[TV] Cosas de series; strange… pretty strange

Televisión

Hoy nos vamos al mundo de la fantasía, con más o menos terror y ciencia ficción, y la ciencia ficción, con más o menos fantasía. La fantasía y la ciencia ficción son dos géneros que deberían ser considerados como claramente distintos. Y sin embargo, se suelen encontrar asociados. Incluso en las librerías más prestigiosas es frecuente ver los estante de los dos géneros contiguos e incluso mezclados. Y el problema es que mucho de lo que se vende como ciencia ficción es pura fantasía, véase Star wars o el universo Marvel, y cada vez es más frecuente que en las producciones fantásticas se ofrezcan explicaciones pseudocientíficas a los fenómenos fantásticos. Como indudablemente sucede en la filoochentera serie de hoy.

No sabía muy bien cómo o con qué ilustrar esta entrada, así que he tirado por en medio y traigo algunas versiones en blanco y negro de fotografías digitales de mi último viajes de vacaciones por el Tirol con su Alpes y por Venecia.

Porque hemos asistido, con cierta pereza por mi parte, no voy a negarlo, a la cuarta temporada de Stranger things. Una temporada en la que el mundo de terror fantástico ha recibido con insistencia y pesadez una explicación vía la tradicional figura del científico loco (Matthew Modine) para explicar los poderes de Eleven (Millie Bobby Brown) y el malo de la serie (Jamie Campbell Bower); postmodernidad anticientífica a pleno rendimiento como motor de esta historia «homenaje» a los idelógicamente discutibles y reaganistas años 80 norteamericanos. Siempre me ha parecido una serie sobrevalorada, aunque tenga algún momento bueno, y alguna interpretación interesante, aunque no necesariamente entre los personajes más protagonistas. Pero ahora es una serie tan creída, tan pagada de sí misma, tan convencida de su éxito comercial que cree asociado a otros valores de calidad que son más anecdóticos de lo que parece… que se permite torrarnos la vida con episodios de dos horas y veinte minutos. Que lo que hace cualquiera que se siente a ver una serie es verla en dos, tres o cuatro veces. Reconvertirlo en varios episodios más cortos y asumibles. Y que parece algo impresionante… pero no es más que un montón de pirotecnia en torno a una peripecia que tiene prácticamente el mismo esquema argumental que Return of the jedi… aunque en otro universo. Dejo al lector la comparación mental entre ambas producciones. Supongo que terminaré de ve la serie cuando llegue la quinta y última temporada. Pero me da una pereza…

Cuando anunciaron Star Trek: Strange new worlds dudé mucho en dar una oportunidad a esta reciente incorporación a la franquicia trekkie. Está de moda el adjetivo strange y su variante, ¿no? Tradicionalmente, las series y muchas de las películas de la franquicia Star Trek han gozado de una cutredad que sólo me parece asumible y admitible en la serie original, que tiene mucho encanto, pese a que su protagonista, Kirk (William Shatner), siempre me cayera un poquito mal. Las películas modernas no son cutres, pero su director siempre muestra más fachada que contenido; sus películas suelen tener envoltorios vistosos, pero muy vacías de un contenido auténtico e interesante. Sin embargo, las series más recientes han dejado de ser cutres, están mucho más cuidada, y ha habido al menos una de ellas que consiguió gustarme bastante durante un tiempo. Lo curioso es que muchos trekkies se quejaron de que se alejaba del «espíritu» original de la franquicia, y poco a poco la devolvieron al redil, con lo cual… dejó de interesarme. Por supuesto, aunque vi la primera temporada, no me agradó en exceso la dedicada a otros de los capitanes tradicionales de la Enterprise, Picard (Patrick Stewart), que siempre me ha caído también como el culo.

Al final, decidí darle una oportunidad a esta nueva serie. Me lío bastante con la cronología interna del universo trekkie, pero parece claro que su acción se encuentra situada en un tiempo anterior a la serie original. Está Spock (Ethan Peck) por ahí. Joven y tal. Y al principio, parecía que iba a centrar su esfuerzo en los conflictos de su capitan, Pike (Anson Mount), que para variar no me cae mal. Pero ciertamente al final ha sido más de lo mismo pero sin las cutredades tradicionales en la producción de estas series a lo largo de su historia. En un momento dado, han sido diez episodios de aventuretas muy tradicionales, con enooooormes cantidades de corrección política, pero con muy simplistas planteamientos, como es tradicional en la franquicia salvo honrosas excepciones. Quizá por eso en estos momentos prefiero mucho más su parodia, que no tiene un producción tan costosa y vistosa pero que tiene contenidos más profundos y plantea dilemas más próximos a la realidad. De ella hablaré pronto porque está en marcha su tercera temporada. Volviendo a los extraños mundos nuevos, entretiene. Pero poco más. No sé si volveré a ella cuando llegue su segunda temporada.

[TV] Cosas de series; Amazon Prime y el Japón, el mundo del revés y atracos a la española

Televisión

Se me han acumulado un montón de series para comentar, así que el ritmo de hacerlo con dos a la semana ya no es suficientemente efectivo. Así que hoy voy a darle un empujón a la lista en tres bloques.

Nuevas series japonesas en Amazon Prime Video

Netflix es la plataforma de vídeo bajo demanda que más se caracteriza por su variedad en la nacionalidad de las producciones de su catálogo, con gran abundancia de series orientales, coreanas en especial, japonesas, y también de otros países. En Amazon Prime Video son mucho más modestos, pero ya hace un tiempo que de vez en cuando sacan como novedad algún bloque de series niponas de lo más diverso. El problema es que salvo alguna excepción que es pasable, suelen ser muy malas. Esto ha sucedido con algunas del último bloque. Tokyo Alice [ 東京アリス ] es la adaptación de un manga en clave de comedia romántica en el que las situaciones son muy tópicas y las interpretaciones muy flojas. Final life [Fainaru raifu: Ashita, kimi ga kietemo; ファイナルライフ-明日、君が消えても-] es un drama policial con toques de ciencia ficción bastante delirantes, con una realización visual efectista y chirriante, y un par de intérpretes sacados de los grupos masculinos del K-pop y de los femeninos del J-pop, que lo hacen bastante mal. Ninguna de las dos son recomendables.

El profesor y todos sus secuaces con nombre de ciudad asaltan esta vez el Banco de España. Lo curioso es que no he encontrado ni una foto realizada por mí de ese edificio. El real, no el que sale en la serie que no he investigado lo que es. Pero sí muchas fotos realizadas en los alrededores, en Madrid.

El caso más delirante es un medio metraje que han titulado en español como Pasando la ducha, cuando el título original japonés es Tōriame [通雨 o とおり雨] que significa chubasco o lluvia pasajera, referido a los frecuentes chubascos de la época de lluvias en el verano nipón. Ni siquiera han puesto correctamente los nombres de los actores en la ficha técnica de la peliculilla. Una catástrofe. Que va de la peculiar relación que se establece entre un joven de 19 años que quiere ser dibujante de manga y su vecina de 40, un ama de casa solitaria por los viajes de su esposo. Es peculiar. Ni recomendable ni no recomendable. Que cada cual vea si se atreve.

Stranger Things (Temporada 3ª)

Una de las series estrellas de Netflix, llena de nostalgia hacia los ochenta, me estaba empezando a dejar frío tras dos temporadas, en las que ha tenido algún momento bueno, pero que nunca me ha entusiasmado tanto como al personal. Curiosamente, esta tercera temporada me ha parecido bastante entretenida. Con un guion más centrado y enfocado. Y con una gran virtud. El protagonismos de los niños que han pasado a preadolescentes ha descendido un tanto dando lugar a más tiempo a otros personajes, jóvenes o adultos, alguno novedoso, que han aportado frescura a la serie y mejores resultados. Los «niños» en cuestión siempre me han resultado un tanto cargantes. Por supuesto, se avecina una cuarta temporada para el año que viene, dado que hay un cliffhanger latente, aunque muy evidente, en las escenas finales.

La casa de papel (Temporada 3ª)

Aunque reconozco que entre tanto exceso, las primeras dos temporadas de esta producción española tienen algún momento entretenido, tampoco me siento el mayor fan de la serie. Por un lado está el populismo y la ambigüedad moral de la serie.

Es falso que los robos que plantean sean «inocentes» en el sentido de que no roban a nadie. Si alguien fabrica una gran cantidad de dinero y lo introduce en el mercado, devalúa el existente. Si alguien roba la reserva de oro de un país. Devalúa sus activos. En ambos casos, el dinero que poseen sus habitantes se devalúa, lo cual es especialmente grave en las clases más bajas y en los pobres, que se ven más afectadas que los que andan bien de posesiones u otros activos. Así que si estos convierten en héroes a tales ladrones por «antisistema», es que son gilipollas perdidos. Pero así funciona el populismo.

Por otro lado, no puedo olvidar que al final de la temporada anterior, convirtieron en «héroe» al ritmo del Bella ciao a un tipo que, entre otras cosas, se había dedicado a abusar sexualmente, violar si lo preferís, a una de las rehenes.

En fin. Que llega la tercera temporada con otra serie de excesos más o menos increíbles, más o menos entretenidos. Una de las grandes ventajas de esta tercera temporada,… que los episodios han pasado de 70 interminables minutos a 40-45. Mucho más razonable.

Por otro lado, está el otro gran defecto de la serie. Me parece que la mayor parte de sus intérpretes son muy flojos, tirando a malos. O les permiten hacer un trabajo mediocre tirando a malo. Es un defecto de la televisión española. Pero bueno. Tiene momentos entretenidos.

[TV] Cosas de series; fantasmas y otras cosas extrañas

Televisión

Hoy vamos con la serie de moda. Desde mi punto de vista, un poco inexplicablemente. Por lo menos en lo que se refiere a su segunda temporada. Como contrapunto, una comedia romántica surcoreana, con algún apunte dramático. Empezaremos por esta.

O naui gwisinnim [오 나의 귀신님] (Oh My Ghost/Oh My Ghostess)

Me apunté a ver esta serie surcoreana porque la protagonista femenina, Park Bo-young (sigo la convención asiática de poner delante del nombre propio el apellido), coincide con la divertida comedia que comenté hace unos días de una chica muy menudita pero muy fuerte. Suponiendo un producto similar, intrascendente pero entretenido, me apunté a verla.

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En la serie coreana de hoy, transcurriendo buena parte de la acción en restaurantes, los protagonistas van de compras con frecuencia. Y hay varias secuencias que tengo la impresión que pueden estar rodadas en el mercado del pescado de Noryangjin, en Seúl, o alguno parecido. Tuve ocasión de visitar este mercado hace mes y medio… y aquí lo podéis ver. Con pececitos y otros bichos marinos, vivitos y coleando.

En esta ocasión, la protagonista es una joven pinche de cocina, muy tímida, que sueña con convertirse en «chef», y que secretamente está enamorada de su jefe. Carga además con el lastre de haber heredado sus capacidades de medium de su abuela, y es capaz de percibir y ver los fantasmas y otros espíritus errantes. Y por otro lado está el fantasma de una chica que no recuerda cómo murió, pero que cree que no ha podido ir al más allá por haber muerto virgen, y por lo tanto tiene asuntos pendientes. Y claro está, el jefe, que es el objeto romántico… o carnal, de las dos. Puesto que la fantasma poseerá a la pinche para «resolver» su problema de virginidad. Lo que pasa es que surgirá una subtrama de misterio a propósito de cómo murió la chica fantasma… y las cosas será de otra forma.

No está al mismo nivel. Ni de carisma de los personajes, ni de interés de la trama, que se alarga innecesariamente, ni de intensidad dramática cuando esto toca. Por lo demás, están los típicos elementos de los «dramas» coreanos. Los triángulos amorosos, que en esta ocasión tienen una cuarta dimensión espiritista, los personajes cómicos, el malo malísimo malo, y la extraña capacidad de los chicos coreanos en Seúl, que es un pedazo de ciudad de 10 millones de habitantes, para salir corriendo por las calles a buscar a la chica y encontrarla enseguida… Es el aspecto más sobrenatural de esta o cualquier otra serie coreana.

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En fin, intrascendente, entretenida, aunque le sobran episodios y duración a los mismos.

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Pero también le sobra duración a esta segunda temporada de la serie de inspiración ochentera. Personalmente, no encuentro tantos motivo para el entusiasmo por esta producción, que es razonable, pero nada más. Y que desde luego, en su segunda temporada, carece de la gracia y la espontaneidad de la primera temporada. Además los niños se nos van haciendo mayores, entrando ya en la preadolescencia, y pierden también no poca de su frescura. Empezando por la chica favorita de todos, Eleven (Millie Bobby Brown), que está empezando a mostrarse un poquito demasiado intensa a la hora de actuar, frente a su soltura inicial.

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En lo que se refiere a la trama, poco hay que decir. No es más que estirar los elementos de la anterior, en relación a las amenazas que el «mundo del revés», o como sea que queráis llamar al reverso oscuro de la realidad, hacia la pequeña comunidad rural en la que transcurre la acción. Desde mi punto de vista, a la acción le ha faltado ritmo. No adecúan bien la sucesión de momentos intensos y los más calmados. Y le sobran claramente personajes, lo cual se hace más evidente en su episodio final, donde no saben muy bien donde colocar a todos para que parezca que tienen algo que ver con lo que allí pasa.

En fin… que a mí, esta serie, ya no me entusiasma.

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[TV] Cosas de series; lo más interesante, la comedia romántica coreana, de verdad

Televisión

Llevo unas semanas un poco soso con la cosa televisiva. Por ejemplo. Con la llegada de la segunda temporada de Stranger Things hace ya unos días, estaba convencido de que a estas alturas ya me habría merendado la serie. Y no. Tres episodios llevo, y sin mucha convicción. Hasta ahora lo único que me ha llamado la atención es que, con lo conservadores que son los yanquis, y siendo una serie para la familia, han hecho «nacer» a Eleven por una grieta en una pared que parece propiamente una abertura vaginal y envuelta en todo tipo de sustancias viscosas. Un auténtico «parto». ¿Nadie más se ha fijado?

Por otro lado, si hace unos días hablaba con cierto grado de entusiasmo de las nuevas series tipo Star Trek, en las últimas semanas han pegado un bajón notable. Di que la más novata, la que no es exactamente Star Trek, ya se ha ganado la renovación para el año que viene.

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Con una serie coreana en la tele de hoy, nos vamos a Seul, como no podía ser de otro modo.

Hablando de space operas, he terminado de ver la segunda de Killjoys. Ya dije que finalmente su primera temporada me gustó bastante después de todo. Pues esta segunda me ha dejado un poco meh. Ha complicado la trama, la ha hecho más serializada, menos procedimental, y han perdido parte del tono humorístico que tenían de vez en cuando. Vamos, que se han tomado demasiado en serio a sí mismos. Y no le ha sentado bien. No me voy a molestar por conseguir la tercera temporada. Cuando llegue a Netflix, ya veremos si la veremos.

A Netflix llegó también la tercera de Fuller House, que también me está cansando soberanamente. Al principio tenía la gracia del recuerdo de su serie original en los noventa,… pero no sé si seguiré con esta tontada. Claro,… siempre he pensado que en si en la original no hubiese salido Rebecca (Lori Loughlin), tampoco la hubiera aguantado mucho. Que maja esta mujer, oye.

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Así que lo que realmente me ha divertido últimamente es una serie coreana en Netflix, Himssenyeoja Do Bong-soon [힘쎈여자 도봉순] (Strong Woman Do Bong-soon, internacionalmente). Es una comedia romántica en 16 episodios, que aunque con lo tonos de cutrerío y de publicidad que caracterizan estas series, tiene unos guiones muy graciosos. Y es realmente muy absurda. Tiene un montón de tramas cómicas que implican madres casamenteras que consultan monjes budistas, «peligrosos» mafiosos que acaban habitualmente descalabrados en el hospital, y otros personajes imposibles. Tiene un trío romántico, en el que la hipotenusa en una chica pequeñita, muy mona, con un peinado horrible y un vestuario todavía peor (esto es una apreciación personal), pero sobrehumanamente fuerte, y los catetos un policía muy sieso y un ricachón muy simpático. Adivinad con quien se queda la hipotenusa. Tanta gracia me ha hecho que me he puesto a ver otra serie protagonizada por la misma chica, Bo-young Park, que la verdad es que es lo mejor que he visto en estas series coreanas.

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[Televisión] Cosas de series; en los pueblos pequeños «usamericanos» puede pasar cualquier cosa…

Televisión

Sigo con mi crisis seriéfilo-televisiva. Hace ya una serie de semanas que acumulo episodios de algunas series que «quiero»ver, pero que «no me apetece» ver ahora, mientras, en un ataque de nostalgia me dedico a ver casi de tirón las siete temporadas de las Gilmore Girls. Vamos… que voy ya por la mitad.

Pero no creáis. En medio de esta «debacle» me ha dado tiempo a ver los ocho episodios de la primera temporada de una nueva serie que ha levantado cierta expectación; Stranger Things. Esta serie también ha gustado esencialmente porque ha despertado nostalgias. Muchas nostalgias. Ambientada en los años 80 del siglo XX en un pueblo o ciudad pequeña de algún rincón más o menos anodino de los Estados Unidos, ha mezclado varios géneros en uno. Las pandillas de críos metomentodos en bicicleta, los amoríos adolescentes, las conspiraciones gubernamentales, los monstruos de terror e incluso los universos paralelos… sólo ha faltado E.T. A mí no me ha parecido tan entusiasmante, aunque conforme avanzaban los episodios se hacía más entretenida terminando a un nivel razonable. Y como sólo son ocho episodios…

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Al igual que en otras entradas televisivas, repaso fotográfico a por donde está pasando mi tumblelog de viajes (enlaces al final). Y pasa por el Museo de la Guerra de Londres (encabezado), o la Piazza del Popolo de Rávena.

Pero si algo tienen en común las dos series mencionadas hasta ahora en esta entrada, y muchas otras que nos llegan desde la otra orilla del océano es el ecosistema de las poblaciones que dan cobijo a la acción. Me da igual que sea la ficticia Stars Hollw, en Connecticut, que la no menos ficticia Hawkins, en Indiana. Es cierto que tiene más presencia Nueva Inglaterra que el Medio Oeste, pero…

Los pueblos o pequeñas ciudades norteamericanas que sirven de marco a las series de televisión tienen una serie de elementos en común, que permiten que cualquier cosa pueda pasar. Al igual que en su momento en España, Crónicas de un pueblo sirvió para establecer el modelo deseado de sociedad franquista rural, diríamos que los productores de televisión norteamericanos tienen un manual de cómo es el modelo de su propia sociedad.

Existe una familia que expresa todas las bondades del «american way of life», con mamá y papá como miembros activos y dignos de la comunidad alguna hija adolescente, un chaval algo más joven, y quizá un tercero de sexo indiferente y poco importante.

Siempre hay algún shérif que, o bien es extremadamente listo o bien extremadamente incompetente. Los ayudantes del shérif tenderán a ser no demasiado inteligentes, salvo que haya alguna chica joven que se encargue de demostrar que sus compañeros varones son especialmente tontos más allá de su afición a los dónuts y la cerveza.

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También por las calles de Bergen en Noruega.

El instituto… el instituto es un lugar terrorífico donde los adolescentes se dedican a putearse sin pudor, y aparentemente todo el mundo asume que es algo que es así y no puede cambiar. Se dividen en grupos estereotipados. Si un chico es deportista no puede ser listo. Si es listo no puede ser guapo y seguramente llevará gafas. Las chicas más monas solo piensan en chicos y en estar más monas todavía, menos una que es amiga de las feas y que estudia mucho. Y luego están los que saben de ciencias que por lo demás son una panda de tarados de mucho cuidado. Hay pocas variantes a este esquema general.

Los niños ya mayorcitos pero que no van al instituto van de un lado a otro montados en bicicletas y son mucho más listos que el resto de los habitantes del pueblo juntos. No queda claro en qué momento pierden la inteligencia y quedan sumidos en la medianía general. Seguramente cuando pasen al instituto.

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O las playas a orillas del lago Leman en Ginebra.

La virginidad de la adolescente protagonista es un asunto de interés máximo. Sobretodo porque lo más probable es que, en el caso de que haya crímenes, las chicas más precoces sexualmente serán de las primeras en morir y de las formas más desagradables.

En medio de toda esta situación, hay un montón de personajes secundarios, altamente pintorescos, cuando no parecen recién salidos de un frenopático y cuya única misión parece ser ocupar minutos para justificar la duración de la producción o producir confusión.

Por supuesto, sobre las características anteriores podemos empezar a realizar algunas variaciones dando más o menos protagonismo a  unos u otros para adaptarlos al tono y público previsibles. Y luego hay extremos, claro. Stars Hollow de las Gilmore Girls, Twin Peaks de la serie del mismo título o Cicely de Northern Exposure probablemente se llevan la palma en cuanto al nivel de excentricidad extrema de sus habitantes. Eureka es especial por definición… todos menos el shérif y su hija son científicos superdotados y con frecuencia de gran torpeza social. Y luego están todas las variantes de poblaciones con características estándar pero con peculiaridades… vampiros, hombres lobos, cúpulas, portales infernales, resurrecciones masivas, muertes masivas, desapariciones masivas, inmortalidades,…

Por lo tanto podemos decir una cosa… es como si en Estados Unidos hubieran decidido que buena parte de las series fueran variantes de Crónicas de un pueblo, pero con sabor «usamericano». E igualmente monolíticas desde el punto de vista ideológico. Lamentablemente. Salvo honrosas excepciones.

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O más cerca de casa, por Utrillas, donde mantienen restaurada una simpática locomotora de vapor.