En los últimos tiempos he comentado que estoy probando nuevas formas de publicar mis reflexiones y mis experiencias en la práctica de la fotografía como aficionado. Principalmente la fotografía con película fotográfica tradicional, aunque no exclusivamente. Y lo hago a través de Substack, un servicio que permite publicar de forma similar a un blog, con bastante facilidad y rapidez. Pero también funcionar como un boletín de noticias o de recomendaciones que se remite a los suscriptores por correo electrónico. También tiene formas de compartir el contenido en redes sociales. No tiene muchas posibilidades de configuración, pero el aspecto es limpio, despejado, y creo que está al alcance de cualquiera que no necesite un espacio profesional para hablar de su fotografía.
Hoy, salvo una de las fotografías, el resto corresponden a las primeras bulbosas que han florecido en parques y jardines de Zaragoza como adelanto a la primavera. Narcisos y crocus en el parque Pignatelli y en el Parque Grande.

Pero de la misma forma que sirve para publicar mis contenidos, también sirve para recibir los de otras personas, aficionados o apasionados de la fotografía. Por ejemplo, sigo desde hace muchos años a Andy Adams y su FlakPhoto; un tipo norteamericano que se dedica a divulgar el trabajo de fotógrafos contemporáneos. Pero que ha ido variando constantemente su forma de hacerlo. Y ahora usa Substack para su FlakPhoto Digest. Durante esta semana, por ejemplo, me interesó el boletín en el que hablaba los paisajes marinos del fotógrafo danés Anders Hviid. Un fotógrafo fundamentalmente comercial, pero me gusta cuando fotografía con su cámara de gran formato.

Pero el que está muy activo es Tomasz Trzebiatowski y su Photosnack. Publica todos los días, de lunes a sábado. Sus boletines son breves. Nos dice que se leen en 45 segundos. Incluyen una fotografía del fotógrafo del que habla y, por supuesto, un enlace al lugar donde podrás profundizar y conocer más sobre ese fotógrafo. Sencillo, claro y directo. Trzebiatowski es un fotógrafo en sí mismo, (su página web parece no funcionar), pero se dedica a varias cosas más. Y esta semana nos ha hablado de fotógrafos muy interesantes. Por ejemplo, ayer sábado, una fotógrafa que combina de forma excelente fotografía y arquitectura, Julia Anna Gospodarou. O el viernes, que nos recordó al imprescindible Saul Leiter. Y excelente la recomendación del jueves, con la fotografía documental del holandés Hans van Leeuwen. Os acabo de poner las tres últimas, que son muy interesantes. Pero si revisáis su archivo, encontraréis muchas más. Una que me llamó la atención es la del martes pasado, en la que nos hablaba de la fotografía de Jonathan Chritchley, un fotógrafo con un notable acercamiento a la naturaleza, y un sentido estético muy interesante. El PhotoSnack de los domingos es un resumen de lo publicado a lo largo de la semana. Como digo, muy activo.

Saliéndonos de lo que podemos encontrar en Substack, que tengo que seguir explorando, me saldré de mi norma, muchas veces incumplida, de no hablar de los sitios de las marcas y los fabricantes, por sus evidentes sesgos. Pero en la página de Hasselblad, en lo que llama las Hasselblad Heroines, me ha gustado el paisaje de la holandesa Chalana Smissaert. También fotografía otros aspectos de la naturaleza. Supongo que lo de las «heroínas» de Hasselblad es por la heroicidad que supone reunir el peculio suficiente para comprarse una Hasselblad digital moderna.

Finalmente, me llamó la atención en ClavoArdiendo un artículo que estaba encabezado por una escena mil veces vista e inmediatamente reconocida, en el pantano de la Sotonera, concretamente en Tormos, provincia de Huesca. He aquí una de mis versiones. La más reciente, creo, esta de julio de 2020, en uno de los momentos en que se pudo viajar con solo ligeras restricciones, y en la que se puede apreciar débilmente el cometa C/2020 F3 NEOWISE, que nos visitó por aquellas fechas.

Era un artículo sobre los pueblos de colonización en un trabajo del dúo formada por la fotógrafa Ana Amado y el arquitecto Andrés Patiño. El tema de los pueblos de colonización, un invento del franquismo para idealizar la España rural y esencial. En Aragón hay unos cuantos de ellos, en las comarcas en las que se iniciaron proyectos de regadíos diversos. Y que ahora tienen distintos grados de vida propia, mayor o menor. Así pues, poblaciones cuadriculadas, con la iglesia como elemento central y visible, próximas a obras hidráulicas, y que desplazaron gentes de unas regiones a otras. No pocos habitantes de los pueblos de colonización aragoneses, por mucho que ahora presuman de aragonesidad y, misteriosamente, hayan adquirido el fuerte acento regional al hablar, son descendientes de andaluces y extremeños que buscaron en estos pueblos un futuro mejor.

