[Cine] Guardians of the Galaxy Volume 3 (2023)

Cine

Guardians of the Galaxy Volume 3 (2023; 30/20230430)

El domingo pasado fui al cine en sesión matinal con grupo de amigos en reunión intergeneracional. Es decir, que también venía los hijos/as de algunos de ellos, entre la adolescencia y la veintena. Con esas circunstancias, la película elegida fue la última entrega del universo Marvel, que no es precisamente santo de mi devoción. Hace tiempo que me parece una cara tomadura de pelo en la que constantemente hacen la misma película cambiando detalles cosméticos, con gran despliegue de pirotecnia y guiones aberrantes, especialmente en el texto de los diálogos, y con interpretaciones que progresivamente han ido a peor. Pero bueno… los motivos para ir al cine estaban más en la reunión social que en la película, y accedí. Que conste que lo pasamos bien. A pesar de la película dirigida por James Gunn.

La película venía precedida de multitud de críticas entusiastas, saludándola como de lo mejor que se puede ver, por lo menos últimamente, del universo superheroico de la todopoderosa Disney. Cierto es que la primera entrega de este grupo de «superhéroes», allá por 2014, me gustó razonablemente. No la asocié con las películas habituales de superhéroes, me pareció una aventura espacial gamberra, y me lo pasé bien. Este fue uno de los argumentos usados por mis amigos para convencerme de unirme a la fiesta. Pero no es que me entusiasmará. Era un refrito de cosas ya vistas, pero con unos personajes simpáticos e intérpretes que lo hacían razonablemente bien. La siguiente entrega, a la que acudí bajo la premisa que sería más de los mismo, allá por 2017… pues no. Aquello ya fue un pinchazo en toda regla. La vi con mi sobrino, a quien le encantan las películas de Marvel, y me preguntó hasta en cinco ocasiones si faltaba mucho para que terminase. Se aburrió como una ostra. Imaginaros yo. Así que mis prejuicios estaban basados en hechos. Desconozco qué paso con este grupo de personajes en otras películas de Marvel en las que han aparecido… pero es que me da igual.

Producto típicamente USAmericano el de hoy. País al que volveré dentro de unos días después de 10 años desde que visité Nueva York. ¿Por qué nos cuesta tanto encontrar ocasiones para visitar un país que ofrece tantas posibilidades? Algún día me pondré a pensar en ello.

Aquí nos encontramos con una aventura que a mí me ha parecido totalmente deslavazada, un alegato contra la experimentación animal, bajo la premisa de que el mapache pistolero modificado experimentalmente está a punto de morir si no localizan al villano que tiene la clave para que esto no suceda. Una película que no deja de ser mezcla de animación generada por computadora con acción real, en la que no hay un protagonista claro. En la que la trama del mapache es muy manida, la de los presuntos protagonistas (Chris Pratt y Zoe Saldaña) no funciona, y está muy deslavazada, y en la que el resto del reparto coral hace lo que puede. ¿Por qué esta película gusta tanto? Sinceramente, me sorprende y no tengo ni idea. Quizá porque la gente se ha acostumbrado a este tipo de productos y ha perdido las referencias de las muchas películas y novelas de aventuras que previamente se hicieron antes de que Marvel tuviera alguna relevancia y que son infinitamente mejores. Y sin referencias de cierto nivel, los niveles de exigencia bajan.

Dirección técnica razonablemente competente para una historia e interpretaciones mediocres. Interpretaciones de las que sólo se espera que sigan haciendo las cosas que han venido haciendo siempre. Un producto pensado para vender mercaderías, palomitas y refrescos de soda más o menos azucarados. Y que en su fin de semana de estreno, en una versión original no atrajo a mucha gente a la sala de cine, lo cual es indicativo de a qué tipo de público atraen estas películas teniendo en cuenta que ha sido un enorme taquillazo por lo demás. En fin… por la reunión con los amigos, que si no… ni harto de vino me encuentran allí.

Valoración

  • Dirección: ***
  • Interpretación: **
  • Valoración subjetiva: **

[Libro] Seven of infinities – Aliette de Bodard

Literatura

Hace menos de un año, en mis vacaciones de principios de otoño, leí un primer libro de Aliette de Bodard, una novela corta, una aventura espacial mezclada con trama detectivesca, que se sitúa el universo de Xuya, común a una serie de obras de la autora norteamericana de origen francovietnamita. Este universo se caracteriza por una civilización humana con una cultura de inspiración vietnamita. O en general con elementos culturales propios del Asia oriental, y su triada de sistemas de creencias y/o filosóficos más importantes, confucianismo, budismo y taoísmo, más o menos sincretizados entre sí y con las creencias o religiones tradicionales o populares de los países de lo que viene siendo llamada últimamente la esfera cultural del Asía oriental (por favor, no confundir con la Esfera de coprosperidad del Gran Asia Oriental, concepto de propaganda del régimen autoritario militarista japonés de la primera mitad del siglo XX que pretendía justificar la política expansionista e imperialista del País del Sol Naciente) La novela me entretuvo… pero sin excesivos entusiasmos.

Sigo usando mis viajes por China, en concreto la isla de Lantau en Hong Kong, para ilustrar las entradas sobre las novelas del universo de Xuya.

A pesar de que no consiguió entusiasmarme, ya comenté en su momento que el universo en el que se desarrollaba me intrigaba. y que pensaba darle una segunda oportunidad, lo que ha sucedido en este libro que comento hoy. Volvemos a movernos en el mismo universo. Volvemos a una historia detectivesca. Volvemos a una protagonista que es este particular híbrido de inteligencia humana y nave espacial que se da en este universo. Volvemos a esa sociedad más bien poco o nada democrática, con un sistema de castas basados en el concepto del confucianismo de sociedad jerárquica dominada por los eruditos, por los instruidos, por los académicos, que acceden a los puestos del funcionariado y del poder. En este entorno, una erudita modificada artificialmente con los recuerdos de una figura de relieve en la cultura y el conocimiento se encarga de formar a una discípula, hija de una heroína del imperio muerta en su desempeño del deber durante una guerra. Cuando aparece muerta otra persona, una ladrona, vinculada al pasado de la maestra. Y al mismo tiempo entra en juego una de las naves sintientes, que pretende resolver los problemas, cuando más bien los complica [me cuesta pensar como traducir mindship, mente-nave; parece que en las recientes traducciones de estas obras al castellano se ha optado por naves mentales]

Leo recientemente que la primera novela que leí del universo de Xuya estaría inspirada por Sherlock Holmes… no caí en ello cuando la leí,… y la segunda estaría inspirada por Arsène Lupin, el ladrón de guante blanco que ha renunciado a la violencia, pero nunca a la galantería y a la conquista amorosa. Tampoco me cosqué de ello hasta que no lo leí en un artículo. Pues vale. Lo que si es cierto es que entre Seven of infinities y The tea master and the detective hay un importante salto en mi grado de diversión y entretenimiento. Aprecio mucho más la novela que nos ocupa que la anterior. La primera me pareció entretenida y con posibilidades, pero en esta se desarrollan esas posibilidades, al mismo tiempo que resulta mucho más fácil empatizar con sus protagonistas. Y su trama, donde se mezcla la intriga con el romance galante, es mucho más amena, sin que sea superficial, ya que obviamente de Bodard adopta una postura feminista construyendo personajes femeninos fuertes, aunque no perfectos.

Como vemos, las novelas cortas se desarrollan en el mismo universo, sobre cuya concepción la propia escritora ha escrito en abundancia; una ucronía sobre lo que hubiera sucedido si el imperio chino no se hubiera retraído sobre sí mismo en el siglo XV y se hubiera lanzado a la exploración, llegando a los que hoy llamamos América antes que los europeos con Colón. Lo cierto es que esa forma de imaginar el universo de ficción puede ser interesante… pero no es necesaria para imaginar y disfrutar de la novela. Muy recomendable.

[Cine] 65 (2023)

Cine

65 (2023; 26/20230413)

Los responsables de esta película de dinosaurios… es una película que sigue más los tópicos del género dinosáurico que el de las aventuras espaciales… que aparenta inicialmente,… no se han enterado que las estimaciones más precisas y recientes para la extinción masiva del Cretácico-Paleógeno es de 66 millones de años. O si se han enterado, les habrá parecido que el número 65 es más conveniente que el número 66 para la mercadotecnia de la película. No sé. Es el menor de los problemas de esta película, que ha necesitado dos directores (y guionistas), Scott Beck y Bryan Woods, para perpetrar un producto cinematográfico inane por completo. Y no es que yo quisiera ir a ver esta película, pero fui invitado, me pareció mal no aceptar la invitación… y todo pecado lleva consigo su penitencia, dicen.

El más famoso asteroide de la historia natural de la Tierra marca el final del periodo Cretácico y de la era Mesozoica. Pero «gracias» a Spielberg, casi todo el mundo asocia los dinosaurios al periodo Jurásico, anterior al Cretácico, cuyo nombre deriva del Jura, región geográfica repartida entre Francia y Suiza, de donde proceden las fotos de hoy. Quizá debiera haber usado las fotografías de los acantilados de creta del canal de la Mancha para ilustrar la entrada, más «cretácicas». Pero tengo pocas, y no muy buenas.

Sorprendentemente, hace 66 millones de años, 65 millones según la película, en la galaxia existía una especie que, por una casualidad de una improbabilidad extrema, con p(X) muy próxima muy próxima muy próxima a 0, donde X es la existencia de dicha especie, es virtualmente idéntica al ser humano, en una situación de evolución biológica sorprendente que ya es el primer motivo de sonrojo en lo que se refieren a la pseudociencia ficción de la película. La otra casualidad de improbabilidad extrema es que una nave espacial pilotada por un tipo (Adam Driver) que tiene una hija muy enferma, sufre un accidente al entrar en otros extremadamente improbable «campo de meteoritos» y acaba estrellándose en el planeta Tierra… 24 horas antes del impacto del asteroide que se supone desencadenó la extinción de los dinosaurios no aviares y otras muchas especies. Y mira tú por donde, de los viajeros hibernados de la nave… se salva una niña (Ariana Greenblatt)… que… bueno… ya podréis suponer.

Podréis suponerlo todo. Porque la película no es que sea previsible. Es que dada la premisa inicial, cualquiera que haya ido al cine con cierta frecuencia es capaz de escribir el argumento de la película sin verla. Y además es un pastiche que acumula todos los tópicos propios del género de dinosaurios. Incluyendo el enfrentamiento final con el T. rex, claro. No hay nada que se pueda destacar diciendo… hay algo original, se aporta algo nuevo por pequeño que sea. En algunos momentos, llega a ser hasta chusco, de tan previsible es, de cómo se fuerzan las casualidades para presentar la situación que parecía que tocaba en ese momento. Los intérpretes, dos son los que importan, hay otros dos de aparición mínima, hacen lo que pueden dada la naturaleza del problema. Pero asumiremos que es un trabajo meramente alimenticio sin más.

La película no es recomendable, ni siquiera como entretenimiento. Su única gran virtud es su duración de sólo hora y media. Casi demasiado para lo que hay que contar, pero teniendo en cuenta la moda actual de películas de acción que sobrepasan las dos horas de forma habitual, casi sistemática,… pues ya se sabe, lo bueno, si breve, dos veces bueno, y en lo que se aplica aquí, lo malo, si breve, menos malo. No paguen por verla en el cine. Si en un futuro la tienen en una plataforma de contenidos y la pueden ver sin pagar extra… pues tampoco será una ofensa tremenda. Pero, sencillamente, una película que podría no existir y no pasaría nada. La falta de imaginación y creatividad al poder.

Valoración

  • Dirección: **
  • Interpretación: ***
  • Valoración subjetiva: **

[Libro] Valerian: Shigouzlooz Inc. – Wilfrid Lupano y Mathieu Lauffray

Literatura

Cuando comenté el último libro que he leído de Yōko Ogawa estaba convencido de que no habría ocasión para añadir un libro más a la lista del 2022, y que me quedaría con los 30 que daban por cumplido mi reto anual, de lo que os hablaré mañana. Pero al día siguiente, terminando mis compras relacionadas con la Navidad y el Año Nuevo, entré en una librería especializada en cómics, fantasía y ciencia ficción, más por curiosear y coger ideas que para comprar, y me encontré con este volumen de la serie Valérian visto por… dedicado a las aventuras de Valérian y Laureline. Hace unas semanas os hablaba de los volúmenes realizados en los últimos años por autores distintos de los originales, Pierre Christin y Jean-Claude Mézières, a modo de homenaje. Y este es uno de ellos, con guion de Wilfrid Lupano e ilustración de Mathieu Lauffray. No conocía previamente a estos autores. El libro está traducido al castellano, y está muy recientemente publicado, si no recuerdo mal con fecha 6 de diciembre de 2022. O sea que es una novedad. Su original francés es de 2017. Creo que hasta ahora no había leído nunca una traducción al castellano de estas aventuras.

Este nuevo interés por las aventuras de los agentes espaciotemporales de Galaxity surgió con motivo de mi reciente estancia en Toulouse, así que unas fotos de la capital occitana para ilustrar la entrada.

El caso es que lo hojee en la tienda y se me apeteció. El argumento va sobre unos trapicheros que dañan un robot que contiene en sus datos de memoria un país independiente de carácter virtual en el cual se radican, por ser un paraíso fiscal, muchas empresas multinacionales del universo. Entre ellas, la que tras una apuesta en el juego se ha hecho con la propiedad del planeta Tierra,… de hace 3.800 millones de años, por lo que si interviene en el pone en riesgo la aparición de la vida sobre el planeta y todo lo que viene después. Galaxity destinará a Valérian y Laureline para resolver la situación. El problema es que su actual propietario no está interesado en el planeta sino en el código genético de Laureline, lo que le permitirá, por ser su propietario, crear una mercadería basada en la imagen y figura de la guapa agente espaciotemporal que se presume muy lucrativa. Aunque Laureline… no está precisamente por la labor.

Nos encontramos ante una de las aventuras de la pareja de agentes espacio temporales más divertidas que recuerdo. Muy dinámica, muy divertida, con fino sentido del humor, en el que ambos agentes conservan sus personalidades, Valérian siempre valiente pero bastante zoquete y capaz de liarlo todo, y Laureline proactiva, inteligente y resolutiva. Pero es que detrás de las aventuras y del humor no deja de haber una ingeniosa crítica a la hipocresía de las empresas multinacionales, de los sistemas comerciales, de los micropaíses que subsisten como paraísos fiscales, del empeño en poseer códigos genéticos o elementos naturales que no deberían tener ni reconocerse como propiedad de nadie… en fin, muchas de las prácticas carentes de ética de los sistemas empresariales y comerciales actuales.

Sinceramente, una vez empezado, porque no pensaba que iba a tener tiempo para ello, ya no pude dejar de encontrar momentos para terminarlo cuanto antes, porque realmente me lo pasaba muy bien con su lectura. Una aventura espacial, con Laureline de coprotagonista, divertida y con su enjundia. Quién puede pedir más.

[Libro – historieta] Saga volumen 10 – Brian K. Vaughan y Fiona Staples

Literatura

Después de dejar saldada mis deudas con las Paper Girls y revisitar recientemente el universo de Valerian y Laureline, después de mis vacaciones de principios de otoño cogí carrerilla con la cosa de leer historietas, o cómics, como prefiráis llamarlos, para mí son lo mismo, y con gran ilusión me agencié el último volumen publicado de las aventuras de Hazel y su familia en Saga.

No sabía muy bien cómo ilustrar esta entrada… así que sigo con fotos del rollo de película que presenté ayer.

Esta serie de aventuras espaciales escrita por el notable Brian K. Vaughan y exquisitamente ilustrada por Fiona Staples, entró en pausa tras la publicación en 2018 del volumen 9, que daba por cerrado el gran arco argumental que comenzó con el nacimiento de la niña protagonista, y que terminó con… bueno, no lo voy a destripar por si estáis interesados, pero con algún triste acontecimiento. Probablemente entre lo más destacado de mis aventuras espaciales favoritas, este alegato antibélico y en pro de la convivencia y la diversidad, pero muy para adultos, y sin concesiones a la placidez argumental y a la autocomplacencia, ahora ya sabemos que el segundo gran arco argumental también será de nueve volúmenes, uno al año si no surgen inconvenientes, y que terminará por lo tanto en 2030. Buff,… Cuan largo me lo fiais, amigo Sancho.

Comparado con otros volúmenes de la serie, la trama argumental de este es relativamente tranquila, es decir, no es tranquila en absoluta, sólo lo parece, y nos sigue sumergiendo en un universo en el cual, como si se tratase del mismísimo planeta Tierra de nuestro universo, no te puedes fiar de casi nadie. Sean de la especie que sean los personajes de la historia, su comportamiento es tremendamente humano. Y tras un período de precariedad, pero de salir adelante, Hazel y su familia volverán a encontrarse en el punto de mira de muchas partes interesadas en que desaparezcan. Para siempre. De ese universo y de cualquier otro. Los temas no han cambiado. Y el tono se mantiene. Al igual que la excelencia en los guiones y en la ilustración. Definitivamente, se podría decir que en su conjunto, si no es una obra maestra, le falta poco.

[Libro] The Tea Master and the Detective – Aliette de Bodard

Literatura

Aliette de Bodard es una escritora de ascendencia francesa y vietnamita, que nació en Nueva York, que creció en París, que tiene el francés como lengua materna, pero que desarrolla su carrera literaria en el ámbito de la ciencia ficción en lengua inglesa. Y poco o nada sabía de esta escritora hasta hace un par de meses, cuando en una cuenta de Twitter sobre literatura fantástica y de ciencia ficción [nunca me ha convencido la mezcla de ambos géneros] comentaron con alegría la publicación en castellano y en un mismo volumen de un par de sus novelas cortas con premios prestigiosos. Y me pico el gusanillo e investigué. Y descubrí que se podría adquirir dicho volumen a partir de una determinada fecha del mes de octubre pasado y sin opción a formato electrónico por casi 20 euros. Mientras que la versión original en inglés de cada una de estas novelas cortas en formato electrónico cuesta menos de cuatro euros y tres euros y medio cada una.

Algún día dispondré de fotografías de ambiente vietnamita. Hasta que llegue ese día… bueno, usaré para ilustrar esta entrada algunas fotos realizadas a orillas del Lago del Oeste en la animada y agradable ciudad china de Huangzhou.

Aprendan ustedes idiomas. A la larga sale rentable. Habrá quienes me acusen de falta de apoyo y solidaridad con la industria editorial española. Especialmente con las editoriales pequeñas, independientes o monográficas. Aunque se podría hablar de la falta de apoyo y solidaridad de esta industria con los lectores y con el fomento de la lectura. De la falta de adaptación a los tiempos modernos… ¿de verdad que no hay edición en formato electrónico? Y otras consideraciones. En cualquier caso, me puse a la tarea de comprobar los motivos del entusiasmo sobre la obra de esta escritora tan internacional.

La primera de las dos novelas cortas, la otra la tengo en espera, pertenece al género aventura espacial hibridada con el género detectivesco. En un universo con una cultura derivada del Asia oriental, con grandes desigualdades en el que domina una clase pudiente de eruditos y académicos, todo muy confucionista, que viaja por el espacio o transporta sus mercancías usando unas naves espaciales sintientes. Y, a modo de extraño Holmes y Watson, una detective que se dedica a preparar y vender tés e infusiones especiales cuando no tiene casos, se alía con una de estas naves para investigar un asesinato en una nave perdida en el espacio profundo.

He de decir que me costó entrar en la historia. Algunas de las referencias culturales en las que se mueve ese ficticio universo interplanetario o interestelar, proceden de la cultura vietnamita, con la que no estoy familiarizado. Y a pesar de su corta duración, la novela se toma su tiempo en plantear en toda su profundidad el misterio que acompaña a la muerte y el asesinato y sus consecuencias. Pero indudablemente es una historia que combina la presunta «ligereza» de una whodunit con otros temas con mayor profundidad y complejidad en su desarrollo. De momento, esta escritora y este universo están pendientes de una calificación definitiva sobre mi afinidad hacia ellos, aunque la impresión general es favorable. Cuando consiga volver a engancharme a la lectura y leer la segunda de las novelas cortas, ya os contaré. Porque por lo que sé, se desarrolla en el mismo universo. Pero no tengo claro que sean los mismos protagonistas. Veremos, que dijo un ciego a otro ciego.

[Libro] Là ou naissent les histoires – Pierre Christin y Virginie Augustin

Literatura

Aunque de vez en cuando incluyo un cómic entre mis libros, he de decir que mi viaje a finales de septiembre al sur de Francia reavivó mis ganas por este tipo de lecturas. En Toulouse, las librerías especializadas en todo o en parte a esta forma de arte gráfica y literaria tienen una densidad considerable. Es fácil ir encontrándose con ellas mientras pasea por la ciudad. Al menos por el centro histórico, por donde más se mueve el visitante foráneo. Y con escaparates generosos y bien presentados, no son librerías pequeñas y de aspecto marginal precisamente, te quedas mirando y te entran ganas de leer alguno de los títulos. Pero como no quería cargar el equipaje con libros para la vuelta, los libros incrementan el peso del equipaje muy deprisa, sólo adquirí uno. Con aventuras de Valérian y Laureline.

Ya comenté en su momento mi vinculación temprana con esta pareja de agentes espaciotemporales. Poco conocidos en nuestro país comparados con otros cómics franceses, determinadas causas y azares hicieron que entrara en contacto con estos personajes en mi adolescencia, siendo alguno de sus álbumes los primeros libros que leí en mi vida de un idioma distinto del español. Y como ya reconocí tímidamente en su momento, siempre he estado secretamente enamorado de Laureline. Los personajes fueron creados en 1967 por Pierre Christin en el guion y Jean-Claude Mézières en la ilustración. Ya octogenarios, Christin vive todavía y Mézières falleció recientemente, a principios de año. La aventura gráfica de la que hablo hoy pertenece a la serie Valérian, vu par… que publica Dargaud. La serie de Christin y Méziéres está cerrada formalmente. En esta serie se invita a otros autores a revisitar los personajes y su universo con su propio estilo y mirada. Estas aventuras tienen guion del propio Christin con las ilustraciones de Virginie Augustin, a quien no conocía.

Encontramos en esta historia a Valérian y Laureline convertidos en dos adolescentes que viven con «su tío» en París a principios del siglo XXI, mientras que a nivel galáctico, una raza capaz de inventar historias está agotando la materia prima de su planeta que les permite realizar esta tarea. A ello se suman otros interesados en encontrar esta materia prima, de la que alguien localiza depósitos en tierras de Georgia, el país del Cáucaso que fue antigua república soviética. Y allí se dirigirán nuestros adolescentes héroes de forma inadvertida, contribuyendo a resolver la crisis.

Quizá lo de menos es la historia de esta historieta. En su conjunto tiene un tono tranquilo, melancólico, con los dos protagonistas en «modo adolescente», sus personalidades están en potencia. Valérian es más decidido y aventurero, Laureline, como siempre, más reflexiva y resolutiva a la larga. Al fin y al cabo, es la realmente inteligente de los dos. Corazón y cerebro, aunque con los sexos cambiado según la patriarcal tradición de la literatura universal. Quizá no sea la aventura más emocionante que hay leído, ni de las mejores. Pero cumple su papel de mantener vivos a los personajes, al mismo tiempo que les dota de la nostalgia que acompaña una creación que sabemos que ha cumplido su ciclo. Yo también lo compré y lo leí por nostalgia. Y dentro de poco volveremos a esta cuestión de revisitar, reanimar o reimaginar viejos héroes del cómic.

[Libro] Tau Zero – Poul Anderson

Literatura

Este es uno de esos clásicos de la ciencia ficción llamada «dura» que debería haber leído en su momento, cuando yo estaba en mi veintena, y no ahora. Un libro de uno de los autores del género con más prestigio, Poul Anderson, escrito en 1970, que en los años ochenta del siglo XX todavía hubiera estado de actualidad. Quizá llega un poco tarde, cuando los estilos en el género han evolucionado. Y cuando la astrofísica y las cosmología también han evolucionado y las perspectivas de cómo funciona el Universo también. Por ejemplo, el «Big bounce» o «Big crunch«, según el cual el Universo se expandiría hasta que la gravedad lo obligase a volver a comprimirse en un opuesto final al «Big bang«, hoy en día gozan de poco prestigio. Y sin embargo forman parte esencial de la trama de este libro.

Ilustro la entrada con un atardecer en Estocolmo, capital de Suecia, porque en el mundo de esta novela el país nórdico es un lider global, ilustrado y pacífico, tras catástrofes bélicas debidas a las grandes superpotencias. Vete tu a saber si… tal y como está el patio… De todos formas, la nave, «Leonora Christine», está dedicada a una escritora danesa, no sueca.

«Tau Zero», en realidad en castellano es Tau Cero, he leído el libro en inglés, más barato y por eso los del «zero», hace referencia al valor del factor de contracción del tiempo, un fenómeno que se produce cuando un móvil se desplaza a una velocidad enorme, próxima a la velocidad de la luz, y por lo tanto el tiempo «a bordo» del móvil, supongamos una nave espacial interestelar, discurre mucho más despacio que en el espacio que le rodea, fijo o muchísimo más lento que el móvil. La nave que protagoniza esta novela, la Leonora Christine, y su internacional tripulación de científicos e ingenieros que van a probar suerte en la colonización de un planeta extrasolar, se moverán a velocidades relativistas. Y por lo tanto, lo que son meses para ellos son decenas de años en la Tierra. Es ciencia ficción dura porque no hay viaje a mayor velocidad de la luz, y los motores de la nave, aunque especulativos, se basan en la ciencia conocida en el momento. Así como las experiencias a bordo de la nave. Una nave que sufrirá un accidente y se verá incapacitada para frenar, por lo que irá aumentando su velocidad y adquiriendo una tau que tiende a cero, aunque es imposible que llegue a ese valor.

Desde el punto de lo que es especulación científica, la constante huída hacia adelante ante los desafíos que se presentan a los cincuenta tripulantes de la nave es muy divertida y entretenida. Es cierto que, no conociéndose en 1970 conceptos como la materia oscura o la energía oscura, aunque había quien los había intuido, la visión cosmológica del Universo es distinta de la actual. Pero no importa mucho. Está bien.

Otra cosa es la dinámica de la microsociedad de la nave. Como especulación sociológica, los planteamientos y los conflictos que surgen ante los problemas de la nave me parecen un poco ingenuos. O muy ingenuos. Pero reconozco que este tipo de escritura, en mi adolescencia tardía y en mi juventud temprana me hubiera encantado. Luego… bueno,… me volví más escéptico y un poco más conocedor de la sociedad humana. Un poco. Pero bueno, consideremos que se escribió cuando se escribió, y la obra de arte hay que valorarla teniendo en cuenta el dónde y cuándo se crea. Merece la pena si te gusta el género. Yo me lo pasé bien.

[TV] Cosas de series; aventuras espaciales disparatadas… y un poco menos disparatadas

Televisión

Puesto que últimamente se me han acumulado varios finales de temporada, se me había cruzado por la cabeza comentar hoy más de dos series. Pero se me ha hecho tarde… y además había la posibilidad de hacer una entrada temática con dos de ellas. Una entrada sobre aventuras espaciales… así que allá vamos.

Por supuesto, no han rodado en Marte ni en ningún otro planeta. Pero los coloristas en posproducción han tenido que trabajar de lo lindo para que pareciera que los astronautas y cosmonautas estaba en Marte. Por eso pongo estas fotos del planeta Tierra pero con un colorido que no parece de este mundo, gracias a la radiación infrarroja, de moda últimamente gracias al telescopio espacial James Webb.

Probablemente fue el verano de 1978. Así que andaba yo en plena adolescencia, y un año antes, aproximadamente, nos había sorprendido el estreno de La guerra de las galaxias… hoy conocida por los más jóvenes y nuevos como Star Wars: A new hope. Y yo había entrado en contacto las aventuras espaciales según Kubrick, gracias a que el cine de barrio de toda la vida se había reconvertido en cine de arte y ensayo para sorpresa de muchos. Acabó sus días como sala X proyectando porno hasta que se convirtió en un supermercado. Así que fue el momento en que comenzó mi afición a las aventuras espaciales, las space opera para quienes no pueden dejar el inglés quieto ni aunque los maten. Y en la sobremesa de aquel verano, antes de ir a pasar la tarde a la piscina durante el mes de agosto, creo yo, emitieron una parodia de las películas anteriormente mencionadas en forma de serie de televisión bajo el título en castellano de La escoba espacial. Mucho después me enteré que el título original de la serie era Quark, el nombre del capitán (Richard Benjamin) de la nave espacial que intrépidamente se dedica a… recoger bolsas de basura por el espacio. Sólo fueron ocho episodios. Y sin embargo, siempre he recordado algunos de los gags de la serie como si los hubiera visto la semana anterior. Sin duda, nuestros personajes favoritos, en aquel bachillerato unificado y polivalente sólo para chicos en mi colegio, eran Betty y su clon (Patricia Barnstable y Cyb Barnstable), que despertaban la imaginación de las revueltas hormonas de los adolescentes, y la planta Ficus Pandorata (Richard Kelton), clara parodia de Spock, cuando polinizaba con una princesa espacial. Recientemente la recuperé por la maraña de la red de redes y la volví a ver. Era muy cutre. Pero muy divertida. Una parodia que hubiera merecido mejor fortuna con una realización un poco más cuidada… y quizá en otra época. Siempre le tendré cariño.

Y en Apple TV+ hemos podido ver la tercera temporada de For all mankind. Esa serie en la que imaginan qué hubiera pasado si los soviéticos hubieran llegado antes a la Luna. Y como consecuencia, la Unión Soviética no se hubiera derrumbado, la carrera espacial hubiera seguido, y en la ventana de 1994 se hubieran lanzado, que es lo que se narra en esta tercera temporada, tres expediciones tripuladas a Marte. En la realidad, en este universo, tal vez se vuelva a la Luna hacia 2024… y ya veremos lo de Marte. En la carrera espacial marciana tenemos tres tripulaciones, la de la NASA, la soviética y la de un elonmusk precoz, anticipando también la aparición de empresarios jóvenes, emprendedores, prepotentes y bocazas. Y bueno… quizá alguien más. ¿Qué nacionalidad tendrá en ese universo el primer humano en pisar el planeta rojo? Yo ya lo sé. Sigue siendo una serie muy entretenida. Aunque con las peripecias de esta tercera temporada han estado a punto de saltar el tiburón en varias ocasiones, perdiendo el razonable rigor con el que habían enfocado hasta ahora unas aventuras espaciales realistas. En fin. Al igual que con las misiones Artemis está todo el mundo más preocupado de que por primera vez pisen la luna un negro y una mujer,… las misiones a Marte de la serie, las americanas claro… son como un anuncio de Benetton en los años 90. Sí… son como niños. De todos los colores y sexos.

[TV] Cosas de series; viajes espaciales, viajes en el tiempo y problemas reales

Televisión

La entrada de hoy me pone de especial buen humor. Porque me lo he pasado muy bien con estas dos series. Una de ellas en su tercera temporada, vista en Disney+, y la otra en su primera temporada, vista en Amazon Prime Video. Las dos nos llevan a universos de ciencia ficción, las dos son muy entretenidas, pero las dos nos hablan de problemas reales.

Sigo utilizando la sección dedicada al diseño en el Museum der Moderne de Múnich para ilustrar estas aventuras futuristas. Aunque los objetos de hoy no sean tan futuristas como los de hace un par de días.

The Orville comenzó como una parodia, y al mismo tiempo homenaje, a Star Trek. Creada y protagonizada por Seth MacFarlane, cuenta con un reparto que sin ser de enorme calidad interpretativa, tiene buen oficio, y compone personajes con los que puedes empatizar. Fundamentalmente porque en cada capítulo se ponen encima cuestiones éticas, sociales y políticas que invitan a la reflexión, siempre desde el punto de vista de fomento de la libertad personal, la solidaridad entre las personas y un entorno de máxima tolerancia ante la diversidad. Tocan temas como el racismo, el sexismo, la violencia, los populismos políticos, pero integrados en una aventura espacial divertida y con corazón. En su tercera temporada, se ha vuelto algo más seria y reflexiva, manteniendo el tono, menos frívola, menos paródica, pero lo he visto como una evolución de la serie, con el fin de refrescar sus contenidos. Ha habido un cambio de cadena televisiva original, y creo que ahora es algo más libre todavía. Según leo en TV Calendar, su estado actual es que se espera su retorno en el futuro, aunque su último episodio no dejaba tramas pendientes, y tenía un cierto sabor a cierre. Supongo que cuando lo rodaron no estaba clara su continuidad. A mí no me ha cansado todavía. Cosa que no me sucede con las series de la franquicia a la que parodia/homenajea,… que sí me suelen cansar pronto.

Y de la aventura gráfica en la que se basa la otra serie de esta semana, Paper Girls, ya os hablé hace un par de días. Y quedó claro que era una historieta que me gustaba y mucho. La serie también parece dirigida al público juvenil, pero los temas de fondo y la trama son perfectamente asumibles para un adulto. El punto de partida es el mismo, la cuatro jóvenes repartidoras de periódicos de 12 años de edad que el 1 de noviembre de 1988 tras una disputa con unos adolescentes mayores, se ven envueltas en un conflicto intertemporal entre dos facciones en guerra de viajeros en el tiempo. Pero pronto la serie empieza a divergir del argumento de la aventura gráfica. Puede que por motivos de presupuesto, puede que por necesidad de adaptar la acción al medio televisivo, probablemente por una mezcla de ambos. Es algo más oscura que la aventura gráfica. Con más muertes, y conflictos más profundos para las cuatro chicas, cuando viajando por el tiempo se van encontrando con sus versiones adultas o con sus familias adultas. Temas de identidad personal y sexual, temas de racismo, temas de expectativas de futuro, temas de conflictos familiares. Pero sin que falte la aventura y la acción. Sobre una misma base, va a ser claramente una historia diferente. Aunque de momento con el mismo espíritu. No es una serie redonda. Las cuatro chicas protagonistas tienen momentos muy buenos, pero todavía muestran algo de inmadurez como intérpretes, lo cual es normal dadas sus edades. Y no tiene la vistosidad visual, el diseño de la historieta. Pero tiene momentos muy logrados. Y cada una de las chicas tiene también su momento para el lucimiento. Particularmente la joven de origen asiático que encarna a Erin Tieng, Riley Lai Nelet, y que de alguna forma tanto en la historieta como en la serie tiene un punto más de protagonismo que las otras tres. Que también tienen sus momentos. Esperemos que en el futuro se vaya viniendo arriba, porque lo merece.

[TV] Cosas de series; nuevas versiones y recuperaciones de personajes (unas mejores y otras desafortunadas)

Televisión

Las dos series que traigo hoy me interesaron desde el momento en que las vi anunciadas. Una, con cierta esperanza y buenas expectativas; la otra, con escepticismo. Ya es triste esperar las novedades del universo Star wars, con lo que nos marcó a toda una generación, con escepticismo… incluso pesimismo. Pero así son las cosas gracias a Lucas y Disney…

Allá por el mes de agosto del año 2011, un momento de mi vida en el que andaba necesitado de historias optimistas y bonitas porque había muchas cosas a mi alrededor que no funcionaban bien, vi en televisión la adaptación cinematográfica de la primera novela de Audrey Niffeneger, The Time Traveler’s Wife. Me gustó. Me puso de buen humor. Incluso si el corolario de la película como historia de amor es un poco melancólico. Leí poco después la novela… pero no me entusiasmó en exceso, sin considerarla una pérdida de tiempo. Recientemente se ha emitido la primera temporada de una serie de televisión que revisa la historia. Con la pelirroja Rose Leslie al frente, recordemos que la protagonista de la historia es la mujer, no el viajero en el tiempo, aunque lo podamos considerar coprotagonista, la cosa prometía. Sólo han sido seis episodios, muy dinámicos. Como digo, revisa la historia, puesto que la amplía; nos habla de posibles cosas que pudieron pasar en la relación en las que por extensión, o voluntad de la autora, no se entraba. Con lo cual, aumentan los temas que explora la narración, además de los básicos, el rol de las personas en una relación romántica, la pérdida y el duelo, el libre albedrío, el determinismo, el azar en nuestras vidas,… Globalmente considerada, hasta ahora, la serie es correcta, yendo de menos a más. Conforme avanzan los episodios se crece. Pero sobretodo, y como podíamos esperar, el pilar fundamental de la serie son sus intérpretes. La capacidad de generar empatía y solidaridad es importante en esta historia para poder engancharse a ella. Y ese es el principal activo de esta producción, con sólo seis episodios por temporada, lo que la hace muy visible.

Obi-Wan Kenobi… Uno de los personajes más potentes y carismáticos del universo Star Wars, y también uno de los más desaprovechados. Con una presencia pequeña pero fundamental en la trilogía original, el inolvidable Alec Guiness le daba un carácter muy definido e interesante. Grave en los asuntos, pero ligero en las formas. Un tanto guasón. Con sentido del humor. Discreto. Dedicado. Muy británico… si lo piensas bien, en unas películas en las que casi todos los «malos» tienen acento británicos, mientras que los «buenos» tienen acento norteamericano. En la segunda trilogía, tan floja e inconsistente, se nos presentaba una Kenobi mucho más joven, pero en la que Ewan McGregor sabía mantener la personalidad del personaje, uno de los más consistentes y bien definidos en la saga. Y sin embargo, el carácter del conflicto con Anakin Skywalker en la película en la que se pasó al lado oscuro, fue excesivamente simplista. Incluso con líneas de guion que hacen sonrojar por vergüenza ajena. Con todos estos antecedentes, todo aficionado a la saga, a pesar de los desmanes que se han cometido con ella, ha querido siempre saber y disfrutar más del personaje. Pero precisamente, por los antecedentes… el miedo invade el ánimo cuando se anuncia la serie.

La serie del mismo nombre que el personaje protagonista consta de sólo seis episodios que oscilan entre los 36 y los 53 minutos de duración. Y en el primer episodio ya se definieron las dos características que rebajaron de forma espectacular, casi catastrófica, las expectativas que pudieran haberse puesto en esta producción. La primera es el cambio de carácter del personaje, que no se recupera en ningún momento a lo largo de la serie. Tenemos a un Obi-Wan serio, timorato, incapaz de manejar el largo plazo, desesperanzado, totalmente distinto, de forma injustificada desde mi punto de vista, al que abandonamos al final de la película en que entrega a Luke a sus tíos en Tatooine. La segunda es que sigue la estela del mandaloriano, pero con poca fortuna, a la hora de plantear unas aventuras de héroe/antihéroe con niño. Pero donde la interacción entre Mando y baby Yoda (me niego a usar el horrible nombre que le pusieron) era divertida, motivadora e impulsora de la relación, la interacción entre este deslucido Kenobi con una repipi y repelente baby Leia resulta cargante por momentos. La serie no es una catástrofe, pero le falta alma. Y desparpajo. Le falta naturalidad, espontaneidad y desparpajo por toneladas, aquellas cualidades que dieron el carisma a la saga original y al personaje de Obi-Wan. A Disney le falta imaginación. En su ADN actual sobran los genes del tío Gilito (Scrooge McDuck), y su ambición de dinero, y le faltan aquellos que le den ingenio, creatividad, originalidad y aprovechamiento del buen material de base. Les falta el ADN del Mickey Mouse aprendiz de brujo. Pero al emporio que han montado agrupando franquicias que se dedican a entretener adocenando,… no creo que haya quien lo encarrile.

[TV] Cosas de series; nos vemos en el espacio

Televisión

Hoy vamos con una entrada televisiva dedicada a las aventuras espaciales. Género televisivo al que me sigo apuntando siempre, aunque me decepcione con demasiada frecuencia. Pero antes, un breve sobre Death to 2021, un mediometraje de una hora de duración en la oferta de Netflix, en el que se hace un repaso a las calamidades del año 2021. Entre el documental y el cachondeo de ficción, con una serie de actores y actrices interpretando estereotipos de gentes diversas, en general nocivas socialmente, que dan su «visión» sobre lo que ha sido el año. Lo vi porque en diversos medios hablaban bien de él, y sólo es una hora de duración. Pero me resultó demasiado centrado en los Estados Unidos como para que al final me resultara algo más que anecdótico. Lo que ya no entiendo es porqué el título en castellano es un escatológico A la mierda el 2021, versión grosera de ese Muerte al 2021, que me parece innecesaria e innecesariamente sensacionalista. Pero vamos con el espacio.

Entre la sequía permanente y el agua ocasional en el tiempo o en el espacio, que mejor que unos paisajes de los Monegros para ilustrar las aventuras espaciales de hoy.

Hemos asistido a la temporada tercera de la versión excesivamente doctrinal de Lost in Space, en la que sus alabanzas a la familia más o menos tradicional, a la amistad, y a la confianza ciega a las acciones imprudentes de unos críos han acabado cansándome bastante. Creo que con los medios que han puesto para realizar esta serie, podrían haber pagado a algún guionista competente para contar una historia interesante de verdad, y con algún tipo de engarce en la realidad. No una serie de doctrina muy conservadora disfrazada de buenrollismo progresista políticamente correcto. Muy estomagante en su temporada final. Una lástima.

Confieso que cuando empecé a ver anuncios en Netflix de The Silent Sea quedé muy intrigado. Por antecedentes recientes de aventuras espaciales realizadas en este país, y por algún nombre interesante en el reparto. El título anterior es el título internacional de la surcoreana Goyo-eui bada 고요의 바다, y en IMDb aparece como el título oficial de la serie. El título coreano hace referencia al Mare Tranquillitatis, uno de los maria más conocidos de la Luna y que da lugar al título en castellano de la serie, Mar de la Tranquilidad. Los maria, yo prefiero el termino latino al castellano mares, son extensiones basálticas de origen volcánico, que parecieron mares en el sentido terrestre, extensiones acuáticas, que no son, a los primeros astrónomos que observaron nuestro satélite. Por eso prefiero el término latino. Y si usamos el término en castellano, no olvidarnos del adjetivo, llamémosles mares lunares. Pero el caso es que aquí se juega al equívoco, puesto que está involucrada el agua de una u otra forma en la trama.

En un futuro no muy lejano, catastrófico, cuasi apocalíptico, en la Tierra está desapareciendo el agua. Los ríos y los mares se están secando. Y hay un sistema de castas basado en el acceso al agua. La protagonista (Bae Doona), una exobióloga, es llamada para una misión espacial en la Luna. Una base en el satélite terrestre sufrió un acontecimiento catastrófico, aparentemente de carácter radioactivo, cinco años atrás, y murieron sus ocupantes. La científica jefe fue la hermana de la protagonista. El objeto de la misión es recuperar unas muestras que quedaron allí abandonadas y que pueden ser importantes en la crisis que sufre el planeta. Pero claro, las cosas no van a ser fáciles, se han dicho muchas mentiras, se han ocultado muchos hechos, y todo va a ser más complejo desde el principio. Especialmente por culpa del agua lunar.

La serie me despierta sentimientos encontrados. Como ciencia ficción,… es enervante. Como siempre hacen los coreanos, copian descaradamente ideas y situaciones de otras series o películas. El emplazamiento de la base lunar parece una copia de algunas instalaciones de cierta serie ucrónica con viajes a la Luna cuya tercera temporada esperamos. Y la trama general es la típica del terror ante una amenaza alienígena. Pero dan mil patadas a los manuales básicos de física, química y biología, sin ninguna consideración, hasta casi (o sin casi) el absurdo. Pero por otra parte, el guion de la trama, tomando lo anterior como un simple macguffin sin importancia, va de menos a más, el trabajo de los intérpretes es bastante sólido, y llega un momento que te ves absorbido, en los limitados ocho episodios de 45 minutos en que se divide la historia. Están bien dosificadas estas duraciones. Aunque el desenlace tiene elementos que ponen muy, pero que muy, a prueba la suspensión voluntaria de la incredulidad del espectador, por excesivamente fantásticos/fantasiosos. Sensaciones por lo tanto contrapuestas, entre el suspenso y el notable, entre el placer inconfesable y la producción interesante de ciencia ficción con un planteamiento científico muy descuidado. En fin. No se puede tener todo.