Hoy, a las seis de la mañana, tenía que haber cogido un tren a Tudela. Y después de pasear un rato por la ciudad navarra, haciendo fotos, probando un objetivo que me han prestado con opción a compra durante unas semanas y alguna otra cosa, me habrían recogido y hubiéramos ido a pasar el día a Fitero. Pero me he quedado dormido. Ajusté incorrectamente el despertador, hubiera sonado a las cinco y diez de la mañana del lunes, y al final me he despertado sobresaltado, con la sensación de que algo iba mal, diez minutos después de la salida del tren de la estación de Miraflores.


No me he vuelto a dormir. Consecuentemente malhumorado conmigo mismo, he desayunado algo, y he cogido el macuto fotográfico preparado la noche anterior. Cuando he salido de casa a las seis y media, ya clareaba el alba, pero faltaba más de media hora para el amanecer. Así que me he ido ha probar el objetivo con las primeras luces del día. Y viendo salir el sol donde me ha pillado. El comentario sobre el objetivo que he probado está en la correspondiente publicación de Substack.


Al final, he estado caminando durante tres horas, hasta que he cogido un autobús de vuelta en La Cartuja Baja poco después de las nueve y media de la mañana. A las diez y cuarto me estaba duchando. Y un par de horas más tarde me consolaba viendo que para esta tarde podía quedar con unos amigos a cenar algo y tomar unos chismes que tampoco está mal. El resto del día lo he pasado relajado en casa, protegido del calor por el aire acondicionado. Bendito invento.


