[Libro] The Gentle Giants of Ganymede – James P. Hogan

Literatura

Esta es la segunda novela de la serie de los Gigantes de James P. Hogan. Recientemente leí la primera entrega y me resultó simpática. Por lo que he investigado, la serie consta de cinco novelas, y las tres primeras son majas. Las dos últimas no tienen tan buenas críticas o consideración. Así que decidí dar una oportunidad a esas dos novelas. Las características generales de estas novelas las podéis leer en mi reseña de la primera de ellas, así que aquí no me extenderé mucho. Es que además no tengo mucho tiempo hoy.

Durante un tiempo en la cronología interna de la novela, los gentiles gigantes de Ganímedes se establecen en una colonia especialmente diseñada para ellos a orillas del lago Lemán, cerca de la ciudad suiza de Lausana. Un sitio realmente muy agradable. Que he visitado un par de veces.

La novela de hoy es continuación inmediata la anterior. Si habíamos dejado a los protagonistas investigando la misteriosa nave alienígena encontrada en Ganímedes, la luna de Júpiter, una nave con 25 millones de antigüedad, se van a llevar la sorpresa mayúscula de que mientras están en ello aparecerá en el Sistema Solar una nave de esta especie que intenta regresar a su planeta de origen tras un viaje con graves incidencias y a velocidades relativísticas. Si para esos gigantes gentiles su odisea ha durado algo más de 20 años, por los efectos de la relatividad, en el Sistema Solar han pasado esos 25 millones de años. La novela tiene poca acción, básicamente se dedica a describir, especular, el encuentro entre ambas especies.

La novela es simpática en general. Pero altamente inverosímil. Por la fuerte antropomorfización de los alienígenas, que facilita enormemente el contacto. Y la sorprendente analogía de sus biologías, que les permite compartir comida y bebida. Lo más curioso es la existencia de una inteligencia artificial, que no llama así, la novela es de 1978 y en aquel momento el estado de la informática no tenía nada que ver con el actual, que es capaz de realizar una diversidad de tareas. Y sí… de una forma u otra Hogan prevé internet. En 1978 había embriones de lo que sería la red de redes, pero nadie la imaginaba todavía, salvo unos poquitos enterados. No se hablaba de ello. Hubo que esperar a los principios de los años 90 del siglo XX.

Pero bueno, en general es una novela con fuerte sabor retro, un tipo de planteamientos muy optimistas que ya no se estilan en la ciencia ficción actual, que mezcla cuestiones de ciencia ficción dura con casualidades prácticamente imposibles y convergencias evolutivas difíciles de digerir. Me parece que la biología no es el fuerte de Hogan. Pero me ha parecido entretenida. Oye. Que no es poco.

[Fotocomentario] La crisis climática y los negacionistas

Ciencia

Me suscita este comentario la revisión de las fotografías que hice durante mis días de fiesta en Navidad. Que aunque fueran frescos muy de mañana, fueron bastante agradables en general. Sólo si durante unas horas al principio del día hubo niebla, se notó un frío más desagradable. Pero la niebla se levantó antes del mediodía casi todos los días. Sobre las fotografías podéis saber más en En Navidad, hace buen tiempo,… – Olympus mju-II con Fujifilm 200. Pero lo que más comentábamos en esos días era que llevábamos varios años en que el tiempo es muy benigno en los meses de noviembre y diciembre comparado con lo que era anteriormente. Y las mediciones que publican las agencias de meteorología confirman esta sensación subjetiva. Son las consecuencias de la crisis climática.

Pero acompañando a la crisis climática, siempre han venido un buen número de negacionistas. Durante años negaron la propia crisis, el calentamiento global. En algún momento de los primeros cinco años del siglo, los medios de comunicación planteaban debates, en todo el mundo, en el que personas discutían si el calentamiento global era una realidad o no. Creo que fue en Nature, pero quizá fue otra revista del mismo estilo y prestigio, se publicó en aquellos momentos una editorial en la que informaban que, en aquellos momentos, entre el 2000 y el 2005, de cada 100 artículos que se publicaban sobre el tema, 3 discutían si el calentamiento global era o no una realidad. Los 97 restantes lo que discutían era a qué velocidad se estaba produciendo, considerando probando este hecho. Un nefasto divorcio entre ciencia, prensa y política/sociedad, que probablemente nos cueste muy caro por la inacción para afrontar el problema.

En la actualidad ya no se niega el calentamiento global. Lo que se niega es que sea una crisis, y que tenga consecuencias negativas. Con argumentos peregrinos y absurdos, como que las plantas «respiran» CO2 y que les viene bien para prosperar. Sobre esto. Las plantas respiran oxígeno, como nosotros. Lo que sucede es que también consumen CO2 para la fotosíntesis, que no es «respirar». Cuando no hay luz, siguen respirando oxígeno, aunque no consuman dióxido de carbono para sintetizar las sustancias orgánicas necesarias para su subsistencia. Y que tan estupendamente nos vienen a los heterótrofos para la nuestra. Volviendo a lo que iba. El negacionismo hoy en día es negar las consecuencias negativas… aunque las suframos constantemente. En muertes por calor extremo. En eventos de meteorología extrema. En alteraciones en las cosechas y en los ritmos vitales de los animales. En la erosión de las tierras. En las sequías y la carencia de agua para los cultivos o las poblaciones. Qué triste. Nuevos retrasos a la hora de tomar medidas.

[Libro] Inherit the stars – James P. Hogan

Literatura

Hace un par de meses o tres estaba yo leyendo un artículo sobre lo que ya se considera ciencia ficción clásica, aquella que se escribió en los años 60 y 70, en la que surgieron escritores que se bregaban en una ciencia ficción dura, en la que trataban de contar historias plausibles a la luz del conocimiento científico, y con mayor o menor éxito a la hora de crear al mismo tiempo un relato que entretuviera y que tuviese una suficiente profundidad para hacernos reflexionar sobre nosotros mismos. La mejor ciencia ficción siempre nos plantea escenarios futuristas y avanzados científicamente para hablar de nuestra identidad como seres humanos o de nuestros problemas actuales como sociedad o como especie. Véase al respecto la novela de Poul Anderson que comenté en septiembre de 2022, o la estupenda Cita con Rama de Clarke, un clásico entre los clásicos. Pero estos son sólo dos ejemplos que me han venido a la memoria sobre la marcha, sin pensarlo mucho, de los muchos que hubo. Coincidió que yo, a finales de los años 70 y principios de los 80, estaba en mi final de la adolescencia y principio de los años de universidad, y como buen chico de ciencias, me apasionaba este tipo de lecturas.

De los varios astros, planetas o satélites, que se mencionan en el libro, sólo dispongo fotos en detalle, realizadas por mí, de uno de ellos,… el planeta Tierra.

Sin embargo, había mucha oferta. Había una diversidad de colecciones de obras de ciencia ficción en varias editoriales que ofrecían abundancia de obras, muchas de ellas en formato de bolsillo, más económicas, y adecuadas a la pobre economía de un estudiante. Y hubo muchas cosas interesantes que se quedaron en el tintero. Es cierto que hoy en día, esas obras hay que leerlas con una cierta perspectiva y comprensión. Las ciencias han avanzado, y las propuestas de aquellos autores, entonces ingeniosas e innovadoras dentro de los paradigmas de la ciencia real, pueden resultar ingenuas o francamente descarriladas. Uno de estos autores, al que no accedí en aquella época, fue el británico James P. Hogan, un escritor relativamente prolífico, especialmente conocido por su serie de los Gigantes, y sobre el que no había leído. nada. En ese artículo que he mencionado al principio, y que soy incapaz de enlazar porque no recuerdo donde lo leí, recomendaba algunos libros de esta serie, y decidí leer al menos el primero de ellos, que os traigo hoy a comentario. En su original en inglés.

La acción nos sitúa en el año 2027, cincuenta años después del año en el que se publicó, momento en el que el autor, ingenuamente, imaginaba que la guerra fría habría terminado y habría comenzado una colaboración internacional para el desarrollo de la ciencia y la exploración del espacio, al que habrían ido los presupuestos destinados a los ejércitos. Inspirada por el 2001, A Space Odissey de Kubrick, que Arthur C. Clark adaptó a una novela con una trama muy similar, aunque con algunas diferencias en el argumento, tras una introducción que nos habla de ciertos acontecimientos en un pasado remoto, se nos habla de un hallazgo en la luna. El cadáver momificado de un astronauta en la Luna, con miles de años de antigüedad, pero inequívocamente humano. Un equipo de científicos de lo que sería la sucesora multinacional de la NASA acomete la tarea de estudiar el hallazgo y darle un sentido, ante su improbabilidad. Un posterior hallazgo en Ganímedes, satélite de Júpiter, de una nave claramente alienígena, compleja la tarea de dar sentido al conjunto. [Obsérvese el paralelismo con 2001; en aquella, se encuentran dos monolitos, uno enterrado en el cráter Tycho de la luna, y el otro en órbita alrededor de Júpiter (versión cinematográfica) o en Iapeto, satélite de Saturno (versión literaria)]

La novela es en general muy entretenida. No hay acción propiamente dicha, más allá de alguna reconstrucción de lo sucedido en el pasado remoto del que proceden los restos del astronauta lunar. Lo que vamos siguiendo es el proceso científico de generación de hipótesis a partir de los restos encontrados y su análisis, contrastados con el conocimiento científico establecido, para proceder al proceso de contrastar la fortaleza de esas hipótesis, para sustituirlas por otras cuando no funcionan, o para modificar el paradigma científico cuando es necesario. Intervienen todo tipo de científicos, biólogos, químicos, físicos, geólogos, paleontólogos,… también lingüistas e historiadores que aportan sus métodos de estudio a los elementos culturales de los restos. No hay villanos. Aunque haya personajes que nos caigan mejor o peor, el biólogo es uno de ellos porque parece intransigente, pero todos aportan. Y al cabo, el biólogo acaba resultando un científico serio, de los de ante hipótesis extraordinarias, las pruebas han de ser también extraordinarias. Escrita con una prosa muy directa y funcional, se lee fácil, con interés, en más de un caso me encontré trasnochando más de la cuenta por culpa de ese querer saber qué es lo que van a deducir.

Al mismo tiempo, las hipótesis que plantea el escritor resultan un tanto ingenuas desde el punto de vista del conocimiento actual. Por ejemplo, volviendo a la biología evolutiva, frente al hecho de que en los años 70 del siglo XX el fuerte del análisis de los restos paleontológicos estaba en el estudio morfológico de los fósiles, poco a poco fueron sustituidos, cuando esto fue posible, con las técnicas de biología molecular, especialmente el de los ácidos nucleicos, sometidos a un cambio por mutaciones en el tiempo, marcados por un reloj evolutivo, que permite establecer las relaciones de parentesco entre especies. Con ese conocimiento, la hipótesis final del libro… resulta implausible en el año 2023, aunque lo fuera en 1977. Lo mismo sucede con el origen de la Luna, aunque la teoría del gran impacto, hoy la favorita de los científicos, ya había sido formulada en aquel momento, y hace que la hipótesis final del libro tampoco sea admisible. Con el cinturón de asteroides pasa algo parecido. Cuando leí mi primer libro de astronomía divulgativa que me compraron siendo un adolescentes, y que devoré numerosas veces hasta casi aprendérmelo de memoria, se hipotetizaba con el origen del cinturón de asteroides como la consecuencia de un planeta en órbita solar entre Marte y Júpiter que hubiese sido destruido. Hoy en día, sabiendo que la masa total de los millones de cuerpos del cinturón se estima en sólo un 4 % de la de la Luna, más bien se considera como un intento fallido de formación de un planeta durante los inicios del Sistema Solar por las perturbaciones gravitatorias introducidas por el gigante Júpiter. En fin… la hipótesis final del libro, ingeniosa, hoy en día también resulta ingenua e implausible.

Bueno… las cosas son así. Las ciencias adelantan. Toda obra de ciencia ficción, especialmente ciencia ficción dura, que parte del conocimiento científico real, o aunque se base en las hipótesis más especulativas, cuando pasa un cierto tiempo queda desfasada y pasa a ser ingenua o simplemente errónea. No quiero decir con esto que toda la ciencia especulativa se quede desfasada. La evolución de Darwin tuvo que esperar décadas para poder conocerse cuál era su base biológica molecular y terminar de confirmarse. O la deriva de los continentes de Wegener tardó mucho en poder medirse y que fuese una teoría plenamente aceptada. Pero la obra es notable en su planteamiento. Y yo me lo he pasado muy bien. Contemplo la posibilidad de seguir con alguno de los siguientes libros de la serie. A ver que nos tenía que contar Hogan sobre este universo alternativo que planteó.

[Libro] La vida contada por un sapiens a un neandertal – Juan José Millás y Juan Luis Arsuaga

Ciencia, Literatura

El sapiens es Juan Luis Arsuaga, biólogo paleoantropólogo, catedrático universitario, y uno de los principales responsables de los yacimientos del pleistoceno de la sierra de Atapuerca en la provincia de Burgos, donde se han realizado importantes hallazgos en el ámbito de la evolución del género humano en Europa. El neandertal es Juan José Millás, conocido y afamado escrito español, que en mi historia particular como lector tiene el récord de que sólo he terminado de leer uno de los tres libros de ficción escritos por él que en un momento decidí abordar. Y además, los personajes del libro que leí de él… me cayeron mal. Vamos,… que no me gustó mucho. Lo dejé estar.

Este es un libro de conversaciones. Escrito en realidad por Millás, en él se narran los encuentros y conversaciones que mantuvo con Arsuaga en distintos puntos de la geografía española, en general, y madrileña, en particular. Y en ellos se discuten diversos conceptos relacionados con lo que significa la evolución biológica, con especial detalle a la evolución del género humano. Y, consecuentemente, entran a reflexionar sobre lo que significa ser humano, lo que nos hace similares a otros animales, y lo que nos hace diferentes.

La sección de arqueología del Museo de Zaragoza no se retrotrae en el tiempo tan atrás, ni mucho menos, como los lugares que visitan los dialogantes de este libro. Bueno… son comparables al castro de los betones o vetones que visitan en las sierras abulenses. Pero en el valle del Ebro y colaterales, los pueblos de lengua íbera y de lengua celta, aunque ambos tuvieran culturas con características íberas, se vieron siempre más forzados a abrirse y relacionarse con los pueblos que llegaban desde el Mediterráneo subiendo por el gran río ibérico por excelencia, y no fueran tan agrestes y belicosos como los de la meseta castellana. ¿Acaso no dieron aquellos pueblos celtas mesetarios lugar al adjetivo «carpetovetónico» como calificativo para lo recalcitrantemente ibérico o hispano, incluso en cuando es para mal?

Por experiencias previas, me gustan los libros de conversaciones. Mi primera experiencias con ellos fueron las conversaciones de Truffaut con Hitchcock, un libro con el que me lo pasé estupendamente. Posteriormente, otro conocido director de cine, Cameron Crowe, decidió repetir la experiencia con Billy Wilder, y también me lo pasé muy bien, aunque Crowe no tiene el mismo nivel que Truffaut conversando y escribiendo. Quizá se le note su cultura norteamericana. Pero muy bien, también. Otro ejemplo que me interesó mucho, saliéndonos del cine, es el libro de conversaciones de Murakami con el director de orquesta Seiji Ozawa. Un libro que me costó bastante terminar. Cada vez que hacían referencia a una obra musical, la buscaba en Apple Music y la escuchaba para intentar comprender mejor de lo que estaban tratando. Hay algún otro libro de este tipo que he leído, pero que ahora no me viene a la memoria, y no tengo tiempo para buscar lo que olvido. Así que esperaba que también me gustase. A esto hay que sumar que la cuestión de la evolución del género humano siempre me ha parecido apasionante. En los años 90 realicé incluso algún curso monográfico sobre el tema en la UNED, e intento seguir manteniéndome al día en los nuevos descubrimientos y la teorías consecuentes. Es curioso cómo ha evolucionado lo que se sabe sobre el tema en los últimos 30 años, gracias en especial a los avances en biología molecular, especialmente en el estudio del ácido desoxirribonucleico (ADN), que en estos momentos los científicos son capaces de extraer de fósiles que tienen decenas de miles de antigüedad.

El libro me ha entretenido bastante. Pero no ha estado, ni mucho menos, a la altura de los ejemplos que he puesto en el párrafo anterior. Se puede recomendar si ningún tipo de problema a mucha gente. A cualquiera que quiera mejorar su cultura con algunos conocimientos sobre los temas que trata. Le vendrá muy bien. Nunca he tenido la sensación de que el Homo antecessor propuesto por los científicos de Atapuerca sea realmente un antepasado directo del ser humano moderno. Como curiosidad, la Wikipedia en español sitúa a H. antecessor como antepasado de Homo heidelbergensis, que en Europa se continuaría con Homo neandertalensis, del cual todos tenemos un pequeño porcentaje de ADN en nuestro genoma, que demuestra los cruces entre esta especie y Homo sapiens. Sin embargo la Wikipedia en inglés sitúa a H. antecessor en una rama colateral a H. heidelbergensis, sin continuidad en la evolución humana. Una vía muerta. En realidad, nada de esto importa, sin interpretamos correctamente cómo funciona la evolución biológica. Las mutaciones que van generando variaciones en los individuos de una especie, y que se van acumulando hasta que los estudiosos deciden que los descendientes son de otra especia, son producto del azar. La evolución no tiene una línea precedente. No hay intencionalidad. Estamos como podría no estar. El estudio de todas las ramas de nuestro árbol genealógico familiar es importante y pertinente para entender mejor quienes somos. Y ramas convertidas en vías muertas en el árbol de la filogenia hay muchísimas; más que ramas que continúan en activo. Muchas de las cuales, la nuestra entre ellas, acabarán por desaparecer. Y serán olvidadas. Más que nada porque no habrá nadie para recordar. Probablemente. Si nos interesa en estos momentos es porque quizá conociéndonos mejor, podemos perdurar en la realidad, o en la memoria, más que si nos mantenemos ignorantes sobre cómo funciona el universo en general y la vida en particular.

[Fotocomentario] Errores, sesgos, falta de precisión…

Ciencia, Fotografía

Estas semanas atrás procedí a evaluar el error que cometía el fotómetro de una de las cámara para película fotográfica tradicional que más uso, especialmente cuando salgo de viaje. Las fotos que adjunto corresponden a esa evaluación, cuyos detalles podéis encontrar en Siempre conviene conocer la precisión de los fotómetros – Minox 35 GT-E con Ilford FP4 Plus. Y esto me ha hecho pensar en los errores que cometemos con frecuencia cuando observamos y valoramos lo que pasa en el mundo.

Lo voy a decir de una forma muy clara, concreta y absoluta. Nuestros sentidos nos engañan. La vista principalmente, es el sentido del que más dependemos, al menos de forma consciente, pero también los demás. Que son más de cinco… aunque ahora no voy a entrar en eso. Otro día, tal vez. Nos son útiles para defendernos en nuestra vida cotidiana. Pero evolucionaron para la supervivencia de un primate recolector siempre, carroñero en bastantes ocasiones, y cazador eventualmente, que surgió en la sabana africana hace unos cientos miles de años. Nada que ver con el entorno en el que nos movemos actualmente. Y no es que lo diga yo, hay abundantes estudios, con el método científico correctamente aplicado en ellos, que así nos lo muestran. Y sin embargo los seres humanos tendemos a realizar afirmaciones o negaciones categóricas, muchas veces dogmáticas, a partir de experiencias sensoriales individuales, y muchas veces únicas. Y así, erramos. Sin embargo, incluso con nuestros instrumentos de medición corrientes, cometemos errores, más o menos grande al evaluar la magnitud de un fenómeno. Por falta de precisión, los valores que nos ofrecen medidas repetidas de un fenómeno varían mucho entre sí, están dispersos, o por un sesgo, los valores que nos ofrecen medidas repetidas de un fenómeno se alejan en promedio del auténtico valor que debería evaluar. Por ello, seamos humildes. Y estemos abiertos a la posibilidad que la forma en que nos cuentan el mundo otras personas puede estar menos sesgada o ser más precisa que la nuestra. No seamos cabezones. Escuchemos a los demás. Especialmente a aquellos más mesurados, que reconocen desde el principio que pueden haberse equivocado. Seguro que estos tienen sus errores mejor controlados que los que afirman con seguridad y dogmatismo. Huid de esos.

[Fotocomentario] Colores que no existen, árboles que no hacen ruido al caer…

Ciencia, Fotografía

Cuando se comentan las fotografías del telescopio espacial James Webb, con frecuencia leemos que están procesadas con «colores falsos» o algúna expresión similar. Existe una discusión muy conocida entre las gentes de ciencias sobre si cuando un árbol es derribado por un rayo en un bosque, pero no hay nadie en los alrededores para oirlo, produce un sonido o no. Sobre esto… incluso aparece en chascarrillos de carácter científico como el de hoy de XKCD, explicado aquí. En la mayor parte de las ocasiones, debates sobre estos temas tienen más un carácter filosófico que propiamente científico, como intentaré explicar a continuación.

La mayor parte de los objetos del universo emiten o reflejan luz. O sea, radiación electromagnética. Pero para saber que está ahí, necesitamos un dispositivo que la detecte. Los seres humanos, y otros animales, tienen ojos. Que son los dispositivos que detectan determinadas longitudes de onda de la radiación electromagnética a la que llamamos luz visible. Al procesar esta información el cerebro, ante nosotros se nos presenta un mundo de colores. Pero esos colores lo son porque los miramos nosotros. Algunas personas con variantes genéticas conocidas, no distinguen todos los colores, o no los ven de igual forma; para ellos, algunos colores no existen. Pero lo que es innegable es que los objetos emite o reflejan radiación electromagnética, independientemente de que un ser vivo la capte y la procese de una determinada forma. Cuando los científicos procesan las imágenes del James Webb, como vienen en el espectro infrarrojo, que normalmente no vemos… les aplican arbitrariamente o por convenio entre ellos un color. Que no es falso por sí mismo. Simplemente nos ayuda a interpretar las imágenes. El color, por sí mismo, no existe. Es dependiente de la interpretación del cerebro del ser vivo. La luz existe, la podamos ver o no; es la radiación electromagnética. El color es una impresión… no existe por sí mismo.

En el caso del árbol que cae… lo que produce al caer es una onda de presión, que hace vibrar las partículas en el aire o en cualquier otro medio que las pueda transmitir. Cuando son detectadas por un ser humano, u otros animales, en el oído interno, el cerebro las procesa como un sonido. Pero si no hay ningún ser capaz de procesarla, no hay ruido. Hay ondas de presión, vibraciones de las moléculas de la materia. Eso siempre. Si a esto le llamas sonido, el sonido existe. Si el sonido es la percepción del ser vivo, y no hay ninguno próximo,… no hay sonido. Como lo definas. En la medida en que se vine definiendo el sonido como el fenómeno que lleva a la propagación de ondas mecánicas (audibles o no), a través de un medio cuyas moléculas vibran, el sonido existe.

Ilustro este comentario con fotografías tomadas en parte en el espectro visible y en parte en el infrarrojo realizadas como se describe en Elevando el nivel del infrarrojo digital – Panasonic Lumix GX1 modificada.

[Ciencia] Yo quiero una cámara de fotos como la de la NASA/ESA/CSA

Ciencia

Antes de ayer, en un acto más político que otra cosa, un capitoste de la NASA acompañad por el presidente y la vicepresidenta de los Estados Unidos presentaba la primera fotografía/imagen realizada por el telescopio espacial James Webb. Recordemos para empezar que el esfuerzo de poner a disposición de la comunidad científica mundial un conjunto de instrumentos de la envergadura de los que alberga el James Web, es un esfuerzo conjunto de NASA, ESA y ASC-CSA, es decir, las agencias espaciales de Estados Unidos, Europa y Canadá. Y ya indico que, todas las imágenes procedentes del James Webb que voy a presentar aquí pertenecen a estas agencias, aunque son de libre uso para fines educativos, científicos y divulgativos.

Las imágenes proceden de la página ESA – Science & Exploration, de donde pueden descargarse en formato TIF o PNG de alta resolución, a partir de los cuales he generado unos modestos JPEG que no les hacen justicia, pero que hacen manejable la carga de esta página. Y la primera imagen mostrada fue…

Esta es una fotografía del espacio profundo en la que, ignorando las estrellas de nuestra propia galaxia que tienen los característicos picos de difracción (seis principales y otros más pequeños), en «primer plano» se ve un cúmulo de galaxias situado a una distancia de 4,6 miles de millones de años luz. Es decir, esa luz comenzó su viaje hacia nosotros cuando el Sol y la Tierra estaban naciendo o eran recién nacidos. Aproximadamente. Tienen tonos blancos o amarillentos. Y luego hay otras anaranjadas o rojizas, muchas de ellas distorsionadas con forma de arco, alrededor del cúmulo de galaxias mencionado, que hace un efecto de lente gravitacional, y que están más lejos. O deberíamos decir que son mucho más antiguas. Se habla de hace 13 miles de millones de años, cuando el universo era un «recién nacido» de «sólo» unos cientos millones de años. Se ha publicado también esta imagen comparándola con una similar de telescopio espacial Hubble. Atención… cuando en un texto en inglés hablan de «billions of years», la traducción correcta es «miles de millones de años». En español, y en la mayor parte de Europa, un billón de años son un millón de millones de años.

A la izquierda la imagen del Hubble, a la derecha la imagen del James Webb, podemos apreciar dos cosas. La cantidad de información del James Web es mucho mayor, se ven muchos más objetos. La calidad de información del James Web es mucho mayor. La resolución de la imagen es mucho mayor, con mucho más detalle fino. La imagen del Hubble precisó semanas de exposición y luz acumulada, la del James Webb, doce horas y media.

Pero ya se han ofrecido otras fotografías de objetos más vistosos, más espectaculares visualmente, aunque quizá no tan trascendentes como la anterior. Como esta bonita nebulosa planetaria, registrándola con distintas longitudes de onda dentro del espectro del infrarrojo.

Ya habíamos visto previamente fotografías tomadas por el James Webb, todas con tonos rojizos. Pero estas son las primeras que se anuncias «a todo color». Bien. Pero… ¿porque en las dos fotografías de la nebulosa planetaria los colores son distintos? Salvo por el fondo negro… da la impresión de que una es el negativo/positivo de la otra, con los colores invertidos. Y lo cierto es que los instrumentos del Hubble trabajan en el espectro del infrarrojo, como creo que ya he mencionado en alguna ocasión antes. Pero nuestros ojos no tienen sensores para las longitudes de onda del espectro, más largas que el rojo profundo que es nuestro límite por ese lado del espectro. Por lo tanto, para presentar imágenes visibles, lo que hacen estos instrumentos y el software asociado es asignar las distintas bandas de longitud de onda del infrarrojo a distintos colores visibles. Y así obtenemos una imagen visible «a todo color».

Veamos otro ejemplo, con una vistosa y bien conocida nebulosa de emisión.

Pero esta nebulosa de emisión está aquí al lado. En el vecindario inmediato de nuestro sol, a una distancia estimada de entre 6500 y 10000 años luz, un lugar donde abundan estrellas jóvenes que irradian rabiosamente gran cantidad de radiación ultravioleta que ilumina todo ese polvo interestelar que es a materia prima de la que se forman las nuevas estrellas, y que al mismo tiempo procede de otras que murieron.

El interés de que el James Webb mira al infrarrojo en lugar de al espectro visible u otras regiones del espectro de radiación electromagnética es diverso. Por ejemplo, para poder «ver a través» de esas nubes de polvo que bloquean la luz visible pero dejan pasar la radiación infrarroja. O las lejanísimas galaxias que hemos comentado antes. Su luz ha viajado durante tanto tiempo, y a través de un espacio en expansión, que la longitud de onda inicial se ha ido desplazando hacia el rojo, y en la actualidad nos llega como radiación infrarroja, por lo que apenas las podíamos haber visto hasta ahora.

Pero no el James Webb no sólo lleva instrumentos para «ver» el universo. También lleva instrumentos para analizar de qué esta hecho. Como los espectroscopios que nos desentrañan la composición de las atmósferas de los exoplanetas, que en abundancia hemos ido descubriendo en estas últimas décadas.

Analizando la descomposición de la luz que atraviesa la atmósfera de un lejano planeta gigante, situado a 1150 años-luz de la Tierra, y que por lo que nos cuenta la espectroscopia del James Web, tiene agua en abundancia como para que haya nubes y brumas en la atmósfera de este planeta. Pensemos por un momento que Júpiter, que está a menos de una hora luz de distancia de la Tierra, se ve en el cielo como un punto brillante. Ahora… calculad el tamaño relativo de algo situado 10 000 000 de veces más lejos… y que tiene la mitad de su masa.

Finalmente, también nos han mostrado una imagen del enorme cataclismo cósmico que se está produciendo en un vistoso cúmulo galáctico.

Este vistoso quinteto de galaxias solo lo es aparentemente. Una de las galaxias, la situada en el centro más a la izquierda, esta mucho más cerca de nosotros, unos 39 millones de años-luz, que las otras cuatro situadas a una distancia entre 210 y 340 millones de años luz. Si alguien sólo ve cuatro mazacotes de luz, que piense que el mazacote central tiene dos núcleos luminosos próximos, son dos galaxias que han colisionado recientemente. Y así, tenemos las cinco galaxias del quinteto. En el cuadro se ven muchas mas, de tamaños aparentes mucho más reducidos, mucho más lejanas. No relacionadas ni visual ni gravitatoriamente. El James Webb nos permite, con su visión infrarroja apreciar las consecuencias de esa colisión, que modifica su forma y genera una explosión de neoformación estelar.

En fin… como podéis ver… nos esperan maravillas de este instrumento. Que no obstante tendrá mucho detractores por el gran coste que ha supuesto ponerlo en marcha y se argumentará que con las necesidades que hay en el mundo, es un gasto excesivo. Argumento típico de ignorantes. Lamentablemente, muchos de ellos, políticos ignorantes, demagogos y populistas. Lo que hace el James Webb es investigación básica para el conocimiento del universo y la realidad. Sin investigación básica, no puede llegar la investigación aplicada, mejor comprendida por la gente y más fácil de justificar. Imposible. Niente. Pese a todo, cada vez que llega una crisis, muchos gobiernos, especialmente en España, hacen lo contrario de lo que deberían hacer. Recortan gastos en investigación. Cuando lo que habría que hacer es aumentarlo para que en el futuro las crisis, que siempre habrá, nos pillen más preparados. Pero donde la incultura prevalece… poco hay que hacer.

[Fotocomentario/cultura] El mamut y otras exposiciones convenientes

Arte, Ciencia, Cultura

Por si alguien no se cosca lo suficiente, en estos mediados del mes de junio, cuando todavía no hemos llegado oficialmente al verano, hace calor. Pero mucho calor. Hasta tal punto que no apetece abandonar las razonables temperaturas de casa, mantenidas a costa del sablazo de las energéticas para mantener funcionando el aire acondicionado. Pero ayer quedamos a vernos un grupo de amigos y otros conocidos que no nos veíamos desde hacía un tiempo. Un brunch tempranero… siempre ha existido, antes le llamábamos el almuerzo del domingo,… y luego, ya en pequeño grupo, un paseo por algunas exposiciones antes de un aperitivo tempranero, para buscar refugio en el aire acondicionado doméstico antes de que arrecie demasiado el calor. Lo que yo no imaginaba es que la exposición más animada que íbamos a visitar fuera, en el Caixaforum Zaragoza, la dedicada a los mamuts.

Y es que, en torno a un gran esqueleto de Mammuthus primigenius, la especie de mamut, el mamut lanudo, que más se ha popularizado en el imaginario colectivo, se daban explicaciones de cómo había sido la evolución de este género del orden de los proboscidios, al que pertenecen también los elefantes actuales, que no descienden de ellos. Son un género distinto dentro de la misma familia. Y esto… pues es muy entretenido. Siempre he considerado que las exposiciones de Caixaforum tienen buenos materiales, pero no siempre están bien contadas, y lo mismo vale para esta… pero es aceptable. Y estando relativamente orientada a niños… creo que lo pasaban mejor los adultos. Y es que a los niños se les ha introducido constantemente en los dinosaurios, que parece que otras ramas de la evolución carecen de interés para ellos.

Previamente pasamos por el IAACC Pablo Serrano porque era el último día de la exposición Hacia poéticas de género, cuyo objetivo era sensibilizar y reconocer a numerosas mujeres artistas del siglo XIX y principios del siglo XX que no recibieron el reconocimiento y la atención que merecía por su condición de mujer. No estaba nada mal, aunque para interpretarla mejor merece la pena más repasar los hilos en twitter sobre la exposición que los textos que acompañaban las obras.

[Fotografía (y más)] Emergencia climática, obituario y libro de fotografía

Ciencia, Fotografía

Aún no hemos llegado a la mitad del mes de junio, y ya estamos bajo la amenaza de una ola de calor con temperaturas máximas en el valle del Ebro de más de 40 ºC. Y ya es tópico común de conversación el «mira, fíjate tú, lo que está pasando con esto del cambio climático». Calentamiento global causado por el ser humano, se le ha llamado con más precisión durante mucho tiempo. Emergencia climática es la recomendación de estilo actual para precisar más la necesidad de tomar medidas con carácter urgente. Que nadie toma, realmente. Es curioso… en medios científicos se lleva hablando de un cambio climático impulsado por la actividad humana desde los años 50 del siglo XX, hace 70 años. Se siguió insistiendo desde los medios científicos en la cuestión durante décadas con escasa o nula repercusión. Pero realmente no fue hasta el cambio de siglo cuando la cuestión llegó realmente a los medios de forma habitual.

Mientras entre 2000 y 2010, los políticos y los medios de comunicación «jugaban» a discutir si el calentamiento global causado por el humano era o no era, hacia 2005 leí una comunicación que hablaba de que, en los artículos científicos sobre el tema, un 5 % de los estudios discutían si era o no era mientras que el 95 % restante se centraban ya en discutir a qué velocidad venía. Sólo en 2013, hace menos de 10 años, un comité intergubernamental de una agencia dependiente de las Naciones Unidas afirmó que había un cambio climático probablemente impulsado por el ser humano. Cierto es que el compromiso de Kioto para la disminución de emisiones de gases de efecto invernadero databa de 1997,… pero como el incumplimiento ha sido sido sistemático, hemos de asumir que los gobiernos lo firmaron como acto de pura fachada cara al público, sin compromiso real. Pero como estos días hace mucho calor… parece que ahora ya la gente se cree las cosas. Si el fin de semana que viene refrescase el tiempo… con la misma rapidez afirmarían que los del calentamiento global no es para tanto. En fin… La cosa es que como hace mucho calor, pero pretendo seguir manteniendo un cierto nivel de ejercicio físico, estos días madrugo bastante para salir a caminar entre 10 y 15 kilómetro al día con una temperatura razonable y saludable. Y hago fotos, como las que muestro en esta entrada.

Pasando a las cosas fotográficas, durante los días que estuve de viaje en mis recientes vacaciones falleció Bárbara Allende Gil de Biedma, popularmente conocida como Ouka Leele (1957 – 2022). Era una persona con una formación artística bastante profunda. Y que coincidió su despertar a la actividad artística con los revueltos tiempos de la transición de la dictadura a la democracia, o lo que sea que tengamos ahora. Y por ello, inevitablemente se le ha colgado la etiqueta de «fotógrafa de la movida». Porque claro, en España no hay más que Madrid. Y sólo lo que pasa en Madrid es importante. La cuestión es que durante aquel final de los setenta y durante los años ochenta del siglo XX hubo más fotógrafos, con diversos estilos, con diversas visiones y con diversas estéticas y filosofías como para meterlos a todos en un mismo saco. Y cada vez me molesta más esa etiqueta de «loquesea de la movida». Es reduccionista y prejuiciosa. Durante la mayor parte de aquellos años, su fotografía fue en blanco y negro, aunque solía colorear sus retratos monocromos con vistosos colores de acuarelas. Como ya he dicho, su formación artística era amplia, y sus habilidades como artista, diversas. Pero también he de decir que a mí, personalmente, me gusta más su fotografía en blanco y negro, que sus obras mas expresionistas llenas de chillones colores, pero que con frecuencia encuentro algo vacías de contenido. De tal forma, que el libro que más me gusta de ella es uno de obras inéditas que compré hace algunos años y donde abundan esas fotografías de juventud monocromas. Y lo hojeo con frecuencia. Realmente me gusta. Pero los coloricos chillones… ay, pues no mucho. En cualquier caso, que la tierra le sea leve.

Y retrocedemos también hasta los años 70 y 80 para hablar del último libro de fotografía que me ha llegado. Lo encargué en febrero, cuando todavía no se había publicado, pero ya se podía reservar. Pero no me ha llegado hasta principios de esta semana. Después de que haya ido y venido desde Alemania dos veces más. Porque la gente de FedEx decidió que lo quería pasear, pero no les apetecía traérmelo a casa. Durante semanas. Al final, el vendedor, gente seria y formal, se puso en contacto conmigo, le conté, cambió de empresa de mensajería… y me llegó en unos pocos días sin problemas. El libro es JAL 76 88 del fotógrafo canadiense Greg Girard también aquí (instagram). Girard ha vivido durante buena parte de su carrera en países del Asia más oriental, a cuyos paisajes urbanos y humanos ha orientado su cámara y su visión.

El libro que nos ocupa, y que me está encantando, como ya suponía, es una extensión de un trabajo previo del fotógrafo, Tokyo-Yokosuka 1976-1983, con nueva obra no publicada previamente añadida. No he encontrado una explicación concreta, pero quiero imaginar que JAL vendrá de una de las dos aerolíneas más importantes del país (Japan Airlines, que es considera la aerolínea de bandera del País del Sol Naciente), siendo la otra ANA (All Nippon Airways) que es la única de las dos en la que he viajado. El caso es que, con la extension del periodo de tiempo, de alguna forma es un testimonio del Tokio anterior al estallido de la burbuja inmobiliaria a final de la década de los 80. Un momento de crecimiento y actividad económica que parecía imparable, y que dio lugar a una metrópoli prototipo de las grandes ciudades globales que ahora pululan por el mundo, especialmente por Asia. Un conjunto amplio de fotografías, tanto en blanco y negro como en color. Las primeras más centradas en las personas, las segundas más en el paisaje urbano, y con unos tonos muy expresionistas, y con ambientes nocturnos, muy al «estilo Blade Runner» para que se me entienda. Tiene escaso texto. Sólo al final hay un indice de fotografías, con los pies de foto de cada una de las imágenes, muchas de las cuales se muestran a doble página. Da para mucho. El ir contemplando y destripando todas estas imágenes lleva tiempo y dedicación. Así que a pesar de la ausencia de texto, se tarda en leer. Muy recomendable.

[Cine en TV] Las últimas del año: Don’t look up (2021) – Being the Ricardos (2021) – Red Notice (2021)

Cine

Ya viene siendo habitual es que el día 1 de enero lo dedico a comentar la última o las últimas películas vistas en el año anterior, para poder hacer el resumen del año el 2 de enero. Y así sucederá este año también. En esta ocasión, son tres estrenos cuasidirectos en plataforma, dos en Netflix y uno en Amazon Primer Video, a los que tenía ganas. Y que aprovechando que esta semana he tenido fiesta, he podido acostarme más tarde y tener más tiempo para estar dos horas o más seguidas delante del televisor. Para no hacer esto demasiado largo, les dedicaré lo justito.

Para ilustrar la entrada, una de las localizaciones más majas de la peor de las tres películas de hoy.

Don’t look up (2021; 79/20211225)

Fue película para el día de Navidad. Una película de Adam McKay, con un reparto encabezado por Leonardo DiCaprio y Jennifer Lawrence, con la participación de nombres como Meryl Streep, Cate Blanchett y Timothée Chalamet entre otros. Menciono los de más relumbrón o más de moda. Y que ha dividido a la crítica. Entre quienes la adoran y entre quienes la consideran mediocre. Y quizá los dos grupos tengan razón.

La historia de dos científicos que anuncian el apocalipsis con toda certeza salvo que se actúe pronto, pero nadie les hace caso, o lo hacen tarde, no sólo no es una mala idea, ya ha habido ideas similares, sino que además, en esta tercera década del siglo XXI, necesaria. Hay una diversidad de momentos buenos en la película, y el reparto no lo hace mal. Pero el conjunto es irregular, con bajones notables en la narración. Ha despertado comentarios críticos por las diferencias salariales entre protagonistas masculinos y femeninos. No basta para animar a la gente a suscribirse a Netflix, por los ya suscritos, pueden darle una oportunidad y quedarse con lo positivo. Creo que todavía se puede ver en pantalla grande.

Valoración

  • Dirección: ***
  • Interpretación: ***
  • Valoración subjetiva: ***

Being the Ricardos (2021; 80/20211228)

Las vidas y trabajos de Lucille Ball (Nicole Kidman) y Desi Arnaz (Javier Bardem), protagonistas de esta película de Aaron Sorkin, resuenan mucho en la cultura popular norteamericana, pero muy poco en la española. Sin embargo, las buenas críticas a un reparto de cierto prestigio al que podríamos sumar, entre otros, a J.K. Simmons como secundario de lujo, me llevaron a ver esta película sobre una semana crítica para uno de los programas de televisión más famosos en EE.UU., por cuestiones políticas y por la vida personal del matrimonio entre ambos personajes.

La película está bien hecha, pero el tema resulta sólo mínimamente interesante, visto desde este lado del charco. Pero el buen trabajo del reparto, están realmente muy bien, hace que sea una buena opción para los suscriptores de Amazon Prime Video.

Valoración

  • Dirección: ***
  • Interpretación: ****
  • Valoración subjetiva: ***

Red Notice (2021; 81/20211231)

Netflix anunció a principios de 2021 que iba a estrenar un mínimo de un largometraje de producción propia a la semana, aunque el promedio sería mayor. Y así ha sido. Pero la mayor parte de ellos han sido sin interés, o totalmente prescindibles. Igual que lo que sucede en los estrenos en la pantalla grande. Cuando se estrenó esta película de ladrones de guante blanco (no tan blanco, hay sus buenas dosis de violencia) dirigida por Rawson Marshall Thurber, la crítica se puso de acuerdo en masacrarla. O sea… del montón prescindible. Pero la audiencia le dio un nota alta, siendo de las películas más vistas en la plataforma.

Y es comprensible… porque es el guilty pleasure perfecto. Con un reparto razonablemente carismático gracias a Dwayne Johnson, pero sobre todo a Ryan Reynolds, y especialmente a Gal Gadot, la película es calamitosa en un tantas cosas que no voy a ponerme a ello en el breve espacio que le dedico. Pero al mismo tiempo te diviertes. La asumes como una parodia del género, que no sé si era la intención, y pasas las dos horas sin problemas y sin que se te haga larga. Aunque ya aviso, dice y hace tonterías tremendas. Las tres estrellas son por el factor diversión… en realidad sería más apropiado no pasar de las dos estrellas en mi valoración subjetiva.

Valoración

  • Dirección: **
  • Interpretación: ***
  • Valoración subjetiva: ***

[TV] Cosas de series; solos o acompañados de erupciones volcánicas

Televisión

No sabía si dedicar la entrada televisiva de esta semana a los dramas médicos o a los misterios tecnológicos o «sobrenaturales-loquesea». Al final, como tenía a manos unos fotos apropiadas para esto último con ello iré.

Camino de acceso para visitar una de las lenguas del Mýrdalsjökull, glaciar bajo el cual encontramos el volcán Katla, que da título a una de las series de hoy.

Están de moda las erupciones volcánicas. Y últimamente uno de los sitios estrella para visitarlas es Islandia. Una erupción en la península de los Rejkjanes de las de tipo tranquilo, de lavas fluidas y vistosas coladas que se desparraman alrededor de la fisura que se abre en el suelo del área volcánica. Dicen que el volcán más activo de Islandia es el Hekla. Pero el más famoso de los últimos fue la que se produjo en el glaciar Eyjafjallajökull en 2021, que también fue de lava fluida, pero que se acompañó de la expulsión grandes cantidades de ceniza a la atmósfera, llevando al cierre del espacio aéreo en Europa, por los riesgos para las aeronaves. Recordar que el nombre ese tan complicado es el del glaciar; la erupción recibió ese nombre porque el volcán está bajo la masa de hielo de ese glaciar. Y no lejos del glaciar Eyjafjallajökkul, unos kilómetros hacia el este está el Katla, bajo el glaciar Mýrdalsjökull, alguna de cuyas lenguas pude visitar en 2016, y que también es uno de los más activos y potentes de la isla. La última erupción documentada es de 1918. Por lo que ahora lleva un tiempo largo de inactividad, ya que las erupciones históricas desde el año 930 han sido en intervalos de entre 20 y 90 años. En sus erupciones son muy peligrosos los lahares, por la fusión masiva del glaciar debido al calor emitido por la eurupción, lo cual lleva a enormes inundaciones que arrastran gran cantidad de sedimentos. Es uno de los riesgos más importantes para la población en caso de erupción de un volcán.

La serie de televisión del mismo nombre, Katla, transcurre durante una erupción ficticia actual. El volcán está muy próximo a la localidad de Vik i Mýrdal, en el sur de la isla, muy popular entre los turistas, por los espectaculares paisajes costeros alrededor de la península de Dyrhólaey, próxima a la población, o por la propia playa de arena negra de la misma. De esta zona son las fotografías que acompañan la entrada. Pues bien, encontramos Vik con los accesos cerrados y con la mayor parte de la población evacuada mientras el Katla erupciona, cuando empiezan a aparecer, cubiertos de cenizas, una serie de personas desnudas, algunas dadas por muertas o desaparecidas. Lo cual altera las vidas de los pocos habitantes que quedan en el lugar. No voy a decir más sobre el argumento, para no destripar las sorpresas. La serie va de menos a más. Yo estuve a riesgo de dejarla en los primeros episodios, pero conforme avanza se hace más interesante, más intensa y más sorprendente. No es para calificarla de excelente, pero sí de interesante, con buenos trabajos interpretativos. La veréis en Netflix, si os interesa.

Solos (el título original de la serie está en castellano aunque sea una serie estadounidense) es una serie que ha aparecido en Amazon Prime Video en las últimas semanas. Una miniserie de siete episodios de media hora de duración con unos protagonistas muy notables y conocidos ( Morgan FreemanAnne HathawayHelen MirrenUzo AdubaAnthony MackieConstance WuDan Stevens y Nicole Beharie) Es una de las muchas series nacidas al hilo de los confinamientos debidos a la pandemia. La premisa es la de presenciar la peripecia de personas que viven solas o se encuentran solas. Una científica que quiere viajar al futuro para resolver sus problemas actuales, una mujer ya mayor que se presta voluntaria a una misión espacial sin retorno para encontrarse a sí misma, un hombre que ha de morir y busca un «sustituto» para su familia, un hombre al que sacan de su desmemoria debido a lo que parece un Alzheimer,… y otras situaciones en las que el protagonista se encuentra solo, con un tono futurista. De hecho, dejando al lado alguna voz por llamadas telefónicas o similares, creo que sólo en uno de los episodios hay dos intérpretes en pantalla. La serie es irregular. Algunos episodios son buenos, pero otros, no tanto. Los intérpretes están todos a buen nivel, aunque no siempre consiguen salvar su episodio. Cuesta poco darle una oportunidad, dada su corta duración, tanto en número de episodios como en el minutaje de los mismos.

[Arte y cultura] Entre lujo y espejos

Arte, Cultura

Quedé con tres amistades el domingo por la mañana. Hacía mucho calor. No apetecía mucho caminar. El sábado por la mañana caminé, cámara en mano, un nuevo rollo de fotos expuestas en el infrarrojo pendientes de revelar todavía, hasta las esclusas de Valdegurriana. Ida y vuelta. Por el camino del canal, vienen a ser 4,4 km. Multiplicados por dos. Como me entretuve haciendo otras cosas, vine a caminar unos 10 kilómetros. Aunque el calor no había atacado plenamente, volví cansado. Más por la necesidad de rehidratación que por el esfuerzo físico, que no supuso mayor problema. Casi todo es recorrido llano. Así que el domingo,… aunque convenientemente rehidratado, todavía estaba con una sensación de cabeza «vacía». Lento. Por eso, cuando dijeron de pasar por Caixaforum, cosa que no hacíamos desde antes del confinamiento por la epidemia de covid-19, me pareció bien.

Como alguien dijo, «hay dos exposiciones, una buena y otra divertida». Y así fue.

Visitamos primero la exposición «Lujo. De los asirios a Alejandro Magno». Con fondos procedentes del British Museum, se centra principalmente en la importancia de los objetos de prestigio, de «lujo», en las relaciones de poder y comercio en las civilizaciones que se desarrollaron en el Levante mediterráneo y Mesopotamia, desde la cultura asiria hasta la desintegración del imperio de Alejandro Magno. Aunque no traigo aquí ninguna foto demostrativa, creo que los objetos que más me impresionaron son los documentos con escritura cuneiforme. Un escritura cuyo desarrollo estuvo muy íntimamente relacionada con el comercio y las primitivas formas de contabilidad. Lujo. Dinero. Comercio. Escritura. Todo está relacionado.

La segunda exposición disponible es «Espejos. Dentro y fuera de la realidad». Esta exposición entraría más bien dentro del terreno de la divulgación científica y de la curiosidad. Y su base está en las propiedades ópticas de los espejos y de los sistemas ópticos formados por estos. Lo engarzan un poquito en lo literario a través de las obras de Lewis Carroll. Pero… bueno. Aunque es muy entretenida. Y para un aficionado a la fotografía es de lo más divertida, quizá le falta un poquito de profundidad en sus explicaciones, quedando en ocasiones más en lo anecdótico que en lo divulgativo. Lo observé porque hubo varios experimentos que la gente no acaba de entender. Como el de la radiación infrarroja que concentrada por una lupa, quema el papel. Es la radiación infrarroja que no vemos y no la luz que sí vemos. O la confusión entre el movimiento de los fluidos, el aire, que rodea a una mano caliente, que la gente confundía con el calor en sí mismo. Y varias otras, esto sólo son ejemplos, obviamente no bien explicadas, porque la gente no se coscaba. Si te lo sabías de antemano, lo disfrutabas más. Pero bueno, todo el mundo se divertía. Tengo que volver con menos gente para hacer mis fotos a placer. Sin nadie dando prisas.