[Libro] La vida contada por un sapiens a un neandertal – Juan José Millás y Juan Luis Arsuaga

Ciencia, Literatura

El sapiens es Juan Luis Arsuaga, biólogo paleoantropólogo, catedrático universitario, y uno de los principales responsables de los yacimientos del pleistoceno de la sierra de Atapuerca en la provincia de Burgos, donde se han realizado importantes hallazgos en el ámbito de la evolución del género humano en Europa. El neandertal es Juan José Millás, conocido y afamado escrito español, que en mi historia particular como lector tiene el récord de que sólo he terminado de leer uno de los tres libros de ficción escritos por él que en un momento decidí abordar. Y además, los personajes del libro que leí de él… me cayeron mal. Vamos,… que no me gustó mucho. Lo dejé estar.

Este es un libro de conversaciones. Escrito en realidad por Millás, en él se narran los encuentros y conversaciones que mantuvo con Arsuaga en distintos puntos de la geografía española, en general, y madrileña, en particular. Y en ellos se discuten diversos conceptos relacionados con lo que significa la evolución biológica, con especial detalle a la evolución del género humano. Y, consecuentemente, entran a reflexionar sobre lo que significa ser humano, lo que nos hace similares a otros animales, y lo que nos hace diferentes.

La sección de arqueología del Museo de Zaragoza no se retrotrae en el tiempo tan atrás, ni mucho menos, como los lugares que visitan los dialogantes de este libro. Bueno… son comparables al castro de los betones o vetones que visitan en las sierras abulenses. Pero en el valle del Ebro y colaterales, los pueblos de lengua íbera y de lengua celta, aunque ambos tuvieran culturas con características íberas, se vieron siempre más forzados a abrirse y relacionarse con los pueblos que llegaban desde el Mediterráneo subiendo por el gran río ibérico por excelencia, y no fueran tan agrestes y belicosos como los de la meseta castellana. ¿Acaso no dieron aquellos pueblos celtas mesetarios lugar al adjetivo «carpetovetónico» como calificativo para lo recalcitrantemente ibérico o hispano, incluso en cuando es para mal?

Por experiencias previas, me gustan los libros de conversaciones. Mi primera experiencias con ellos fueron las conversaciones de Truffaut con Hitchcock, un libro con el que me lo pasé estupendamente. Posteriormente, otro conocido director de cine, Cameron Crowe, decidió repetir la experiencia con Billy Wilder, y también me lo pasé muy bien, aunque Crowe no tiene el mismo nivel que Truffaut conversando y escribiendo. Quizá se le note su cultura norteamericana. Pero muy bien, también. Otro ejemplo que me interesó mucho, saliéndonos del cine, es el libro de conversaciones de Murakami con el director de orquesta Seiji Ozawa. Un libro que me costó bastante terminar. Cada vez que hacían referencia a una obra musical, la buscaba en Apple Music y la escuchaba para intentar comprender mejor de lo que estaban tratando. Hay algún otro libro de este tipo que he leído, pero que ahora no me viene a la memoria, y no tengo tiempo para buscar lo que olvido. Así que esperaba que también me gustase. A esto hay que sumar que la cuestión de la evolución del género humano siempre me ha parecido apasionante. En los años 90 realicé incluso algún curso monográfico sobre el tema en la UNED, e intento seguir manteniéndome al día en los nuevos descubrimientos y la teorías consecuentes. Es curioso cómo ha evolucionado lo que se sabe sobre el tema en los últimos 30 años, gracias en especial a los avances en biología molecular, especialmente en el estudio del ácido desoxirribonucleico (ADN), que en estos momentos los científicos son capaces de extraer de fósiles que tienen decenas de miles de antigüedad.

El libro me ha entretenido bastante. Pero no ha estado, ni mucho menos, a la altura de los ejemplos que he puesto en el párrafo anterior. Se puede recomendar si ningún tipo de problema a mucha gente. A cualquiera que quiera mejorar su cultura con algunos conocimientos sobre los temas que trata. Le vendrá muy bien. Nunca he tenido la sensación de que el Homo antecessor propuesto por los científicos de Atapuerca sea realmente un antepasado directo del ser humano moderno. Como curiosidad, la Wikipedia en español sitúa a H. antecessor como antepasado de Homo heidelbergensis, que en Europa se continuaría con Homo neandertalensis, del cual todos tenemos un pequeño porcentaje de ADN en nuestro genoma, que demuestra los cruces entre esta especie y Homo sapiens. Sin embargo la Wikipedia en inglés sitúa a H. antecessor en una rama colateral a H. heidelbergensis, sin continuidad en la evolución humana. Una vía muerta. En realidad, nada de esto importa, sin interpretamos correctamente cómo funciona la evolución biológica. Las mutaciones que van generando variaciones en los individuos de una especie, y que se van acumulando hasta que los estudiosos deciden que los descendientes son de otra especia, son producto del azar. La evolución no tiene una línea precedente. No hay intencionalidad. Estamos como podría no estar. El estudio de todas las ramas de nuestro árbol genealógico familiar es importante y pertinente para entender mejor quienes somos. Y ramas convertidas en vías muertas en el árbol de la filogenia hay muchísimas; más que ramas que continúan en activo. Muchas de las cuales, la nuestra entre ellas, acabarán por desaparecer. Y serán olvidadas. Más que nada porque no habrá nadie para recordar. Probablemente. Si nos interesa en estos momentos es porque quizá conociéndonos mejor, podemos perdurar en la realidad, o en la memoria, más que si nos mantenemos ignorantes sobre cómo funciona el universo en general y la vida en particular.

[Fotocomentario] Errores, sesgos, falta de precisión…

Ciencia, Fotografía

Estas semanas atrás procedí a evaluar el error que cometía el fotómetro de una de las cámara para película fotográfica tradicional que más uso, especialmente cuando salgo de viaje. Las fotos que adjunto corresponden a esa evaluación, cuyos detalles podéis encontrar en Siempre conviene conocer la precisión de los fotómetros – Minox 35 GT-E con Ilford FP4 Plus. Y esto me ha hecho pensar en los errores que cometemos con frecuencia cuando observamos y valoramos lo que pasa en el mundo.

Lo voy a decir de una forma muy clara, concreta y absoluta. Nuestros sentidos nos engañan. La vista principalmente, es el sentido del que más dependemos, al menos de forma consciente, pero también los demás. Que son más de cinco… aunque ahora no voy a entrar en eso. Otro día, tal vez. Nos son útiles para defendernos en nuestra vida cotidiana. Pero evolucionaron para la supervivencia de un primate recolector siempre, carroñero en bastantes ocasiones, y cazador eventualmente, que surgió en la sabana africana hace unos cientos miles de años. Nada que ver con el entorno en el que nos movemos actualmente. Y no es que lo diga yo, hay abundantes estudios, con el método científico correctamente aplicado en ellos, que así nos lo muestran. Y sin embargo los seres humanos tendemos a realizar afirmaciones o negaciones categóricas, muchas veces dogmáticas, a partir de experiencias sensoriales individuales, y muchas veces únicas. Y así, erramos. Sin embargo, incluso con nuestros instrumentos de medición corrientes, cometemos errores, más o menos grande al evaluar la magnitud de un fenómeno. Por falta de precisión, los valores que nos ofrecen medidas repetidas de un fenómeno varían mucho entre sí, están dispersos, o por un sesgo, los valores que nos ofrecen medidas repetidas de un fenómeno se alejan en promedio del auténtico valor que debería evaluar. Por ello, seamos humildes. Y estemos abiertos a la posibilidad que la forma en que nos cuentan el mundo otras personas puede estar menos sesgada o ser más precisa que la nuestra. No seamos cabezones. Escuchemos a los demás. Especialmente a aquellos más mesurados, que reconocen desde el principio que pueden haberse equivocado. Seguro que estos tienen sus errores mejor controlados que los que afirman con seguridad y dogmatismo. Huid de esos.

[Fotocomentario] Colores que no existen, árboles que no hacen ruido al caer…

Ciencia, Fotografía

Cuando se comentan las fotografías del telescopio espacial James Webb, con frecuencia leemos que están procesadas con «colores falsos» o algúna expresión similar. Existe una discusión muy conocida entre las gentes de ciencias sobre si cuando un árbol es derribado por un rayo en un bosque, pero no hay nadie en los alrededores para oirlo, produce un sonido o no. Sobre esto… incluso aparece en chascarrillos de carácter científico como el de hoy de XKCD, explicado aquí. En la mayor parte de las ocasiones, debates sobre estos temas tienen más un carácter filosófico que propiamente científico, como intentaré explicar a continuación.

La mayor parte de los objetos del universo emiten o reflejan luz. O sea, radiación electromagnética. Pero para saber que está ahí, necesitamos un dispositivo que la detecte. Los seres humanos, y otros animales, tienen ojos. Que son los dispositivos que detectan determinadas longitudes de onda de la radiación electromagnética a la que llamamos luz visible. Al procesar esta información el cerebro, ante nosotros se nos presenta un mundo de colores. Pero esos colores lo son porque los miramos nosotros. Algunas personas con variantes genéticas conocidas, no distinguen todos los colores, o no los ven de igual forma; para ellos, algunos colores no existen. Pero lo que es innegable es que los objetos emite o reflejan radiación electromagnética, independientemente de que un ser vivo la capte y la procese de una determinada forma. Cuando los científicos procesan las imágenes del James Webb, como vienen en el espectro infrarrojo, que normalmente no vemos… les aplican arbitrariamente o por convenio entre ellos un color. Que no es falso por sí mismo. Simplemente nos ayuda a interpretar las imágenes. El color, por sí mismo, no existe. Es dependiente de la interpretación del cerebro del ser vivo. La luz existe, la podamos ver o no; es la radiación electromagnética. El color es una impresión… no existe por sí mismo.

En el caso del árbol que cae… lo que produce al caer es una onda de presión, que hace vibrar las partículas en el aire o en cualquier otro medio que las pueda transmitir. Cuando son detectadas por un ser humano, u otros animales, en el oído interno, el cerebro las procesa como un sonido. Pero si no hay ningún ser capaz de procesarla, no hay ruido. Hay ondas de presión, vibraciones de las moléculas de la materia. Eso siempre. Si a esto le llamas sonido, el sonido existe. Si el sonido es la percepción del ser vivo, y no hay ninguno próximo,… no hay sonido. Como lo definas. En la medida en que se vine definiendo el sonido como el fenómeno que lleva a la propagación de ondas mecánicas (audibles o no), a través de un medio cuyas moléculas vibran, el sonido existe.

Ilustro este comentario con fotografías tomadas en parte en el espectro visible y en parte en el infrarrojo realizadas como se describe en Elevando el nivel del infrarrojo digital – Panasonic Lumix GX1 modificada.

[Ciencia] Yo quiero una cámara de fotos como la de la NASA/ESA/CSA

Ciencia

Antes de ayer, en un acto más político que otra cosa, un capitoste de la NASA acompañad por el presidente y la vicepresidenta de los Estados Unidos presentaba la primera fotografía/imagen realizada por el telescopio espacial James Webb. Recordemos para empezar que el esfuerzo de poner a disposición de la comunidad científica mundial un conjunto de instrumentos de la envergadura de los que alberga el James Web, es un esfuerzo conjunto de NASA, ESA y ASC-CSA, es decir, las agencias espaciales de Estados Unidos, Europa y Canadá. Y ya indico que, todas las imágenes procedentes del James Webb que voy a presentar aquí pertenecen a estas agencias, aunque son de libre uso para fines educativos, científicos y divulgativos.

Las imágenes proceden de la página ESA – Science & Exploration, de donde pueden descargarse en formato TIF o PNG de alta resolución, a partir de los cuales he generado unos modestos JPEG que no les hacen justicia, pero que hacen manejable la carga de esta página. Y la primera imagen mostrada fue…

Esta es una fotografía del espacio profundo en la que, ignorando las estrellas de nuestra propia galaxia que tienen los característicos picos de difracción (seis principales y otros más pequeños), en «primer plano» se ve un cúmulo de galaxias situado a una distancia de 4,6 miles de millones de años luz. Es decir, esa luz comenzó su viaje hacia nosotros cuando el Sol y la Tierra estaban naciendo o eran recién nacidos. Aproximadamente. Tienen tonos blancos o amarillentos. Y luego hay otras anaranjadas o rojizas, muchas de ellas distorsionadas con forma de arco, alrededor del cúmulo de galaxias mencionado, que hace un efecto de lente gravitacional, y que están más lejos. O deberíamos decir que son mucho más antiguas. Se habla de hace 13 miles de millones de años, cuando el universo era un «recién nacido» de «sólo» unos cientos millones de años. Se ha publicado también esta imagen comparándola con una similar de telescopio espacial Hubble. Atención… cuando en un texto en inglés hablan de «billions of years», la traducción correcta es «miles de millones de años». En español, y en la mayor parte de Europa, un billón de años son un millón de millones de años.

A la izquierda la imagen del Hubble, a la derecha la imagen del James Webb, podemos apreciar dos cosas. La cantidad de información del James Web es mucho mayor, se ven muchos más objetos. La calidad de información del James Web es mucho mayor. La resolución de la imagen es mucho mayor, con mucho más detalle fino. La imagen del Hubble precisó semanas de exposición y luz acumulada, la del James Webb, doce horas y media.

Pero ya se han ofrecido otras fotografías de objetos más vistosos, más espectaculares visualmente, aunque quizá no tan trascendentes como la anterior. Como esta bonita nebulosa planetaria, registrándola con distintas longitudes de onda dentro del espectro del infrarrojo.

Ya habíamos visto previamente fotografías tomadas por el James Webb, todas con tonos rojizos. Pero estas son las primeras que se anuncias «a todo color». Bien. Pero… ¿porque en las dos fotografías de la nebulosa planetaria los colores son distintos? Salvo por el fondo negro… da la impresión de que una es el negativo/positivo de la otra, con los colores invertidos. Y lo cierto es que los instrumentos del Hubble trabajan en el espectro del infrarrojo, como creo que ya he mencionado en alguna ocasión antes. Pero nuestros ojos no tienen sensores para las longitudes de onda del espectro, más largas que el rojo profundo que es nuestro límite por ese lado del espectro. Por lo tanto, para presentar imágenes visibles, lo que hacen estos instrumentos y el software asociado es asignar las distintas bandas de longitud de onda del infrarrojo a distintos colores visibles. Y así obtenemos una imagen visible «a todo color».

Veamos otro ejemplo, con una vistosa y bien conocida nebulosa de emisión.

Pero esta nebulosa de emisión está aquí al lado. En el vecindario inmediato de nuestro sol, a una distancia estimada de entre 6500 y 10000 años luz, un lugar donde abundan estrellas jóvenes que irradian rabiosamente gran cantidad de radiación ultravioleta que ilumina todo ese polvo interestelar que es a materia prima de la que se forman las nuevas estrellas, y que al mismo tiempo procede de otras que murieron.

El interés de que el James Webb mira al infrarrojo en lugar de al espectro visible u otras regiones del espectro de radiación electromagnética es diverso. Por ejemplo, para poder «ver a través» de esas nubes de polvo que bloquean la luz visible pero dejan pasar la radiación infrarroja. O las lejanísimas galaxias que hemos comentado antes. Su luz ha viajado durante tanto tiempo, y a través de un espacio en expansión, que la longitud de onda inicial se ha ido desplazando hacia el rojo, y en la actualidad nos llega como radiación infrarroja, por lo que apenas las podíamos haber visto hasta ahora.

Pero no el James Webb no sólo lleva instrumentos para «ver» el universo. También lleva instrumentos para analizar de qué esta hecho. Como los espectroscopios que nos desentrañan la composición de las atmósferas de los exoplanetas, que en abundancia hemos ido descubriendo en estas últimas décadas.

Analizando la descomposición de la luz que atraviesa la atmósfera de un lejano planeta gigante, situado a 1150 años-luz de la Tierra, y que por lo que nos cuenta la espectroscopia del James Web, tiene agua en abundancia como para que haya nubes y brumas en la atmósfera de este planeta. Pensemos por un momento que Júpiter, que está a menos de una hora luz de distancia de la Tierra, se ve en el cielo como un punto brillante. Ahora… calculad el tamaño relativo de algo situado 10 000 000 de veces más lejos… y que tiene la mitad de su masa.

Finalmente, también nos han mostrado una imagen del enorme cataclismo cósmico que se está produciendo en un vistoso cúmulo galáctico.

Este vistoso quinteto de galaxias solo lo es aparentemente. Una de las galaxias, la situada en el centro más a la izquierda, esta mucho más cerca de nosotros, unos 39 millones de años-luz, que las otras cuatro situadas a una distancia entre 210 y 340 millones de años luz. Si alguien sólo ve cuatro mazacotes de luz, que piense que el mazacote central tiene dos núcleos luminosos próximos, son dos galaxias que han colisionado recientemente. Y así, tenemos las cinco galaxias del quinteto. En el cuadro se ven muchas mas, de tamaños aparentes mucho más reducidos, mucho más lejanas. No relacionadas ni visual ni gravitatoriamente. El James Webb nos permite, con su visión infrarroja apreciar las consecuencias de esa colisión, que modifica su forma y genera una explosión de neoformación estelar.

En fin… como podéis ver… nos esperan maravillas de este instrumento. Que no obstante tendrá mucho detractores por el gran coste que ha supuesto ponerlo en marcha y se argumentará que con las necesidades que hay en el mundo, es un gasto excesivo. Argumento típico de ignorantes. Lamentablemente, muchos de ellos, políticos ignorantes, demagogos y populistas. Lo que hace el James Webb es investigación básica para el conocimiento del universo y la realidad. Sin investigación básica, no puede llegar la investigación aplicada, mejor comprendida por la gente y más fácil de justificar. Imposible. Niente. Pese a todo, cada vez que llega una crisis, muchos gobiernos, especialmente en España, hacen lo contrario de lo que deberían hacer. Recortan gastos en investigación. Cuando lo que habría que hacer es aumentarlo para que en el futuro las crisis, que siempre habrá, nos pillen más preparados. Pero donde la incultura prevalece… poco hay que hacer.

[Fotocomentario/cultura] El mamut y otras exposiciones convenientes

Arte, Ciencia, Cultura

Por si alguien no se cosca lo suficiente, en estos mediados del mes de junio, cuando todavía no hemos llegado oficialmente al verano, hace calor. Pero mucho calor. Hasta tal punto que no apetece abandonar las razonables temperaturas de casa, mantenidas a costa del sablazo de las energéticas para mantener funcionando el aire acondicionado. Pero ayer quedamos a vernos un grupo de amigos y otros conocidos que no nos veíamos desde hacía un tiempo. Un brunch tempranero… siempre ha existido, antes le llamábamos el almuerzo del domingo,… y luego, ya en pequeño grupo, un paseo por algunas exposiciones antes de un aperitivo tempranero, para buscar refugio en el aire acondicionado doméstico antes de que arrecie demasiado el calor. Lo que yo no imaginaba es que la exposición más animada que íbamos a visitar fuera, en el Caixaforum Zaragoza, la dedicada a los mamuts.

Y es que, en torno a un gran esqueleto de Mammuthus primigenius, la especie de mamut, el mamut lanudo, que más se ha popularizado en el imaginario colectivo, se daban explicaciones de cómo había sido la evolución de este género del orden de los proboscidios, al que pertenecen también los elefantes actuales, que no descienden de ellos. Son un género distinto dentro de la misma familia. Y esto… pues es muy entretenido. Siempre he considerado que las exposiciones de Caixaforum tienen buenos materiales, pero no siempre están bien contadas, y lo mismo vale para esta… pero es aceptable. Y estando relativamente orientada a niños… creo que lo pasaban mejor los adultos. Y es que a los niños se les ha introducido constantemente en los dinosaurios, que parece que otras ramas de la evolución carecen de interés para ellos.

Previamente pasamos por el IAACC Pablo Serrano porque era el último día de la exposición Hacia poéticas de género, cuyo objetivo era sensibilizar y reconocer a numerosas mujeres artistas del siglo XIX y principios del siglo XX que no recibieron el reconocimiento y la atención que merecía por su condición de mujer. No estaba nada mal, aunque para interpretarla mejor merece la pena más repasar los hilos en twitter sobre la exposición que los textos que acompañaban las obras.

[Fotografía (y más)] Emergencia climática, obituario y libro de fotografía

Ciencia, Fotografía

Aún no hemos llegado a la mitad del mes de junio, y ya estamos bajo la amenaza de una ola de calor con temperaturas máximas en el valle del Ebro de más de 40 ºC. Y ya es tópico común de conversación el «mira, fíjate tú, lo que está pasando con esto del cambio climático». Calentamiento global causado por el ser humano, se le ha llamado con más precisión durante mucho tiempo. Emergencia climática es la recomendación de estilo actual para precisar más la necesidad de tomar medidas con carácter urgente. Que nadie toma, realmente. Es curioso… en medios científicos se lleva hablando de un cambio climático impulsado por la actividad humana desde los años 50 del siglo XX, hace 70 años. Se siguió insistiendo desde los medios científicos en la cuestión durante décadas con escasa o nula repercusión. Pero realmente no fue hasta el cambio de siglo cuando la cuestión llegó realmente a los medios de forma habitual.

Mientras entre 2000 y 2010, los políticos y los medios de comunicación «jugaban» a discutir si el calentamiento global causado por el humano era o no era, hacia 2005 leí una comunicación que hablaba de que, en los artículos científicos sobre el tema, un 5 % de los estudios discutían si era o no era mientras que el 95 % restante se centraban ya en discutir a qué velocidad venía. Sólo en 2013, hace menos de 10 años, un comité intergubernamental de una agencia dependiente de las Naciones Unidas afirmó que había un cambio climático probablemente impulsado por el ser humano. Cierto es que el compromiso de Kioto para la disminución de emisiones de gases de efecto invernadero databa de 1997,… pero como el incumplimiento ha sido sido sistemático, hemos de asumir que los gobiernos lo firmaron como acto de pura fachada cara al público, sin compromiso real. Pero como estos días hace mucho calor… parece que ahora ya la gente se cree las cosas. Si el fin de semana que viene refrescase el tiempo… con la misma rapidez afirmarían que los del calentamiento global no es para tanto. En fin… La cosa es que como hace mucho calor, pero pretendo seguir manteniendo un cierto nivel de ejercicio físico, estos días madrugo bastante para salir a caminar entre 10 y 15 kilómetro al día con una temperatura razonable y saludable. Y hago fotos, como las que muestro en esta entrada.

Pasando a las cosas fotográficas, durante los días que estuve de viaje en mis recientes vacaciones falleció Bárbara Allende Gil de Biedma, popularmente conocida como Ouka Leele (1957 – 2022). Era una persona con una formación artística bastante profunda. Y que coincidió su despertar a la actividad artística con los revueltos tiempos de la transición de la dictadura a la democracia, o lo que sea que tengamos ahora. Y por ello, inevitablemente se le ha colgado la etiqueta de «fotógrafa de la movida». Porque claro, en España no hay más que Madrid. Y sólo lo que pasa en Madrid es importante. La cuestión es que durante aquel final de los setenta y durante los años ochenta del siglo XX hubo más fotógrafos, con diversos estilos, con diversas visiones y con diversas estéticas y filosofías como para meterlos a todos en un mismo saco. Y cada vez me molesta más esa etiqueta de «loquesea de la movida». Es reduccionista y prejuiciosa. Durante la mayor parte de aquellos años, su fotografía fue en blanco y negro, aunque solía colorear sus retratos monocromos con vistosos colores de acuarelas. Como ya he dicho, su formación artística era amplia, y sus habilidades como artista, diversas. Pero también he de decir que a mí, personalmente, me gusta más su fotografía en blanco y negro, que sus obras mas expresionistas llenas de chillones colores, pero que con frecuencia encuentro algo vacías de contenido. De tal forma, que el libro que más me gusta de ella es uno de obras inéditas que compré hace algunos años y donde abundan esas fotografías de juventud monocromas. Y lo hojeo con frecuencia. Realmente me gusta. Pero los coloricos chillones… ay, pues no mucho. En cualquier caso, que la tierra le sea leve.

Y retrocedemos también hasta los años 70 y 80 para hablar del último libro de fotografía que me ha llegado. Lo encargué en febrero, cuando todavía no se había publicado, pero ya se podía reservar. Pero no me ha llegado hasta principios de esta semana. Después de que haya ido y venido desde Alemania dos veces más. Porque la gente de FedEx decidió que lo quería pasear, pero no les apetecía traérmelo a casa. Durante semanas. Al final, el vendedor, gente seria y formal, se puso en contacto conmigo, le conté, cambió de empresa de mensajería… y me llegó en unos pocos días sin problemas. El libro es JAL 76 88 del fotógrafo canadiense Greg Girard también aquí (instagram). Girard ha vivido durante buena parte de su carrera en países del Asia más oriental, a cuyos paisajes urbanos y humanos ha orientado su cámara y su visión.

El libro que nos ocupa, y que me está encantando, como ya suponía, es una extensión de un trabajo previo del fotógrafo, Tokyo-Yokosuka 1976-1983, con nueva obra no publicada previamente añadida. No he encontrado una explicación concreta, pero quiero imaginar que JAL vendrá de una de las dos aerolíneas más importantes del país (Japan Airlines, que es considera la aerolínea de bandera del País del Sol Naciente), siendo la otra ANA (All Nippon Airways) que es la única de las dos en la que he viajado. El caso es que, con la extension del periodo de tiempo, de alguna forma es un testimonio del Tokio anterior al estallido de la burbuja inmobiliaria a final de la década de los 80. Un momento de crecimiento y actividad económica que parecía imparable, y que dio lugar a una metrópoli prototipo de las grandes ciudades globales que ahora pululan por el mundo, especialmente por Asia. Un conjunto amplio de fotografías, tanto en blanco y negro como en color. Las primeras más centradas en las personas, las segundas más en el paisaje urbano, y con unos tonos muy expresionistas, y con ambientes nocturnos, muy al «estilo Blade Runner» para que se me entienda. Tiene escaso texto. Sólo al final hay un indice de fotografías, con los pies de foto de cada una de las imágenes, muchas de las cuales se muestran a doble página. Da para mucho. El ir contemplando y destripando todas estas imágenes lleva tiempo y dedicación. Así que a pesar de la ausencia de texto, se tarda en leer. Muy recomendable.

[Fotos] Atardeceres, cometas y galaxias en La Sotonera

Ciencia, Fotografía

Ayer domingo por la tarde, yo solico, alejado del prójimo que cada vez es menos próximo, me fui a la presa de Tormos en el embalse de la Sotonera, porque tenía el presentimiento de que sin ser el lugar ideal, estaría bien para hacer algunos paisajes al atardecer, fotografiar el cometa C/2020 F3 NEOWISE y quizá alguna Vía Láctea.

Todo ello sucedió con mayor o menor fortuna. Os lo cuento con detalle en Atardeceres, cometas y galaxias – fotografía digital con Panasonic Lumix G9. Aquí os dejo fotos.

[Libro] Seis piezas fáciles: la física explicada por un genio

Ciencia, Literatura

No sé cuantos de mis posibles lectores conocen o han oído hablar de Richard Feynman. Fue un físico teórico que vivió entre 1918 y 1988 que, aunque menos conocido que otros físicos del siglo XX, tuvo un papel fundamental en el desarrollo de la mecánica cuántica y especialmente de la electrodinámica cuántica en los años 40 y 50. Si quizá no es demasiado conocido por el gran público, sí que lo es, y muy admirado, por el mundo de la ciencia, y por todas aquellas personas interesadas en el desarrollo de la misma. Y además es considerado como un tipo carismático y un gran comunicador, muy alejado del estereotipo de científico introvertido y refugiado en sus investigaciones. En la actualidad es considerado como uno de los grandes físicos del siglo XX.

Algunas fotos más del rollo de negativos en color de la prueba de cámara de la que hablaba ayer.

Al margen de su trabajo investigador, también desarrolló una importante labor docente, fundamentalmente entre posgraduados y doctorados. Pero las que se hicieron especialmente famosas fueron las lecciones de introducción a la física que dictó a principio de los años 60 en el Instituto de Tecnología de California (CalTech), que fueron compiladas, corregidas y publicadas, siendo un gran éxito, no solamente por los estudiantes a los que iba dirigido, sino por muchos otros profesionales y estudiantes, al hacer muy accesibles temas muy complejos. Hoy en día siguen teniendo gran éxito. El libro que aquí nos ocupa recopila seis de estas lecciones, que se dirigen a algunos de los temas más fundamentales de la física moderna; la naturaleza de los átomos, la física básica, la conservación de la energía, la teoría de la gravitación, el comportamiento cuántico y las relaciones de la física con otras ciencias.

Yo soy un chico de ciencias, al que se le daban bastante bien las matemáticas y la física durante sus años de bachillerato (en aquellos tiempos, unificado y polivalente), pero que al final optó vocacionalmente por las ciencias de la salud, por la medicina en especial. El mundo, que como todos deberíamos saber, siguiendo las leyes de la física, da muchas vueltas, me llevó por caminos insospechados, pero de los que estoy razonablemente satisfecho. Pero siempre mantuve la curiosidad por aquellas disciplinas que tan bien se me daban a los 17 años, hasta el punto que algún intento hubo por parte de mis docentes de que cambiase mi vocación por la medicina por otra más orientada a las ciencias fundamentales. El vértigo ante ese camino en un país en el que, yo intuía muy claramente, no es muy apreciado ni por la gente ni por los responsables políticos o educativos, me llevó a renunciar al mismo y mantener mi idea original. Consecuencia de esa curiosidad, siempre he seguido leyendo textos relacionados con los avances de la física con mayor o menor complejidad. Fundamentalmente divulgativos, pero con seriedad. Por lo tanto, no dejo de apreciar en estas seis lecciones la genialidad docente de quien las impartió, al mismo tiempo que las veo más como una curiosidad histórica. Porque desde 1964 hasta la fecha los avances en el mundo de la física han sido importantes, incluso si se han realizado sobre los fundamentos que pusieron científicos como Feynman.

Ese ha sido mi principal interés. El de la curiosidad histórica. Y conocer alguna forma ingeniosa de explicar y entender algunos fenómenos complejos, que quizá ya conocía, pero que siempre viene bien comprender mejor. Recomendable para los amantes de las ciencias. Que deberían ser la mayor parte de las personas, pero no caerá esa breva. Especialmente en este país, donde se sigue impulsando más las vías rápidas y sin esfuerzo hacia medios de vida como los relacionados con el turismo, la construcción y la hostelería, ignorando la ciencias y la tecnología que son la base para unas economías más sólidas y estables. Y así nos va. Con datos lamentables en la calidad de nuestro sistema educativo, en el fracaso escolar, en el nivel de nuestro graduados, y en la emigración de los mejores de entre ellos, que no sería grave si también fuésemos polo de atracción para los de otros país, cosa que no sucede.

[Desconciertos] Luna, Japón, monos y megapíxeles

Ciencia, Fotografía, Viajes

Llevamos semanas, y especialmente esta, con la murga del 50º aniversario del alunizaje de dos astronautas de la misión Apollo 11 de la NASA. El primer alunizaje de la historia. Esto me tiene conflictuado en dos aspectos.

El primero es que sigue siendo visto como un tema más de orgullo patriotero que un logro científico que arrastró muchos otros, y más que podrían ser si no fuera por la tendencia de los políticos de todo signo a despreciar la ciencia. Especialmente grave en nuestro país, donde cuando hay una crisis, los gobernantes de turno, demostrando que no están capacitados en absoluto para su trabajo, recortan en investigación y desarrollo, que es justamente donde habría que dedicar más dinero para cambiar la estructura económica y productiva de este país, tan frágil ante los vaivenes de las finanzas. Turismo y construcción nos dejan constantemente con el culo al aire; educación, ciencia y tecnología nos garantizarían un colchón ante los vaivenes económicos. Seguimos optando por ser camareros y albañiles en lugar de físicos o ingenieros. Somos gilipollas. Y eso me desconcierta mucho.

Santuario Tōshō-gū de Nikko.

El segundo es que mis recuerdos sobre el tema son muy confusos. Siempre he tenido la sensación de que durante aquellas vacaciones de julio de 1969 en Benicarló, presencié aquellos acontecimientos en la televisión. Pero también sé que no es posible. No teníamos televisión en el apartamento. Y a la hora en que sucedió… yo, con mis seis añitos, estaba durmiendo. No podemos fiarnos de nuestros recuerdos. Tengo más ejemplos al respecto. Sobre otros acontecimientos. ¿Quién dijo qué? ¿Quién vio qué? ¿Quién oyó qué? Propios y ajenos. Gente convencida de que algo pasó y lo presenció, y no fue así. Sesgos de recuerdo, muchas veces que nos afectan de forma colectiva. Y eso me desconcierta mucho.

Cuando volvimos de viaje de Japón en octubre de 2014, estábamos encantados. Pero si nos preguntaban entonces, contestábamos que con una vez era suficiente, que había mucho que ver. Sin embargo, esa impresión cambió. Y desde hace dos años llevamos diciendo que teníamos que volver. Por un momento pareció que iríamos esta primavera pasada, pero acabó siendo China. Luego, di por descontado que sería en la primavera de 2020. Pues tampoco. Ya tenemos billetes. Saldremos el 24 de septiembre y volveremos el 8 de octubre. Pero no tengo ni idea de qué vamos a hacer allí. Hacía tiempo que no montábamos unas vacaciones de forma tan caótica. Y eso me desconcierta mucho.

En el primer viaje a Japón visitamos Nikko. Y aquel conjunto de templos y santuarios entre los bosques nos gustó mucho. Las fotografías que adjunto en la entrada son de allí. En un momento dado, me llamaron la atención unas tallas en el santuario sintoísta Tōshō-gū, es decir, dedicado al shogún Tokugawa Ieyasu, fundador del shogunato que dominó el período Edo en Japón, entre 1603 y 1868. Las tallas, que podéis ver en el encabezado de esta entrada, representan a los tres famosos monos sabios orientales que se tapan los oídos, la boca y los ojos. Hice varias fotos. Siempre pensé que era una más de las representaciones de estos monos. Pero recientemente me enteré que no. Que son las originales. Aunque el concepto de los tres principios, no escuches el mal, no mires el mal, no hables el mal, estaban presentes desde la época de Confucio, la representación artística con monos que ha llegado a nuestros días tiene origen en esas tallas. Lo cual dota de más valor a la visita.

Pero también he comprobado que en occidente se malinterpreta con frecuencia el significado de los monos. Y en muchas ocasiones viene a ser interpretado como que hay que ser discreto, y no ver, oír o hablar más allá de la cuenta. Actitud que nos lleva a ser aliados de ese mal al que originalmente renunciaron los monos, cuando preferimos no ver, no oír o no hablar de las cosas que funcionan mal en el mundo. Esta deformación de un principio moral razonable, me parece terrible. Y eso me desconcierta mucho.

Quien sigue este Cuaderno de ruta, sabe que soy un fuerte aficionado a la fotografía. Pero cada vez me aburre más hablar de aparatos fotográficos que no tengan como mínimo 30 o 35 años, a ser posible más. Hace unos años, cuando se afianzaron los captores digitales de 36 megapíxeles o incluso más, se empezó a hablar de que la carrera de los megapíxeles se había acabado. Que a partir de ese momento serían otros los adelantos que marcarían la innovación en el sector. Bien… ya vamos por 60 megapíxeles en los sensores de 24 x 36 mm, 100 megapíxeles en los de 33 x 44 mm, y creo que por 150 megapíxeles en los de 41 x 54 mm. Y se ha generado una fuerte presión en los consumidores por parte de la industria, los medios y los influencers, para convencer al personal de que lo chachi son cámaras de más de 2000 euro, cuando no 3000 o 4000 euros, con muchos megapíxeles, y con unos objetivos carísimos y enormes. Mientras, el mercado de las cámaras fotográficas se hunde progresivamente. Y yo sigo pensando que con 20-24 megapíxeles es suficiente para la inmensa mayoría de los mortales, que rara vez sacan copias en tamaño DIN-A2 (42 x 60 cm) que es lo que permiten estos ahora modestos sensores. Y que no es necesario llevar armatostes enormes, que los formatos pequeños y ligeros son más que suficientes para la inmensa mayoría de los mortales. Pero la gente no se mueve por la razón, sino por la presión del grupo. Y mientras los precios aumentan. Y los sistemas peligran. Y las ventas caen. Y por lo tanto, las marcas y los sistemas peligran más todavía. Y eso me desconcierta mucho.

Como veis. Últimamente, todo me desconcierta mucho. Y eso que nunca, o sólo muy tangencialmente, hablo de política. Porque eso, me desconcierta mucho.

[Recomendación fotográfica] El agujero negro de M87

Ciencia, Fotografía

La noticia científica de la semana ha sido la publicación de la primera fotografía de un agujero negro, precisamente el masivo agujero negro que se encuentra en la masiva galaxia elíptica M87, en la constelación de Virgo.

Empecemos con una imagen y un vídeo sobre este evento, que no están realizados por mí, pero tienen que ver mucho con él y con su comprensión.

Fotografía de la galaxia M87, a la izquierda, con el chorro de plasma, gas ionizado, que sale despedido del activo agujero negro, cuya primera representación gráfica, a la derecha, hemos visto esta mañana.

Aunque han participado unos 200 científicos, ingenieros e informáticos en el proyecto, se ha puesto cara en una mujer joven de 29 años, Katie Bouman, que no es astrofísica, pero que es una de las responsables del algoritmo que ha permitido obtener la imagen a partir de la ingente cantidad de datos recogidos por EHT [Event Horizon Telescope].

Conferencia TED de hace un año, antes de todo el revuelo del hallazgo, de la doctora Bouman en la que nos explica cómo se trabaja este tipo de imagen.

El caso es que de inmediato han sucedido dos cosas. En el mundo de la ciencia, alegría y parabienes. En el mundo de la fotografía, un montón de chorradas que demuestran que muchos fotógrafos no entienden las bases científicas o técnicas de su afición o profesión.

Por cierto, las fotografías que ilustran esta entrada son de este planeta. Y podéis saber algo más de ellas en Dos carretes de Fujicolor Superia X-Tra 400 en el paraje de la pasarela del Bicentenario.

La cuestión es que de repente hay una serie de gente que dice que esta imagen no es una fotografía, sino otra cosa. Incluso que es una invención ingeniosa para dar una realidad visible a una serie de datos que no tienen que ver con la fotografía. Y luego está la tonta del haba que dice que no les ha quedado muy bien, que no es muy bonita. No voy a enlazar ninguno de estos artículos que han aparecido en internet… por estúpidos.

Primero, entendamos lo que es una fotografía. Sobre una superficie sensible, incide la luz del objeto u objetos escogidos por el fotógrafo. Se forma una imagen latente y, posteriormente, mediante métodos físicoquímicos o eletrónicos convertimos esa imagen latente en una imagen que todos podemos ver. Si no hemos perdido el sentido de la visión, claro.

Generalmente, como buscamos en esa imagen una representación más o menos precisa del mundo que nos rodea, usamos superficies sensibles a las longitudes de onda de la luz similares a las que son sensibles nuestros ojos. Pero la luz visible no es más que una pequeña franja de lo que es la radiación electromagnética, la luz en el sentido amplio de la palabra. Dicha radiación electromagnética va desde los energéticos rayos cósmicos, la radiación gamma, de cortísima longitud de onda (10 EE(-12) metros), y muy peligrosos por la capacidad que tiene de ionizar las átomos cuando colisiona con ellos, hasta las ondas de radio de onda larga (1000 metros), absolutamente inocuas. Pero independientemente de su energía, es decir de su frecuencia y longitud de onda, toda esta radiación tiene la misma naturaleza. Y el cuanto del campo electromagnético que transporta la información es para todas estas radiaciones el mismo, el fotón.

Ya he dicho que normalmente fotografiamos en el espectro de la luz visible. Pero no siempre. Yo mismo os he mostrado fotografías realizadas en el espectro infrarrojo, que nuestros ojos no ven, pero que las superficies sensibles que utilizamos en fotografía sí que ven. Si se bloquea el espectro visible y sólo dejamos pasar el infrarrojo,… ya tenemos una fotografía que ve el mundo de forma distinta a la que nos muestra nuestros ojos. Pero tan real como este, y al mismo tiempo tan incompleto. Y tan fotografía es una como otra. A continuación os muestro un par de mis fotografías en el infrarrojo.

Cuando los astrónomos mira al universo con sus telescopios, es raro que lo hagan pasando horas mirando por un ocular. Lo normal es que tomen imágenes, fotografías, del universo. Dejan que durante horas se acumule la radiación electromagnética sobre sus superficies sensibles, con el fin de obtener la mayor cantidad de información posible, para poder interpretar el universo. Y no sólo es eso. Suelen filtrar la luz que reciben sus instrumentos con filtros que bloquean determinadas longitudes de onda y dejan pasar selectivamente otras. Hay que saber que no toda la luz visible de los objetos estelares llega a nosotros, ya que se encuentra por el camino otros objetos opacos a la misma. Pero que dejan pasar la luz que viene en otras longitudes de onda distintas de la visible. Y luego estudian por separado estas imágenes filtradas o las combinan en una única con más información.

También debemos entender cómo funciona uno de los captores electrónicos que son la base de la fotografía digital actual. Son receptores que registran la frecuencia y la energía de la radiación electromagnética, generalmente, pero no únicamente, la del espectro visible, generando diferencias de potencial, que luego mediante algoritmos de cálculo transforma en el archivo digital que usamos para generar la imagen en una pantalla o en una impresora.

Pues bien, el EHT y los algoritmos en los que ha trabajado la doctora Bouman que he mencionado antes hacen algo similar. El EHT está formado por una red de radiotelescopios distribuidos por la superficie terrestre para aumentar de forma muy notable la capacidad de resolución del sistema. Lo sabemos perfectamente. Cuanto más grande es el captor de la imagen en fotografía digital, o más grande es la superficie del fotograma de película en la fotografía fotoquímica, más nivel de detalle fino seremos capaces de reproducir en nuestra imagen final. Pues lo mismo. El telescopio efectivo conformado por la red de radiotelescopios del EHT, es de un tamaño planetario. Única forma de ver un agujero negro. Lo único es que no trabajan con la luz visible, sino con la luz que llamamos ondas de radio milimétricas o submilimétricas. Con longitudes de onda de unos pocos milímetros hasta unas pocas décimas de milímetro. Si cogemos una onda de luz visible de 500 nm, el color verde, es lo mismo que decir de 5 diezmilésimas de milímetro.

Con toda la información recogida, en forma inicialmente de las diferencias de potencial generadas en las antenas/radiotelescopios del sistema, sensibles a esta radiación, se aplican los algoritmos en los que ha trabajado la doctora Bouman y se genera la fotografía del agujero negro. Todo es de una escala enorme y mucho más complejo que la de nuestras cámaras digitales,… pero esencialmente es lo mismo. Por lo tanto, yo que creo comprender bien la naturaleza de la luz y de la fotografía no tengo la menor duda, la imagen del agujero negro es nuestra primera fotografía de un agujero negro. Sólo la gente de mente estrecha o que no entienden los fenómenos físicos subyacentes pensarán de otra forma.

[Ciencia] En el autobús, ¡quítate la mochila, coño!

Ciencia

Hoy voy a tirar de mis conocimientos profesionales para ilustrar un poquito al personal sobre algunos aspectos de la fisiología humana. Hay una falsedad científica que es comúnmente creída por parte de la mayor parte de la sociedad, como tantas otras que se transmite boca a boca de forma viral, desde mucho antes de que se utilizase este adjetivo en la época de internet. Pero es que esta falsedad de la que voy a hablar nos es transmitida desde nuestra más tierna infancia por esta tan respetable profesión que es la de maestro, aunque no siempre tan respetada como debería ser. ¿Cual es esa falsedad? Cinco sentidos tenemos, vista, oído, olfato, gusto y tacto.

Transportes públicos y museos… sitios de riesgo para el tema que trato hoy. En Londres,… o en cualquier otra parte.

Pues no, oye. Tenemos unos cuantos más. Si seguís el enlace anterior, podréis ver que para la especie humana se nos atribuyen algunos más. Los sentidos son receptores que recogen datos, que se convertirán en información gracias al gran procesador que es nuestro sistema nervioso central, especialmente aunque no exclusivamente el cerebro, sobre las condiciones de nuestro ambiente. Son estimulados por distintas fuentes de energía, por distintos campos de fuerza de los que nos habla la física. Ciertas longitudes de onda del espectro electromagnético estimulan nuestras retinas y nos permiten ver. Las ondas mecánicas transmitidas por la materia y que llegan a nuestros tímpanos nos permiten oír. Determinadas moléculas químicas, o combinaciones de ellas, estimulan células de nuestras fosas nasales o de nuestra lengua, y nos permiten oler o gustar. Lo de tener buen paladar es una memez… las papilas gustativas están en la lengua. Y la presión de la materia que nos rodea sobre nuestra piel nos permite tocar.

Pero hay más. Determinados receptores en la piel y en las mucosas nos permiten tener una idea sobre la temperatura de la materia, y tenemos sensaciones de frío o de calor. Y cuando determinados estímulos son excesivamente intensos, y nos pueden causar daño, aportan información a los receptores nociceptivos y sentimos dolor. Lo cual nos permite retirarnos de la fuente de peligro. Una piedrecitas sumergidas en determinadas estructuras del oído interno nos permiten recoger información sobre la posición de nuestra cabeza y nos permiten mantener el equilibrio.

Hay también unos cuantos sentidos que afectan al medio interno de nuestro organismo, en los que no me extenderé. Me limitaré a hablar de los que nos informan sobre el ambiente externo. De los cuales me he dejado uno. Se trata del sentido propioceptivo. Es poco conocido porque nos pasa desapercibido. La información que recibe se procesa automáticamente, con poco conocimiento consciente por nuestra parte y por ello se suele ignorar salvo que avances en el bachillerato, o incluso si llegas a las facultades que enseñan la anatomía y la fisiología en las profesiones relacionadas con la salud. Este sentido nos informa de la posición de nuestro cuerpo en el espacio. Y unido a la información que nos llega por otros sentidos como la vista, el oído, el tacto y el del equilibrio, hace que nos movamos por el mundo con cierta soltura sin darnos golpes constantemente contra los objetos que nos rodean, y que nos movamos con cierta gracia… unos con más gracia que otros, pero bueno. Es importante. Y estos receptores propioceptivos se encuentran distribuidos por todo nuestro organismo. ¿Por todo?

Pues no. Hay un órgano que les crece en la espalda a muchos humanos, especialmente urbanitas, que no se suele estudiar en las facultades de medicina, pero que es muy frecuente; la mochila. Hay no disponemos de receptores propioceptivos. Tal es así, que los conservadores de los museos, para cabreo de muchos visitantes, nos obligan a quitárnoslas y a dejarlas en la consignas dispuestas a tal efecto, para evitar que nuestros distraídos movimientos por las salas repletas de obras de arte, al no ser conscientes de la posición de nuestras mochilas, destrocen las maravillas allí expuestas.

Tal es así que, en muchos países civilizados, se advierte a los pasajeros de los transportes públicos que se quiten las mochilas y las coloquen entre los pies. Así se ocupa menos espacio y evitamos liarnos a mochilazos con el resto de los viajeros que distraídamente van pensando en sus cosas, hasta que un mocetón veinteañero de metro ochenta y cinco de estatura les deja noqueados con su mochila de moda. O una «quechua», si su capacidad adquisitiva es limitada. Pero en mi querida ciudad, Zaragoza, tal advertencia no ha llegado a nuestros siempre agresivos transportes públicos. Y la mayor parte del público, ignorante de la existencia de este importante sentido, y de su carencia en las mochilas, pensando que con los cinco que les han contado en la escuela es suficiente para desenvolverse en el mundo, se mueve con su mochila cargada con piedras y yunques dando mamporros a diestro y siniestro.

Así que, por favor, cuando subáis al autobús, ¡QUITAOS LA MOCHILA, COÑO!

[Libro] Atapuerca – 40 años inmersos en el pasado

Ciencia, Historia, Literatura

Sigo con los tiempos justitos para ir actualizando el blog, aunque el fin de semana haya sido más relajado. Así que hoy voy con un breve comentario sobre este libro de National Geographic, en el que uno de los codirectores del programa de investigación de Atapuerca, Eudald Carbonell, junto con la periodista Rosa M. Tristán, dan un repaso a este interesante proyecto sobre la evolución humana, que ya tiene más de 40 años de recorrido.

Indudablemente, uno de los viajes donde más cerca me sentí de los temas relacionados con la evolución humana fue cuando recorrí en agosto de 2003 el Perigord. Nombres como Le Moustier, La Madeleine o las cuevas de Lascaux están muy ligados a este tema. Y término como «musteriense» o «magdaleniense» que suelen aparecer cuando se habla de las culturas de los hombres primitivos, tienen su origen en estos lugares perigordinos.

Eudald Carbonell i Roura es un investigador que siempre me ha parecido muy interesante. En primer lugar, por su multidisciplinaridad. Geólogo e historiador y arqueólogo, ha demostrado que lejos de estar enfrentadas, humanidades y ciencias son complementos necesarios en el saber humano, pero eso sí, ambas precisan de un rigor y un método en el estudio, que no es exclusivo ni a unas ni a otras. Y que sus métodos, aunque diferenciados, deben corresponder a principios filosóficos y éticos no tan apartados los de las unas de los de las otras. Había leído ya previamente algún ensayo de divulgación científica suyo que me había parecido sumamente interesante. Tanto por sus contenidos, como porque se moja en temas delicados o conflictivos. Pero con criterio. Rosa M. Tristán [Twitter] es una periodista especializada en ciencias, de la que no sé gran cosa. Pero ya os he puesto los enlaces correspondientes por si queréis saber algo más de lo que hace.

En el lado de los contras, normalmente no me siento atraído por los libros de divulgación de la National Geographic. Aunque bien ilustrados y muy bien presentados, en ocasiones he detectado cierta superficialidad en los planteamientos de sus publicaciones, y no dejan de presentar ciertos sesgos propios de cierto americanocentrismo en su visión del mundo. Pero en esta ocasión, el libro venía acompañada de una muy buena oferta en la plataforma de libros electrónicos, y el tema siempre me ha gustado. Especialmente cuando en los últimos años se han ido publicando hallazgos que están revolucionando la forma en que percibimos la evolución de nuestra especie. Y la de todas las especies… que no somos tan especiales.

El libro es irregular. A ratos, la minuciosa descripción de todos y cada uno de los yacimientos del programa de investigación se nos aparece un poco prolija y cansina, para luego emocionarnos con el relato de los descubrimientos y la interpretación de los mismos, cambiante en el tiempo conforme se acumulan nuevas pruebas y nuevos datos. Para luego volver a entrar en la monotonía derivada del evidente interés propagandístico del libro. Lo que los autores llaman «socializar» los frutos de la investigación del programa. Es comprensible que quieran comunicar al gran público lo que está pasando ahí, y es loable el esfuerzo, pero a ratos, cansino.

Globalmente es un libro razonablemente interesante si te gusta el tema, cuyos capítulo menos interesantes acabarás leyendo más en diagonal, mientras prestas atención a aquellos que destilan más jugo y enriquecen más tus conocimientos sobre el tema. Y el libro no deja de aportar, por lo tanto el balance final es razonablemente positivo, aunque no entusiasmante.