Ayer fue fiesta local en Zaragoza. La Cincomarzada. Una de esas raras fiestas que no están asociadas a la Iglesia Católica. Casi al contrario… no exactamente… pero casi. El caso es que alguien sugirió hace unas semanas que pasásemos el día en Barcelona. Había una compra que hacer, con mayor oferta comercial en la Ciudad Condal, por lo que se podía aprovechar el festivo para hacerla allí, y hacer algunas cosas más durante el día. Salimos a las ocho de la mañana en el tren de alta velocidad desde Zaragoza-Delicias, llegando a Barcelona-Sants poco después de las nueve y cuarto, para regresar desde Barcelona-Sants a las ocho de la tarde, llegando a casa algo después de las diez de la noche, cenar algo, y a dormir porque hoy ha sido día de curro.
Barcelona es una ciudad que tenemos muy pateada. Y además, el año pasado estuve dos veces, con intención de explotar fotográficamente el Barrio Gótico y el Born. Por lo que a mí me apetecía hacer otras cosas. Además de la compra mencionada. Pero como íbamos cuatro personas, dos de ellas poco habituales en nuestros viajes, costó más ponerse de acuerdo. Aunque al final lo logramos, y no quedó mal la cosa.
Nada más llegar a Barcelona, nos desplazamos en tren de cercanías, las de Renfe más las de la Generalitat de Cataluña, hasta la Colonia Güell en Santa Coloma de Cervelló. Esta Colonia Güell es un poblado industrial. En aquel lugar, que ha finales del siglo XIX era fundamentalmente agrícola, aun hoy a orillas del Llobregat el ambiente es agrícola, Güell, un industrial textil catalán, instaló su fábrica lejos de las «peligrosas» influencias de los que peleaban por mejorar la situación de los obreros. Construyó un poblado de inspiración modernista, Gaudí le diseñó la iglesia del lugar, y organizó una sociedad inspirada en el social-catolicismo. Viviendas dignas, comida asegurada, y una educación de los hijos controlada por la Iglesia Católica. Separación de funciones entre hombres y mujeres, y jornadas laborales de 12 horas, seis días a la semana, incluyendo, al principio el trabajo infantil. De lo más «piadoso». Pero con baja conflictividad, porque casa y comida estaban garantizadas, y estaban aislados de la gran ciudad. El lugar tiene su interés, porque físicamente estaba bien planteados, si bien éticamente es altamente cuestionable la explotación de los obreros. Y la llamada Cripta de la Colonia Güell, firmada por Antoni Gaudí, está incluida dentro del Patrimonio de la Humanidad de la Unesco, en el catálogo de Obras de Antoni Gaudí en Barcelona.
Tras realizar nuestras compras y comer algo en las horas centrales del día, por la tarde decidimos relajarnos paseando por Sitges. Que el tren de vuelta saliese a las 20:00 horas de Sants nos permitía estar en Sitges hasta casi la puesta del sol. Efectivamente, cogimos el cercanías de vuelta a Barcelona a las 18:45, momento en el que el sol desaparecía en el horizonte, para llegar a Sants a las 19:30, con tiempo de coger el tren de regreso sin agobios. Ya conocíamos Sitges desde hace tiempo. Así que el objeto era pasear, hacer alguna foto, tomarnos al llegar unos helados, y a mitad de tarde unas cervecitas, y relajarnos junto al mar. Pero que pena de costa catalana, qué destrozos le han hecho… qué pena de ley de costas de esta gente que tanta degradación ha causado en las últimas décadas. En fin. Si queréis saber más de cómo se hicieron las fotografías de la entrada… lo he publicado en Substack.