Pues eso. Que el avión ha salido con una hora de retraso. Y eso que hemos embarcado puntuales. Pero no se qué problemas con las ventanas de despegue.
Y cuando hemos llegado al aeropuerto de Rygge el autobús no ha salido hasta que no se ha llenado. Veinte minutos esperando.
Y busca donde coger un bocata porque son más de las diez y media. En la habitación a las once. De la tarde.
Sí. Aquí, tan al norte, en estas fechas, le cuesta anochecer.




