Se acaba el año 2022, que en lo que a mi persona se refiere, no ha estado mal. La verdad es que, en el contexto de una vida, el encerrar nuestros ciclos vitales en los periodos de 365,25 días (de promedio) que dura un año es algo que no me acaba de convencer mucho. Así que, en realidad, decir que un año es bueno o malo significa poco en el gran escenario de las cosas. Pero estamos muy apegados a los ciclos estacionales marcados por las rondas solares del planeta Tierra, así que haremos un pequeño balance. Fotográfico, como suelo hacer todos lo años desde hace… mucho. O quizá no tanto… en el contexto de una vida. Y empezaré por los viajes. Por aquellos rincones del mundo que he podido conocer, o aquellos con los que me he reencontrado después de un tiempo. Sin muchas palabras.
De vacaciones, grandes o pequeñas.
Viajes de varios días. Sean escapadas de menos de una semana, o recorridos de casi dos semanas. En su mayoría, por el extranjero, porque en la medida en que mis fuerzas y mis economías me lo permitan, necesito descansar del país en el que vivo. Hay muchos peores para vivir; desde luego. Pero es manifiestamente mejorable, y con frecuencia me siento incómodo con la idiosincrasia que se nos atribuye por el mero hecho, azaroso, sin mérito alguno, de haber nacido aquí.
En las semana de Pascua, mes de abril, unos días en Apulia, región del sur de Italia que nos resultó muy agradable. Y sin monumentos tan espectaculares como en otras regiones italianas, privilegiadas en arte e historia, es muy visitable, está muy aseada, se come y se vive bien. Aparentemente. Nos gustó.De regreso de Apulia, tuvimos unas horas en el aeropuerto de Roma Fiumicino, que aprovechamos visitando el espacio arqueológico de Ostia Antica. Como ya lo conocía y tengo bastantes fotos de otra ocasión, me dediqué al blanco y negro con película fotográfica tradicional. Muy estimulante.A finales de mayo iniciamos el viaje de mayor entidad del año. Al menos por duración. Y por todo, vamos. Por paisajes, ciudades, cultura,… El Tirol, tanto el italiano como el austriaco, aunque este más brevemente. Nos gustó mucho. Y como lo cogimos en temporada baja, aunque con tiempo muy agradable, sin ningún tipo de agobio.Al igual que en el viaje anterior, hubo un epílogo en Venecia. De dos días. Es la quinta vez que yo visitaba la ciudad de los canales. Así que también di preferencia a la fotografía con película tradicional en blanco y negro, para salir de los senderos trillados. Había mucha más gente, pero la experiencia nos permitió disfrutarla sin agobios. Hay muchos turistas gregarios que solo van donde va toda la gente, y Venecia tiene mucho más para disfrutar.En 2019 hicimos una reunión colectiva de antiguos amigos, de cuando éramos… extremadamente jóvenes. La hicimos en Berlín, y nos propusimos repetir cada cinco años. Pero después de todo el lío de la pandemia reciente, la adelantamos a este 2022 que se acaba. Y nos reunimos en Múnich, a mediados de agosto. Como también es una ciudad que conocía, al igual que en los viajes anteriores a lugares conocidos, di preferencia a la fotografía con película tradicional.Pero también tuvimos tiempo y ocasión para visitar otras ciudades bávaras, que están muy bien. No muy habituales de los circuitos turísticos, se visitan sin mucho agobio, aunque no falta gente. Se bebe buena cerveza, y se come mejor de lo que mucha gente cree, si necesidad de entocinarse con salchichas o codillo acompañado de chucrut.Para mis vacaciones de principios de otoño, un cúmulo de circunstancias me forzaron a viajar sólo, por mi cuenta. Y no me compliqué la vida. Me instalé en Toulouse por unos días, y desde allí visité otras ciudades occitanas. Un lugar muy agradable… para casi cualquier cosa.También me llevé mi pequeña cámara con película fotográfica en blanco y negro, con la que me divertí mucho en los museos aeronáuticos que se pueden encontrar en el área metropolitana de Toulouse.Para terminar las vacaciones de principio de otoño, si que fui con unos amigos al País Vasco. A Bilbao y algunas zonas cercanas en la Reserva de la Biosfera de Urdaibai. Con una etapa prólogo, unos días antes, a Vitoria. Muy bien.
Excursiones y viajes de un día.
Este año 2022 se ha caracterizo por un hecho irónico. Decidí quitarme de encima es coche, que no disfrutaba como para compensar los quebraderos de cabeza y los gastos que me producía. Paradójicamente, en transporte público, me he movido mucho más que cuando lo tenía. Así que allá va.
Finales de enero, en Olite (Navarra)Escapada a Madrid, el primer día de febrero.Toledo, en marzo.Aínsa y el Geoparque Mundial del Sobrarbe en Marzo, con ASAFONA Asociación aragonesa de fotógrafos de naturaleza.Ávila, al volver de Italia en abril, antes de regresar a casa.El primero de mayo en Logroño, me quedé a pasar la tarde después de acompañar a unos amigos por unos asuntos particulares. Haciéndoles de fotógrafo.En Canfranc, en mayo, con AFZ Asociación de fotógrafos de naturaleza.Conociendo Monzón en junio con la excusa de una feria de arte local.Conociendo el museo Würth La Rioja a principios de septiembre, al que nos llegamos yendo en tren hasta Agoncillo.Caminata de 25 kilómetros por la comarca del Jiloca a mediados de abril.Y terminaremos nuestro periplo anual, no creo que salga a ningún sitio en los dos días que nos quedan de diciembre, con un viaje por asuntos particulares a principios de noviembre a Logroño y Haro, donde tuvimos tiempo de pasear durante un par de horas por esta última población riojana.
La próxima semana nos vamos unos días a Bilbao. Desde donde haremos algunas excursiones. La cosa es que, por motivos profesionales de una de las personas que viaja con nosotros, queríamos parar también un día en Vitoria. Pero cuando planificamos el viaje se nos fue de la cabeza, y no previmos ni el desplazamiento ni el alojamiento. El lunes nos dijo esta persona que, aunque fuese un poco cansado, se iba ayer miércoles a la capital vasca en tren. Yo estoy de vacaciones. Una tercera persona podía arreglarse un día de fiesta. Así que nos apuntamos. Y ayer hicimos un viaje en el día a esta ciudad en la que yo sólo había estado un ratito hace… mucho.
Realmente es viaje es cansado. Y arriesgado. Cansado porque se tarda casi cuatro horas en recorrer los aproximadamente 280 kilómetro de distancia que hay cuando vas vía Castejón, Pamplona y Alsasua, que es el recorrido que hace el tren. Lo curioso es que a la vuelta tarda lo mismo a pesar de tener que hacer un transbordo de unos 20 minutos en Castejón. Debe ser que los trenes van «cuesta abajo» y corren más. O quizá hacen menos paradas. Y es arriesgado porque en el desplazamiento desde el centro de la ciudad a la basílica romana, que no tiene planta de basílica, de San Prudencio de Armentia llueven castañas de un tamaño más que respetable cuando sopla el más ligero viento. Los castaños, eso sí, tienen la ventaja de proporcionar abundante sombra. Pero te arriesgas a un hematoma subdural (quizá aquí exagero un poquito).
La capital vasca es una ciudad de un tamaño… ¿intermedio? (entre 20000 y 500000 habitantes según la Unión Europea). Zaragoza somos una pequeña de las grandes… Vitoria es una de intermedia de las intermedias. O sea, algo menos de la mitad de población que Zaragoza, alrededor de los 250 mil. Pero está muy aseadita, muy organizada, y con un casco antiguo muy bien conservado y agradable de pasear. En las nueve horas que permanecimos da tiempo para visitar los hitos turísticos y algunos de los culturales más destacados. Si bien el hecho de que todos cierren unas tres horas al mediodía impide un mejor aprovechamiento del tiempo. Decidimos pasar de la catedral vieja, Santa María, porque está en obras y sólo se pueden hacer visitas guiadas en grupos reducidos que duran mucho. Y encima se han montado un rollo alrededor de un libro del escritor Ken Follet… que no nos gusta. La catedral nuevo es un pastiche muy reciente sin interés, por lo que los edificio religioso más interesantes que encontramos y visitamos fueron la iglesia gótica de San Pedro y la basílica románica de San Prudencio de Armentia.
Yendo los que íbamos, fue inevitable visitar uno de los museos de la ciudad, ARTIUM, dedicado al arte contemporáneo, y acoge la colección de la Diputación Foral de Álava. Dicen que es la colección más importante de arte contemporáneo después de la del Reina Sofía. Pero la verdad es que lo que había expuesto en estos momentos nos dejó bastante fríos. Y además el edificio estaba realmente frío, físicamente hablando, a pesar de que en la calle llegamos a los ventimuchos grados centígrados. Cierto que como estaban cambiando exposiciones temporales, sólo había una basada en fondos propios, la oferta era más limitada que en otras épocas, y nos cobraron la voluntad. El personal, eso sí, extremadamente amable y simpático. Y el edificio, desde fuera, tiene su punto. Comimos en el restaurante- cafetería adjunto.
Infrarroja con el nuevo filtro Heliopan Orange 22
Realmente no hay mucho que contar. Personalmente, y en lo estrictamente fotográfico, contrastar que efectivamente mi veterano Lumix G 20 mm f1,7 no se lleva especialmente bien con la Olympus OM-D E-M5 Mark III y el enfoque automático funciona regular. Quizá por eso, entre otras razones, aunque es la focal que más me gusta, vengo usando con más frecuencia el Lumix G 25 mm f1,7, que va mucho mejor, aunque el ángulo de vista me resulta muy cerrado para un uso polivalente callejero. Una jornada muy agradable en cualquier caso, en la que sólo cabe destacar en lo «negativo» las muchas horas que estuvimos metidos dentro de los trenes. Entre las 6:00 y las 23:00 son 17 horas, de las que nuevo fueron de visita a la ciudad y ocho de desplazamiento. Buf. Teníamos que haber planificado mejor el viaje a Bilbao.