultando «Ah, si tú me quisieras lo mismo que yo…». Claro, que los hispanos no solemos utilizar los pronombres personales habitualmente. Para eso tenemos una conjugación difícil del copón. En cualquier caso, daba igual. Los singles se vendían bien. Era la moda.

En la fotografía de hoy, como no podía ser de otra forma, una imagen característica del West End londinense, con una de las salidas de la estación de metro de Leicester Square.

Fujifilm Finepix F10
Focal: 8 mm
ISO: 800
Exposición: f/2,8 – 1/60 s.

Un tranvía para Zaragoza

sociedad

La empresa ferroviaria CAF y la Federación de Asociaciones de Barrios de Zaragoza, supongo que con el beneplácito del Ayuntamiento de la ciudad, exponen estos días un modelo de tranvía, o metro ligero que llaman algunos, en la Plaza Aragón de la capital aragonesa. La verdad es que a una ciudad como Zaragoza ya le va haciendo falta un transporte público más razonable. Los autobuses son demenciales por diversos motivos. Os pongo a continuación unas fotos del vehículo expuesto. Y ahora, me voy a Pamplona a comer con unos amigos.

Panasonic Lumix LX2
Focal: 6,3 mm
ISO 200
Exposición: f/2,8 – 1/50 s.

Panasonic Lumix LX2
Focal: 6,3 mm
ISO 200
Exposición: f/2,8 – 1/20 s.

Panasonic Lumix LX2
Focal: 6,3 mm
ISO 200
Exposición: f/2,8 – 1/6 s.

Aquella Eurovisión (2): Una muñeca de cera y serrín

arte música y literatura, sociedad, Televisión

Artículos previos de esta serie:

En 1965, yo no tenía conciencia todavía de lo que era la Eurovisión, ni sus consecuencias. Demasiado pequeñito. Ni siquiera recuerdo si teníamos ya la televisión, que sí la teníamos desde hacía unos seis meses, en el pequeño piso del barrio de Torrero, del tamaño de un sello de correos más o menos, en el que vivíamos entonces. Uno de aquellos «logros sociales» del régimen de Paquito Chocolatero, con las flechas de los indios en la fachada (nunca mejor denominado esto de «fachada«).

Digo que sí la teníamos, porque a pesar de que no guardo recuerdos de aquel año, la canción ganadora fue una constante en casa durante los años siguientes. Por el motivo que fuese, mi madre se quedó encantada con aquella adolescente sosita francesa que se presentó por Luxemburgo con una canción que se titulaba Poupée de cire, poupée de son. Aunque mi madre, con nulo conocimiento del idioma galo la denominaba «Pupelisín, pupelisón«. Lo que fonéticamente más le sonaba. La cantante se llamaba France Gall, y supuso el avance de la tendencia dominante durante años en el festival. Fue la época de la moda yeyé, que nos llegaba del otro lado de los Pirineos como adaptación burguesa y conservadora de las tendencias musicales más osadas que se daban en el mundo anglosajón.

La cantante, símbolo para la burguesía francesa de una juventud alegre y virginal, tuvo éxito durante un tiempo. Este éxito se vio favorecido en gran medida por su asociación con Serge Gainsbourg, un tipo feo con gran capacidad para ligar con las guapas, y que le preparaba las canciones más adecuadas para conseguir un éxito tras otros. Pero el tío también tenía un punto de travieso, más bien gamberro, por no llamarlo cabroncete… y un par de años más tarde le prepara a la ñoña de France Gall una canción de aspecto infantil, Les sucettes, pero que… bueno ya lo veréis en el vídeo a continuación. Un escándalo en la sociedad francesa del gaullismo pre-68. Qué cosas les pasan a las niñas burguesas… En cualquier caso, supuso el declive de la francesita como chica yeyé.

En la foto de hoy, una vista nocturna de la parisina Catedral de Notre-Dame, en la ciudad de nacimiento de nuestra heroína musical de hoy.

Canon EOS 100
EF 50/1,8
Fujichrome Provia 100
(digitalizada y convertida a blanco y negro)

Exposición no registrada

Aquella Eurovisión (1)

arte música y literatura, sociedad, Televisión

Recientemente mantuve un debate apasionado mientras tomaba unos «chismes» con unos amigos un sábado por la noche. El tema del debate era «la eurovisión«. Pero no la de ahora, de la que no tengo absolutamente ni idea de cómo transcurre… sino la de entonces, la que reunía a las familias ante el televisor con una capacidad de convocatoria que rivalizaba con las uvas de Nochevieja, con el concierto de navidad de Raphael, o con los partidos de fútbol retransmitidos por Matías Prats (padre). Se trataba de un acontecimiento internacional en el que una España triste y atrincherada tras sus fronteras y vigilada por los militares, se asomaba un poco al mundo y hasta alcanzaba ciertas cuotas de «gloria» y «prestigio».

Pero lo que más me sorprendió durante la conversación es que cuando echamos cuentas, mi recuerdo nítido más antiguo de dicho festival es del año 1968,… y sólo tenía cinco añitos. Habrá que imaginar el impacto que suponía el evento para dejar memorias imborrables desde tan tierna edad.

Aprovechando la omnipresencia de YouTube como archivo de grabaciones de vídeo, he empezado a recolectar algunas de dichas memorias. Esto permite que todos las podamos compartir así como que yo, personalmente, revise y matice mis propios recuerdos. Por lo tanto, a partir de la próxima semana, durante algunos miércoles, dedicaré una entrada a «aquella eurovisión». Espero que se me de bien.

En la fotografía de hoy, unos entusiastas bailan tangos, género poco eurovisivo, en la Calle Don Jaime de Zaragoza al atardecer de un sábado.

Pentax *ist DS
SMC-DA 21/3,2
ISO 800
Exposición: f/3,2 – 1/25 s.
Original en color

Llega septiembre y poco a poco todo vuelve a ser como era

ciudad, sociedad

Hoy 1 de septiembre. Para mí, no ha acabado el verano. Me quedan algunas vacaciones. Para dentro de 5 días. Hoy es sábado, y me asomo con más calma a la prensa electrónica. Van recuperándose algunas firmas, que se reincorporan, pero todavía hecho de menos a Ramón y sus simpáticos hipopótamos.

Mientras oigo el balance en la radio de lo que ha sido el verano, preparo algunas fotos que hice el miércoles por la tarde al atardecer. Las obras que se realizan en el entorno del río Ebro a su paso por la ciudad de Zaragoza están trayendo algunas polémicas. El impacto medioambiental, el respeto al patrimonio histórico y los tradicionales rifirafes entre partidos aprovechando cualquiera de estas cosas, han animado aburrido el verano.

En la foto de hoy, el Puente de Piedra en el crepúsculo. En primer plano la solera sobre la que se está actuando para permitir la navegación bajo sus arcadas, y que está causando polémica por las protestas de quienes opinan que es un atentado al patrimonio histórico de la ciudad.

Pentax *ist DS, SMC-DA 21/3,2 AL
f/3,2 – 1/30 seg.

¿Qué hubiera sido de Bohr… en este país?

Ciencia, sociedad

A través de La Petite Claudine, me dirijo a leer la anécdota que podíes encontrar en la siguiente anotación de La Insignia.

……. Tomaos un ratico para leerla, que no voy a reproducirla a aquí; aunque sí la voy a comentar… desde cierto punto de vista… …….

Con mi experiencia personal en el profesorado de este país en el que vivimos, desde la educación infantil hasta la universitaria, estoy prácticamente convencido que Bohr hubiese suspendido el examen, y probablemente se hubiera malogrado un físico de primer nivel. Es más… probablemente, la cerrilidad y el dogmatismo de algún docente, especialmente de los niveles más altos de la educación (bachillerato y universidad) está malogrando en este momento a científicos de primer nivel… perpetuando la mediocridad que nos asola.

Pero claro, es una apreciación muy subjetiva, basada en lo que yo me he encontrado en mi recorrido educativo y formativo. Y entiéndase, podría mencionar algunos excelentes profesores que he tenido. Pero temo que haya que hacer aquí una curiosa y triste aplicación del Principio de Pareto. Al 80% de los profesores que he tenido apenas les concederé un 20% de mi desarrollo personal en el sistema educativo. Pero del otro 20% me acuerdo, son a los que todavía pongo cara,… y voz…

Espero, sinceramente, estar equivocado. Y que todo haya sido mi mala suerte.

Paisaje, al caer de la tarde, desde Añón de Moncayo, Zaragoza

Calor moderado, tranquilidad y mariposas submarinas

sociedad

Nos acercamos al puente de agosto. Me he cogido unos días de fiesta. Me lo tomo con calma. Tranquilo. En casa. El calor se ha ido unos días también de vacaciones y hace un fresquito muy agradable. No creo que tarde mucho en volver con mayor o menor furia. Hoy es sábado, y me leo tranquilamente las noticias en ElPais.com. Como siempre Ramón es un referente obligado. Y hoy se pone poético. Nuestros hipopótamos favoritos disfrutan de las mariposas submarinas.

Mi miniplaneta de hoy está hecho de cielo, árboles y flores amarillas.

Entre Helsinki y Hämeenlinna, Finlandia

Un conejo blanco con un pañuelo verde

sociedad

Un hecho que ya he comentado en alguna ocasión es que aunque vivo en Zaragoza, trabajo en Huesca. La comodidad de ir y venir entre una y otra ciudad en un tiempo razonable hace que nunca me haya planteado la posibilidad de vivir en la capital altoaragonesa, ni me haya integrado en su vida social, relativamente peculiar para quien como yo está acostumbrado a una ciudad con una población 13 veces superior. Supongo que no deja de ser normal en una pequeña capital de provincias de 50.000 habitantes.

La gente de Huesca es como la de todas partes; diversa, hay de todo. Pero siempre hay temas que consideran muy suyos, muy propios; casi sagrados. Y uno de estos temas es sus fiestas populares en honor a San Lorenzo. Las viven con intensidad; se sienten orgullosos.

Este año se tienen montado un debate notable. El propósito es el cartel de fiestas. En el aparece un conejo blanco, muy esquemático pero reconcible como tal, que «viste» el pañuelo verde tradicional en las fiestas. Cuando yo lo vi, ignorante de la polémica que iba a suscitar, no me pareció nada raro. La gente en fiestas viste de blanco con el pañuelo verde. Los conejitos suele ser animalitos simpáticos, se usan para hacer peluches para los niños, aparecen en los cuentos, en los anuncios de Duracell, nos hacen gracia… acuérdense de Bugs Bunny, o de The Book of Bunny Suicides (un poco macabro este último). El simbolismo era evidente para mí. Un motivo lúdico «vestido» como visten los oscenses en fiestas. Nunca pensé que oiría en estos días tantas muestras de indignación y rechazo por parte de la gente con la que coincido en el trabajo. Parece que ha tocado alguna fibra sensible que a mi me cuesta reconocer. Por supuesto, si expongo mi opinión relativamente favorable al diseño del cartel, todos me miran con aire condescendiente, y aseguran en voz alta o pensando para sí que es normal, que yo no soy de Huesca, que estas cosas no las siento y no las entiendo.

Y una cosa es cierta, nunca entenderé cómo algo que no forma parte de lo trascendente de la vida, que forma parte de lo accesorio, de lo lúdico, de lo que nos debe relajar, puede provocar semejantes ríos de negativismo y de malas caras. Relajémonos, que bastante problemas da la vida. Tomemonos las cosas con humor. Pero bueno… Si alguien quiere juzgar el cartel, lo podéis encontrar en el siguiente enlace (es la segunda imagen, claro).

¿Alguien ha visto un conejito entre estos girasoles cerca de Mainar, Zaragoza?

De Harry Potter (1)

arte música y literatura, sociedad

Hace unos días se producía el acontecimiento editorial del año. Bloomsbury colocaba en los estantes de las librerías de todo el mundo la versión original en inglés del último libro de la escritora británica J.K. Rowling. También es, al parecer, el último libro de la saga del aprendiz de mago, Harry Potter, que ha dado a la escritora fama y dinero; mucho dinero.

Son varias las cuestiones objeto de reflexión, derivadas del revuelo social y mediático que ha suscitado el suceso.

Entre los positivos, indudablemente el éxito de la saga del joven mago ha llevado a que un número muy considerable de niños y adolescentes se hayan sumado con ilusión a la noble afición de la lectura. Por poner un ejemplo, parece ser que hay una correlación positiva entre el aumento de lectores de menos de 18 años y la publicación de los libros de la serie. No recuerdo dónde lo leí, me gustaría haberlo citado.

Para quien como yo, sin ser un fanático, simpatiza con la literatura fantástica, también considero que son siempre bienvenidos nuevos universos que de una forma sana nos puedan llevar a otros mundos, menos materiales, que nos distraigan de las penurias de la vida real. En resumen, viva la creatividad.

Pero también hay cosas oscuras en todo este fenómeno. El único trabajo conocido de la escritora es los libros relacionados con el mundo del joven mago. Sin embargo, esto le ha permitido convertirse en una mujer rica. Frente a este hecho, muchos escritores de gran calidad tienen problemas para sacar a la luz sus trabajos, o simplemente, consiguen ir tirando después de una larga y coherente producción literaria. El liberalismo económico llevado al mundo de la cultura. Darwinismo liberal. No triunfa el mejor, sino quien mejor conjuga una mezcla de suerte y oportunidad; el mejor adaptado. Me parece muy bien que alguien tenga éxito y se le reconozca. Pero no sé si es tan sana la polarización del mundo editorial hacia lo que tiene éxito y no hacia la calidad.

Otro ejemplo; el nefasto éxito de El código da Vinci. Es una novela mala, con tremendas inexactitudes sobre como funciona el mundo real, con tramas tramposas, destinada al consumo del norteamericano medio, inculto y dado a creer los tópico que sobre el resto del mundo se le dan prefabricados. Pero ha triunfado editorialmente, y ha ocasionado una serie de secuelas igualmente pésimas, y una epidemia de novelas que nada aportan sobre misterios, códigos, códices, enigmas,… que se están comiendo la atención y los esfuerzos de las editoriales que acaban abandonando a escritores mucho más interesantes y capaces desde el punto de vista literario. Es el equivalente en la literatura a los programas de «televisión basura» o los nefastos programas musicales tipo «operación triunfo«. Operaciones comerciales de escasa calidad, pero de fácil digestión para el consumidor occidental medio, adocenado en el sofá de su casa ante la caja tonta.

Mi opinión sobre la saga del mundo mágico la daré en otro artículo. Adelanto que es bastante más positiva que lo señalado en el párrafo anterior. Pero también considero que tiene claros y oscuros.

También se ha considerado a la saga como un ejemplo más de la colonización cultural anglosajona. Recuerdo a Elvira Lindo en una entrevista radiofónica despotricando contra el pequeño mago. Elvira Lindo es una escritora que me gusta, conste. Pero noté en sus palabras el tono verde de la envidia. Reconozco que su Manolito Gafotas tiene muy buenas actitudes para merecer una mayor difusión de la que tuvo. Como las tiene su principal referente francés, que todavía me gusta más, el pequeño Nicolás, de ese genio que fue René Goscinny. Pero claro, desde el punto de vista de liberarse de las penurias cotidianas, como comentaba antes, resulta más atractivo el siempre tan querido para los anglosajones y germanos mundo mágico o fantástico, que la realidad social más del gusto de los países de cultura latina. Y es que Carabanchel esta ahí y lo vemos todos los días, mientras que a Hogwarts sólo podemos ir si nos ayudan con la obra literaria correspondiente.

Finalmente, la relación amor-odio de la obra con las nuevas tecnologías. La red de redes están plagada de páginas dedicadas al joven Potter. Es, sin duda alguna, una promoción impagable para la obra de la autora, que ha contribuido a su éxito de forma notable. Pero para máximo cabreo de la autora y de sus editoriales, también es una de las obras más pirateadas y difundidas por internet. No hay más que dirigirse a las páginas de búsqueda más habituales para comprobar que el que no tiene una copia en su disco duro de las novelas de la saga es porque no quiere.

El colmo de la historia ha venido derivado del lanzamiento del séptimo y definitivo libro de la saga. Se ha lanzado recientemente, únicamente en versión inglesa. Pero claro, a estas alturas todo el mundo quiere saber lo que pasa con Harry. Yo, ya lo sé. En otro artículo daré mi opinión. Intentaré no destriparlo. Y es que algunos grupos de voluntarios han realizado traducciones del libro, y las han colgado en la red en menos de una semana tras el lanzamiento. Y algunos capítulos tienen traducciones que no tienen mucho que envidiar a las traducciones oficiales. Otros son muy chapuceros. Pero da igual. La gente, lo que quiere es saber qué pasa; no el interés por las cualidades literarias. Y el empeño de controlar rígidamente la difusión de la obra, es un ejemplo claro de hasta que punto las estructuras tradicionales no entiende como funciona el mundo moderno. Ante una situación de fenómeno editorial mundial como ésta, resulta difícil comprender que no se haya producido el lanzamiento simultáneo de las traducciones oficiales de la obra. Como sucede en el cine, en la que con frecuencia el estreno es mundial, con doblajes o subtítulos incluidos. Crean la espectativa, pero no la satisfacen. La gente no se conforma,… y luego se quejan de los piratas. No han entendido nada. Absolutamente nada. Y por lo tanto pierden dinero. No me dan lastima. Ya tienen mucho.

La noche y la luna llena son características del mundo mágico, como la que vemos entre Retascón y Langa del Castillo, en la provincia de Zaragoza

Una mirada al pasado

Ciencia, sociedad

Esto es lo que nos propone Ramón en su viñeta en ElPais.com. Y con método muy sencillo, y agradable en los meses de verano, cuando el único momento razonable para salir de casa es al anochecer, evitando las horas de calor. Tumbarse en el cesped y mirar al cielo. Se nos olvida con frecuencia, o simplemente muchos son ignorantes de este hecho, que el Universo que vemos no es real. Que la luz viaja muy despacio, a una velocidad constante de algo menos de 300.000 km cada segundo. ¿Despacio? Sí… cuando se trata de las distancia cósmicas. La luz que nos llega de la vecina Galaxia de Andrómeda, que a escala universal es el vecino de la puerta de al lado en nuestro rellano, comenzó su recorrido hacia nosotros cuando en este planeta apenas se levantaban nuestros antepasados Homo Erectus hace 2 millones de años.

En cualquier caso, y a pesar de su aspecto estático, la programación que nos ofrece el Universo me parece mucho más interesante que las que nos ofrecen las principales cadenas que vociferan por los altavoces de nuestras cajas tontas. Y mucho más relajante.

Antes de salir a contemplar el Universo, una buena cena como la que disfrutamos en este restaurante de Tallín, Estonia; mejor un poco más ligera…

Y si lo dejan estar… los ciclistas digo… con lo del dopaje y esas cosas

sociedad

Hace algo más de una década, de hecho hace tres lustros ya, un chavalote navarro emocionaba a los íberos con sus hazañas por las carreteras galas. Todo el país, desde su casa o desde sus destinos de veraneo, suplía la siesta (o no, porque yo es la única época de mi vida en la que me he dormido viendo la tele) por las retransmisiones de televisión. Lo cual no deja de ser curioso, porque salvo algunas etapas muy definidas, la mayor parte de las retransmisiones de ciclismo a mí me parecen de un aburrimiento espantoso. Pero bueno, ahí estaba el tema. El héroe nacional.

12 años después de que ganara su último Tour de France, he aquí que tal vez otro español gane la más prestigiosa vuelta ciclista. Y aunque no le negaré méritos en cuanto al esfuerzo y las ganas del mozo, da la impresión de será campeón por eliminación voluntaria o forzosa de sus más directos enemigos. Y no es el primer año. El problema fundamental es el dopaje. En estos momentos, para quienes sólo seguimos este tema desde los noticiarios radiofónicos o desde los weblogs de noticias, casi todo el mundo en ese deporte está contaminado de una forma y otra por la trampa de las sustancias o los procedimientos médicos prohibidos. Eritropoyetinas, transfusiones, estimulantes,… parece que de todo puede haber.

Ya que estamos por Francia, parece que para entender lo que mueve al mundo hay que cambiar el tradicional y dumasiano «cherchez la femme» por el más anglosajón motto «show me the money» con el que ensordecimos al oirlo estridentemente y repetidamente en cierta película de cierto pretendido y presuntuoso actor. Demasiado dinero el que se mueve en torno de estos deportes-espectáculo (curioso que sea un espectáculo, ¿he mencionado ya lo aburridas que me parecen la mayor parte de las etapas?)

Yo creo que a estas alturas sólo les quedan dos soluciones. O pasan de preocuparse por el dopaje y allá cada cual sobre cómo decide sucidarse a cambio de dinero, o simplemente se bajan todos de la bici y lo dejan estar. Y dejan de aburrirnos… por lo menos a mí.

Los fineses utilizan ampliamente la bicicleta en sus desplazamientos, como para ir a coger el tren a la Estación Central de Helsinki; antes de salir de casa se dopan con abundantes desayunos con sus salchichas, albondiguillas, huevos, café,… o a la vuelta con unas cervecitas… de lo más sano