Hoy vamos con la serie de moda. Desde mi punto de vista, un poco inexplicablemente. Por lo menos en lo que se refiere a su segunda temporada. Como contrapunto, una comedia romántica surcoreana, con algún apunte dramático. Empezaremos por esta.
O naui gwisinnim [오 나의 귀신님] (Oh My Ghost/Oh My Ghostess)
Me apunté a ver esta serie surcoreana porque la protagonista femenina, Park Bo-young (sigo la convención asiática de poner delante del nombre propio el apellido), coincide con la divertida comedia que comenté hace unos días de una chica muy menudita pero muy fuerte. Suponiendo un producto similar, intrascendente pero entretenido, me apunté a verla.

En la serie coreana de hoy, transcurriendo buena parte de la acción en restaurantes, los protagonistas van de compras con frecuencia. Y hay varias secuencias que tengo la impresión que pueden estar rodadas en el mercado del pescado de Noryangjin, en Seúl, o alguno parecido. Tuve ocasión de visitar este mercado hace mes y medio… y aquí lo podéis ver. Con pececitos y otros bichos marinos, vivitos y coleando.
En esta ocasión, la protagonista es una joven pinche de cocina, muy tímida, que sueña con convertirse en «chef», y que secretamente está enamorada de su jefe. Carga además con el lastre de haber heredado sus capacidades de medium de su abuela, y es capaz de percibir y ver los fantasmas y otros espíritus errantes. Y por otro lado está el fantasma de una chica que no recuerda cómo murió, pero que cree que no ha podido ir al más allá por haber muerto virgen, y por lo tanto tiene asuntos pendientes. Y claro está, el jefe, que es el objeto romántico… o carnal, de las dos. Puesto que la fantasma poseerá a la pinche para «resolver» su problema de virginidad. Lo que pasa es que surgirá una subtrama de misterio a propósito de cómo murió la chica fantasma… y las cosas será de otra forma.
No está al mismo nivel. Ni de carisma de los personajes, ni de interés de la trama, que se alarga innecesariamente, ni de intensidad dramática cuando esto toca. Por lo demás, están los típicos elementos de los «dramas» coreanos. Los triángulos amorosos, que en esta ocasión tienen una cuarta dimensión espiritista, los personajes cómicos, el malo malísimo malo, y la extraña capacidad de los chicos coreanos en Seúl, que es un pedazo de ciudad de 10 millones de habitantes, para salir corriendo por las calles a buscar a la chica y encontrarla enseguida… Es el aspecto más sobrenatural de esta o cualquier otra serie coreana.
En fin, intrascendente, entretenida, aunque le sobran episodios y duración a los mismos.
Strangers Things 2
Pero también le sobra duración a esta segunda temporada de la serie de inspiración ochentera. Personalmente, no encuentro tantos motivo para el entusiasmo por esta producción, que es razonable, pero nada más. Y que desde luego, en su segunda temporada, carece de la gracia y la espontaneidad de la primera temporada. Además los niños se nos van haciendo mayores, entrando ya en la preadolescencia, y pierden también no poca de su frescura. Empezando por la chica favorita de todos, Eleven (Millie Bobby Brown), que está empezando a mostrarse un poquito demasiado intensa a la hora de actuar, frente a su soltura inicial.
En lo que se refiere a la trama, poco hay que decir. No es más que estirar los elementos de la anterior, en relación a las amenazas que el «mundo del revés», o como sea que queráis llamar al reverso oscuro de la realidad, hacia la pequeña comunidad rural en la que transcurre la acción. Desde mi punto de vista, a la acción le ha faltado ritmo. No adecúan bien la sucesión de momentos intensos y los más calmados. Y le sobran claramente personajes, lo cual se hace más evidente en su episodio final, donde no saben muy bien donde colocar a todos para que parezca que tienen algo que ver con lo que allí pasa.
En fin… que a mí, esta serie, ya no me entusiasma.