Los resultados económicos y financieros de Netflix han sido malos últimamente. Y como a perro flaco todo son pulgas, tras anunciarse esos resultados, las reacciones han empeorado más la situación. Como de costumbre, hay muchísimos más «problemólogos» que «solucionólogos». Todo el mundo opina, pero casi nadie sabe. No voy a entrar… porque ni sé ni me importa. Si un día la plataforma deja de convencerme, me daré de baja y a otra cosa mariposa. Pero me ha llamado la atención que Elon Musk, un señor que cree que sabe de todo porque es multimillonario, ha dicho que la culpa de todo la tiene lo «políticamente correcto». Lo ha llamado de otra forma, pero es eso. Hay tanto miedo a ofender a tantas y tantas minorías, mayorías o grupos de presión… que todo pierde interés rápidamente. Creo que es una simpleza, aunque pueda tener algo de razón. El caso es que ha dicho que eso es así con la excepción de las producciones coreanas y japonesas. Y eso… me ha hecho gracia. Porque realmente, en estos momentos, uno de los motivos para permanecer fiel a Netflix es mi enganche a las teleseries surcoreanas, por mucho que en muchos casos sean auténticos placeres inconfesables. Pero cada vez menos. Vamos con algunos ejemplos.

Celeb Five: Behind the Curtain es un especial de 55 minutos sobre un colectivo de cuatro humoristas femeninas surcoreanas. Monologuistas con edad que van entre los treinta y muchos y los cincuenta y tantos. En origen eran cinco, y de ahí el nombre del colectivo. Pero ahora son cuatro. El caso es que, sin parecerme una maravilla, me lo pasé bien con este programa. Efectivamente, con buenas humoristas, tienen NECESARIAMENTE su punto transgresor. Es decir, para seguir adelante y progresar en las ideas ES NECESARIO INCOMODAR. Con la intención de NO OFENDER, aunque esto depende también de la suspicacia o sensibilidad de quien se incomoda. Grupos dogmáticos como los religiosos no es que se ofendan, es que quieren acabar con la libertad de expresión para evitar la crítica a sus sinrazones. Sin transgresión no hay avance en las ideas. Los pantalones vaqueros y los pelos largos en los adolescentes eran transgresores en 1950. Ahora son la norma y plenamente aceptados. Los tatuajes en España eran propios de legionarios y patibularios hasta hace cuarenta años. Ahora no hay niña pijita que no lleve varios distribuidos por su anatomía. Pero en algún momento que una joven que, ni era legionaria ni patibularia, se hiciera un tatuaje fue una transgresión escandalosa. Quizá las plataformas de contenidos debieran ser, efectivamente, más osadas.

Lo cierto es que las dos series surcoreanas que traigo hoy son mucho menos transgresoras. O nada transgresoras. Gisangcheong Saramdeul: Sanaeyeonae Janhoksa Pyeon 기상청 사람들: 사내연애 잔혹사 편 es una comedia-drama romántico al uso. El título original se traduce algo así como Gente de la agencia meteorológica: la crueldad del romance de oficina (en inglés Forecasting Love & Weather, en castellano Las inclemencias del amor). Creo que eso lo explica todo no. La jefe de uno de los equipos de predicción y vigilancia meteorológica de la Agencia meteorológica de Corea se lía con uno de sus jóvenes y más prometedores meteorólogos, tras suspender su boda con su novio, que trabaja en el departamento de comunicación de la misma agencia, al sorprenderlo en el «acto» con una periodista de información meteorológica que, casualmente, era la novia del joven y prometedor meteorólogo. Impresionante, verdad. Esta serie no es nada excepcional, pero sus protagonistas lo hacen bien y generan la suficiente empatía hacia sus personajes para que se vea con agrado. Hay otras historias colaterales con mayor o menor interés, y sabe alternar el drama con momentos de alivio más ligero. Estándar, pero digna.

Y luego está Seumuldaseot Seumulhana 스물다섯 스물하나, literalmente Veinticinco veintiuno. Por lo que se ve se ha convertido en uno de los dramas coreanos más valorados de la televisión por suscripción del país oriental, y ha alcanzado un buen éxito internacional también. A mí me llamó la atención por su protagonista femenina, Kim Taeri, a quien conocimos por su excelente trabajo en una destacada película surcoreana reciente, que formaba parte del ciclo de cine surcoreano que hemos podido disfrutar hasta ayer (de eso hablo otro día). La he visto en otros trabajos como lo que comento aquí y aquí, y me parece una actriz muy versátil e interesante. Y aquí interpreta a un joven adolescente, cuya pasión es la esgrima, alegre y muy dinámica, huérfana de padre, y que se cría casi sola porque su madre, una famosa presentadora de televisión, está siempre ocupada con su trabajo. Su sueño es triunfar como la reciente medallista en esgrima de su país… de su misma edad (Kim Jiyeon, también conocida como Bona). Y acaba conformando a su alrededor a un grupo de amigos y un algo más que amigo (Nam Joohyuk), que convivirán y compartirán sus penas y alegrías hasta que él cumpla los 25 años y ella los 21. Siempre dentro de la forma de contar los años coreana que expliqué en esta entrada. Conviene tener en cuenta esto para no desorientarse demasiado.

La serie, teniendo en cuenta que es una combinación también de comedia y drama románticos bien dosificados, se puede calificar como bastante buena siempre y cuando estés interesado en el género. Las interpretaciones tienen un buen nivel. Una cosa que pensaba que me causaba algo de escepticismo es que Kim Taeri tiene 31 años (occidentales) e interpreta a una chica de 16 o 17 años (occidentales) en el momento en que nos es presentada en la serie. Pero funciona, y muy bien. La serie es previsible en su desenlace. Más que nada porque la historia, que transcurre desde la crisis financiera asiática de 1997 hasta los primeros años del siglo XXI es contada de forma retrospectiva cuando la hija adolescente en la ficción de la protagonista, en tiempos de la pandemia actual, sufre una lesión en una prueba de ballet clásico que le hace plantearse dejar la danza y se refugia en casa de su abuela donde descubre los diarios de juventud de su madre. Algunos se han quejado del desenlace, algo tristón. Pero estaba ahí desde el principio. Es cierto que la serie pierde un poquito de fuelle en los guiones de los dos o tres últimos episodios, pero el nivel global es alto. Es una bonita y optimista historia de amores juveniles, amistad y superación personal, con muy buen rollo y personajes con carisma. Se ve bien… de tirón… y te deja de buen humor. Y está muy currada en su producción y preparación. Tendrá razón Musk que la principal razón para ver Netflix son las series coreanas.
La serie parece estar inspirada en una canción del mismo título de un grupo de pop-rock alternativo coreano, Jaurim, que ya adelanta el tema de un amor de juventud perdido.