[TV] Cosas de series; intrigas políticas ahora y en el siglo XVII

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Aunque creo que en la península de Corea, en el siglo XVII, no sabían que estaban en el siglo XVII. Llevaban otra cuenta de los años. El verano ha sido flojo para la series surcoreanas. Ahora, con las que voy siguiendo, estoy más entretenido. Pero últimamente no atinaba a ver algo que fuese más allá de un gulty pleasure sin mucha calidad real. Vamos con las dos últimas series que he terminado de ver. Hay una más, pero prefiero comentarla en otra entrada. Es más especial. Y es realmente buena.

The K2, en inglés en el título original, es una serie ya viejuna, de 2016, que se puede ver en Netflix. Y se notan los años. Por algún motivo, a pesar de que no han pasado ni diez años desde su estreno, hay mucha diferencia entre la realización de las series surcoreanas de aquella época y las actuales. Aquellas eran más cutres, incluso cuando tenían pretensiones, como esta. Mezcla la acción, con el romance y el drama político. Un antiguo militar de operaciones especiales (Ji Chang-wook) reconvertido en mercenario al caer en desgracia, para después pasar a la clandestinidad cuando le inculpen falsamente de unos crímenes en Irak, acaba convertido en el guardaespaldas de la hija de un político que aspira a la presidencia. Y que es manejado por su esposa, que no es la madre de la chica, que es una ambiciosa mujer de una familia chaebol maquiavélica y sin escrúpulos, que controla como un ejército privado una empresa de seguridad. Todo es muy excesivo, hasta llegar casi al ridículo. Y a la vez entretenido. Un verdadero guilty pleasure. Lo mejor,… la mala (Song Yun-ah). Lo peor, la interpretación de la chica (Im Yoon-ah). Por lo demás, un culebrón con mucha acción que, globalmente considerado, no tiene mucho sentido y pone en crisis constantemente la suspensión voluntaria de la incredulidad del espectador. Y sale Barcelona.

Joseon RoKo – Nogdu jeon [조선로코-녹두전, Una comedia romántica de Joseon – la historia de Nokdu], conocida en inglés como The tale of Nokdu (la historia de Nokdu), es una serie de época que nos traslada a las primeras décadas del siglo XVII, tras las guerras con los japoneses, cuando estos invadieron la península de Corea. Algunos personajes de la historia están inspirados y llevan el nombre de figuras reales de la historia del país, pero lo que se cuenta es total y absolutamente ficticio, como se indica en la presentación de cada episodio. Nokdu (Jang Dong-yoon) es el hijo del rey, que este mandó matar porque una profecía le decía que perdería el trono por él, pero que fue salvado y vive en la clandestinidad con un antiguo general del ejército en una isla. Tras un ataque a la isla con intento de asesinato de toda la familia con la que vive, huye a la península, y se refugia, disfrazado de mujer, en un pueblo de mujeres viudas, refugiadas para evitar la costumbre de matar a la viuda cuando muere el marido, para evitar la «deshonra» de la familia de este. Allí conoce a una joven (Kim So-hyun), hija superviviente de una familia que sufrió las purgas del rey, y que quiere asesinarlo. Y se mezclan también con un príncipe real, el hermano del rey (Kang Tae-oh). Ambos hombres pretenden a la joven y se plantea una rivalidad.

Durante la primera mitad de la serie, esta se mueve en el ámbito de la comedia romántica y el enredo, con las confusiones por la falsa identidad femenina del protagonista, conocida sólo por muy pocos. Y es bastante entretenida y divertida. No es nada del otro mundo, no es algo que no se haya visto con antelación, pero los personajes caen bien, está bien realizado y es simpática. A la mitad de la serie, el tono de la misma cambia, se convierte en un drama político, con un tono mucho más oscuro. Y el interés decae. Porque la situación de conflicto se extiende demasiado para lo que se cuenta. La primera mitad es episódica, y no importa que se extienda, pero la segunda mitad conlleva el desarrollo y resolución de un conflicto concreto. A mí se me hizo pesado. Y de hecho, para ver los cuatro últimos episodios de los dieciséis que componen la serie pasó más tiempo que para ver los doce previos. Se puede ver en Netflix, y también tiene unos años, no tantos, es de 2019. Esperaba más de esta serie.

[TV] Cosas de series; una serie surcoreana y otra, imprescindible, que lo parece pero no lo es

Televisión

Como dice el título de la entrada, esto va de dos series. Una de ellas es un k-drama de Netflix, algo distinto de los habituales, sobre el que tenía ciertas expectativas que no se han cumplido. Y la otra… pues no es surcoreana, aunque sus protagonistas lo sean,… más o menos. Pero ha resultado que es una de los mejores de lo que llevamos de año y con ventaja. Veamos qué series son.

Annarasumanar 안나라수마나라 [algo así como un abracadabra], titulado internacionalmente en inglés como The sound of magic, y en español, consecuentemente, El sonido de la magia, es una serie de Netflix surcoreana. Realmente de Netflix. La mayor parte de los k-dramas de Netflix son compras para emisión exclusiva en plataforma de serie de cadenas de pago del país oriental. Esta es producción propia. Es atípica. Sólo seis episodios de 70 minutos. Y cantan. En cada episodio hay al menos un par de números musicales. Los surcoreanos son muy aficionados a los huérfanos. Son frecuentes en sus producciones. De ambos progenitores. De uno solo, siendo el otro un alcohólico, jugador o desastre en los negocios con numerosas deudas,… o melodramas similares. Pues aquí también. Basada en un webtoon o historieta digital pensada para dispositivos móviles, la chica protagonista (Choi Sung-eun) es una adolescente que estudia, intenta conseguir trabajos para ganarse la vida, cuida de su hermana menor, su padre está huido por deudas, su madre muerta, y de vez en cuando la acosan en el instituto o los acreedores de su padre. Una vida de perros. Y un día se topa con un mago (Ji Chang-wook) que se convierte en su amigo y consuelo. Aunque las cosas no se van a poner fáciles por eso. Sinceramente, por las impresiones iniciales, las expectativas iniciales sobre esta serie fueron demasiado altas. Pero al final me dejó un tanto frío. Sin caer tanto en el tópico, y con un guion e interpretación más cuidados, la cosa podría haber dado más de sí.

Y lo que está siendo hasta cierto punto un fenómeno es Pachinko. Hasta cierto punto, porque su plataforma de emisión, Apple TV+, no es de las más vistas. Pero es evidente que esta plataforma está pujando más por la calidad que por la cantidad. Al fin y al cabo, el gigante americano gana mucho dinero con otros diversos productos, y se puede permitir el lujo de una plataforma más minoritaria, pero prestigiosa. La serie está basada en un libro de la norteamericana de origen coreano Min Jin Lee. Que ha sido un gran éxito de ventas. Lo he leído estas vacaciones… mañana o el sábado lo comento, para hace acompañar a la entrada de hoy. Y la serie es una producción canadiense, con participación estadounidense y surcoreana, rodada en gran medida en Vancouver, aunque también en Corea del Sur y Japón. Hemos visto la primera temporada. Probablemente, la serie tendrá al menos tres temporadas, como las tres partes en que se divide el libro

La serie cuenta su historia, la de una familia surcoreana trasplantada a Japón durante la época de la colonización de su país por el imperialismo nipón, en dos líneas temporales. Una situada en 1989, con Solomon (Jin Ha), un joven zainichi (coreano residente, y las más de las veces nacido también, en Japón) que ha estudiado en Estados Unidos y pelea por ascender en su empresa, que es enviado al país donde nació y donde reside su familia, específicamente su abuela Sunja (Youn Yuh-jung) y su padre Mozasu (Soji Arai), para resolver un problema de adquisición de terrenos. Y la otra, flashbacks en forma de recuerdos de cuando Sunja (Kim Minha) era una adolescente pobre en una isla cerca de Busan, en la Corea colonizada por los japoneses, y se queda embarazada de un yakuza coreano (Lee Min-Ho).

La introducción de los capítulos es estupenda. Y aquí os dejo la del último capítulo. La canción es la misma en todos los capítulos, «Let’s live for today» por The Grass Roots. Pero en este último capítulo está cantada en coreano por la banda de pop pansori Leenalchi. Que conste que la canción originalmente era italiana, «Piangi con me» por un grupo italiano formado por ingleses, The Rokes.

Una historia que se centra en las historias de las gente modesta que no aparecen en los libros de historia, de quienes sufrieron las miserias del imperialismo, del racismo, e incluso ahora de la xenofobia intrínseca a determinadas culturas, nos encontramos con un producción excelente en todas sus dimensiones, verdadero cine de alto nivel para la pequeña pantalla, aunque su verdadero activo son los caracteres creados por la escritora y un reparto en estado de gracia. Aunque el nombre más llamativo es la oscarizada Youn Yuh-jung, el carácter más entrañable y la interpretación más conseguida es el que compone la joven Kim Minha, sin desmerecer por ello ningún otro. Como ya he dicho, una de las mejores series que se pueden ver en estos momentos. Total y absolutamente recomendable, y cuyo final de temporada te deja con ganas de mucho más. Motivo por el que me lancé a buscar el libro. Pero de eso hablaré mañana o pasado.

[TV] Cosas de series; placeres coreanos, confensables e inconfesables

Televisión

He entrado en una época televisiva extraña en la que predominan los productos asiáticos, aunque hasta cierto punto lo he matizado con series de las que hablaré cuando las termine, de factura occidental. Pero vamos con mis placeres inconfensables coreanos. Bueno,… o confesables. Porque al menos una de las seres de hoy considero que, sin ser ninguna obra maestra, se defiende con dignidad en su estilo, y está por encima de esos placeres inconfensables, guilty pleasures, a los que suelo adjudicar estas producciones.

Hoy tocaban fotos de Corea del Sur, claro. Como no sabía muy bien cuales, he optado por el paseo por el monte de Inwangsan con sus templos, chamanes, murallas y vistas de la ciudad.

Private lives tiene este como título internacional, o sea en inglés, aunque en castellano aparece como Privacidad. Su título original, el coreano, es 사생활 Sasaenghwal, que significa… redoble de tambor… privacidad. Ganamos los hispanohablantes, aunque en esta ocasión todo es muy similar. La serie no acaba de saber qué quiere ser de mayo. Está hecha a mayor gloria de su protagonista femenina, Seohyun, una cantante de un famoso grupo femenino coreano, que poco a poco se ha introducido con éxito en el mundo de la interpretación. Y es que hay que prever que la tierna juventud dura lo que dura, y una vez que sobrepasas la avanzada edad de los veintimuchos… estas chicas lo tienen muy difícil. Le han buscado un galan adecuado, guapetón y musculoso, Go Kyung-Pyo, y a partir de ahí… Pues no sabe lo que es. ¿Es comedia romántica? ¿Es una comedia de timadores? ¿Es un drama criminal? ¿Es una trama de espionaje industrial? ¿Es una conspiranoia? Pues quiere ser de todo a la vez… y no acaba haciendo casi nada bien. Es relativamente entretenida, pero la trama es un lío y acaba por importarte poco, por lo que todo se queda en buscar algún momento divertido, y admirar lo guapas/guapos que salen los chicos/chicas. Pero poco más. Tarde en empezar a verla, precisamente porque no estaba claro qué iba a ver. Tiene secundarios muy entretenidos y divertidos. Pero también hay mucho personaje estereotipado y de cartón piedra. Una serie de tantas, sin mucho que reseñar.

Otra cosa es Lovestruck in the city, título internacional, o sea en inglés, que en castellano nos ha llegado como Amor en la ciudad. Parecidos. El original coreano es… redoble de tambores de nuevo,… 도시남녀의 사랑법 Dosinamnyeoui salangbeob, que viene a significar Cómo es el amor entre hombres y mujeres en la ciudad. Nuevo formato, relativamente, para una serie coreana en Netflix. En lugar de lo tradicionales, y a veces pesados, episodios de 65-70 minutos, tenemos 16 episodios de alrededor de 30 minutos. En realidad, 17… pero luego comento eso. Y está planteado, especialmente en los primeros episodios, como un programa de entrevistas, falso documental. Una serie de gente entre vista a un grupo de jóvenes, tres chicos y tres chicas. De los que poco a poco nos va quedando claro que dos, interpretados por Kim Ji-Won, ella, y Ji Chang-Wook, él, han tenido un ligue mutuo. Que por algún motivo se terminó. Poco a poco vemos que los seis personajes esta relacionados. El protagonista masculino tiene un primo más joven que está saliendo con una amiga de la protagonista. Ambas tienen una buena amistad con una antiguo compañero del colegio, que fracasó en una relación con la tercera chica. Las interpretaciones son buenas, las situaciones algo más realistas, los besos son de verdad, como todas las parejas que se enrollan, se enrollan del todo, también en la cama, vamos lo normal. La cuestión es porqué fracasó la relación tan intensa de dos meses de verano, y si volverá a resurgir. A mí me entretuvo mucho. La serie queda resuelta en 16 episodios, siendo de tono agridulce. Algunas parejas se arreglan y otras se desarreglan. Permitiendo continuaciones con cambios de protagonistas en un mismo universo. El 17º episodio prácticamente es un capítulo piloto para una secuela a partir de dos personajes secundarios, un joven policía que interacciona con los protagonistas y la guapa actriz que empieza a conocer el éxito y de la que siempre ha estado enamorado. A mí en conjunto me ha gustado, me ha divertido, en algún momento me ha emocionado. Tiene algún defectillo, pero no es un placer inconfesable. Es un producto al menos digno. Así que si queréis arriesgar un poco en televisiones extrañas, es un buen producto para introducirse en la coreana.