Good (2008), 25 de mayo de 2009.
Todos los martes y los jueves voy a jugar un ratito al tenis. Una actividad deportiva organizada por el Ayuntamiento de Zaragoza. Llevo años. Después de pelotear y entrenar un rato, realizamos partidillos o juegos competitivos diversos. En ocasiones, siento que el golpe bueno va a llegar, que la pelota me viene en condiciones, que el adversario está donde yo quiero y él no, tengo una idea clara y precisa de cómo ha de ser el golpe y dónde ha de ir a parar la pelota, y en ese momento, le doy a la bola y,… se me queda corta, en la red,… o larga y se pierde por el fondo de la pista,… o cae en el malhadado pasillo. En ese momento suelo comentar:
La idea era buena, pero la ejecución, mediocre.
Esta frase resume lo que pienso de la película dirigida por un para mí desconocido Vicente Amorim para mayor gloria interpretativa de Vigo Mortensen.
La historia nos transporta a la Alemania de los años 30, cuando un profesor de literatura interpretado por Mortensen se ve sumido en una serie de acontecimientos personales mezclados con la llegada del nazismo al poder. Tiene una familia en estado de desastre, un amigo psicoanalista judío, y un ligue con una estudiante entusiasta. Se le supone un hombre bueno. Supongo que de ahí el título de la película. A partir de ahí, se dan una serie de circunstancias que le llevan a afiliarse al partido nazi, y a dejarse arrastrar por los acontecimientos de la época. Se plantea por lo tanto el papel de la responsabilidad personal en esas catástrofe colectiva y global que fue el nazismo en Alemania. Los acontecimientos se van sucediendo hasta llegar a un punto, en una visita a un campo de concentración, presumiblemente Auschwitz, en el que se cierra la película… con cierto desconcierto por parte de muchos espectadores.
La idea global es buena. Lo que pasa es que da la impresión de que se cuenta con brochazos gordos, que hace que todo resulte muy esquemático, con poca profundidad. Lo mismo sucede con los personajes. Llega un momento en que en el personaje principal no vemos a una persona buena abrumada por los acontecimientos, sino a un pusilánime o a un tonto. Y por lo tanto, la película no consigue su propósito de analizar la responsabilidad del hombre común en el fracaso colectivo. Llega un momento en que te da igual lo que pase. El único personaje con el que llegas a empatizar es con el amigo judío.
La interpretación, sin ser mala, está lastrada por la propia historia. El mejor es Jason Isaacs como psicoanalista judío, y tampoco son desdeñables la madre y las sucesivas esposas del protagonista, interpretadas por Gemma Jones, Anastasia Hille y Jodie Whittaker.
En resumen, ha sido un querer y no poder. Una buena idea, un excelente planteamiento, pero una mala resolución, una historia regular. Una pena. Yo le pongo un cinco a la impresión subjetiva, con otro cinco a la dirección y un siete en la interpretación.

