La próxima semana nos vamos unos días a Bilbao. Desde donde haremos algunas excursiones. La cosa es que, por motivos profesionales de una de las personas que viaja con nosotros, queríamos parar también un día en Vitoria. Pero cuando planificamos el viaje se nos fue de la cabeza, y no previmos ni el desplazamiento ni el alojamiento. El lunes nos dijo esta persona que, aunque fuese un poco cansado, se iba ayer miércoles a la capital vasca en tren. Yo estoy de vacaciones. Una tercera persona podía arreglarse un día de fiesta. Así que nos apuntamos. Y ayer hicimos un viaje en el día a esta ciudad en la que yo sólo había estado un ratito hace… mucho.


Realmente es viaje es cansado. Y arriesgado. Cansado porque se tarda casi cuatro horas en recorrer los aproximadamente 280 kilómetro de distancia que hay cuando vas vía Castejón, Pamplona y Alsasua, que es el recorrido que hace el tren. Lo curioso es que a la vuelta tarda lo mismo a pesar de tener que hacer un transbordo de unos 20 minutos en Castejón. Debe ser que los trenes van «cuesta abajo» y corren más. O quizá hacen menos paradas. Y es arriesgado porque en el desplazamiento desde el centro de la ciudad a la basílica romana, que no tiene planta de basílica, de San Prudencio de Armentia llueven castañas de un tamaño más que respetable cuando sopla el más ligero viento. Los castaños, eso sí, tienen la ventaja de proporcionar abundante sombra. Pero te arriesgas a un hematoma subdural (quizá aquí exagero un poquito).




La capital vasca es una ciudad de un tamaño… ¿intermedio? (entre 20000 y 500000 habitantes según la Unión Europea). Zaragoza somos una pequeña de las grandes… Vitoria es una de intermedia de las intermedias. O sea, algo menos de la mitad de población que Zaragoza, alrededor de los 250 mil. Pero está muy aseadita, muy organizada, y con un casco antiguo muy bien conservado y agradable de pasear. En las nueve horas que permanecimos da tiempo para visitar los hitos turísticos y algunos de los culturales más destacados. Si bien el hecho de que todos cierren unas tres horas al mediodía impide un mejor aprovechamiento del tiempo. Decidimos pasar de la catedral vieja, Santa María, porque está en obras y sólo se pueden hacer visitas guiadas en grupos reducidos que duran mucho. Y encima se han montado un rollo alrededor de un libro del escritor Ken Follet… que no nos gusta. La catedral nuevo es un pastiche muy reciente sin interés, por lo que los edificio religioso más interesantes que encontramos y visitamos fueron la iglesia gótica de San Pedro y la basílica románica de San Prudencio de Armentia.




Yendo los que íbamos, fue inevitable visitar uno de los museos de la ciudad, ARTIUM, dedicado al arte contemporáneo, y acoge la colección de la Diputación Foral de Álava. Dicen que es la colección más importante de arte contemporáneo después de la del Reina Sofía. Pero la verdad es que lo que había expuesto en estos momentos nos dejó bastante fríos. Y además el edificio estaba realmente frío, físicamente hablando, a pesar de que en la calle llegamos a los ventimuchos grados centígrados. Cierto que como estaban cambiando exposiciones temporales, sólo había una basada en fondos propios, la oferta era más limitada que en otras épocas, y nos cobraron la voluntad. El personal, eso sí, extremadamente amable y simpático. Y el edificio, desde fuera, tiene su punto. Comimos en el restaurante- cafetería adjunto.




Realmente no hay mucho que contar. Personalmente, y en lo estrictamente fotográfico, contrastar que efectivamente mi veterano Lumix G 20 mm f1,7 no se lleva especialmente bien con la Olympus OM-D E-M5 Mark III y el enfoque automático funciona regular. Quizá por eso, entre otras razones, aunque es la focal que más me gusta, vengo usando con más frecuencia el Lumix G 25 mm f1,7, que va mucho mejor, aunque el ángulo de vista me resulta muy cerrado para un uso polivalente callejero. Una jornada muy agradable en cualquier caso, en la que sólo cabe destacar en lo «negativo» las muchas horas que estuvimos metidos dentro de los trenes. Entre las 6:00 y las 23:00 son 17 horas, de las que nuevo fueron de visita a la ciudad y ocho de desplazamiento. Buf. Teníamos que haber planificado mejor el viaje a Bilbao.

