[Obituarios foto y cine] William Klein (1926-2022) y Jean-Luc Godard (1930-2022)

Cine, Fotografía

En los últimos tiempo, parece que está de moda morirse. Bueno, en realidad, es una actividad humana que no ha perdido vigencia nunca. Y que cuando se moda a lo bruto, ya saben,… guerras, epidemias, hambrunas,… pues es especialmente desagradable. Pero claro, en una sociedad humana en la que las desigualdades son una constante, también a la hora de morirse hay diferencias. Fíjense ustedes la que se monta si se muere una reina de Inglaterra y demás territorios del Reino Unido y la Mancomunidad de Naciones (la famosa Commonwealth). Quien dijo que estábamos en crisis. Si se nos muere la momia multimillonaria y coronada, el estado tira la casa por la ventana, mientras que otros mueren en la indigencia y el olvido. El caso es que la semana pasada estuvo también nutrido de otros obituarios, de gentes que, en mi humilde parecer, son más respetables que la momia de los Windsor, previamente Sajonia-Coburgo-Gotha hasta que el abuelo Jorge de la momia, cambió de apellido por haber entrado en guerra con su primo Guillermo, el de Berlín, y quedaba mal tener un apellido tan rebuscado y alemán.

Uno de los finados reciente fue el fotógrafo William Klein (1926 – 2022), nacido en Nueva York y fallecido en París. Nacido el mismo año que la momia de los Windsor, mira tú qué casualidad. En un momento dado de su vida adquirió la nacionalidad francesa, tras quedarse a vivir en el país vecino tras ser licenciado del ejército yanqui tras la Segunda Guerra Mundial. Conozco la magnífica y poderosa obra de Klein desde hace muchos años, prácticamente desde que comencé a interesarme por la fotografía en todos sus aspectos. Pero no hay nada como una buena exposición para que te enganches definitivamente a la obra de un artista. Y esa exposición, en el caso de Klein, la visité en el año 2012, un diálogo fotográfico con el japonés Daidō Moriyama en la Tate Modern Gallery, una de las mejores exposiciones sobre fotografía que he visitado en mi vida. También fue director de cine, aunque poco comercial, y con muchos cortos y documentales en su haber. Como curiosidad, tiene una aparición en el corto La jetée de Chris Marker, como «un hombre que viene del futuro».

Y también se nos ha ido, muy mayor también, el director de cine francés Jean Luc Godard (1930 – 2022) [en IMDb]. Fue uno de los exponentes más importantes de la Nouvelle vague del cine francés, muy influyente a nivel internacional. Y he de decir que de aquella generación de cineastas galos, probablemente sea mi favorito junto con Éric Rohmer y, quizá, Alain Resnais. Sí, por encima de Truffaut, que también goza de mis simpatías. No me considero especialista en el cine de Godard. Su filmografía es tremendamente extensa, ya que abarca seis décadas largas, entre 1955 y 2018, siendo bastane prolífico. En IMDb le acreditan 131 títulos entre largometrajes, cortometrajes, anuncios, televisión, etcétera. Pero sí que le he visto sus títulos más emblemáticos, sirviéndome para enamorarme de Jean Seberg, o de Anna Karina en más de una ocasión. Tengo serias dudas que los mejores directores de cine actuales dejen en mí el poso que dejaron estos directores franceses, a los que anómalamente en un momento dado de mi vida, temprano, y que para siempre estorbaron mis gustos cinematográficos, alejándome del común de los mortales y convirtiéndome en «un raro». Cosas que pasan.

[Fotografía (y más)] Emergencia climática, obituario y libro de fotografía

Ciencia, Fotografía

Aún no hemos llegado a la mitad del mes de junio, y ya estamos bajo la amenaza de una ola de calor con temperaturas máximas en el valle del Ebro de más de 40 ºC. Y ya es tópico común de conversación el «mira, fíjate tú, lo que está pasando con esto del cambio climático». Calentamiento global causado por el ser humano, se le ha llamado con más precisión durante mucho tiempo. Emergencia climática es la recomendación de estilo actual para precisar más la necesidad de tomar medidas con carácter urgente. Que nadie toma, realmente. Es curioso… en medios científicos se lleva hablando de un cambio climático impulsado por la actividad humana desde los años 50 del siglo XX, hace 70 años. Se siguió insistiendo desde los medios científicos en la cuestión durante décadas con escasa o nula repercusión. Pero realmente no fue hasta el cambio de siglo cuando la cuestión llegó realmente a los medios de forma habitual.

Mientras entre 2000 y 2010, los políticos y los medios de comunicación «jugaban» a discutir si el calentamiento global causado por el humano era o no era, hacia 2005 leí una comunicación que hablaba de que, en los artículos científicos sobre el tema, un 5 % de los estudios discutían si era o no era mientras que el 95 % restante se centraban ya en discutir a qué velocidad venía. Sólo en 2013, hace menos de 10 años, un comité intergubernamental de una agencia dependiente de las Naciones Unidas afirmó que había un cambio climático probablemente impulsado por el ser humano. Cierto es que el compromiso de Kioto para la disminución de emisiones de gases de efecto invernadero databa de 1997,… pero como el incumplimiento ha sido sido sistemático, hemos de asumir que los gobiernos lo firmaron como acto de pura fachada cara al público, sin compromiso real. Pero como estos días hace mucho calor… parece que ahora ya la gente se cree las cosas. Si el fin de semana que viene refrescase el tiempo… con la misma rapidez afirmarían que los del calentamiento global no es para tanto. En fin… La cosa es que como hace mucho calor, pero pretendo seguir manteniendo un cierto nivel de ejercicio físico, estos días madrugo bastante para salir a caminar entre 10 y 15 kilómetro al día con una temperatura razonable y saludable. Y hago fotos, como las que muestro en esta entrada.

Pasando a las cosas fotográficas, durante los días que estuve de viaje en mis recientes vacaciones falleció Bárbara Allende Gil de Biedma, popularmente conocida como Ouka Leele (1957 – 2022). Era una persona con una formación artística bastante profunda. Y que coincidió su despertar a la actividad artística con los revueltos tiempos de la transición de la dictadura a la democracia, o lo que sea que tengamos ahora. Y por ello, inevitablemente se le ha colgado la etiqueta de «fotógrafa de la movida». Porque claro, en España no hay más que Madrid. Y sólo lo que pasa en Madrid es importante. La cuestión es que durante aquel final de los setenta y durante los años ochenta del siglo XX hubo más fotógrafos, con diversos estilos, con diversas visiones y con diversas estéticas y filosofías como para meterlos a todos en un mismo saco. Y cada vez me molesta más esa etiqueta de «loquesea de la movida». Es reduccionista y prejuiciosa. Durante la mayor parte de aquellos años, su fotografía fue en blanco y negro, aunque solía colorear sus retratos monocromos con vistosos colores de acuarelas. Como ya he dicho, su formación artística era amplia, y sus habilidades como artista, diversas. Pero también he de decir que a mí, personalmente, me gusta más su fotografía en blanco y negro, que sus obras mas expresionistas llenas de chillones colores, pero que con frecuencia encuentro algo vacías de contenido. De tal forma, que el libro que más me gusta de ella es uno de obras inéditas que compré hace algunos años y donde abundan esas fotografías de juventud monocromas. Y lo hojeo con frecuencia. Realmente me gusta. Pero los coloricos chillones… ay, pues no mucho. En cualquier caso, que la tierra le sea leve.

Y retrocedemos también hasta los años 70 y 80 para hablar del último libro de fotografía que me ha llegado. Lo encargué en febrero, cuando todavía no se había publicado, pero ya se podía reservar. Pero no me ha llegado hasta principios de esta semana. Después de que haya ido y venido desde Alemania dos veces más. Porque la gente de FedEx decidió que lo quería pasear, pero no les apetecía traérmelo a casa. Durante semanas. Al final, el vendedor, gente seria y formal, se puso en contacto conmigo, le conté, cambió de empresa de mensajería… y me llegó en unos pocos días sin problemas. El libro es JAL 76 88 del fotógrafo canadiense Greg Girard también aquí (instagram). Girard ha vivido durante buena parte de su carrera en países del Asia más oriental, a cuyos paisajes urbanos y humanos ha orientado su cámara y su visión.

El libro que nos ocupa, y que me está encantando, como ya suponía, es una extensión de un trabajo previo del fotógrafo, Tokyo-Yokosuka 1976-1983, con nueva obra no publicada previamente añadida. No he encontrado una explicación concreta, pero quiero imaginar que JAL vendrá de una de las dos aerolíneas más importantes del país (Japan Airlines, que es considera la aerolínea de bandera del País del Sol Naciente), siendo la otra ANA (All Nippon Airways) que es la única de las dos en la que he viajado. El caso es que, con la extension del periodo de tiempo, de alguna forma es un testimonio del Tokio anterior al estallido de la burbuja inmobiliaria a final de la década de los 80. Un momento de crecimiento y actividad económica que parecía imparable, y que dio lugar a una metrópoli prototipo de las grandes ciudades globales que ahora pululan por el mundo, especialmente por Asia. Un conjunto amplio de fotografías, tanto en blanco y negro como en color. Las primeras más centradas en las personas, las segundas más en el paisaje urbano, y con unos tonos muy expresionistas, y con ambientes nocturnos, muy al «estilo Blade Runner» para que se me entienda. Tiene escaso texto. Sólo al final hay un indice de fotografías, con los pies de foto de cada una de las imágenes, muchas de las cuales se muestran a doble página. Da para mucho. El ir contemplando y destripando todas estas imágenes lleva tiempo y dedicación. Así que a pesar de la ausencia de texto, se tarda en leer. Muy recomendable.

[Recomendaciones fotográficas] Obituario de Paul Fusco y otras cosas

Fotografía

Nos informaba de ello la agencia Magnum Photos a través de su Instagram y de su página web. El fotógrafo norteamericano Paul Fusco (1930 – 2020) falleció hace pocos días. Su trabajo más conocido por el gran público es del tren funerario del senador Robert Kennedy, que murió asesinado. Fusco iba en el tren que trasladaba los restos del político estadounidense, y desde las ventanillas fue realizando fotografías a las gentes que presentaban sus respetos desde las cercanías a la línea ferroviaria. Pero fue responsable de muchos otros interesantes trabajos, sean los agricultores en huelga en California, o sobre las secuelas de Chernobyl, sobre el sida, y sobre otros, siempre con un espíritu muy humanista y mostrando gran empatía con quienes sufren.

Comentaba ayer que unas exposiciones de fotografías del japonés Gochō Shigeo servían de marco a momentos importantes en la trama de la película que había visto recientemente. Gochō tuvo una vida corta, ya que nació en 1949, tuvo una grave una grave tuberculosis ósea con tres años y a partir de ahí vivió con discapacidad y entre dolores, muriendo a los 36 años. Su obra, por lo tanto no es muy extensa. Pero hoy en día se le considera un precursor de la fotografía contemporánea japonesa, que se fijó sobretodo en los sujetos de la vida cotidiana. Niños, familias, festivales, paseos callejeros… siempre con una visión cercana a sus sujetos. A pesar de su propia calamidad. Viendo algunas de sus fotos, entendemos que muchos de los que creen haber inventado la fotografía documental en las calles, street photography para quienes son incapaces de traducir al castellano, no se coscan que hay muchas cosas inventadas y bien inventadas hace muchos años.

Siguiendo en Japón, en el British Journal of Photography nos hablan de la visión del fotógrafo británico Dan Bailey del País del Sol Naciente. Una visión muy influenciada por los propios fotógrafos nipones contemporáneos y que busca contrastar los símbolos habituales y conocidos de Japón con otras visiones del paisaje y las gentes del país que muestran que nada es tan sencillo ni simplista y que entre tradiciones y actualidad hay todo tipo de inconsistencias y contradicciones. Probablemente, fenómenos semejantes encontraríamos en la mayor parte de los países del mundo que arrastran culturas centenarias o milenarias. Pero como viajamos a bordo de esas contradicciones, no las percibimos.

Hay quien considera a la francesa Sophie Calle como fotógrafa. Pero lo más normal es incluirla bajo el paraguas más amplio, y con frecuencia difícil de definir, de artista conceptual. Término popular en el arte contemporáneo, pero del que también se abusa mucho. Calle lo es, sin duda. Y a mí ya me van gustando varios de sus proyectos. En American Suburb X nos hablan de uno de sus proyectos, transformado en libro, en el que se mezclan fotografías y textos, y en el que se trata de reflexionar sobre los «porqués» de realizar fotografías. El libro tiene un título «sencillo»; Because of this story of a passer-by gushing at a baby in a stroller whose mother exclaims «And you haven’t seen his picture!». El título es inglés. Los textos en el interior, en francés.

Cosas que sigo en Instagram y que me gustan. 1) La cuenta de Hellen van Meene (instagram), y especialmente muchos de sus retratos, aunque sean de perros. 2) La cuenta del Festival Revela’T (instagram), que nos va presentando las exposiciones y actividades que tienen preparadas para septiembre. Suponiendo que las puedan celebrar claro… Dos que me han llamado la atención; una, la del chino Zhou Hanshun (instagram), dos, la del español Txema Salvans (instagram).

[Cine – in memoriam] Un ángel vuelve al cielo; Bruno Ganz (1941 – 2019)

Cine

Este ha sido un fin de semana extraño. Lo quería haber dedicado a la fotografía. Tanto tomando fotografías, como comentando hoy algunas recomendaciones fotográficas. Pero una serie de factores se han conjurado en contra. Ayer… mi despiste. Por la mañana, quise capturar aves en el Ebro con una cámara digital, y me dejé la tarjeta de memoria de la cámara en casa. Por la tarde, quise fotografiar el paisaje del atardecer con película diapositiva, y el carrete desapareció del macuto. Literalmente. Lo introduje en su interior en casa, y cuando llegué al lugar previsto, al ir a ponerlo en la cámara, no estaba. Misterios de la vida.

El Berlín que sobrevolaba el ángel Damiel, y en el que se enamoraba de la trapecista Marion, ya ha desaparecido, su fisionomía ha cambiado en gran medida, aunque quedan restos aquí y allá de aquella ciudad dividida, en la que algunas de sus zonas más populosas en la actualidad se veían desoladas por la artificial separación provocada por las guerras y la política.

Lo que pensaba hacer hoy ya ni lo cuento. Pero desde que por la noche de ayer recibí una cierta noticia, nada ha sido como lo previsto. Eso sí. Me he escapado un momento al cine a una película matinal. Que una vez más confirma que Hollywood es un extraño rey Midas. Con una gran capacidad de convertir en excrementos cinematográficos lo que toca, mientras que cuando llegan a taquilla, estos se convierten en oro para los empresarios dele negocio. Ya os cuento otro día.

Porque a todo esta serie de catastróficas desdichas se suma la noticia de que ha fallecido Bruno Ganz (1941 – 2019). Un actor que me es familiar desde que vi mi primera película de Wim Wenders en un cineclub universitario. Pero que para buena parte de la prensa parece que sólo ha existido desde que encarnó a un odioso dictador hace quince años. Popular desde entonces por ese papel y por los memes sin mesura que han poblado y poblarán internet llenándolo de contenido sin sentido, para mí sin embargó será siempre el ángel que prefirió perder sus alas y su armadura a cambio de sufrir los pesares de la carne mortal y terrenal, pero también la dulzura del amor de una bella trapecista. Yo también me enamoré de aquella trapecista, que también abandonó este valle de lágrimas, demasiado joven.

No era alemán, como muchos pensaba. Suizo, de Zúrich, donde nació y murió. Trabajó en el teatro y en otras artes escénicas, prestando su buen hacer interpretativo al mundo de la música. Y en el cine, trabajó con algunos de los grandes directores europeos. También alguno americano. Trabajó mucho… y vano sería ahora enumerar sus interpretaciones. Pero ha estado activo hasta hace bien poco. Deja algún trabajo póstumo, todavía sin estrenar. Y en los últimos tiempos lo hemos podido ver en dos trabajos muy distintos. Tirando de vis cómica, en una farsa de carácter político y sobre las relaciones humanas, que siendo una película británica excelente pasó por las carteleras españolas sin hacer mucho ruido. Y recientemente, interpretando a un mefistofélico Virgilio, acompañando a los infiernos a un asesino en serie, en un desasosegante drama, poco comercial, pero que también atesora calidad, de un cierto director danés, siempre inquietante.

Es ley de vida que, cuando llegamos a ciertas edades, nuestra probabilidad de morir va siendo mayor, hasta que no podemos eludir los dados del destino y termina nuestra travesía por este mundo. Pero 77 años saben a poco hoy en día. En cualquier caso, Bruno, que la tierra te sea leve. Y como siempre digo, si ha de existir otra vida después de esta, la única que se me ocurre que me interese es aquella que nos reúna a todas las gentes del cine con los que amamos el séptimo arte. Todas las demás… cada vez me interesan menos.

[Recomendación fotográfica] Erich Lessing (1923 – 2018)

Fotografía

Quizá Erich Lessing no sea uno de los fotógrafos más conocidos de las generaciones actuales. El austriaco falleció el 29 de agosta a la provecta edad de 95 años, llevaba ya un tiempo retirado. Pero pertenece a una generación de fotógrafos de prensa y de reportaje que nunca se creyeron artistas. A pesar de la indudable calidad de sus fotografías. Eran de los que salían al mundo, lo observaban, hacían sus fotos, intentando ser fieles a la realidad que se presentaba ante sus ojos. Sin florituras. Pero con eficacia.

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Siendo Lessin un fotógrafo que trabajó fundamentalmente en blanco y negro, aprovecho para acompañar con fotografías del último carrete revelado, el último del defectuoso lote de Rollei Retro 80S que he venido usando los últimos meses. Algunas fotos en infrarrojo, aunque la mayoría en el espectro normal, donde se notan menos los defectos de la emulsión.

Nacido y criado en una de las épocas más turbulentas de la historia de su país y de Europa en general, se libró de morir en los campos de exterminio alemanes, al contrario que otros de sus familiares, porque se refugió en Palestina en 1939. Pero volvió, y se convirtió en testigo de la turbulenta posguerra de su país y, sobretodo, de sus complicados vecinos del otro lado del telón de acero.

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No le voy a dedicar una entrada técnica especial; simplemente decir que está expuesto con la Fujifilm GS645S, y revelado en Rodinal 1+25, 8 minutos a 20 ºC.

Miembro de Magnum Photos, donde podemos conocer su trabajo, desde 1955, que informó de su fallecimiento ayer mismo, era fundamentalmente un currante de la fotografía. Lo cual no quita un ápice de calidad a sus retratos y a sus reportajes, aunque el mismo se manifestase como un mero trabajador de la observación de la realidad, despojándose de las auras de artista que parece imprescindibles hoy en día. Y sin embargo, tan necesarios como son estos profesionales, parecen en peligro de extinción. La abundancia de imágenes en la actualidad gracias a los formatos digitales, permite a los medios prescindir de estos fotógrafos, a costa, eso sí de la calidad y de la ética que acompañaba el trabajo que realizaban. Un pena. Es como si fuera una doble muerte, una doble pérdida para la fotografía.

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Lamento haber perdido la confianza en esta emulsión, ya que los resultados globales me gustaban mucho, con la ventaja de la nitidez y el poquito grano que presenta. Pero esas marcas del papel protector en la emulsión, cuyo origen no puedo descubrir, y que me restan confianza…

[Cine – in memoriam] Isao Takahata (1935 – 2018)

Cine

Corría el año 1975, el dictador todavía no había fallecido, y llegaba a las pantallas española un serie de dibujos animados, 52 episodios, aunque a mí se me hizo eterna, que marcaría a toda una generación de españoles. Se trataba de Heidi [アルプスの少女ハイジ Arupusu no Shōjo Haiji (literalmente, La niña de los Alpes, Heidi)]. Aquella serie nos familiarizó con aquellos personajes de aspecto aniñado y de ojos enormes, muy esquemáticos en su concepción, aunque inconfundibles, que suelen aparecer con frecuencia en la animación japonesa. Después, con un estilo similar, pero con unas dosis de melodrama muy aumentadas, llegó Marco [母をたずねて三千里 Haha wo tazunete sanzenri (algo así como Tres mil leguas en busca de mi mamá)].

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Pasearemos entre los templos y santuarios de Nikko mientras despedimos a Takahata-san, deseando que siga imaginando bellas películas de animación en el más allá, si ello fuese posible.

En aquellos momentos no eramos conscientes, pero detras de aquellas series que tanto impactaron en la sociedad española estaba la imaginación, las ideas y el equipo de animadores de Takahata Isao (como he dicho recientemente, intento respetar el orden de los nombres en Japón y otros países, con el nombre de familia o apellido en primer lugar, y el nombre otorgado en segundo lugar). Recientemente nos ha abandonado, a la edad de 82 años. Aunque menos conocido en occidente que el genial Miyazaki Hayao, fue junto a este uno de los pilares del Studio Ghibli, fuente de obras maestras de la animación nipona y mundial. Obras que adquieren un carácter universal por sus temas y por su capacidad de llegar y penetrar en la sensibilidad de los espectadores.

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Cinco fueron las películas que Takahata dirigió para Ghibli, aunque participó en otras varias como productor o en diversos papeles. Las que más recuerdo son la impresionente película antibélica La tumba de las luciérnagas [火垂るの墓 Hotaru no Haka], una película tan hermosa como tremenda, que nunca me he atrevido a ver por segunda vez. Algún día osaré enfrentarme a la tristeza que destila. Probablemente, una película merecedora de estar entre las diez mejores películas de animación de todos los tiempos. También me encantó, aunque no disfrutó de tanto éxito comercial, la imaginativa El cuento de la princesa Kaguya [かぐや姫の物語 Kaguya-hime no Monogatari]. O lo que he disfrutado siempre con la tranquila sencillez nostálgica de Recuerdos del ayer [おもひでぽろぽろ Omohide poro poro]. Sin desmerecer a otras notables producciones de las que fue artífice.

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Recientemente he comenzado a revisar toda la filmografía del Studio Ghibli. Por ello, aunque últimamente no me llamaba la atención la escritura de obituarios, sí que me ha apetecido recordar a Takahata. Quizá por ser menos conocido que Miyazaki, pero indudablemente un cineasta al que debemos mucho los amantes del buen cine en general, y de la animación en particular. Y espero que esté con muchos otros en el cielo de las gentes del cine. Como digo siempre, si existe un cielo despues de la muerte, que sea el de las gentes del cine. Otros… no creo que merezcan la pena.

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[Obituarios – cine/ciencia] Vera Rubin (1928-2016) y Carrie Fisher (1956-2016)

Ciencia, Cine

Hoy iba a hablar de fotografía. Estoy estos días entre la Navidad y el Año Nuevo de fiesta, y en los primeros días he salido con las cámaras a cuestas. Fundamentalmente, blanco y negro en película tradicional de formato medio. Estaba particularmente ilusionado con unos paisajes en la niebla que hice en el Soto de Cantalobos con la Fujifilm GS645S Professional… creo que la luz que había, con leves asomos del sol, estaba muy bien. Pero a veces metemos la pata. La cagamos que dirían algunos. Y no hay ninguna princesa que, aunque creamos que la estamos rescatando nosotros, nos rescate ella de los desastres cotidianos.

El caso es que en estos depresivos días de niebla nos llegan dos obituarios, de dos mujeres que recorrieron el universo en sus carreras profesionales. Aunque no queda claro qué universos. En Microsiervos nos han servido sendos artículos sobre estas dos mujeres, una del mundo de la ciencia y otra del mundo de la farándula, que aunque con vidas muy distintas, no las veo contrapuestas sino complementarias.

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A pesar del defecto que presentan debido a un revelado malhadado, pondré algunas fotografías de la tarde de niebla en Navidad en el Soto de Cantalobos de Zaragoza. Tienen un tono melancólico que conviene a la entrada de hoy. Y hay gente a la que gustan estos defectos… A mí no mucho.

 

Vera Rubin (1928 – 2016) fue física. Poca gente la conoce. De hecho muy poca gente conoce a los físicos en general. Einstein y Newton pueden sonar, pero la mayor parte del público no sabe realmente cuáles fueron sus méritos. Pero dentro de los físico, si eres mujer, aun te conocen menos. De hecho, no faltan caso de trabajos cuyo mérito es de una mujer en los que el prestigio del descubrimiento se lo ha llevado su jefe de departamento o de tesis. Sucede también en otras áreas del conocimiento. Rubin no lo tuvo fácil. Intentó realizar su postgrado en Astronomía en Princeton, pero no se lo permitieron en 1948. Hasta 1975, en esa «prestigiosa» universidad no permitieron a las mujeres estudiar Astronomía. Se lo curró en otras universidades. En NPR, en el obituario sobre su muerte reproducen esta filosofía de vida suya,

I live and work with three basic assumptions,

1) There is no problem in science that can be solved by a man that cannot be solved by a woman.

2) Worldwide, half of all brains are in women.

3) We all need permission to do science, but, for reasons that are deeply ingrained in history, this permission is more often given to men than to women.

Vivo y  trabajo con tres premisas básicas,

1) No hay problema en la ciencia que pueda ser resuelto por un hombre que no pueda ser resuelto por una mujer.

2) Globalmente, la mitad de todos los cerebros están en mujeres.

3) Todos necesitamos permiso para hacer ciencia, pero, por razones que estás profundamente arraigadas en la historia, este permiso se otorga más a menudo a hombres que a mujeres.

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Su trabajo principal fue el descubrimiento de las pruebas indirectas de la existencia de la materia oscura, por su influencia gravitatoria en la materia «visible». Hoy sabemos que que la materia oscura es 5,5 veces más abundante que la materia «visible». Y sin embargo sigue siendo «oscura» para nosotros, sabemos poco de ella. Rubin dijo en 2005 que «la igualdad (entre hombres y mujeres en la ciencia) es tan elusiva como la materia oscura».

Carrie Fisher (1956 – 2016) fue actriz y escritora. Su papel más famoso fue de princesa, galáctica nada menos. Y todos la recordamos por ella, como esa princesa que realmente no necesitaba ser salvada, y que era quien sacaba de apuros a sus rescatadores. Aunque los guionistas cometieran la ignominia de ponerle un horrendo biquini de chapa como reclamo sexual para machos embrutecidos en una película infantil. Os pongo el vídeo de la prueba que hizo para Star Wars (La guerra de las galaxias).

En 2006, Vanity Fair publicó una entrevista con Fisher en la que dijo cosas como estas…

I would be remiss if I didn’t ask how you ended up in Star Wars.

I slept with some nerd. I hope it was George.

You weren’t sure?

No … I took too many drugs to remember.

Prefiero no traducirlo.

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En la vida real no fue princesa, pero perteneció a la nobleza… de Hollywood. Hija del cantante Eddie Fisher y la actriz Debbie Reynolds, esta «sosita» que molestaba en pantalla cuando salía Gene Kelly en Singing in the Rain (Cantando bajo la lluvia). «Sosita» que llevó por la calle de la amargura a su hija, como esta misma nos contó, por motivo diversos. El caso es que la «nobleza» de Hollywood también llora, y si mezclamos a la familia, unas cuantas copas, alguna relación tormentosa y no pocas anfetaminas en una adolescente que se ve metida de repente en el torbellino de la fama… pues es relativamente probable que casques de un infarto con solo 60 años. Pero nos descubrió también algunas de las leyes del universo, no el de la física, sino el de la fantasía. Un mundo en el que las mujeres, aunque escasas, también pudieran ser heroínas. De las buenas, no de la que mata.

Somos seres humanos. Necesitamos tanto el mundo de la física como el mundo de la fantasía. Quienes los contraponen, dividen o antagonizan, cometen un grave error. Tanto en uno como en otro, hay que imaginar. Y crear. Cada uno con sus propias leyes. Y ambos nos permiten vivir nuestras vidas más plenamente. Y necesitamos que haya más mujeres en estos mundos. Y a ser posible que no sufran. O por lo menos, no más que un ser humano «normal». Si tal cosa existe.

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[Ciencia / cine] Lunes necrológico: Oliver Sacks (1933 – 2015) y Wes Craven (1939 -2015)

Ciencia, Cine

Sip. Luctuoso lunes, en el que aparecen comentarios en la prensa y por toda la red de redes sobre el fallecimiento de dos personas de cierta fama.

Había cosas que unían a ambos personajes… y otras que los separaban.

Ya que se nos ha ido quien algunos consideran un "maestro" del terror, buscaremos fotografías con un ambiente tenebroso.

Ya que se nos ha ido quien algunos consideran un «maestro» del terror, buscaremos fotografías con un ambiente tenebroso.

Oliver Sacks fue un científico. Médico especializado en neurología y psiquiatría, aunque partiendo de estudios de fisiología y biología. Su interés por distintas enfermedades degenerativas neurológicas, especialmente la encefalitis letárgica, le daría cierta fama. Especialmente cuando decidió empuñar también la pluma, o la máquina de escribir, o el procesador de textos… cuando empezó a escribir libros. Unos más profundos, otros más divulgativos. Unos más rigurosos, otros más discutibles. Incluso algunos de ellos llegaron hasta las pantallas de cine. En cualquier caso, con el tiempo se hizo con un prestigio no sólo como médico y científico, también como escritor y pensador. Preocupado por temas vitales y sociales. Hace unas semanas leí un artículo de opinión que publicó en The New York Times, en febrero de este año, My Own Life. En el se muestra consciente de que ha alcanzado su fecha de caducidad, aquejado por una metástasis hepática de un melanoma ocular que le diagnosticaron tiempo atrás. El texto es realmente interesante, en el que al mismo tiempo reconoce su miedo a la no existencia, pero mostrándose agradecido y satisfecho de un vida vivida en libertad y con plenitud. Lo cierto es que no son muchos seres humanos los que pueden aseverar tales cosas. Pero el artículo merece la pena su lectura y una reflexión posterior.

Bosques densos, en la niebla, en los que las casquibanas caperucitas modernas se pierde, encontrándose con feroces lobos con máscaras, cuchillos y malvadas intenciones...

Bosques densos, en la niebla, en los que las casquibanas caperucitas modernas se pierde, encontrándose con feroces lobos con máscaras, cuchillos y malvadas intenciones…

Y luego está Wes Craven. Mucho más conocido por el gran público. También comenzó su vida con una inclinación estudiosa. Graduado en inglés y psicología, con una maestría en filosofía y escritura por una prestigiosa universidad norteamericana, comenzó siendo profesor universitario. Pero en un momento dado, esto no le debió satisfacer y entró en el mundillo del cine, empezando como técnico. Su primer «éxito» fue una película pornográfica que dirigió, «escribió el guion» e incluso interpreto algún papel. Luego ya se dedicó principalmente al género de terror, al slasher. A partir de ahí nos dejó una colección de películas con una premisa que siempre me ha parecido esquizofrénica. Se utiliza como cebo el sexo y la violencia para atraer al espectador a las salas, al mismo tiempo que se difunde la visión conservardora del mundo que dice que las víctimas más probables de sus estrambóticos psicópatas asesinos serán aquellos y aquellas que contravengan las puritanas normas de la moral sexual de buena parte de los ciudadanos estadounidenses. Eso se llama coherencia. Sinceramente, llevo un rato mirando la lista de sus obras. He visto pocas de ellas; no me ha gustado ninguna. Por mucho que me guste el cine, y aunque creo que soy respetuoso con los gustos de cada cual, creo que la mayor parte de su obra es prescindible.

Sin embargo,… vistas las trayectorias vitales de ambos fallecidos, ¿quién creéis que va a hacer correr más chorros de tinta y comentarios? Esta semana la he empezado un poquito pesimista, mira tú.

Bueno... en realidad son los bonitos bosques de las laderas del monte Pilatus cerca de Lucerna en Suiza... donde dicen que está enterrado el "malvado" Poncio Pilatos y... ya volvemos con los cuentos de viejas de terror.

Bueno… en realidad son los bonitos bosques de las laderas del monte Pilatus cerca de Lucerna en Suiza… donde dicen que está enterrado el «malvado» Poncio Pilatos y… ya volvemos con los cuentos de viejas de terror.

[Cine – obituario] Yo vi a Omar Sharif (1932 – 2015) en persona

Cine

Corría el año 1990. Agosto. Con unos amigos, nos habíamos buscado un viaje económico para pasarnos casi tres semanas completitas, menos los días que salíamos de excursión al Loira, Chartres, Brujas,… en París. Para muchos españolitos, especialmente de mi generación, aunque intuyo que hoy en día también pasa, el salir de España y ver mundo es algo que comienza en la capital francesa. Para los más afortunado, sólo es el primer paso para ir conociendo el mundo. Para los menos, es el recuerdo que les acompañará toda la vida, y que provocará que la ciudad francesa adquiera unas cualidades ultraterrenas, llenas de romanticismo, como si no existiesen los atascos, las filas, los policías con subfusiles amenazadores y, lo más peligroso, el mal humor y la antipatía de muchos parisinos, que injustamente dan mala fama a todos sus compatriotas franceses.

En estas estábamos, tres jóvenes de Zaragoza y una chica de Palencia, metidos en las populosas Galeries Lafayette en el boulevard Haussmann, cuando nos percatamos de que en el centro de planta baja de estos grandes almacenes parisinos se aglomeraba una muchedumbre en torno a un puesto de perfumería. Y ahí estaba. Omar Sharif, el apuesto jerife de Lawrence of Arabia, o el enamorado médico de la rubia y guapísima Larissa en en la revolucionaria Rusia de Doctor Zhivago, firmando envases de perfume que se vendían bajo su nombre.

Reconozcámoslo. Como actor fue irregular, bordeando en numerosas ocasiones la mediocridad. Pero dio un par de pelotazos que harán que permanezca imborrable en nuestra memoria cinematográfica para siempre, y que merecen la pena que esté ahí. Que descanse en paz. Como digo siempre, en el cielo de las gentes del cine, el único paraíso ultraterreno que en el improbable caso de que exista una vida después de esta, merece la pena que exista.

Eso sí, tendrá que esperar todavía un tiempo para reencontrarse con su adorada y perdida Lara, que sigue vivita y coleando por este valle de lágrimas.

Carlos Carreter

Disculpad la baja calidad de la imagen, pero en 1990, con un nivel adquisitivo muy justito, con diapositivas de las baratas con revelado incluido de 100 ISO, en interiores y en la distancia, es difícil conseguir mucha nitidez. Pero el señor del pelo cano… ese era Omar Sharif a sus 58 o 59 años.

[Música / Jazz] El mundo del jazz está de luto y yo sin enterarme; se nos ha ido Cifu

Música

Y yo también me he puesto triste. Realmente triste. Desde que RTVE empezó a poner a disposición de los sufridos contribuyentes españoles sus programas en forma de podcasts, no me he perdido absolutamente ningún programa de radio de los que ha emitido bajo la batuta de Juan Claudio Cifuentes «Cifu» (1941 – 2015). Ninguno. Bien sea bajo la forma de Jazz porque sí (839 programas disponibles en Radio Clásica), de Jazz Internacional (25 programas disponibles en Radio Clásica) o de A todo jazz (656 programas disponibles en Radio 3), me he empapado durante todos estos años de toda esa maravillosa música. Música con swing, con alma, con creatividad, con talento,… Lo mejor de tantos y tantos músicos que han hecho historia en la historia de la más creativa música del siglo XX, que empezó como música popular entre la población afroamericana de EE.UU., pero que ha alcanzado por derecho propio el estatus de música culta. Son muchas horas de jazz las que me he chupado en todo este tiempo.

En mis viajes, no he perdido la ocasión de disfrutar del jazz, siempre más popular y con más fuerza fuera de nuestras fronteras que en nuestro sufrido país.

En mis viajes, no he perdido la ocasión de disfrutar del jazz, siempre más popular y con más fuerza fuera de nuestras fronteras que en nuestro sufrido país.

Pero ahora había cogido un par de semanas de retraso. Y aunque notaba que no había bajado algún programa… quien sabe… hay problemas técnicos… Y no vi ninguna noticia al respecto. Vamos, que han pasado siete días y yo en Babia.

Cifu ya nos aficionó al jazz hace unas décadas con su mítico programa de televisión, programado muchas veces a horas nefandas, Jazz entre amigos del que están disponibles en el enlace anterior al archivo de RTVE 16 programas completos y cuatro clips de corta duración. Que todo este material perdure durante años y años, décadas y décadas, a disposición de los amantes del jazz y de la buena música en general. Porque ya veremos si son capaces de apañarse para volver a poner unos programas con la mitad de interés en programación. Primero tendrán que querer.

Hasta en dos ocasiones en coincidido en Copenhague con el prestigioso festival de jazz internacional de la capital danesa, en 2011 y en 2014.

Hasta en dos ocasiones en coincidido en Copenhague con el prestigioso festival de jazz internacional de la capital danesa, en 2011 y en 2014.

Con su tono pausado, didáctico, con sus «despistes cifuentes», con su interminable anecdotario, algunos hemos aprendido lo que no está en los libros. Y echaremos mucho de menos, en primer lugar a la persona, que con 74 años, hoy en día todavía era un «chaval». Y después, a la música.

Siempre dicho que si hay algún tipo de vida después de esta he dicho que sólo merecería la pena si fuera el cielo de las gentes del cine. Bueno. Ahora que lo pienso bien, el cielo de las gentes del cine y del jazz. Para poder comentar a gusto y con buena música las sesiones de proyección o las jam sessions con sus propios protagonistas. Buena compañía, buen cine, buena música,… ¿A que eso sí parece el paraíso? Pues allí debería estar Cifu. Departiendo con Charlie, con Dizzy, con Duke, con Count, con Art, con Louis, con Ella, con Billie, con Ray, con Fats, con Tete, con Bill, con Stan, con Tom, con Pete, con…

Pero sin duda uno de los momentos más memorables de mi historia con los conciertos de jazz fue el del trío de Bill Charlap en el mítico Village Vanguard de Nueva York. Cuántas grabaciones nos puso Cifu realizadas en este club de jazz de la Gran Manzana...

Pero sin duda uno de los momentos más memorables de mi historia con los conciertos de jazz fue el del trío de Bill Charlap en el mítico Village Vanguard de Nueva York. Cuántas grabaciones nos puso Cifu realizadas en este club de jazz de la Gran Manzana…