[TV] Cosas de series; una miscelánea porque ya tocaba

Televisión

Con lo que tengo a la espera, y con un ritmo de una entrada televisiva a la semana, tengo garantizado rellenar todo el mes de noviembre con cosas vistas hasta finales de octubre. Es decir… llevo mucho acumulado. El caso es que también tenía una miscelánea de cosas que quería comentar, algunas se remontan a hace casi cinco semanas, y es hora de que las ponga por escrito. Aquí van.

Me llamó la atención que en Netflix añadiesen a su oferta durante el mes de septiembre un documental sobre ciencia que nos hablase del concepto de infinito. Con una hora y veinte minutos de duración aproximadamente, A trip to infinity (Un viaje al infinito) puede dar mucho de ser o quedarse muy corto, porque el tema da para mucho; aunque sólo el situar a los profanos en el concepto de infinito ya puede ocupar ese tiempo. Y eso es lo que yo imaginaba yo; que sería un documental para profanos. El concepto de infinito siempre me ha parecido apasionante. No sólo en el ámbito de las ciencias, donde curiosamente, una vez que alcanzas unos conocimientos mínimos es donde más fácil es de asumir y manejar, sino en el de la filosofía y otras áreas del conocimiento, donde es más complejo de encajar. La negación del infinito, la incapacidad del ser humano en sus estados más básicos de evolución y cultura, especialmente el miedo a no ser para siempre, durante un tiempo infinitamente largo, es decir, a morir, está detrás del origen de no pocas religiones. Generando una pasmosa ironía; por miedo a unos infinitos, crean los dioses también infinitos de por sí, salvo aquellas religiones con götterdämmerungs diversos. Aunque incluso estas suelen tener ciclos infinitos de regeneración del mundo divino y humano. La cuestión es que el documental, que vi en un viaje en tren durante mis vacaciones por el sur de Francia, me dejó un tanto frío. No me aportó nada nuevo, y hubo demasiadas cabezas parlantes hablando «muy emocionadas» sobre «lo guay que es todo esto del infinito», mientras desgranaban los contenidos más habituales de los vídeos que sobre el tema se encuentran en Youtube, sin especial profundidad ni aplicación a la vida y al pensamiento cotidiano de las personas. Hay mejores sitios donde comprender el concepto. Pero puede venir bien a mucha gente.

Es raro que cuando se habla de infinitos, no aparezca aquello de lo de las líneas paralelas que se cruzan en el infinito… o cosas así. Y el mejor ejemplo de líneas paralelas son las vías del ferrocarril. Ayer estuve de viaje en el día a Haro, en la Rioja, mañana os cuento más, y tuve mucha dosis de ferrocarril.

Me lo he pasado bien con una serie documental-musical, también de Netflix, realizada en Corea del Sur y con músicos surcoreanos. Se trata de Take1, en el que se narra el como se hicieron cinco actuaciones que se grabaron en un vídeo, con cinco músicos o grupos musicales del país asiático, pero que tenían una serie de condiciones. Tenían que elegir una canción que fuese la que elegirían como la última y más especial de su vida, y la actuación con la grabación habría de hacerse en una sola toma. Me divirtió bastante, aunque en general el interés fue diverso. Los artistas iban de la música clásica hasta el K-pop más total y absolutamente comercial, desde gente en activo en las listas de éxitos a gente retirada, desde veinteañeros a sesentones. Pero, ¿por qué me dio por ver esto? Durante los meses de enclaustramiento covidiano, los fines de semana y la semana santa en las que tuve que pasar mucho tiempo en casa, yo no estuve confinado en días laborales por ser profesional sanitario y tener que ir a trabajar, tiré mucho de Youtube. Ahora paso mucho menos tiempo, por el abuso con la publicidad que está tirando a la basura la plataforma. Y allí encontré un canal de música japonesa actual, J-pop, The F1rst Take, en el que diversos cantantes graban una actuación en estudio en una sola toma, sobre un fondo en blanco, y muchas veces, los de más nivel, con unos arreglos musicales distintos de sus grabaciones comerciales, más sencillos o acústicos. Un directo en condiciones. Durante unos meses en la pandemia se convirtió en The Home Take, porque grababan desde sus casas en confinamiento. Entendámonos, es un tema de promoción comercial de una discográfica perteneciente a un conglomerado empresarial muy conocido. No hay más que fijarse en la marca de los auriculares, que siempre se ve muy clara. Pero está hecho con gracia. Y me ha permitido conocer a algunos músicos de pop japonés que realmente lo hacen muy bien. Luego he visto otros canales similares. Por lo que es un tipo de iniciativa de moda. Y Netflix ha buscado explotar la fórmula, incluyendo también un largo make-off, antes de reproducir al final de cada episodio la actuación de turno. Curioso, me he divertido.

Y finalmente, durante el mes de octubre, hemos podido ver un especial de Doctor Who, The Power of the Doctor, un especial de hora y media que ha servido de despedida, ya anunciada, a la primera reencarnación femenina, de la mano de Jodie Whittaker, en la historia del estrafalario héroe espaciotemporal de modales tan británicos. Se les ha olvidado a sus productores que el Reino Unido tiende en la actualidad a aislarse del espacio-tiempo convencional para encerrarse en una desenfrenada actividad de mirarse al ombligo, soñar con glorias pasadas, e imaginar que regresan en el futuro, sin hacer nada para ello, y eligiendo una serie de ineptos y desafortunados primeros ministros, a cual peor. A pesar de que los contrincantes de la enésima vez en que la Doctora y sus compañeros salvan el mundo son los más tradicionales, es decir, los que menos me gustan, el episodio es entretenido. Esta etapa de la serie ha gustado menos. Y a mí también. Pero no por el motivo por el que a muchos cerriles les ha gustado menos, a saber, que el Doctor sea Doctora. Creo que Whittake podría haber sido una excelente protagonista, incluso de las mejores o la mejor… siempre que hubiera habido unos guionistas del nivel del de tiempos pasados. Y eso no ha sucedido. Desde que la era actual de la serie volviese en 2005, ha pasado mucho tiempo y eso conlleva un desgaste evidente. Necesita cambios más profundos que los más recientes, muy cosméticos, basados en lo políticamente correcto. Pero no sé que me dice que van a seguir con lo mismo. Y no digo que proponer una integración y una presencia de las minorías esté mal. Me parece perfecto y necesario, pero hay que hacerlo con un cuidado a la escritura del guion y sin que convierta el entretenimiento que una serie de este tipo debe proporcionar en algo secundario. Para el año que viene se anuncia un especial 60 º aniversario, ya adelantado por algunas de las cosas que han aparecido en este último episodio. En fin… ya veremos, que dijo un ciego a otro ciego.

[TV] Cosas de series; británicos y tal

Televisión

No estoy muy seguro de que se pueda calificar la serie Bridgerton como británica, no importa que se ambiente en una ucrónica Inglaterra georgiana de principios del siglo XIX. No deja ser un producto de la factoría de Shonda Rhimes, para Netflix, más conocida por su afición a los culebronazos de todo tipo, y a no poco amarillismo en sus ficciones que a otra cosa. Y es muy norteamericana. Pero bueno… al fin y al cabo se han ido al Reino Unido a rodarla, y el reparto está repleto de intérpretes británicos e irlandeses, con el fin de que le pongan los característicos acentos que los norteamericanos consideran oportunos para estos menesteres. Con estas tramas de casamenteras al estilo de Jane Austen, pero que no tienen que ver en realidad con el fondo de lo que hablaba la célebre autora inglesa salvo en las apariencias, esta serie no deja de ser un guilty pleasure tanto como cualquier drama coreano, por mucho que tenga apariencia de superproducción. Y tiene tantos o más defectos, indudablemente disfrutables por muchos, como las series del país asiático. Lo que me sorprende es que esta segunda temporada haya tenido tanto tirón, cuando en mi opinión ha estado claramente por debajo de la primera, tanto en su historia como en el carisma de sus protagonistas, tan importante en los placeres inconfesables televisivos. Vistosa, pero regular, en mi opinión. La trama no daba, ni de lejos, para los ocho episodios de una hora, y constantemente se producían situaciones repetidas, especialmente entre los dos decepcionantes personajes protagonistas de la temporada. En realidad, la trama con más posibilidades era la de Lady Whistledown… pero estando en segundo plano, y relativamente maltratada por el guion… pues tampoco.

Fotos realizadas en Canterbury, como podría haber elegido otras localizaciones en Inglaterra, para ilustrar una entrada televisiva tan «británica».

Anatomy of a scandal es algo más serio. Sobre la impunidad de las clases altas, e más hipócritas cuanto más conservadoras, ante determinados desmanes y delitos, específicamente, aunque no sólo, en lo que se refiere los delitos contra la libertad sexual… es decir, las violaciones. Lo que más me animó a verla fue su reparto. Con Rupert Friend a la cabeza, que interpretó en su momento a uno de los mejores personajes de la excelente Homeland, encarnando a un político conservador británico de éxito y atractivo, y acusado de violación por una de las analistas políticas de su gabinete, Naomi Scott, que había sido su amante, a pesar de su «modélico» matrimonio con una esposa florero, Sienna Miller, educada en Oxford, pero dedicada a la familia. Y en el lado contrario, la fiscal a cargo de la acusación, Michelle Dockery, que en un giro algo más que previsible, tiene un interés personal en el asunto. La serie va de más a menos. Basada en una novela, creo que no es valiente y se va por las más inverosímiles ramas, para «hacer justicia». No atreviéndose ni a condenar por la vía legal, ni a generar insatisfacción por la incapacidad del sistema para hacer justicia realmente. Pero realmente, como se presuponía, lo mejor son las interpretaciones.

Y se está despidiendo la decimotercera encarnación del Doctor (Jodie Whittaker), la primera femenina. Ya se ha anunciado que en la siguiente, la decimocuarta, volverá a ser hombre, pero negro nacido en África. Y parece que como sucedió con David Tennant, la despedida será a base de unos cuantos telefilmes aislados de una temporada en su conjunto. Y el más reciente fue en la semana de Pascua, el número 199 de la nueva época que comenzó en 2005. El siguiente será un especial bicentenario, parece. No sé cuando. En esta ocasión nos hemos ido con los piratas del mar de la China, rescatando, de una forma muy sui generis la figura de una mujer pirata y corsaria, amén de otros oficios menos románticos en el ámbito de las aventuras, como la prostitución, nació pobre, de lo que no se habla en el episodio, de principios del siglo XIX, Ching Shih [o sea la señora Ching] (Crystal Yu), conocida por varios otros nombres y alias. Con el añadido de algunas amenazas alienígenas, el episodio entretiene… pero se queda muy lejos de los mejores tiempos de la serie. Cuando pienso en alguno de los telefilmes de despedida de Tennant, todavía me resulta más decepcionante.

[TV] Cosas de series; de doctores alienígenas y otros psicópatas sangrientos

Televisión

Durante el mes de enero he acumulado muchos finales de temporada y de serie. Es lo que pasa cuando hay series que se emiten semana a semana en lugar de colgarse en una plataforma todos los capítulos a la vez. Y como todas las cadenas tienen ritmos estacionales similares, se acumulan finales. Entonces, con las que tengo acumuladas para comentar, tengo conflictos entre las que llevan más tiempo a la espera de este comentario frente a las de que realmente me apetece hablar. De momento seguiré con un criterio más o menos cronológico, las que terminé de ver hace ya unas semanas.

Ya que tenemos un producto tan británico como «Doctor Who», nos daremos una vuelta por Regent’s Canal en Camden, Londres. Aunque en esta ocasión se centran más en Liverpool…

Doctor Who es una serie muy entretenida. Un personaje de ciencia ficción/fantasía/terror británico que, con algunas interrupciones, desde 1963. Es tan «veterana» como yo. Para quienes no estén al tanto, la serie tiene un truco para renovarse. Cuando al Doctor, el personaje protagonista, se le para una de sus dos corazones… en lugar de morir de una vez para todas, se transforma físicamente. Así que… renovación asegurada de forma más o menos periódica. En la actualidad está encarnado por una mujer, interpretada por la actriz Jodie Whittaker, lo cual fue una novedad en la serie, donde el Doctor había sido siempre hombre. Como en inglés Doctor es invariable, el nombre de la serie o el apelativo del personaje no varía sea hombre o mujer. Y desde que Whittaker llegó, es una buena actriz, y creo que lo hace razonablemente bien, la serie se ha enfocado mucho en lo políticamente correcto; diversidad sexual, diversidad racial o étnica, diversidad en edades… Frente al modelo tradicional de protagonista masculino y más o menos maduro con acompañante femenina, frecuentemente joven, ahora se ha ido a una mayor diversidad. Lo cual me parece muy bien. Aunue para mí no condiciona en absoluto el resultado final, que depende mucho más de las historias que se cuentan y los guiones.

Entonces… creo que en esta última etapa de Doctor femenino (léase en inglés para mantener el invariable en género) femenino, la serie ha decaído un tanto. Si mezclas el conservadurismo de la audiencia, que no acaba de aceptar a los protagonistas femeninos en esta y en otras franquicias, es así de triste, y unos guiones más preocupados por las formas que por contar buenas historias, la valoración de la serie se ha resentido. Por lo que podríamos asegurar que la serie ha tenido mejores tiempos. Sin embargo, esta última temporada de seis episodios ligados argumentalmente, más un especial de Año Nuevo con una línea argumental separada, ha mejoradbastante en mi opinión. Y en líneas generales, la amenaza del fin del universo causado por el flux (el macguffin de turno) ha estado bastante bien, aunque algún episodio ha sido un tanto lioso y complejo de seguir. Y a pesar de que entre los villanos de la serie, los daleks son los que menos me gustan, el bucle temporal del especial de Año Nuevo estuvo también muy bien. Los tiempos de Whittaker como Doctor están contados. Parece que vienen dos o tres episodios especiales aislados para despedirla antes de su nueva reencarnación. Es una pena que no haya dejado más impacto en la serie; aunque materia para ello había.

Y de repente nos reencontramos con Dexter Morgan en una nueva miniserie, Dexter: New Blood, que rescata el personaje del psicópata y asesino en serie favorito de muchos de nosotros, después de que se despidiera de nosotros en 2013, tras ocho entretenidas temporadas acompañando sus aventuras y desventuras como especialista de laboratorio forense para la policía metropolitana de Miami. Sinceramente, para mí el personaje estaba cerrado. Había dado de sí lo que había de ser y ya está. Así que afronté con cierta desconfianza el regreso del personaje, que sonaba más a oportunismo para hacer ingresos que a una necesidad creativa real.

Encontramos a Dexter (Michael C. Hall) viviendo con el nombre de Jim Lindsay en una comunidad rural en el norte del estado de Nueva York, en la que hay también una reserva de nativos americanos de la tribu séneca, a la que pertenece la jefa de policía del lugar (Julia Jones), que es la novia de Jim/Dexter. Por supuesto, sin conocer la auténtica identidad del protagonista. Pero la pacífica vida de Dexter se trastoca cuando en un altercado con el malcriado hijo de un ricachón local tiene un encontronazo con el antiguo técnico de laboratorio y acaba… muerto, claro. Y al mismo tiempo, se presenta en casa de Dexter su hijo (Jack Alcott), que dejó al cuidado de una vieja amiga, que ha fallecido. El adolescente y su padre tendrán un difícil reencuentro. Y el padre del malcriado fallecido tampoco es ningún santito. Y hay una serie de misteriosas desapariciones de mujeres jóvenes… Mmmm… mézclese en una coctelera, agítese y adivinad qué sale. Relativamente previsible si conoces los antecedentes. Una serie probablemente innecesaria, porque no aporta gran cosa al personaje. Pero por lo menos está bien hecha, bien interpretada y la trama tiene un razonable interés, por lo que se puede ver sin problemas.

[TV] Cosas de series; hasta el espacio y más allá

Televisión

Después de los días de las fiestas de fin de año, después de las nevadas de estos días, después de cierta atonía en la visualización de series, lo cual no quiere que tenga unas cuantas por comentar, toca hacer un repaso a uno de mis géneros favoritos. Quizá por eso también es uno de los que más decepciones me produce… pero bueno. Esta vez no estamos hablando de eso. Vamos con las aventuras espaciales.

Como nunca faltan los planetas helados en las sagas galácticas, seguiremos disfrutando fotográficamente de la nevada de estos días.

Primero, el especial de navidad de Doctor Who. Desde que se retomaron regularmente las aventuras espaciales del Doctor en 2005 de forma regular, la serie ha tenido momentos muy buenos, algunos realmente estupendos, en los que uno tenía ganas, incluso cierta ansiedad, por que llegasen nuevos episodios y aventuras. Mis momentos favoritos están en aquellos episodios en los que coincidían en pantalla Amy Pond (Karen Gillan), River Song (Alex Kingston) y quizá algún que otro ángel lloroso. Aunque mi episodio favorito sigue siendo uno en lo que no salía ninguna de ellas… y el Doctor tenía un papel secundario. Pero salían ángeles llorosos. Y la estupenda y adorable Sally Sparrow (Carey Mulligan). Aquella época pasó. Y aunque la serie me sigue entreteniendo, ya no me despierta la misma expectación. Demasiado devorada por lo políticamente correcto, se les ha olvidado que para que funcione bien tiene que haber una buena combinación de Doctor y compañero/a. Y la época de Jodie Whittaker, que me gusta como doctora, no tiene el mismo lustre,… porque los compañeros me parecen sosos. Sinceramente. El compañero es importante, como lo es Watson para Holmes, o Sam para Frodo, o Sancho para Don Quijote, o Dororo para Hyakkumaru, o Han Solo para Luke Skywalker… por poner ejemplos de los géneros más diversos. Porque representa a la persona común en el viaje del héroe. Nos representa a nosotros, los espectadores, que somos personas comunes. Pero tiene que haber química, tiene que haber salero en la interacción, tiene que servir de puente. En el especial de Navidad de este año… pues ha habido una cosa buena, y otra mala. La buena es que han recuperado a Jack Harness (John Barrowman), que siempre anima el cotarro. La mala es que han recuperado a los Daleks como villanos… que me aburren soberanamente. Las votaciones de los usuarios de IMDb nunca me parecen especialmente fiables… pero si comparamos las puntuaciones de 8 y mucho y hasta 9 en los tiempos de Amy Pond con el 6,1 de este especial… quizá os hagáis a la idea.

The Mandalorian… ah… la segunda temporada de esta serie de la franquicia Star Wars ha confirmado las sensaciones que ya teníamos en la primera temporada. Se han recuperado los valores más importantes de la saga original. Aventuras, humor de dosis razonables y adecuadas, personajes que generan empatía en el espectador, una buena banda sonora, nuevos mundos y aventuras donde realmente te importa la peripecia de los protagonistas. En algún momento hemos llegado a comentar incluso que, aunque con medios técnicos más sencillos que la mayoría de las películas de la saga, es lo mejor que hemos visto de la misma desde «El imperio…». Normalmente diría… ¡qué ganas de ver más! El problema es que ha resultado como si sólo hubiesen pensado en dos temporadas, y que no les daría la historia para más. Porque el final de la temporada, que nos es ni mucho menos el mejor episodio de la serie hasta el momento, ha sido perfecto como el final de la serie. Y nos deja muchas dudas sobre la evolución de la misma dentro de un año. Ojalá vuelva con el mismo interés que nos ha despertado en su dos primeras entregas… ya veremos. Mientras, anuncian una cascada de nuevas series. ¿Pasará, lamentablemente, como con las películas para la gran pantalla? En lugar de centrarse en unos pocas pero bien hechas, Disney comenzó a ordeñar la vaca constantemente, saturando a los aficionados y bajando la calidad de los guiones y las producciones. Disney da miedo. Mucho miedo. Más que Palpatine.

Si descontamos mi gusto infantil por los primeros episodios de las primeras series de la franquicia hace… muchos años,… Star Trek: Discovery ha sido la serie de Star Trek que más me ha gustado. O casi cabría que decir… la única que me ha gustado. Las series de Star Trek siempre han tenido un algo cutre que me ha echado tradicionalmente para atrás. Y esa filosofía de concordia y buen rollo de la que han presumido siempre sus seguidores, siempre me ha parecido una filosofía un poco de baratillo y no siempre realmente coherente con lo que presenciaba en pantalla. De hecho, siempre me ha parecido que la mejor serie de Star Trek, y más coherente, desde un punto de vista filosófico, es una parodia suya, de la que todavía estamos esperando su tercera temporada. Pero con Michael Burnham (Sonequa Martin-Green), las distintas versiones de Philippa Georgiou (Michelle Yeoh), y las distintas versiones de Lorca (Jason Isaacs)… lo cierto es que me encontré con un estilo totalmente distinto, mucho menos cutre, mucho mucho mucho menos cutre, y con tonos más matizados, menos ingenuos cuando no puramente maniqueos. No perfecta, pero mucho más digerible para mis gustos. Curiosamente, aquellas características de la serie que la hacían más interesante para mí… producían un cierto rechazo en los fans tradicionales. Por lo que la serie ha ido regresando al redil. Ciertamente con un nivel de producción muy superior al tradicional de las series de la franquicia, pero con unas tramas y con unos personajes que me cuesta tomarme en serio. La tercera temporada empezó bien, pero no tardo en divagar en una serie de situaciones que empezaron a disminuir alarmantemente el interés que tenía en la misma. Afortunadamente los últimos episodios, los dos últimos, y a pesar de una «mala» (Janet Kidder) absolutamente ridícula en muchos aspectos, han sido bastante entretenidos y no han dejado mal sabor de boca. También tengo la sensación de que han cerrado un ciclo y que no tengo ni idea de dónde irán a parar sus futuras aventuras. En fin… ya veremos, que dijo un ciego a otro ciego. Por cierto… odio a la alferez Tilly (Mary Wiseman). De verdad. No la soporto. ¿Por qué la han hecho tan mema?

[TV] Cosas de series; fundamentalmente la Doctora

Televisión

La entrada de hoy es casi monográfica. Porque tenemos que volver a hablar del Doctor… Perdón. De la Doctora. Como en inglés es invariable, no tienen mayores problemas con los guiones… pero en castellano…

Digo casi monográfica porque también voy a hacer un pequeño comentario sobre el especial navideño de Neo Yokio, el psedoanime norteamericano sobre solteros jóvenes y pijos en una peculiar versión alternativa de la Gran Manzana. Sinceramente, esta serie cada vez me convence menos. Puede que los yanquis le encuentren la gracia en sus referencias a su cultura popular, pero a mí me deja un poquito frío. Pero bueno… vi este especial de una hora de duración, tiempo excesivo para lo que cuenta, y que no aporta más que mantener la expectación sobre la serie hasta que aparezca una nueva temporada. Que no sé si veré.

Os dejo con varias imágenes de diversos lugares del Reino Unido, un país que quienes lo hemos visitado y conocido sabemos que tiene cosas muy buenas e interesantes, pero cuyos mandatarios y algunas minorías se empeñan constantemente en aparecer como una panda de gilipollas.

Así que vamos con la Doctora. Es algo que ya sabíamos, por fin el Doctor se ha reencarnado en una Doctora, interpretada por la simpática actriz británica Jodie Whittaker. Que como buena actriz británica tiene oficio y versatilidad para interpretar lo que haga falta. Pero el cambio de protagonista ha venido acompañado de cambios más profundos. Unos para bien… otros para menos bien.

En esta temporada que acabó con un especial de Año Nuevo, esto también es trascendente, se han abandonado los dramatismos o las aventuras épicas que acompañaron a las tres últimas reencarnaciones del protagonista de la serie. Aquí tenemos un esquema más procedimental y menos serializado. Cada episodio una aventura autónoma, no hay ni mucho menos tanta continuidad argumental. Y los compañeros de la Doctora son gente con tribulaciones, pero de las que te mantienen pegado a la tierra. Las aventuras han sido bastante entretenidas, y con alguna incursión por el espacio-tiempo, también han dado un repaso a algunos eventos de la historia británica. Significativos para los tiempos modernos. La desastrosa descolonización de la India-Paquistán, con los conflictos interétnicos y las muertes y sufrimiento humano derivados de esta operación, por ejemplo. O la caza de brujas en tiempos pretéritos. Que no es otra cosa que presentar un ejemplo de los vicios más lamentables de la sociedad patriarcal. Conflictos interétnicos, creación de fronteras, las políticas de género, cuestiones candentes, no sólo en el Reino Unido del Brexit, sino en cualquier parte. España, por ejemplo, si seguís las noticias de los últimos años-meses-semanas. Porque probablemente es la temporada más política y social de las que he visto en la serie.

Si bien es cierto que ya había aparecido algún ejemplo de diversidad sexual, como Jack Harkness (John Barrowman), o racial, como Martha Jones (Freema Agyeman), en temporadas pasadas, el compromiso por la paz, la convivencia y la tolerancia propuesto por la serie se desarrollaba a un nivel muy general. Pero en esta ocasión se ha movido a un nivel más terreno y comprometido.

El propio esquema patriarcal de la serie, Doctor masculino + compañera femenina, atractiva las más de las veces, y con eventuales tonteos de tensión sexual no resuelta entre ambos, se ha roto. Es cierto que hubo compañeros masculinos, pero eran de segunda fila. Rory (Arthur Darvill) estaba ahí porque estaba Amelia Pond (Karen Gillan). Y las compañeras de los últimos años han sido mujeres decididas y proactivas, pero salvo las brillantes apariciones de River Song (Alex Kingston), es el Doctor, masculino, quien salvaba la papeleta. Ahora tenemos un tripleta de acompañantes que representan una diversidad étnica y de género. Y las posibles tensiones sexuales han desaparecido por completo.

En el debe quizá debiera situar a los propios acompañantes. El hecho de que no haya uno especial, me da igual que sea hombre o mujer, que desarrolle una especial complicidad con la Doctora, lastra uno de los puntales de la serie. Ese/a compañero/a especial representa de forma clara a todos los espectadores, seres humanos, en esa especial relación con el alienígena amigo. Es más fácil la identificación y la empatía. Con los actuales, hemos alcanzado la simpatía, pero no la identificación. Y eso nos ha situado a más distancia de la acción.

Como digo hay muchas cosas positivas en los cambios. Yo así lo veo. Más que negativas. Pero también es cierto que falta profundizar en el modelo y conseguir que volvamos a estar más metidos dentro de la acción. No nos olvidemos que el mundo, nos guste o no, es un lugar muy sexista. Si no, comparen las puntuaciones medias que el público votante otorga a los episodios de la última temporada con Peter Capaldi, con las de la primera temporada de Whittaker. Sin duda, las diferencias son significativas. Así que… al tajo.