[TV] Cosas de series; strange… pretty strange

Televisión

Hoy nos vamos al mundo de la fantasía, con más o menos terror y ciencia ficción, y la ciencia ficción, con más o menos fantasía. La fantasía y la ciencia ficción son dos géneros que deberían ser considerados como claramente distintos. Y sin embargo, se suelen encontrar asociados. Incluso en las librerías más prestigiosas es frecuente ver los estante de los dos géneros contiguos e incluso mezclados. Y el problema es que mucho de lo que se vende como ciencia ficción es pura fantasía, véase Star wars o el universo Marvel, y cada vez es más frecuente que en las producciones fantásticas se ofrezcan explicaciones pseudocientíficas a los fenómenos fantásticos. Como indudablemente sucede en la filoochentera serie de hoy.

No sabía muy bien cómo o con qué ilustrar esta entrada, así que he tirado por en medio y traigo algunas versiones en blanco y negro de fotografías digitales de mi último viajes de vacaciones por el Tirol con su Alpes y por Venecia.

Porque hemos asistido, con cierta pereza por mi parte, no voy a negarlo, a la cuarta temporada de Stranger things. Una temporada en la que el mundo de terror fantástico ha recibido con insistencia y pesadez una explicación vía la tradicional figura del científico loco (Matthew Modine) para explicar los poderes de Eleven (Millie Bobby Brown) y el malo de la serie (Jamie Campbell Bower); postmodernidad anticientífica a pleno rendimiento como motor de esta historia «homenaje» a los idelógicamente discutibles y reaganistas años 80 norteamericanos. Siempre me ha parecido una serie sobrevalorada, aunque tenga algún momento bueno, y alguna interpretación interesante, aunque no necesariamente entre los personajes más protagonistas. Pero ahora es una serie tan creída, tan pagada de sí misma, tan convencida de su éxito comercial que cree asociado a otros valores de calidad que son más anecdóticos de lo que parece… que se permite torrarnos la vida con episodios de dos horas y veinte minutos. Que lo que hace cualquiera que se siente a ver una serie es verla en dos, tres o cuatro veces. Reconvertirlo en varios episodios más cortos y asumibles. Y que parece algo impresionante… pero no es más que un montón de pirotecnia en torno a una peripecia que tiene prácticamente el mismo esquema argumental que Return of the jedi… aunque en otro universo. Dejo al lector la comparación mental entre ambas producciones. Supongo que terminaré de ve la serie cuando llegue la quinta y última temporada. Pero me da una pereza…

Cuando anunciaron Star Trek: Strange new worlds dudé mucho en dar una oportunidad a esta reciente incorporación a la franquicia trekkie. Está de moda el adjetivo strange y su variante, ¿no? Tradicionalmente, las series y muchas de las películas de la franquicia Star Trek han gozado de una cutredad que sólo me parece asumible y admitible en la serie original, que tiene mucho encanto, pese a que su protagonista, Kirk (William Shatner), siempre me cayera un poquito mal. Las películas modernas no son cutres, pero su director siempre muestra más fachada que contenido; sus películas suelen tener envoltorios vistosos, pero muy vacías de un contenido auténtico e interesante. Sin embargo, las series más recientes han dejado de ser cutres, están mucho más cuidada, y ha habido al menos una de ellas que consiguió gustarme bastante durante un tiempo. Lo curioso es que muchos trekkies se quejaron de que se alejaba del «espíritu» original de la franquicia, y poco a poco la devolvieron al redil, con lo cual… dejó de interesarme. Por supuesto, aunque vi la primera temporada, no me agradó en exceso la dedicada a otros de los capitanes tradicionales de la Enterprise, Picard (Patrick Stewart), que siempre me ha caído también como el culo.

Al final, decidí darle una oportunidad a esta nueva serie. Me lío bastante con la cronología interna del universo trekkie, pero parece claro que su acción se encuentra situada en un tiempo anterior a la serie original. Está Spock (Ethan Peck) por ahí. Joven y tal. Y al principio, parecía que iba a centrar su esfuerzo en los conflictos de su capitan, Pike (Anson Mount), que para variar no me cae mal. Pero ciertamente al final ha sido más de lo mismo pero sin las cutredades tradicionales en la producción de estas series a lo largo de su historia. En un momento dado, han sido diez episodios de aventuretas muy tradicionales, con enooooormes cantidades de corrección política, pero con muy simplistas planteamientos, como es tradicional en la franquicia salvo honrosas excepciones. Quizá por eso en estos momentos prefiero mucho más su parodia, que no tiene un producción tan costosa y vistosa pero que tiene contenidos más profundos y plantea dilemas más próximos a la realidad. De ella hablaré pronto porque está en marcha su tercera temporada. Volviendo a los extraños mundos nuevos, entretiene. Pero poco más. No sé si volveré a ella cuando llegue su segunda temporada.

[TV] Cosas de series; segunda ronda de aventuras espaciales,… o así

Televisión

Es irónico que en esta época donde pasamos más tiempo en casa que nunca, mi actividad en este Cuaderno de ruta haya bajado tanto. Cuando habitualmente escribo 6 o 7 entradas por semana, la pasada me quedé en tres. Pero claro… aunque tenemos el cine en las plataformas de vídeo bajo demanda, hace semanas que no vamos a un estreno en salas comme il faut. Y si ya, antes de las medidas de emergencia estaba en crisis lectora,… ahora no me concentro en la lectura ni por lo que se dijo. Si sumas que en estos días dedico más tiempo a refrescar mis conocimientos como especialista en medicina preventiva y salud pública en materia de epidemias, que a leer sobre mi afición a la fotografía, ahí se pierden varias oportunidades para escribir en estas páginas. Y no, no me siento tentado a escribir sobre LA epidemia. Aunque creo que mis palabras serían mesuradas y correctas en función de la ciencia conocida, a efectos prácticos lo único que sucedería es aumentar el ruido de fondo que ya existe sobre el tema. Conclusión, desde el viernes no he escrito nada.

Picard se asocia a su origen francés y a sus viñedos. Pues nada, viñedos en Alsacia, para ilustrar la entrada de hoy.

Hoy me dedicaré a la televisión, que eso no falla. Ya dije hace dos semanas que había visto unas cuantas series con aventuras espaciales, de las que ya adelante mi comentario sobre un par de ellas. Vamos ahora con las otras dos.

La primera de ella es la segunda temporada en Netflix de Altered Carbon. Ese futuro interestelar y distópico en el que es difícil morir si puedes trasladar tu conciencia y tu ser de un cuerpo a otro. Ha seguido en la línea de su primera temporada. Mucho protagonista musculado, bastante violencia, protagonistas conflictuados frente a los malvados tradicionales de este género de series. Tengo cierto límite de tolerancia hacia este tipo de productos, y creo que he llegado al mío. La serie no está mal, pero te tiene que gustar este tipo de series de ciencia ficción, más basadas en los excesos de testosterona que en tramas sutiles o en reflexiones sociopolíticas. No puedo asegurar si veré más temporadas, pero en estos momentos no me supondría ningún problema si desapareciera del futuro televisivo.

Una serie que me despertó cierta expectación, aunque un interés moderado, fue Star Trek: Picard, la última de la veterana franquicia de aventuras espaciales buenrollistas, que se puede ver en Amazon Prime Video. Nunca he sido un trekkie. Guardo un recuerdo cariñoso de los episodios que veía de la serie original en mi infancia, pero las película que empezaron a hacer a partir de 1979 y las series posteriores me han parecido siempre un tanto… cutres. Lo aceptable en los años 60 no me convenció tanto con posterioridad. Pero la penúltima serie de la franquicia sí que me gusto, especialmente en su primera temporada, gracias a una trama bastante interesante y a personajes más interesantes que los habituales, con más conflicto e imprecisión ética que el buenrollismo habitual de la serie. Y eso elevó mis expectativas por evoluciones futuras. Pero con un interés moderado, he dicho, puesto que Picard (Patrick Stewart) es un personaje que me cae… mal. Y especialmente, las películas que protagonizó en los años noventa eran malas de narices. La serie… con ese conflicto entre humanos (y otros alienígenas) y las inteligencias artificiales con aspecto antropomórfico… mucho mejor como producción que muchas series de la franquicia anteriores, pero con un interés limitado. A estas alturas, el tema de los androides con inteligencia artificial y aspecto humano se ha tratado un montón de veces mucho mejor que en esta ocasión. Las aventuretas son pasables. Y Picard,… sigue siendo un personaje que no me cae especialmente bien.

Y vale por hoy. Aunque según como evolucione la cosa, igual aumento el número de comentarios televisivos para que no se me acumulen las series interesantes que estoy viendo.

[TV] Cosas de series; viajes a las estrellas

Televisión

En un par de semanas, y por diversas circunstancias, se me han acumulado un montón de series que he terminado, o he terminado su temporada en curso. Cada vez es más frecuente que sean serie de temporada única. Pero la cuestión es muy variable. Así que tengo mucho trabajo pendiente. Que voy a intentar dosificar de una forma racional. También ha habido noticias tristes. Después de la tercera temporada de Santa Clarita Diet, que para mí, y para muchos, había estado a gran altura, siendo muy divertida y la mejor de las tres… Netflix ha anunciado su cancelación… ¡¡¡¡???? Nuevamente, en el mundo de la televisión priman intereses que no tienen que ver con la calidad de las series.

En cualquier caso, las dos series de hoy no han sido aquellas en las que ha pasado más tiempo desde que terminé de verlas hasta hoy. Pero sí aquellas en las que ha pasado más tiempo desde que empecé hasta hoy. Y las dos tienen muchas cosas en común. Y notables diferencias. Y encima pertenecen a uno de mis géneros preferidos, aunque muchas veces maltratado; la aventura espacial. La space opera.

Qué mejor para ilustrar esta galáctica entrada que un paseo por las salas de espera del espaciopuerto de Disneyland Paris antes de hacer un recorrido por una galaxia muy muy lejan, en la atracción que más me hizo reir en todo el día. Dos veces.

Star Trek: Discovery – 2ª temporada

Cuando llegó su primera temporada, se vio claramente que esta nueva serie de la franquicia Star Trek era un intento de modernizar, actualizar, aumentar el nivel de calidad en la producción de las series de este universo de la ciencia ficción. Y en gran medida se consiguió. Situaciones mucho menos maniqueas, conflictos éticos, una mejor presentación y mayor nivel de efectos visuales, siempre algo cutres en la franquicia, personajes interesantes, conflictuados, menos estereotipados… Lo cual parece que conllevo dos efectos. Algunos que sólo teníamos buen recuerdo de la serie original, pero había abominado de buena parte de lo que se hizo después en la franquicia, nos reconciliamos con ella. Por contrapartida, fanáticos fieles a la franquicia se quejaron de que se había perdido el espíritu de la misma.

En su tercera temporada, en la que ha vuelto a haber un arco argumental que ha envuelto los (¿excesivos?) catorce episodios. Conservando algunos de los elementos de la temporada anterior, se introducían elementos que llevaban a una cierta reconciliación con los tradicionalistas de la franquicia. El capitán Pike (Anson Mount), un joven Spok (Ethan Peck), la eventual aparición de una de las variantes de la Enterprise,… todo ello reunía a la nueva serie con la tradición trekkie. Algunos de los nuevos protagonistas como la principal, Michael Burnham (Sonequa Martin-Green), o esa robaescenas que es la emperatriz/capitana Georgiou (Michelle Yeoh), y algún otro personaje o situación, más la calidad de la producción, la vinculan a los nuevos tiempos.

El resultado final me resulta ambiguo. No me ha parecido que tuviera el mismo nivel que la primera temporada, pero en cualquier caso ha sido bastante disfrutable y entretenida. Uno de los principales problemas que le veo es que es larga para lo que van a contar. Es una historia que se puede contar en nueve o diez episodios, en la que ha habido redundancias, momentos que no han aportado casi nada al avance de la trama. Ha sido morosa por momentos. Pero bueno… bien está.

Parece que habrá tercera temporada. Pero no sé muy bien como, tal y como ha acabado esta temporada. Quizá con una renovación absoluta de protagonistas que haría que dejase de tener tanto sentido el Discovery del título. O tal vez haya habido una preparación a un spin off con la Enterprise del capitán Pike como protagonistas. Con Rebecca Romijn en su papel de Number One… mientras que la tripulación de la Discovery serguirá sus aventuras en… bueno. Es que no quiero destripar el final de la temporada. Ya veremos como sigue la cosa. Según la Wikipedia, la tercera temporada es segura, indica que con la tripulación actual y en la Discovery, y lo que piden los fanáticos de la serie es que se haga el spin off de la Enterprise de Pike y Number One.

The Orville – 3ª temporada

Esta parodia del universo Star Trek fue una de las más agradables sorpresas del año pasado. Su creador y protagonista, Seth MacFarlane, se dedicó a replicar el ambiente de las series más clásicas de la franquicia trekkie como un vehículo para realizar un crítica social y política a la sociedad norteamericana, y de buena parte del mundo, de la actualidad. Si la franquicia original ha presumido siempre de impulsar valores positivos, como el valor de la ciencia, la necesidad de la exploración y el descubrimiento, el buen rollo entre civilizaciones y razas,… la humanidad como valor en sí mismo, también es cierto que visto en retrospectiva, la forma en que se prestan esos valores es, por decirlo de alguna forma, bastante ingenua. Naïf.

La crítica de MacFarlane es más incisiva, repasa los problemas de tolerancia y convivencia que se observan hoy en día en el que los populismos, especialmente de derechas, encuentran su camino a través de los sistemas electorales para impactar en los ciudadanos y obtener cuotas de poder o representación en unos sistemas políticos en los que no creen. E introducen intolerancia, sexismo, racismo,… lo que queráis. La tripulación de The Orville, ella misma repleta de ironías, se enfrentará en sus aventuras a estas cuestiones y nos permite reflexionar un poco. O un mucho en alguna ocasión. Yo me lo pasé bien en su primera temporada.

Y me lo he pasado bien en la segunda. Nuevamente, sin tomarse demasiado en serio a sí misma, manteniendo un estilo de parodia simpática y amable hacia su original trekkie, ha ido repasando nuevos temas o revisando los ya tocados. Pero ha ido más allá, nos ha ofrecido algunos arcos argumentales que han resultado muy entretenidos. Y de paso ha procedido a parodiar/homenajear otras sagas célebres de la ciencia ficción.

Una de las «razas» del universo de The Orville en esta temporada han sido los kaylons, una civilización de seres robóticos, que claramente están inspirados en los cylons de Battlestar Galactica (léase saylons). Y el último episodio de la temporada ha estado claramente inspirado por las luchas de rebeldes contra un imperio, con una banda sonora que mimetiza el estilo de las de John Williams para la saga Star Wars.

Yo me lo sigo pasando muy bien con esta serie. Que dure mucho tiempo con este nivel. Por cierto, la Kelly Grayson alternativa, siendo la misma actriz (Adrianne Palicki), es todavía más atractiva que la original.

[Cine] Please Stand by (2017)

Cine

Please Stand by (2017; 15/20190306)

La semana pasada fue una semana complicada. Malas noticias en el entorno del grupo de amigos que acudimos al cine juntos habitualmente nos trasladó a un estado de animo particular que, cuando encontramos un momento para airearnos y distraernos, dificultó la elección de qué película nos apetecía ver. Nada demasiado sesudo, algo que nos transmitiese un poquito de optimismo. Y esta película, que llega con bastante retraso a nuestra cartelera, dirigida por Ben Lewin y con un reparto prometedor, parecía un posibilidad como cualquier otra. Decir que una vez más el titulador de películas en castellano ha dado muestras de sus múltiples trastornos de personalidad, y nos ofrece la versión doblada bajo el peregrino título de Larga vida y prosperidad, en lugar del apropiado título original.

Sinceramente, hoy no se me ocurría cómo ilustrar adecuadamente esta película, y me he limitado a poner algunos paisajes en blanco y negro de esa zona gris donde termina la ciudad y empieza eso que llamamos «el campo».

Estamos ante una película por otro lado bastante típica y tópica, en la que predominan los buenos sentimientos y el buen rollismo. La prometedora Dakota Fanning encarna a Wendy, una joven de 21 años con un trastorno del espectro autista que vive en un centro de acogida para personas con esta condición, dirigido por Scottie (Toni Collette). Y aquí, con el nombre de este personaje, empiezan los guiños a la franquicia Star Trek. La joven tiene una hermana, Audrey (Alice Eve, ¿otro guiño a la franquicia?), casada y con un bebe, y mantienen una relación difícil. Básicamente, Audrey se siente incapaz de lidiar con las dificultades de relación de Wendy. El caso es que esta última tiene como afición escribir, y puestos a escribir, ha escrito un guion para una película de Star Trek, que presta especial atención al personaje del doctor Spock. Clara alusión a los problemas de expresar sus emociones y sus afectos a los demás. Y decide presentarlo a un concurso. Pero a partir de aquí… todo se complica, y entramos en una pequeña odisea (no olvidemos que odisea es el viaje de Odiseo de regreso a Ítaca y a su familia) para Wendy su núcleo más cercano de relación.

Película de autosuperación, tan del gusto del público yanqui, y que poco a poco se contagia al resto del mundo, aunque en muchas ocasiones estas historias se nos presenten inverosímiles en grado extremo. Y con efectos negativos porque cargan sobre la responsabilidad individual alcanzar logros que en la vida real sólo son posibles mediante mecanismos cooperativos y de soporte y apoyo mutuo o social. La película se queda pues un tanto coja en sus planteamientos, rozando la ñoñería en algún caso. Y la inverosimilitud casi absoluta de que un policía de Los Ángeles resuelva una compleja situación difícil hablando en klingon.

No obstante, en la valoración global logra un pase, por dos motivos. El buen que hacer de sus intérpretes, que no están a su mejor nivel, pero tienen oficio de sobra para sacar adelante la historia, y por los momentos de humor que alivian el ñoño drama que flota constantemente en el ambiente. Al final, consiguió su propósito. Distraernos durante un rato de ciertas duras realidades, y hacernos salir del cine con aire escépticamente optimista, pero optimista al fin y al cabo.

Valoración

  • Dirección: **
  • Interpretación: ***
  • Valoración subjetiva: ***

[TV] Cosas de series; mi primera «star trek» completa

Televisión

Hoy iba a hablar de un par de estrenos cinematográficos vía Netflix, pero uno de ellos me ha dejado tal impresión que necesito reposarlo un poquito. Así que iré con una entrada televisiva.

Nop. Nunca había visto una serie entera de la franquicia Star Trek. Sip, había visto una temporada completa, que me regalaron en formato DVD hace tiempo, de la serie original. Voy a confesar una cosa. Que espero que no me enemiste demasiado con los «trekkies». Siempre me han parecido más bien producciones cutres. Incluidas las películas que empezaron a partir de 1979. Hago la excepción de las superproducciones más modernas, que no son cutres, pero no me emocionan en su tono, y en la reciente Star Trek: Discovery, de la que también vi la primera temporada completa y estoy en proceso de ver la segunda. Tampoco es nada cutre. Pero dicen que si me gustó la primera temporada de esta serie es… porque muchos de los fans de la franquicia consideran que se apartó de la filosofía de la misma. Lo cierto es que me gustó bastante. Sobretodo, cada vez que aparecía Michelle Yeoh en pantalla.

Ya sabéis: «Space: the final frontier. These are the voyages of the starship ‘Enterprise’.» Bueno… esta es otra ‘Enterprise’… pero básicamente. Lo que pasa es que lo que estaba bien en los años 60 quizá no tanto en la primera década del siglo XXI.

Pero lo cierto es que hace unas cuantas semanas, por causas que ahora no vienen al caso, comencé a ver la última de las series, antes de que la franquicia resucitase en televisión recientemente; Star Trek: Enterprise. Reconozco que los primeros capítulos que vi… me llamaron relativamente la atención. Aunque como producción es relativamente cutre, teniendo en cuenta que es una producción televisiva del siglo XXI ya, había sus cosas en los personajes, que la hacían algo más atractiva de lo que pensaba.

En lo que se refiere a producción, con su vida entre 2001 y 2005, no sostiene la comparación con otras aventuras espaciales como la versión reimaginada de Battlestar Galactica que se estrenó en 2003, como miniserie, y en 2004, como serie con continuidad. Pero es que tampoco sostiene la comparación en la calidad de los guiones, ni en la profundidad de desarrollo de los personajes.

Esto último es uno de los grandes problemas de una serie, que me he obligado a terminar de ver, pero que progresivamente me ha ido desmotivando. Si en sus primeros capítulos sus personajes prometían, lo cierto es que no se desarrollan, y acaban volviéndose cada vez más estereotipados y menos interesantes. Siempre se ha hablado de la diversidad en la franquicia, y ciertamente hay siempre intérpretes de origen afroamericano o asiaticoamericano. Pero nunca al frente del reparto. Y me sorprende cómo la potencialidad de las dos mujeres del reparto habitual, se va perdiendo poco a poco, especialmente en lo que se refier a Hoshi Sato (Linda Park), que termina la serie en una horrible parodia de sí misma en los dos episodios dedicados al universo alternativo. La evolución de la serie es tal que al final resulta francamente machista. … … En fin, como curiosidad hoshi [星] significa «estrella» en japonés. Muy propio.

Se ve que la serie no debió ir muy bien. Si las dos primeras temporadas siguen el esquema tradicional de una aventura por episodio, con personajes recurrentes (qué sorprendente en un universo tan grande, que te encuentres con tanta frecuencia con conocidos), la tercera intenta abarcar un épico arco argumental en toda ella, que se estira en exceso, viéndose resentido, y la cuarta y última opta por aventuras de dos o tres episodios de duración, para incentivar la fidelidad a la serie, supongo.

Bueno… ahora ya lo puedo afirmar. Es una pena. Si la serie original era fresca, original y divertida en su origen, o así lo recuerdo en los episodios aislados que veía en mi infancia, la fórmula me parece que estuvo agotada desde que terminó. Salvo algún episodio aislado, nunca me han enganchado. Ni creo que vuelva a repetir la experiencia. Seguiremos confiando en la Discovery.

[TV] Cosas de series; «space operas» y otros delirios

Televisión

No ando sobrado de tiempo esta semana para publicar entradas en este Cuaderno de ruta. Aun así, y contra todo pronóstico, he encontrado un momento para hacer una entrada televisiva. Que creo que irá un poquito rápida.

Están de modas en estos momentos las «space operas» en mi cartelera televisiva. Es decir, las aventuras espaciales. Ha vuelto The Orville, la parodia de Star Trek que me parece mejor que casi cualquier cosa de Star Trek. Ha vuelto Star Trek: Discovery, la serie Star Trek que no se parece a lo anterior de Star Trek, y quizá esa sea su gracia. Especialmente si aparece la «emperatriz» Michelle Yeoh, momento en el que sube varios enteros el interés de la serie. He comenzado a ver las desventuras de la Nightflyer, escrita de la mano de George R. R. Martin, a la caza de una nave alienígena,… creo. Y me entró la curiosidad de ver, por comparar, la última serie que se hizo de la franquicia Star Trek, Star Trek: Enterprise, antes de que cerraran el garito de las series hasta el año pasado. No pensaba que me fuera a enganchar, nunca me he enganchado a ese universo, pero aunque la serie tiene muchos de los defectos que tradicionalmente me han echado para atrás en esa franquicia, he sentido cierta empatía hacia esta tripulación estelar, y de momento ya he visto la primera temporada. Y buena parte de la segunda. Si termino las cuatro temporadas, ya le dedicará un comentario más extenso.

No he visitado las Svalbard… caen un poco a desmano. En su lugar, la isla más helada y «alienígena» que he visitado, aunque muy bella, es Islandia. Así que allí nos vamos fotográficamente.

Mientras, hemos tenido la tercera, y parece que última, temporada de Fortitude. Esa producción británica de ambiente noruego que ha mezclado el género policiaco con la ciencia ficción y el terror, bajo la fórmula de la huída hacia adelante en cuanto a lo demencial de su argumento y de las cosas que han sucedido. Me cuesta decidir si me ha gustado o no. Lo cierto es tiene momentos muy interesantes, que a veces parece que rondan más el humor negro, negrísimo, que el terror, con interpretaciones bastante interesantes, pero con un argumento que pone a prueba la más dedicada suspensión temporal de la incredulidad en el espectador. En cualquier caso, el claustrofóbico ambiente de las Svalbard, disfrazadas de archipiélago ficticio en el fin del mundo ártico, mezclado con un reparto britániconórdico de no poca calidad, tiene su interés misterioso.

Y hemos tenido la tercera temporada de The Good Place, en la que nuestros demonios favoritos junto nuestros no menos favoritos condenados por toda la eternidad han tenido nuevas aventuras con un principio de temporada flojo, pero que poco a poco se ha venido a más hasta alcanzar momentos muy entretenidos y muy muy divertidos. Con un reparto también que tiene un buen nivel interpretativo e interesante vis cómica. En cualquier caso, un excelente alegato contra el maniqueísmo absurdo y contra las no menos absurdas definiciones absolutas del bien y el mal de las principales religiones que asuelan la faz de la tierra.

Y dejo para otro día en el que tenga más rato para pensar las ideas que redacto para el final de las desdichas de los Beaudelaire, y para la educación sexual según Netflix.

[TV] Cosas de series; una chica que se llama Michael y un detective, Dirk

Televisión

No sé si tengo mucho tiempo hoy, pero intentaré sacar adelante un par de series vistas en esta semana.

Star Trek: Discovery – 1ª temporada

Algunos la consideran como la menos trekkie de todas las series de la saga Star Trek. Quizá por eso me ha gusta a mí más que ninguna otra, si descontamos el recuerdo que me merecen los episodios de la serie original que veía de niño, cuando en España se titulaba La conquista del espacio. Más tarde le pusieron un más literal Viaje a las estrellas.

Elementos que la hacen especialmente interesante:

Es moderna, no cutre. Aunque quedan por ahí algunas razas alienígenas casposas, en general ha dejado de parecer series de cartón piedra con colorines chirriantes. Leía el otro día que alguien atribuía a Battlestar Galactica, la nueva, ser un reverso oscuro de Star Trek. Yo tengo la sensación que esta nueva serie le debe más a los cylones que al contrario con sus predecesoras.

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Al final de la serie trekkie aparecen unas vistas nocturnas de París en el siglo veinti… ¡yo que sé! Estas son de 2008.

Hay personajes realmente carismáticos y complejos. Aunque hay una tendencia al maniqueísmo, permanece lo suficientemente camuflada para que no sea insufrible. Y hay tres personajes de primer nivel, por este orden; Lorca (Jason Isaacs), Burnham (Sonequa Martin-Green) y Georgiu (Michelle Yeoh). Esta última bien aprovechada en sus primeras apariciones, menos en las últimas.

Hay conflicto con barra. Nada de buenismos gratuitos. Aquí hay que mojarse y cagarla. Es oscura en algún momento. Bien. Y esto hace que tenga tensión, sea entretenida y la esperemos de un episodio a otro. Especialmente en la segunda mitad de la serie.

¿Es perfecta? No. Tiene algún que otro episodio tontorrón. Y el último de la temporada es flojo, y no presagia nada bueno. Tal vez recuperen el tono general de las anteriores series. Desde mi punto de vista, un error, aunque contente a los trekkies más conservadores. Ya veremos.

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Dirk Gently’s Holistic Detective Agency – 2ª temporada

Ya conocíamos al peculiar universo de Dirk Gently (Samuel Barnett) y su compañero Todd Brotzman (Elijah Wood). Y ya de paso, porque es genial, a la hermana de este, Amanda (Hannah Marks). O a Farah (Jade Eshete); Farah es genial… Y a muchos otros personajes de este mundo que salió de la pluma de Douglas Adams, más conocido por su autoestopista galactico. Ya sabréis que la respuesta al sentido de la vida, el universo y todo lo demás es 42. Si no lo sabéis, y pensáis que es una tontería. No os interesa esto. Porque esta es una serie de fantasía que bordea el absurdo y el dadaísmo con demasiada frecuencia como para que si no estás por la labor, si no estás dispuesto a entrar en el juego, no te merece la pena entrar en el juego.

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Yo sí que me dejo llevar, y disfruto. Más cuando además de unos protagonistas entrañables, con un antiheroísmo carismático esencia, se generan malos tan estupendos como esa mala bruja que es Suzie Boreton (excelente Amanda Walsh; que pudo ser Katie, no Penny, en The Big Bang, y que tal vez hubiera merecido la pena).

En esta ocasión, los casos que no se resuelven buscando pistas, sino dejando que los elementos del universo se alineen adecuadamente en torno a Dirk, nos lleva a un mundo de fantasía más allá del nuestro, pero conectado con este en Montana.

No está clara su continuación. Pues ojalá, sí. Oye.

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[TV] Cosas de series; entretenimientos para la época festiva

Televisión

Sinceramente, aunque he ido terminando algunas temporadas de series más o menos interesantes de las que ya os iré hablando, he dedicado los días festivos de fin de año a replegar una serie de producciones para la pequeña pantalla, así como a tirar de plataformas de vídeo bajo demanda para acceder a películas de tiempo ha que no conocía y me interesaban. Así que la entrada de hoy entra dentro de lo relativamente anecdótico, aunque no deja de haber cosas interesantes.

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Aprovecho, como otras veces, la entrada televisiva para recordar lo que aparece en mi tumblr de viajes (enlaces al final). Algunas veces viajando cerquita, como a los sotos del Ebro en Utebo en el encabezado, o con un paisaje en el infrarrojo cerca de Remolinos, ambos lugares cerca de Zaragoza.

Desaparecido (Erased) (Boku dake ga inai machi [僕だけがいない街])

Según en qué parte del mundo veas esta serie de animación japonesa, la podrás ver con unos títulos u otros. Por supuesto, el título original es el nipón… que significa algo así como «la ciudad en la que yo no existo en solitario»… o así.

El protagonista, un joven veinteañero que va por el mundo bastante despistado, sufre una característica. Cuando a alguien le va a pasar algo malo, sufre una «regresión» temporal, que le hace retroceder unos minutos en el tiempo y le da la oportunidad de evitar el incidente. Con más o menos suerte. Pero cuando ese incidente consiste en que su madre es asesinada y él es acusado de su muerte, la regresión se produce a sus años escolares. Un momento en el que vivía en la isla de Hokaido y se produjeron los secuestros y asesinatos de algunos niños de su edad.

Lo cierto es que es bastante entretenida. Es cierto teniendo 12 episodios, comencé a sospechar del «malo» hacia el séptimo o el octavo… pero no dejó de tener su dosis de «suspense». La vi en Netflix, donde han estrenado recientemente una versión con personajes humanos. Me he asomado un poquito, pero no aporta nada. E incluso me resulta algo cutre. No creo que la vea. Pero la de animación está muy bien.

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Otras veces, más lejos. Como en las calles de Aalborg, Dinamarca.

Noragami Aragoto [ノラガミ Aragoto]

Segunda temporada para el dios callejero, siempre en riesgo de desaparecer porque ningún ser humano, salvo la voluntariosa Hiyori, se acuerda de él, y ni siquiera tiene un santuario dedicado. Yato, dios de la calamidad, retomará nuevas aventuras, que en esta ocasión tomarán un carácter más continuo y serializado, y más épico.

Sigue siendo muy entretenida, pero pierde algo de la frescura, la espontaneidad y el humor casuales de la primera temporada. En principio sólo para aficionados a la animación japonesa, o gente con ganas de un entretenimiento poco trascendente pero de razonable calidad.

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O la iglesia de San Giulio en la isla del mismo nombre del lago de Orta, Italia.

Doctor Who – Twice Upon a Time

Especial navideño de las aventuras del Doctor del que sabíamos dos cosas. Que era el último episodio para la 12ª reencarnación del Doctor (Peter Capaldi), al que habíamos dejado en el episodio anterior en las fases iniciales de una nueva regeneración, y la presentación, por breve que fuera de la 13ª reencarnación (Jodie Whittaker), novedad femenina en la serie. La Doctora… en inglés es invariable «The Doctor». Como ya imaginaba, de este hemos visto poco.

El episodio sirve de despedida del peculiar decimosegundo, que se resiste al cambio, como le sucedió al Primer Doctor, encarnado por David Bradley, y no por William Hartnetll, su intérprete original, que hace tiempo que está criando malvas. O «empujando margaritas» como dicen los anglofonos. Con bastante menos tema navideño que otros especiales navideños, aunque no dejan de recordarnos la peculiar tregua de navidad de 1914, que tanto enfadó a políticos y generales, demostrando de que calaña están hechos. Y buscando la excusa para volver a mostrarnos en pantalla, aunque fuera en algún caso poco más que un cameo, algunos de los acompañantes más destacados de esta etapa. No el mejor especial navideño del Doctor, pero perfectamente visible.

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O los paisajes de Moskenes, en las islas Lofoten, Noruega.

17 episodios autoconclusivos de la saga Star Trek

Mi relación con la saga Star Trek ha sido a lo largo de mi vida irregular. En mi niñez, vi no pocos episodios de la serie original, en blanco y negro y esas cosas, tanto en la primera época con el título de «La conquista del espacio», como en una reemisión posterior con una traducción más precisa de «Viaje a las estrellas». Y como parece que fue conocida siempre la serie en la América hispanohablante. He de decir que me gustaban aquellas aventuras. Disfrutaba con ellas. Pero tengo la sensación de que el día y hora de programación coincidían con otras actividades familiares y no la veía con regularidad. En casa no éramos de quedarnos en casa los sábados y domingos por la tarde, por poner un ejemplo. Pero algunos episodios se me quedaron grabados. Siempre me he acordado de Miri, con Kim Darby en el papel que da nombre al episodio poco antes de hacer la primera version de True Grit, y que me angustiaba no poco en mi niñez.

Cuando en 1979 se estrenó el primer largometraje, gracias a los vientos favorables que para el género habían levantado el éxito de Star Wars un par de años antes, reconozco que la fui a ver con ganas… y la decepción fue enorme. Aquella película era bastante mala. Y las que siguieron no mejoraron el panorama. El diseño de producción, lo decorados más o menos cutres y las máscaras de los alienígenas tenían un pase para los años 60. Pero después de Star Wars y, sobretodo, después de Blade Runner o Alien… pues no, oye. El despegue que sentí hacia la franquicia fue total, y tampoco me interesaron ninguna de las series que vinieron después.

Este año, la aparición de series como Star Trek: Discovery, o la actualización, reboot dicen los modernos, de la serie no oficial que es The Orville, me hicieron ver que, con ideas nuevas la fórmula podía funcionar. Que conste que me gusta más el humor y la crítica social de la segunda que la parafernalia bélica de la primera. Recientemente, en un blog dedicado a la ficción cinematográfica y televisiva recomendaron los que consideraban 17 mejores autoconclusivos de la franquicia. Y como está disponible entera en Netflix… los he ido viendo.

Resultado… Mmmmmm… La franquicia ha presentado siempre un tono cutrecillo en algunas cuestiones que sólo tenía un pase, como ya he dicho en su origen. Pero como he dicho antes, con ideas nuevas, originales, todo puede funcionar. Y entre esos diecisiete episodios ha habido algunos notables. Pero no todos los diecisiete me han convencido. Bueno, en cualquier caso, es una forma de darse un baño suficiente en el universo trekie, sin chuparse necesariamente los cientos de horas que le han dedicado. En cualquier caso, no me han entusiasmado tanto como para poner a ver todos los demás. Si no he contado mal, entre episodios de series y largometrajes suman casi 750… Si alguien me quiere recomendar alguno en especial…

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Y regresando a mi región, por las murallas del castillo de Loarre.

[TV] Cosas de series; superhéroes antiheroicos y pecadoras sin pecados

Televisión

En una semana en la que ha vuelto con su segunda temporada la serie coreana que más me ha gustado hasta el momento, lo cual es raro porque parece que la mayor parte de las que tengo disponibles en las plataformas de vídeo bajo demanda son de una sola temporada, y voy avanzando en mi plan para conocer un poco mejor el universo Star Trek sin tragarme los millones de episodios de sus múltiples series, tengo un par de series muy distintas que comentar. Vamos con ellas.

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Un repaso a lo que va apareciendo recientemente en mi blog viajero (enlaces al final)… como la basílica de San Pietro de Perugia (Italia) sobre estas líneas, o la Fundación Tabacalera en Madrid (España) en el encabezado.

Wanpanman [ワンパンマン] (One punch man)

Aquí estamos ante una serie de animación japonesa del género superheroico, pero que lleva implícita una carga de parodia considerable. Saitama es un individuo que vive en un mundo frecuentemente amenazado por tremendas catástrofes y amenazas de todo tipo (monstruos, sabios locos, deidades iracundas, alinígenas exterminadores, robots gigantescos,…) y que decide dedicarse por afición a ser un superhéroe. Aunque con el tiempo llegará a tener un discípulo, un ciborg, y se profesionalizará.

Todo ello mezclando ironías, parodias y acción. Para empezar, el superhéroe es calvo. En Japón la calvicie es más rara que en occidente y les resulta chusco. Luego, sus acciones son decepcionantes. Como consecuencia de su entrenamiento es tan fuerte, que sus peleas con los enemigos son tan cortas, que nadie se entera de su heroicidad. Y cuando se profesionaliza lo hace en una organización de superhéroes que tiene mucho de funcionarial y burocrática. Estas son precisamente las bazas de la serie. Que combina la acción con la capacidad de reirse de sí misma y de todos los géneros de acción habidos y por haber en la animación nipona. Si la ves con el grado adecuado de escepticismo y ganas de divertirse, es recomendable.

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Un tranquilo mercado del pesacado en Malmo, Suecia.

The Sinner

Aquí nos llegamos a una producción de Netflix de acción real, en forma de dramón del copón. La pecadora del título de la serie es una joven ama de casa con un hijo, Cora Tannetti (Jessica Biel), que un día de playa con su familia, de forma repentina e incomprensible para todo el mundo, apuñala a un tipo que estaba por allí repetidas veces hasta que muere. Se declara culpable y afronta una grave pena de prisión, agravada por el descubrimiento de un cuerpo enterrado cuya muerte le quieren achacar, y por que unos antecedentes de consumo de drogas en el pasado. El policía que inicialmente lleva el caso, el detective Harry Ambrose (Bill Pullman), tiene la sensación de que algo no cuadra, que en la historia de Cora hay lagunas, y decide investigar más allá de lo exigido para un caso que se encuentra cerrado.

He de reconocer que no acabé de integrarme bien en la historia. Siendo un drama policiaco, no se basa en la acción, sino en el desarrollo de los personajes. Pero la consecutiva maraña de historias dentro de las historias, de revelaciones dentro de las revelaciones, se me hace un poco pesada en un momento dado y a punto estuvo de sacarme de la serie. Cosa que no sucedió gracias al buen trabajo de los dos protogonistas. Biel siempre me ha parecido una actriz que, más allá de su innegable belleza, tenía madera, pero una lamentable selección de roles que la destinaban al papel de florero o a participar en producciones de calidad discutible. Pullman sí que me parece tradicionalmente un buen actor, aunque también ha participado en algún pestiño que otro. El caso es que ambos hacen muy buen trabajo aquí. En cualquier caso, a público y crítica en general les ha gustado, e incluso tiene un par de candidaturas a los Globos de Oro, que parece improbable que se materialicen en premios, pero que ahí están. Así que no la desdeñéis.

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El bullicio de gentes y tranvías de dos pisos en Central Hong Kong.

De viaje con Carlos

Una foto al azar

[TV] Cosas de series: resucitados australianos y ligones japoneses

Televisión

Apanas a un día de que nos enfrentemos a la nueva entrega de nuestra space opera, con el fin de entonarme estos dedicado televisivamente a la saga competidora. Hay unos días se publicó una entrada en un blog con los que ellos consideraban los mejores 17 episodios autoconclusivos de toda la historia de la franquicia televisiva, todas las series y demás incluidas. No he sido nunca excesivamente aficionado al universo trekkie, en el que no me cabe duda que hay algún logro notable, pero también raciones considerable de caspa y algún que otro pestiño de nivel. Le tengo cariño a la serie original, algunos de cuyos capitulos vi de niño, en riguroso blanco y negro, imposible saber que los fallecidos iban vestidos de rojo. Pero cuando llegaron los largometrajes sobre la saga, especialmente los de las décadas de los ochenta y los 90, supusieron una profunda decepción. Tenían guiones propios de telefimes para la hora de la siesta, y era cutres con ganas. Con estos antecedentes, no tuve nunca níngún interés en seguir fiel a la franquicia, y aun ahora sigo sin poder orientarme entre las diversas series spin off que poblaron la televisión entre finales de los 80 y principios de la primera década del siglo XXI. Puesto que todo el material star trek está disponible en Netflix, existía la posibilidad de ir afrontarlo poco a poco,… pero no me veo con ganas. Así que usaré estas recomendaciones de los mejores episodios para ver lo que pueda ser más destacado. Ya os contaré cuando vea los 17… llevo siete, me faltan 10.

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Como en otras ocasiones en las entradas televisivas, un repaso a lo que aparece en estos momentos en mis blogs viajeros (enlaces abajo); en el encabezado el Nachstmarkt de Viena, y sobre estas líneas el resturante Ledoyen en los Campos Elíseos de París.

Mientras me he visto una novedad en Netflix de serie japonesa. Como estas series, salvo las dedicadas a los adolescentes y alguna tontorrona suelen tener planteamientos muy originales, me apunté enseguida. Parece que el nombre original de la serie sería Itô Kun A to E [伊藤くん A to E], mezclando el japonés y el inglés. Aunque con frecuencia se puede ver con el título The many faces of Itô, que es como la promueva Netflix. En esencia, la cosa va de una guionista, todavía joven, que después de haber conseguido un gran éxito años atrás está buscando otro, para lo cual llama a mujeres que le hablen de sus relaciones con hombres. Se sorprende comprobar que cuatro de ellas hacen referencia a un tal Itô… que podría muy fácilmente ser el mismo hombre. Cuatro mujeres con caráctes muy diversos, para un solo Itô, muy camaleónico. Conoceremos pues en ocho capítulos las historias de estas mujeres, A B C y D,… y de una quinta, E, que aparecerá donde menos te lo esperas.  No voy a decir que sea la octava maravilla de la televisión, pero ocho episodios de menos de media hora se ven enseguida. Tiene su punto original, alguna interpretación notable, y una ramillete de actrices jóvenes japonesas muy monas. Qué más vas a pedir…

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La playa con hielos de Jökulsárlón en Islandia.

Y también nos ha llegado la segunda temporada de la australiana Glitch. Esta serie se apuntaba también en su momento a la moda de pequeñas poblaciones en las que misteriosamente resucitan un grupo más o menos amplio de gente. Su primera temporada estuvo entretenida, más orientada a los problemas de adaptación y a los conflictos que surgía entre y con los pocos «vivos» que eran conocedores del problema. En la segunda temporada, la serie ha seguido dos elementos argumentales, uno negativo desde mi punto de vista, y el positivo. El negativo es intentar dar una explicación más o menos estrambótica en el campo de la ciencia ficción que ha distraido de los mejores valores de la serie , aumentando el nivel de complicación del argumento de la serie, sin aportar gran cosa a cambio. El positivo es el surgimiento de unos antagonistas, a veces donde menos te lo esperas, y afectados por cambios interrelacionados con la situación, que junto con la constricción del perímetro en el que se pueden mover los resucitados lleva a una situación de tensión que ha de resolverse de alguna manera al final de la temporada. Y lo hace, más o menos bien. No ha estado al mismo nivel que la primera temporada esta producción australiana, pero no ha estado mal, y ha tenido momentos buenos. Por otra parte, sólo son seis episodios que se ven pronto…

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Las terrazas de la Basílica Palladiana en Vicenza, Italia.

[TV] Cosas de series; lo más interesante, la comedia romántica coreana, de verdad

Televisión

Llevo unas semanas un poco soso con la cosa televisiva. Por ejemplo. Con la llegada de la segunda temporada de Stranger Things hace ya unos días, estaba convencido de que a estas alturas ya me habría merendado la serie. Y no. Tres episodios llevo, y sin mucha convicción. Hasta ahora lo único que me ha llamado la atención es que, con lo conservadores que son los yanquis, y siendo una serie para la familia, han hecho «nacer» a Eleven por una grieta en una pared que parece propiamente una abertura vaginal y envuelta en todo tipo de sustancias viscosas. Un auténtico «parto». ¿Nadie más se ha fijado?

Por otro lado, si hace unos días hablaba con cierto grado de entusiasmo de las nuevas series tipo Star Trek, en las últimas semanas han pegado un bajón notable. Di que la más novata, la que no es exactamente Star Trek, ya se ha ganado la renovación para el año que viene.

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Con una serie coreana en la tele de hoy, nos vamos a Seul, como no podía ser de otro modo.

Hablando de space operas, he terminado de ver la segunda de Killjoys. Ya dije que finalmente su primera temporada me gustó bastante después de todo. Pues esta segunda me ha dejado un poco meh. Ha complicado la trama, la ha hecho más serializada, menos procedimental, y han perdido parte del tono humorístico que tenían de vez en cuando. Vamos, que se han tomado demasiado en serio a sí mismos. Y no le ha sentado bien. No me voy a molestar por conseguir la tercera temporada. Cuando llegue a Netflix, ya veremos si la veremos.

A Netflix llegó también la tercera de Fuller House, que también me está cansando soberanamente. Al principio tenía la gracia del recuerdo de su serie original en los noventa,… pero no sé si seguiré con esta tontada. Claro,… siempre he pensado que en si en la original no hubiese salido Rebecca (Lori Loughlin), tampoco la hubiera aguantado mucho. Que maja esta mujer, oye.

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Así que lo que realmente me ha divertido últimamente es una serie coreana en Netflix, Himssenyeoja Do Bong-soon [힘쎈여자 도봉순] (Strong Woman Do Bong-soon, internacionalmente). Es una comedia romántica en 16 episodios, que aunque con lo tonos de cutrerío y de publicidad que caracterizan estas series, tiene unos guiones muy graciosos. Y es realmente muy absurda. Tiene un montón de tramas cómicas que implican madres casamenteras que consultan monjes budistas, «peligrosos» mafiosos que acaban habitualmente descalabrados en el hospital, y otros personajes imposibles. Tiene un trío romántico, en el que la hipotenusa en una chica pequeñita, muy mona, con un peinado horrible y un vestuario todavía peor (esto es una apreciación personal), pero sobrehumanamente fuerte, y los catetos un policía muy sieso y un ricachón muy simpático. Adivinad con quien se queda la hipotenusa. Tanta gracia me ha hecho que me he puesto a ver otra serie protagonizada por la misma chica, Bo-young Park, que la verdad es que es lo mejor que he visto en estas series coreanas.

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[TV] Cosas de series; «space operas» a gogó

Televisión

Mientras esperamos con impaciencia la llegada a la pantalla grande de la octava entrega de nuestro universo galáctico preferido, con el sabor a poca cosa que nos han dejado recientemente otras space opera cinematográficas merecedoras de mejor suerte, tenemos que contentarnos con la visión que las series de televisión nos ofrecen de las aventuras en el espacio. Es cierto que en estos momentos hay una cierta abundancia de este tipo de productos. Unos con más éxito, otros con menos.

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Es una práctica común en las series de ciencia ficción y en las «space operas» inspirarse en culturas que resultan exóticas en la cultura occidental para representar a civilizaciones extrañas, más o menos alienígenas. También es una constante la realización de episodios donde estas civilizaciones forman sociedades teocráticas. Así que ilustraremos esta entrada con imágenes del templo budista de Bulguksa, cerca de Gyeongju en Corea del Sur, que resultará lo suficientemente exótico y teocrático para mis lectores occidentales.

En primer lugar comentaré que he visto la primera temporada, y llevo en bueno la segunda de una serie que cuando la estrenaron, después de haber visto el episodio piloto, descarté. Se trata de Killjoys, las aventuras de un trío de una especie de cazarrecompensas legales y organizados en el entorno de un sistema planetario con sus particularidades. En ciertos aspectos me recuerda a Firefly, aunque con menos far west, menos humor y menos carisma en sus personajes. Pero con una razonable calidad en las aventuras que se montan, con un buen nivel de acción y una producción razonable. Y los personajes no tienen tanto carisma pero tienen su punto. Lo cierto es que la serie, durante la primera temporada se viene a más. Había leído durante estos meses atrás varias críticas favorables a la misma, está disponible en Netflix, así que le di otra oportunidad. Y la seguiré viendo. Muy entretenida.

Pero lo que se ha puesto de moda es el universo Star Trek. Por dos nuevas series que se han presentado esta temporada de otoño. Salvo los buenos recuerdos de infancia referidos a la serie original, nunca he sido muy aficionado a esta franquicia. Durante muchos años ha tenido un punto cutre que se justificaba en los años 60 del siglo XX, pero no con posterioridad. Los largometrajes que siguieron a la serie original y se emitieron en paralelos a otras series derivadas de la original tampoco mejoraron la cosa. Aunque recientemente se han realizado tres largometrajes con un nivel mucho mayor de presupuesto y de cuidado en su producción… aunque sus historias me han dejado bastante frío. Pero vamos a ver qué está sucediendo aquí y ahora.

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La primera serie está inmersa plenamente dentro de la franquicia oficial, y se emite en Netflix aunque en la modalidad de un episodio a la semana y no con la habitual disponibilidad de todos ellos al mismo tiempo que es marca de la casa. Se trata de Star Trek: Discovery. Esta nueva serie se sitúa en el tiempo interno del universo trekkie en una época anterior a la serie original, cuando la Federación entró en guerra con el Imperio Klingon. Y tiene un nivel de calidad en la producción muy superior a cualquier cosa que haya visto en esta franquicia en televisión. Ha abandonado la cutredad que desde mi punto de vista la caracterizaba. Pero también ha modificado su estilo y contenido. Es mucho más dramática y oscura. No se permite alivios cómicos. Tenemos personajes que toman decisiones éticas controvertidas, o directamente censurables. Sirva de paradigma su personaje protagonista interpretado por la actriz Sonequa Martin-Green. O no tanto… Y su nuevo capitán está lejos de ser ese hidalgo de los mares, perdón, del espacio al que nos tenían acostumbrados los anteriores. Jason Isaacs encarna a un capitán complejo, cuyos fines pueden ser correctos, pero cuyos métodos pueden ser discutibles. Tal es así el cambio, que salvo por determinados aspectos estéticos y por la forma de la nave, diríamos que estamos en una serie de un universo muy distinto. Pero a mí me está gustando. Así que… que dure.

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La segunda serie no pertence a la franquicia oficial. De hecho, The Orville se presenta como una parodia de la franquicia original. Creada e interpretada por Seth MacFarlane, nos encontramos ante un capitán de la flota de la Unión relativamente mediocre, que tiene la oportunidad de comandar una nave normalita, haciendo misioncitas por el espacio, después de haber pasado un año de profunda depresión por haber encontrado en la cama a su mujer (Adrianne Palicki), también oficial de la flota, con un alienígena. Como podéis ver, la premisa de partida ya tiene elementos adultos que la diferencian de la franquicia original. El humor es un elemento fundamental de la serie, que presenta un conjunto de personajes que todos y cada uno de ellos nos recuerdan a alguien de la franquicia original, pero que difícilmente podrían tener cabida en ella por uno u otro motivo. Pero la cuestión es que vista en general, y después de seis episodios, es mucho más fiel a la franquicia original que la serie que hemos comentado anteriormente. En cada episodio se nos plantea un dilema de carácter socio político. El trato a las mujeres, las sexualidades alternativas, los estados totalitarios, la perversa influencia de las religiones en las sociedades, el trato a los animales,… De hecho es una serie mucho más comprometida políticamente que la original, con clara defensa de la tolerancia y las libertades en riesgo en estos momentos en todo el mundo, pero no de forma generalista sino mucho más directa y concreta, sin miedo a ser moderamente incorrecta políticamente. Y eso le da valor. Por lo que también me está gustando. Encima, MacFarlane se ha sabido buscar de amigos que lo apoyen. Frente a los habituales artistas invitados que suelen aparecer en las series en cada episodio que nadie sabe exactamente quien son, pero cuyas caras y voces resultan siempre familiares, qué sorpresa encontrarnos como artista invitada nada menos que a una provocadora y atractiva Charlize Theron, en uno de los mejores episodios de lo que llevamos hasta la fecha. Aunque no fuera por el cachondeo con la pierna del piloto de la nave (Scott Grimes), uno de los personajes más divertidos e irreverentes de la serie. También… que dure.

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