Algunas series más o menos interesantes de los últimos tiempos, que nos llegan desde Europa… suponiendo que podamos considerar al Reino Unido como Europa y no como un raro microcontinente insertado en un mundo irreal en el que viven los propios británicos.
Oficialmente, All the light we cannot see es una microserie de producción norteamericana, en Netflix, de cuatro episodios, pero con un fuerte peso en el reparto de intérpretes europeos, y rodada en Europa. Adaptación de una novela de éxito de un autor norteamericano, nos traslada a Saint-Malo, en la Bretaña, tras el desembarco de Normandía, con los aliados en las puertas de la ciudad y con las posiciones alemanas sometidas a constantes bombardeos, guiados por las transmisiones de radio de los patriotas franceses de la resistencia. Entre ellos, Marie-Laure (Aria Mia Loberti) joven ciega que huyó de París en 1940, y que usa un viejo equipo de su tío (Hugh Laurie) para emitir sus indicaciones, disfrazadas de lectura de las 20000 leguas de viaje submarino de Verne. En el lado alemán, el joven oficial de transmisiones, encargado de localizar el origen de las transmisiones, Werner (Louis Hofmann), un huérfano que tiene motivos personales para NO localizar ese origen. Y un fanático oficial alemán sin escrúpulos (Lars Eidinger), que va tras la piedra preciosa con poderes «mágicos» que el padre de la chica (Mark Ruffalo) sacó de su museo de París en 1940. Sinceramente, una serie que prometía mucho, pero que al final es una aventureta bastante inverosímil, donde los malos son muy malos, los buenos son muy buenos, y la piedra preciosa es un macguffin lamentable. No sé como será la novela de origen, pero no me han quedado ganas de leerla. Curiosamente, la serie está recibiendo buenas valoraciones en muchos lugares, y la actuación de la joven actriz protagonista está siendo especialmente alabada,… aunque yo no veo que sea para tanto. Hace un trabajo digno… y ya está. Por cierto… que no reconocí a Hugh Laurie, que está caracterizado como muy mayor.

Bodies es una mini serie británica de ocho episodios para Netflix, que también está recibiendo comentarios muy favorables, y dicen que está siendo muy vista en la plataforma. En «un momento dado» aparecen cuatro cadáveres, en un mismo lugar de Londres, pero en distintos momentos del tiempo, y localizados por cuatro detectives distintos. En la Inglaterra victoriana de finales del XIX (Kyle Soller), durante el blitz en la Segunda Guerra Mundial (Jacob Fortune-Lloyd), en 2023 (Amaka Okafor) y en algún momento dentro de unas décadas (Shira Haas). Los cuatro cadáveres están desnudos, son la misma persona, y tienen un misterioso tatuaje en la muñeca. Todo indica que proceden de un futuro distópico, donde todo lo controla un tipo (Stephen Graham) que parece que conoce todo lo que está pasando, y pasó. La serie tiene unos comienzos un tanto confusos. Es obvia la relación entre todos los cuerpos, pero los cambios y transiciones entre épocas resultan un tanto confusas. Sin embargo, a partir del cuarto episodio, y especialmente en los últimos cuatro episodios, las piezas empiezan a encajar, y lo que parecía un whodunit intertemporal, se convierte en una aventura de acción a través del tiempo, que tiene su enganche, y momentos buenos. Por ello, con tal de que tengas un poco de paciencia en los primeros episodios, puede ser recomendable a los aficionados al género distópico y a los viajes en el tiempo… con los riesgos que conllevan las paradojas en el tiempo.
Y ha llegado a su final Sex education, la inteligente serie británica que explora la sexualidad y las relaciones entre adolescentes, y también las de los adultos de forma colateral, y que ha supuesto un filón para el descubrimiento de nuevos intérpretes jóvenes que ya están dando que hablar en otras series y películas. Decir que Asa Butterfield, Gillian Anderson, Ncuti Gatwa, Aimee Lou Wood, o Emma Mackey especialmente, entre otros muchos lo hacen bien… a estas alturas ya es una obviedad. Su cuarta temporada es su última. Es habitual que las series sobre adolescentes tengan cuatro temporadas. En muchos países, especialmente anglosajones el último ciclo de la educación obligatoria tiene cuatro años, entre los 14 y los 18 años, y suele corresponder cada temporada a un curso. Y los chicos y chicas de este instituto británico han terminado sus estudios. Y con ello, hasta cierto punto, su maduración emocional. Su última temporada, que se traslada a otros entornos, quizá no sea la de mayor nivel, desde mi punto de vista, pero sigue estando a un nivel muy alto. Entre la comedia y el drama, la serie va resolviendo las situaciones de cada uno de los chicos y chicas. No siempre con finales «felices» al uso; pero sí con finales esperanzadores. Puesto que a pesar de los problemas, la serie es optimista. Muy muy recomendable. Desde el primer episodio en la primera temporada, hasta el final.

