Mi intención era haber redactado esta entrada con tranquilidad un domingo, que es cuando, al menos en teoría, más tiempo dispongo para redactar cosas con más profundidad y calma. Pero este último domingo dispuse de mucho menos tiempo del que pensaba. La mañana estuvo casi completamente dedicada a un paseo fotográfico con AFZ Asociación de Fotógrafos de Zaragoza, y por la tarde surgieron otras cuestiones, inesperadas, que me mantuvieron muy ocupado. Y como cada vez tiene menos sentido hablar del tema, por el alejamiento en el tiempo, por la oportunidad, voy a hacerlo hoy de forma más resumida.
Con la gente con al que viajo, visitar algún museo o centro cultural en los viajes es casi obligatorio. Especialmente, aunque no únicamente, cuando se trata de centros o museo de arte y cultura modernos o contemporáneos. Empezaremos por Italia, donde debemos considerar en primer lugar que en Turín y sus alrededores hay una serie de palacios, los de la Casa de Saboya, que están considerados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Y varios de ellos están reconvertidos en museos. Como ejemplos más claros, y que visitamos, tenemos el Palacio Real de Turín, que incluye varios museos de bellas artes y arqueología, y el Palazzo Madama, muy próximo al anterior, con antigüedades y artes decorativas y aplicadas.
El segundo día que dedicamos a la capital piamontesa pasamos, mientras continuábamos la visita, por centros dedicados con preferencias a artes o fenómenos culturales más modernos. Entramos brevemente en Camera – Centro Italiano para la Fotografía, con un par de exposiciones, una dedicada a artistas audiovisuales italianos contemporáneos y otra a Dorothea Lange, una fotógrafa clásica de la fotografía documental.
Muy llamativo resulta en el edificio de la Mole Antonelliana, un edificio enorme y cuya gracia todavía no hemos encontrado, un exceso monumental que ellos sabrá porqué la hicieron, pero que en estos momentos es sede del Museo Nazionale del Cinema, por lo que no viene mal pasarse un rato por su interior, aparte de subir a lo alto de la Mole por las vistas. He de decir ahora que existe una tarjeta que puedes obtener, válida para 24, 48, 72 o 96 horas, que te ahorra mucho dinero en entradas, siempre que sientas interés por visitar estos centros. Pero simplemente con los más destacados, sin contar los más monográficos o específicos, ya merece la pena.
Esa tarde dedicamos un rato a visitar la Galleria Civica d’Arte Moderna e Contemporanea, un museo de arte moderno en el centro de la ciudad. No es el único que hay en Turín, y teníamos intención de visitar también el Castello di Rivoli, uno de los palacios patrimonio de la humanidad, actualmente museo de arte contemporáneo, convencidos de que los lunes estaría cerrado como los demás, y lo reservamos para la última mañana aprovechable del viaje, que era martes. Para nuestra sorpresa, también estaba cerrado los martes.
Y vamos con el que creemos que es el museo más interesante e imprescindible de la capital piamontesa; el Museo Egipcio. Situado muy céntricamente en Via Lagrange, en el Palacio de la Academia de las Ciencias, aunque se entra por otra calle, recoge las colecciones obtenidas en las excavaciones de expediciones arqueológicas italianas al país del Nilo, impulsadas por la Casa de Saboya y la Universidad de Turín desde finales del siglo XVIII y hasta principios del siglo XX. Es uno de los principales museos de arqueología egipcia en el mundo, y está muy bien montado y organizado.
Pasamos ahora al País Vasco, o más concretamente a San Sebastián y alrededores. Quizá el museo más destacado de la capital guipuzcoana sea el Museo San Telmo, un museo de arte, etnología y cultura vasca situado en un antiguo convento, muy bien conservado y aprovechado. El museo es muy interesante, aunque la interpretación de las obras expuestas bien muy condicionada por los sesgos introducidos por el nacionalismo vasco. Como todos los nacionalismos, la deformación de los hechos y su interpretación histórica es una constante, que unas veces se nota más y otras menos, pero que a quienes nos gusta un análisis crítico y no condicionado ideológicamente de la historia nos desagrada mucho. No obstante, es una visita recomendada.
Otro día, visitamos en las afueras de Hernani el Chillida Leku, museo al aire libre de obras del escultor vasco. Las obras del escultor vasco se encuentran por muchos sitios, siendo de las más famosas el Peine del Viento, que he puesto en el encabezado de esta entrada. Pero en este agradable museo, si hace buen tiempo, podemos hacer un recorrido por su obra que le da más perspectiva. No es de mis escultores favoritos, pero me gustó la visita.
Finalmente, nos habían recomendado mucho la visita a Tabakalera, un centro de cultura contemporánea… pero nos dejó un poco fríos, aunque había un par de exposiciones con un cierto interés. Buenos, es lo que hay.