[TV] Cosas de series; hasta el espacio y más allá

Televisión

Después de los días de las fiestas de fin de año, después de las nevadas de estos días, después de cierta atonía en la visualización de series, lo cual no quiere que tenga unas cuantas por comentar, toca hacer un repaso a uno de mis géneros favoritos. Quizá por eso también es uno de los que más decepciones me produce… pero bueno. Esta vez no estamos hablando de eso. Vamos con las aventuras espaciales.

Como nunca faltan los planetas helados en las sagas galácticas, seguiremos disfrutando fotográficamente de la nevada de estos días.

Primero, el especial de navidad de Doctor Who. Desde que se retomaron regularmente las aventuras espaciales del Doctor en 2005 de forma regular, la serie ha tenido momentos muy buenos, algunos realmente estupendos, en los que uno tenía ganas, incluso cierta ansiedad, por que llegasen nuevos episodios y aventuras. Mis momentos favoritos están en aquellos episodios en los que coincidían en pantalla Amy Pond (Karen Gillan), River Song (Alex Kingston) y quizá algún que otro ángel lloroso. Aunque mi episodio favorito sigue siendo uno en lo que no salía ninguna de ellas… y el Doctor tenía un papel secundario. Pero salían ángeles llorosos. Y la estupenda y adorable Sally Sparrow (Carey Mulligan). Aquella época pasó. Y aunque la serie me sigue entreteniendo, ya no me despierta la misma expectación. Demasiado devorada por lo políticamente correcto, se les ha olvidado que para que funcione bien tiene que haber una buena combinación de Doctor y compañero/a. Y la época de Jodie Whittaker, que me gusta como doctora, no tiene el mismo lustre,… porque los compañeros me parecen sosos. Sinceramente. El compañero es importante, como lo es Watson para Holmes, o Sam para Frodo, o Sancho para Don Quijote, o Dororo para Hyakkumaru, o Han Solo para Luke Skywalker… por poner ejemplos de los géneros más diversos. Porque representa a la persona común en el viaje del héroe. Nos representa a nosotros, los espectadores, que somos personas comunes. Pero tiene que haber química, tiene que haber salero en la interacción, tiene que servir de puente. En el especial de Navidad de este año… pues ha habido una cosa buena, y otra mala. La buena es que han recuperado a Jack Harness (John Barrowman), que siempre anima el cotarro. La mala es que han recuperado a los Daleks como villanos… que me aburren soberanamente. Las votaciones de los usuarios de IMDb nunca me parecen especialmente fiables… pero si comparamos las puntuaciones de 8 y mucho y hasta 9 en los tiempos de Amy Pond con el 6,1 de este especial… quizá os hagáis a la idea.

The Mandalorian… ah… la segunda temporada de esta serie de la franquicia Star Wars ha confirmado las sensaciones que ya teníamos en la primera temporada. Se han recuperado los valores más importantes de la saga original. Aventuras, humor de dosis razonables y adecuadas, personajes que generan empatía en el espectador, una buena banda sonora, nuevos mundos y aventuras donde realmente te importa la peripecia de los protagonistas. En algún momento hemos llegado a comentar incluso que, aunque con medios técnicos más sencillos que la mayoría de las películas de la saga, es lo mejor que hemos visto de la misma desde «El imperio…». Normalmente diría… ¡qué ganas de ver más! El problema es que ha resultado como si sólo hubiesen pensado en dos temporadas, y que no les daría la historia para más. Porque el final de la temporada, que nos es ni mucho menos el mejor episodio de la serie hasta el momento, ha sido perfecto como el final de la serie. Y nos deja muchas dudas sobre la evolución de la misma dentro de un año. Ojalá vuelva con el mismo interés que nos ha despertado en su dos primeras entregas… ya veremos. Mientras, anuncian una cascada de nuevas series. ¿Pasará, lamentablemente, como con las películas para la gran pantalla? En lugar de centrarse en unos pocas pero bien hechas, Disney comenzó a ordeñar la vaca constantemente, saturando a los aficionados y bajando la calidad de los guiones y las producciones. Disney da miedo. Mucho miedo. Más que Palpatine.

Si descontamos mi gusto infantil por los primeros episodios de las primeras series de la franquicia hace… muchos años,… Star Trek: Discovery ha sido la serie de Star Trek que más me ha gustado. O casi cabría que decir… la única que me ha gustado. Las series de Star Trek siempre han tenido un algo cutre que me ha echado tradicionalmente para atrás. Y esa filosofía de concordia y buen rollo de la que han presumido siempre sus seguidores, siempre me ha parecido una filosofía un poco de baratillo y no siempre realmente coherente con lo que presenciaba en pantalla. De hecho, siempre me ha parecido que la mejor serie de Star Trek, y más coherente, desde un punto de vista filosófico, es una parodia suya, de la que todavía estamos esperando su tercera temporada. Pero con Michael Burnham (Sonequa Martin-Green), las distintas versiones de Philippa Georgiou (Michelle Yeoh), y las distintas versiones de Lorca (Jason Isaacs)… lo cierto es que me encontré con un estilo totalmente distinto, mucho menos cutre, mucho mucho mucho menos cutre, y con tonos más matizados, menos ingenuos cuando no puramente maniqueos. No perfecta, pero mucho más digerible para mis gustos. Curiosamente, aquellas características de la serie que la hacían más interesante para mí… producían un cierto rechazo en los fans tradicionales. Por lo que la serie ha ido regresando al redil. Ciertamente con un nivel de producción muy superior al tradicional de las series de la franquicia, pero con unas tramas y con unos personajes que me cuesta tomarme en serio. La tercera temporada empezó bien, pero no tardo en divagar en una serie de situaciones que empezaron a disminuir alarmantemente el interés que tenía en la misma. Afortunadamente los últimos episodios, los dos últimos, y a pesar de una «mala» (Janet Kidder) absolutamente ridícula en muchos aspectos, han sido bastante entretenidos y no han dejado mal sabor de boca. También tengo la sensación de que han cerrado un ciclo y que no tengo ni idea de dónde irán a parar sus futuras aventuras. En fin… ya veremos, que dijo un ciego a otro ciego. Por cierto… odio a la alferez Tilly (Mary Wiseman). De verdad. No la soporto. ¿Por qué la han hecho tan mema?

[TV] Cosas de series; viajes a las estrellas

Televisión

En un par de semanas, y por diversas circunstancias, se me han acumulado un montón de series que he terminado, o he terminado su temporada en curso. Cada vez es más frecuente que sean serie de temporada única. Pero la cuestión es muy variable. Así que tengo mucho trabajo pendiente. Que voy a intentar dosificar de una forma racional. También ha habido noticias tristes. Después de la tercera temporada de Santa Clarita Diet, que para mí, y para muchos, había estado a gran altura, siendo muy divertida y la mejor de las tres… Netflix ha anunciado su cancelación… ¡¡¡¡???? Nuevamente, en el mundo de la televisión priman intereses que no tienen que ver con la calidad de las series.

En cualquier caso, las dos series de hoy no han sido aquellas en las que ha pasado más tiempo desde que terminé de verlas hasta hoy. Pero sí aquellas en las que ha pasado más tiempo desde que empecé hasta hoy. Y las dos tienen muchas cosas en común. Y notables diferencias. Y encima pertenecen a uno de mis géneros preferidos, aunque muchas veces maltratado; la aventura espacial. La space opera.

Qué mejor para ilustrar esta galáctica entrada que un paseo por las salas de espera del espaciopuerto de Disneyland Paris antes de hacer un recorrido por una galaxia muy muy lejan, en la atracción que más me hizo reir en todo el día. Dos veces.

Star Trek: Discovery – 2ª temporada

Cuando llegó su primera temporada, se vio claramente que esta nueva serie de la franquicia Star Trek era un intento de modernizar, actualizar, aumentar el nivel de calidad en la producción de las series de este universo de la ciencia ficción. Y en gran medida se consiguió. Situaciones mucho menos maniqueas, conflictos éticos, una mejor presentación y mayor nivel de efectos visuales, siempre algo cutres en la franquicia, personajes interesantes, conflictuados, menos estereotipados… Lo cual parece que conllevo dos efectos. Algunos que sólo teníamos buen recuerdo de la serie original, pero había abominado de buena parte de lo que se hizo después en la franquicia, nos reconciliamos con ella. Por contrapartida, fanáticos fieles a la franquicia se quejaron de que se había perdido el espíritu de la misma.

En su tercera temporada, en la que ha vuelto a haber un arco argumental que ha envuelto los (¿excesivos?) catorce episodios. Conservando algunos de los elementos de la temporada anterior, se introducían elementos que llevaban a una cierta reconciliación con los tradicionalistas de la franquicia. El capitán Pike (Anson Mount), un joven Spok (Ethan Peck), la eventual aparición de una de las variantes de la Enterprise,… todo ello reunía a la nueva serie con la tradición trekkie. Algunos de los nuevos protagonistas como la principal, Michael Burnham (Sonequa Martin-Green), o esa robaescenas que es la emperatriz/capitana Georgiou (Michelle Yeoh), y algún otro personaje o situación, más la calidad de la producción, la vinculan a los nuevos tiempos.

El resultado final me resulta ambiguo. No me ha parecido que tuviera el mismo nivel que la primera temporada, pero en cualquier caso ha sido bastante disfrutable y entretenida. Uno de los principales problemas que le veo es que es larga para lo que van a contar. Es una historia que se puede contar en nueve o diez episodios, en la que ha habido redundancias, momentos que no han aportado casi nada al avance de la trama. Ha sido morosa por momentos. Pero bueno… bien está.

Parece que habrá tercera temporada. Pero no sé muy bien como, tal y como ha acabado esta temporada. Quizá con una renovación absoluta de protagonistas que haría que dejase de tener tanto sentido el Discovery del título. O tal vez haya habido una preparación a un spin off con la Enterprise del capitán Pike como protagonistas. Con Rebecca Romijn en su papel de Number One… mientras que la tripulación de la Discovery serguirá sus aventuras en… bueno. Es que no quiero destripar el final de la temporada. Ya veremos como sigue la cosa. Según la Wikipedia, la tercera temporada es segura, indica que con la tripulación actual y en la Discovery, y lo que piden los fanáticos de la serie es que se haga el spin off de la Enterprise de Pike y Number One.

The Orville – 3ª temporada

Esta parodia del universo Star Trek fue una de las más agradables sorpresas del año pasado. Su creador y protagonista, Seth MacFarlane, se dedicó a replicar el ambiente de las series más clásicas de la franquicia trekkie como un vehículo para realizar un crítica social y política a la sociedad norteamericana, y de buena parte del mundo, de la actualidad. Si la franquicia original ha presumido siempre de impulsar valores positivos, como el valor de la ciencia, la necesidad de la exploración y el descubrimiento, el buen rollo entre civilizaciones y razas,… la humanidad como valor en sí mismo, también es cierto que visto en retrospectiva, la forma en que se prestan esos valores es, por decirlo de alguna forma, bastante ingenua. Naïf.

La crítica de MacFarlane es más incisiva, repasa los problemas de tolerancia y convivencia que se observan hoy en día en el que los populismos, especialmente de derechas, encuentran su camino a través de los sistemas electorales para impactar en los ciudadanos y obtener cuotas de poder o representación en unos sistemas políticos en los que no creen. E introducen intolerancia, sexismo, racismo,… lo que queráis. La tripulación de The Orville, ella misma repleta de ironías, se enfrentará en sus aventuras a estas cuestiones y nos permite reflexionar un poco. O un mucho en alguna ocasión. Yo me lo pasé bien en su primera temporada.

Y me lo he pasado bien en la segunda. Nuevamente, sin tomarse demasiado en serio a sí misma, manteniendo un estilo de parodia simpática y amable hacia su original trekkie, ha ido repasando nuevos temas o revisando los ya tocados. Pero ha ido más allá, nos ha ofrecido algunos arcos argumentales que han resultado muy entretenidos. Y de paso ha procedido a parodiar/homenajear otras sagas célebres de la ciencia ficción.

Una de las «razas» del universo de The Orville en esta temporada han sido los kaylons, una civilización de seres robóticos, que claramente están inspirados en los cylons de Battlestar Galactica (léase saylons). Y el último episodio de la temporada ha estado claramente inspirado por las luchas de rebeldes contra un imperio, con una banda sonora que mimetiza el estilo de las de John Williams para la saga Star Wars.

Yo me lo sigo pasando muy bien con esta serie. Que dure mucho tiempo con este nivel. Por cierto, la Kelly Grayson alternativa, siendo la misma actriz (Adrianne Palicki), es todavía más atractiva que la original.

[TV] Cosas de series; «space operas» y otros delirios

Televisión

No ando sobrado de tiempo esta semana para publicar entradas en este Cuaderno de ruta. Aun así, y contra todo pronóstico, he encontrado un momento para hacer una entrada televisiva. Que creo que irá un poquito rápida.

Están de modas en estos momentos las «space operas» en mi cartelera televisiva. Es decir, las aventuras espaciales. Ha vuelto The Orville, la parodia de Star Trek que me parece mejor que casi cualquier cosa de Star Trek. Ha vuelto Star Trek: Discovery, la serie Star Trek que no se parece a lo anterior de Star Trek, y quizá esa sea su gracia. Especialmente si aparece la «emperatriz» Michelle Yeoh, momento en el que sube varios enteros el interés de la serie. He comenzado a ver las desventuras de la Nightflyer, escrita de la mano de George R. R. Martin, a la caza de una nave alienígena,… creo. Y me entró la curiosidad de ver, por comparar, la última serie que se hizo de la franquicia Star Trek, Star Trek: Enterprise, antes de que cerraran el garito de las series hasta el año pasado. No pensaba que me fuera a enganchar, nunca me he enganchado a ese universo, pero aunque la serie tiene muchos de los defectos que tradicionalmente me han echado para atrás en esa franquicia, he sentido cierta empatía hacia esta tripulación estelar, y de momento ya he visto la primera temporada. Y buena parte de la segunda. Si termino las cuatro temporadas, ya le dedicará un comentario más extenso.

No he visitado las Svalbard… caen un poco a desmano. En su lugar, la isla más helada y «alienígena» que he visitado, aunque muy bella, es Islandia. Así que allí nos vamos fotográficamente.

Mientras, hemos tenido la tercera, y parece que última, temporada de Fortitude. Esa producción británica de ambiente noruego que ha mezclado el género policiaco con la ciencia ficción y el terror, bajo la fórmula de la huída hacia adelante en cuanto a lo demencial de su argumento y de las cosas que han sucedido. Me cuesta decidir si me ha gustado o no. Lo cierto es tiene momentos muy interesantes, que a veces parece que rondan más el humor negro, negrísimo, que el terror, con interpretaciones bastante interesantes, pero con un argumento que pone a prueba la más dedicada suspensión temporal de la incredulidad en el espectador. En cualquier caso, el claustrofóbico ambiente de las Svalbard, disfrazadas de archipiélago ficticio en el fin del mundo ártico, mezclado con un reparto britániconórdico de no poca calidad, tiene su interés misterioso.

Y hemos tenido la tercera temporada de The Good Place, en la que nuestros demonios favoritos junto nuestros no menos favoritos condenados por toda la eternidad han tenido nuevas aventuras con un principio de temporada flojo, pero que poco a poco se ha venido a más hasta alcanzar momentos muy entretenidos y muy muy divertidos. Con un reparto también que tiene un buen nivel interpretativo e interesante vis cómica. En cualquier caso, un excelente alegato contra el maniqueísmo absurdo y contra las no menos absurdas definiciones absolutas del bien y el mal de las principales religiones que asuelan la faz de la tierra.

Y dejo para otro día en el que tenga más rato para pensar las ideas que redacto para el final de las desdichas de los Beaudelaire, y para la educación sexual según Netflix.

[TV] Cosas de series; futuros virtuales y humoristas elegantonas

Televisión

He de reconocer que en las últimas semanas, si no he visto mucho la tele, no tanto como antes, por lo menos lo que he visto me ha gustado. Me divierte. Con la serie de Star Trek que menos se parece a Star Trek de toda la historia en alza, con unos episodios muy divertidos, muy entretenidos. Aunque han supuesto un cambio tremendo en la dinámica de la serie. Por un momento pensé que el lunes pasado habíamos llegado al final de temporada. El final del episodio era muy propio para esto. Pero no,… parece que hay un par más de episodios. Y el cachondeo que supone un «drama» médico japonés que estoy viendo, y que hay momentos que es una juerga. Como habéis visto «drama» entre comillas. De todo esto hablaremos más adelante. Vamos con dos temporadas completa de dos series que están bastante bien.

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En mi tumblr de fotos viajeras he dado la vuelta recientemente, regresando a finales de los 80 y principio de los noventa (ver enlaces al final). Recientemente ha aparecido el castillo de Pau, Francia, en el encabezado, o yo mismo en Fuenterrabía sobre estas líneas.

Black Mirror – 4ª temporada

Decir a estas alturas que esta es una de las series más interesantes de la televisión actual es una obviedad. No hay más que ver el interés que despierta en los medios. Hay quien se queja de que ya no es lo que era. En realidad, en muchos de estos casos, cuando se quejan, es que la serie sigue siendo lo que era, fiel a su naturaleza. Y ya no sorprende tanto como cuando llegó a la pequeña pantalla.

También es falso decir que no va evolucionando. De hecho, en la última serie, más allá de su orientación hacia la distopía tecnológica, ha flirteado también con el terror y con el género posapocalíptico. Incluso en esta época donde el estilo «Star Trek» está de nuevo tan de moda, han jugado con el tema. En un episodio que si bien ha sido criticado por su escasa plausibilidad, desde otros punto de vista es muy muy entretenido como género de aventuras. Hasta tal punto de que hay quien habla de hacer una secuela del USS Callister. No sé si es para tanto.

Por lo demás, es una serie que sigue mereciendo la pena. Y no es tan fácil de replicar. Vi un episodio de una serie en Amazon Prime Video, que intenta emular hasta cierto punto la intención, pero basándose en relatos de Philip K. Dick. Incluso con buen reparto. Al menos conocido. Pero el primer episodio que vi,… no me funcionó bien. Veremos si le damos una nueva oportunidad. Cuando termine con Daimon sensei.

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La iglesia parroquial de Saint-Thégonec en la Bretaña francesa.

The Marvelous Mrs. Maisel – 1ª temporada

Novedad reciente en el catálogo de Amazon Prime Video que llegó de la mano de los Palladino, responsables de series tan divertidas como Gilmore Girls. El sello característico de los Palladino son los diálogos ingeniosos, muy incisivos, llenos de referencias culturales, rápidos, a veces vertiginosos, y que dotan a los personajes de una gran vivacidad. Si el intérprete está a la altura de las circunstancias, inmediatamente se convierte en un personaje carismático. Y la pareja por Midge Maisel (Rachel Brosnahan) y Susie Meyerson (Alex Borstein) no sólo están a la altura de las circunstancias sino que la sobrepasan. Y sin desmerecer ni un ápice al resto del reparto que acompaña a estas dos sin ningún problema.

Miriam «Midge» Maisel es un ama de casa judía en Manhattan que apoya firmemente a su marido Joel (Michael Zegen) en su afición de cómico monologuista. En la que no tiene éxito. Y esta y otras circunstancias llevan a la ruptura del matrimonio. En un momento de rabia, Midge se sube a un escenario y suelta su monólogo. Improvisado. Y es un éxito… y poco a poco comienza a considerar la posibilidad de convertirse ella misma en monologuista. Todo ello en el ambiento de los años 50 neoyorkino, con la amable crítica social propia de las producciones de esta gente.

Yo me lo he pasado muy bien, tengo ganas de más. Ya tardan en volver con una nueva temporada. No conocía yo a la actriz protagonista, pero muy bien. Borstein ya fue una recurrente con las Gilmore, y la he disfrutado en otras producciones.

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O un paseo por los canales de Amsterdam en barco.

[TV] Cosas de series; lo más interesante, la comedia romántica coreana, de verdad

Televisión

Llevo unas semanas un poco soso con la cosa televisiva. Por ejemplo. Con la llegada de la segunda temporada de Stranger Things hace ya unos días, estaba convencido de que a estas alturas ya me habría merendado la serie. Y no. Tres episodios llevo, y sin mucha convicción. Hasta ahora lo único que me ha llamado la atención es que, con lo conservadores que son los yanquis, y siendo una serie para la familia, han hecho «nacer» a Eleven por una grieta en una pared que parece propiamente una abertura vaginal y envuelta en todo tipo de sustancias viscosas. Un auténtico «parto». ¿Nadie más se ha fijado?

Por otro lado, si hace unos días hablaba con cierto grado de entusiasmo de las nuevas series tipo Star Trek, en las últimas semanas han pegado un bajón notable. Di que la más novata, la que no es exactamente Star Trek, ya se ha ganado la renovación para el año que viene.

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Con una serie coreana en la tele de hoy, nos vamos a Seul, como no podía ser de otro modo.

Hablando de space operas, he terminado de ver la segunda de Killjoys. Ya dije que finalmente su primera temporada me gustó bastante después de todo. Pues esta segunda me ha dejado un poco meh. Ha complicado la trama, la ha hecho más serializada, menos procedimental, y han perdido parte del tono humorístico que tenían de vez en cuando. Vamos, que se han tomado demasiado en serio a sí mismos. Y no le ha sentado bien. No me voy a molestar por conseguir la tercera temporada. Cuando llegue a Netflix, ya veremos si la veremos.

A Netflix llegó también la tercera de Fuller House, que también me está cansando soberanamente. Al principio tenía la gracia del recuerdo de su serie original en los noventa,… pero no sé si seguiré con esta tontada. Claro,… siempre he pensado que en si en la original no hubiese salido Rebecca (Lori Loughlin), tampoco la hubiera aguantado mucho. Que maja esta mujer, oye.

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Así que lo que realmente me ha divertido últimamente es una serie coreana en Netflix, Himssenyeoja Do Bong-soon [힘쎈여자 도봉순] (Strong Woman Do Bong-soon, internacionalmente). Es una comedia romántica en 16 episodios, que aunque con lo tonos de cutrerío y de publicidad que caracterizan estas series, tiene unos guiones muy graciosos. Y es realmente muy absurda. Tiene un montón de tramas cómicas que implican madres casamenteras que consultan monjes budistas, «peligrosos» mafiosos que acaban habitualmente descalabrados en el hospital, y otros personajes imposibles. Tiene un trío romántico, en el que la hipotenusa en una chica pequeñita, muy mona, con un peinado horrible y un vestuario todavía peor (esto es una apreciación personal), pero sobrehumanamente fuerte, y los catetos un policía muy sieso y un ricachón muy simpático. Adivinad con quien se queda la hipotenusa. Tanta gracia me ha hecho que me he puesto a ver otra serie protagonizada por la misma chica, Bo-young Park, que la verdad es que es lo mejor que he visto en estas series coreanas.

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[TV] Cosas de series; «space operas» a gogó

Televisión

Mientras esperamos con impaciencia la llegada a la pantalla grande de la octava entrega de nuestro universo galáctico preferido, con el sabor a poca cosa que nos han dejado recientemente otras space opera cinematográficas merecedoras de mejor suerte, tenemos que contentarnos con la visión que las series de televisión nos ofrecen de las aventuras en el espacio. Es cierto que en estos momentos hay una cierta abundancia de este tipo de productos. Unos con más éxito, otros con menos.

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Es una práctica común en las series de ciencia ficción y en las «space operas» inspirarse en culturas que resultan exóticas en la cultura occidental para representar a civilizaciones extrañas, más o menos alienígenas. También es una constante la realización de episodios donde estas civilizaciones forman sociedades teocráticas. Así que ilustraremos esta entrada con imágenes del templo budista de Bulguksa, cerca de Gyeongju en Corea del Sur, que resultará lo suficientemente exótico y teocrático para mis lectores occidentales.

En primer lugar comentaré que he visto la primera temporada, y llevo en bueno la segunda de una serie que cuando la estrenaron, después de haber visto el episodio piloto, descarté. Se trata de Killjoys, las aventuras de un trío de una especie de cazarrecompensas legales y organizados en el entorno de un sistema planetario con sus particularidades. En ciertos aspectos me recuerda a Firefly, aunque con menos far west, menos humor y menos carisma en sus personajes. Pero con una razonable calidad en las aventuras que se montan, con un buen nivel de acción y una producción razonable. Y los personajes no tienen tanto carisma pero tienen su punto. Lo cierto es que la serie, durante la primera temporada se viene a más. Había leído durante estos meses atrás varias críticas favorables a la misma, está disponible en Netflix, así que le di otra oportunidad. Y la seguiré viendo. Muy entretenida.

Pero lo que se ha puesto de moda es el universo Star Trek. Por dos nuevas series que se han presentado esta temporada de otoño. Salvo los buenos recuerdos de infancia referidos a la serie original, nunca he sido muy aficionado a esta franquicia. Durante muchos años ha tenido un punto cutre que se justificaba en los años 60 del siglo XX, pero no con posterioridad. Los largometrajes que siguieron a la serie original y se emitieron en paralelos a otras series derivadas de la original tampoco mejoraron la cosa. Aunque recientemente se han realizado tres largometrajes con un nivel mucho mayor de presupuesto y de cuidado en su producción… aunque sus historias me han dejado bastante frío. Pero vamos a ver qué está sucediendo aquí y ahora.

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La primera serie está inmersa plenamente dentro de la franquicia oficial, y se emite en Netflix aunque en la modalidad de un episodio a la semana y no con la habitual disponibilidad de todos ellos al mismo tiempo que es marca de la casa. Se trata de Star Trek: Discovery. Esta nueva serie se sitúa en el tiempo interno del universo trekkie en una época anterior a la serie original, cuando la Federación entró en guerra con el Imperio Klingon. Y tiene un nivel de calidad en la producción muy superior a cualquier cosa que haya visto en esta franquicia en televisión. Ha abandonado la cutredad que desde mi punto de vista la caracterizaba. Pero también ha modificado su estilo y contenido. Es mucho más dramática y oscura. No se permite alivios cómicos. Tenemos personajes que toman decisiones éticas controvertidas, o directamente censurables. Sirva de paradigma su personaje protagonista interpretado por la actriz Sonequa Martin-Green. O no tanto… Y su nuevo capitán está lejos de ser ese hidalgo de los mares, perdón, del espacio al que nos tenían acostumbrados los anteriores. Jason Isaacs encarna a un capitán complejo, cuyos fines pueden ser correctos, pero cuyos métodos pueden ser discutibles. Tal es así el cambio, que salvo por determinados aspectos estéticos y por la forma de la nave, diríamos que estamos en una serie de un universo muy distinto. Pero a mí me está gustando. Así que… que dure.

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La segunda serie no pertence a la franquicia oficial. De hecho, The Orville se presenta como una parodia de la franquicia original. Creada e interpretada por Seth MacFarlane, nos encontramos ante un capitán de la flota de la Unión relativamente mediocre, que tiene la oportunidad de comandar una nave normalita, haciendo misioncitas por el espacio, después de haber pasado un año de profunda depresión por haber encontrado en la cama a su mujer (Adrianne Palicki), también oficial de la flota, con un alienígena. Como podéis ver, la premisa de partida ya tiene elementos adultos que la diferencian de la franquicia original. El humor es un elemento fundamental de la serie, que presenta un conjunto de personajes que todos y cada uno de ellos nos recuerdan a alguien de la franquicia original, pero que difícilmente podrían tener cabida en ella por uno u otro motivo. Pero la cuestión es que vista en general, y después de seis episodios, es mucho más fiel a la franquicia original que la serie que hemos comentado anteriormente. En cada episodio se nos plantea un dilema de carácter socio político. El trato a las mujeres, las sexualidades alternativas, los estados totalitarios, la perversa influencia de las religiones en las sociedades, el trato a los animales,… De hecho es una serie mucho más comprometida políticamente que la original, con clara defensa de la tolerancia y las libertades en riesgo en estos momentos en todo el mundo, pero no de forma generalista sino mucho más directa y concreta, sin miedo a ser moderamente incorrecta políticamente. Y eso le da valor. Por lo que también me está gustando. Encima, MacFarlane se ha sabido buscar de amigos que lo apoyen. Frente a los habituales artistas invitados que suelen aparecer en las series en cada episodio que nadie sabe exactamente quien son, pero cuyas caras y voces resultan siempre familiares, qué sorpresa encontrarnos como artista invitada nada menos que a una provocadora y atractiva Charlize Theron, en uno de los mejores episodios de lo que llevamos hasta la fecha. Aunque no fuera por el cachondeo con la pierna del piloto de la nave (Scott Grimes), uno de los personajes más divertidos e irreverentes de la serie. También… que dure.

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