En estos momentos tenía, casi, para tres entradas televisivas monográficas. Las dos sin el «casi» era una ronda de series surcoreanas y otra de series europeas. La que lleva el «casi» es de animación nipona, que haré cuando termine la temporada 2 de la serie que llevo ahora a medias. Al final me he decidido por las series europeas, entre otras cosas porque son las que terminé de ver antes. Ilustradas por fotografías del Berlín que nos recuerda todavía su época de división por el muro que se convierte en protagonista de una de las series.

En Filmin nos llegó la tercera temporada de Charité, la serie alemana dedicada a uno de los más grandes hospitales de Europa, del mismo nombre, situado en Berlin-Mitte, construido en 1710 para dar respuesta a una epidemia de peste, en el que atender a los pacientes más pobres. De ahí su nombre, francés, que significa en castellano caridad. Es decir, el Hospital de la Caridad. Pero hoy en día es un gran hospital universitario de prestigio, por cuyas salas han trabajado profesionales con un nombre en la historia de la medicina, incluso en las épocas más turbulentas de la historia alemana. En esta tercera temporada, basada en un trabajo de documentación titulado Die Charité – Ein Krankenhaus im Kalten Krieg (El Charité, un hospital en la guerra fría), lo que ha motivado que Filmin titule la temporada como Charité, guerra fría, nos encontramos con las vicisitudes de sus profesionales en 1961, en las semanas inmediatamente anteriores y posteriores a la separación física de las dos Alemanias y la construcción del muro. Como de costumbre, en los seis episodios de la temporada, encontramos una protagonistas ficticia, la doctora Ella Wendt (Nina Gummich), rodeada de personas históricas cuyas andanzas se ficcionalizan en la serie. Como el patólogo criminalista Otto Prokop (Philipp Hochmair), cuyos archivos secretos sirvieron para depurar responsabilidades de la antigua Alemania Oriental tras la reunificación. O la pediatra Ingeborg Rapoport (Nina Kunzendorf), perseguida en la Alemania nazi por su ascendencia judía, y después en Estados Unidos por el macartismo. Y que fue una activa promotora de la vacunación contra la polio, consiguiendo que durante unos años la mortalidad en edad pediátrica fuera menor en la Alemania Oriental que en la Occidental. Bien hecha y documentada, con temporadas cortas, para mí que soy médico y me gusta la historia, es obligada. Y la recomiendo.
Hippocrate también se emite en Filmin. Creada y dirigida por Thomas Lilti, que antes de dedicarse al cine y la televisión fue médico y que ya realizó una película largometraje sobre el mismo tema, nos lleva a la vida cotidiana de los médicos especialistas en formación, o médicos residentes en España, en un hospital público, poco glamuroso, de la periferia parisina. En esta ocasión, los protagonistas son llamados a apoyar las urgencias del hospital, que tras un desastre en las mismas, son reubicadas de malas maneras, con una infraestructura inadecuada, en las salas de medicina interna del hospital. Y entre medias, los dramas personales de los protagonistas. Sigue siendo una de las series médicas más realistas que he visto, tiene buenas interpretaciones y las tramas, aunque con eventos un poco excesivos, que se salen de lo cotidiano, son buenas y, como digo, realistas. El final de temporada apuntaba a una tercera con un tema muy claro… el covid-19… cuya realización parece confirmada. O tal vez la dediquen a los tiempos post-covid… no lo sé.
Finalmente, Lupin, la serie francesa que homenajea al famoso personaje literario francés, uno de los ladrones de guante blanco por excelencia en el mundo de la ficción, actualizando las tramas y los mensajes. Especialmente, con notas sociales sobre clase social y discriminación racial. Pero sin perder el sentido de aventura. Su segunda temporada, también de cinco episodios con Omar Sy como protagonista absoluto, cierra la trama iniciada en la primera temporada. Y al igual que en la primera, la serie, presentada por Netflix, y que en general está bastante bien, funciona mejor cuando tira de aventura ágil, pícara y combinando con un poco de humor, que es lo propio del personaje literario original, que cuando se pone seria y dramática. Como digo, cierra la trama iniciada; no tengo ni idea de si habrá más. Como digo, está bien. Pero no es tan maravillosa como algunos la ponen; tiene sus altibajos.