Nuevamente me salto el orden de comentario de los libros que he leído en las últimas semanas, tengo nueve en espera incluyendo el de hoy. Los libros que tengo en espera fueron terminados de leer en el 14 de mayo y el 6 de julio, día en el que terminé de leer un libro de relatos gráficos, historietas, y una novela corta. Pero cuelo este de hoy porque es un comentario conjunto con una de las series que he visto y comentado en tiempos recientes. Un libro que no pensaba leer por diversos motivos. Porque no soy especialmente adepto a este tipo de best-sellers tan de moda en los años 70 y 80 del siglo pasado. Porque no suele apetecerme empujarme así por las buenas un novela de más de 1000 páginas salvo que este muy muy muy justificado. Pero me lo prestaron. Insistieron y me lo prestaron. Y así como sucede que aproximadamente un 10 % de los libros que me compró los abandono por diversos motivos sin terminar de leerlos, cuando me prestan un libro me lo leo hasta el final sí o sí. Me parece una desconsideración no hacerlo. Y nunca he olvidado devolver un libro… que yo recuerde.

En lo que mi memoria alcanza siempre ha habido best-sellers en las librerías. Superventas o mejor vendidos si hablásemos castellano habitualmente. En la Fundeu nos recomiendan usar el término superventas, que es muy usado en el mundo discográfico. Pero lo que he venido observando es que no necesariamente significa que realmente sean los más vendidos. Más bien parece que son libros que de entrada están pensado para ser vendidos como churros desde su lanzamiento, con abundancia de apoyo publicitario, con un lugar destacado en la librería, y que al final, en edición de bolsillo, acaban siendo los que se venden en los quioscos de prensa de los aeropuertos y las estaciones de tren. Son novelas formulaicas, que siguen un esquema más o menos similar, con una serie de elementos que parecen ser del gusto de ese lector medio, popular, que quiere leer… pero sin complicarse la vida. Que hay romance, intriga, hechos históricos cuya veracidad importa poco, buenos y malos… pues eso. Algunos pertenecen a géneros como podréis deducir; novela rosa o romántica, novela histórica, novela negra o detectivesca, fantasía,… Supongo que es lo que enseñan las universidades norteamericanas en sus cursos y seminarios de escritura creativa; la receta para escribir un superventas. En el mundo del cine, existe un libro de 2005 que explica como escribir un guion de cine con estas características. Un libro que ha ayudado mucho a degradar la calidad de las historias que se cuentan en el cine actual.
James Clavell, el autor del superventas que hoy nos ocupa, fue, además de novelista, guionista y director de cine. Incluso escribió y dirigió alguna película que en su momento me pareció relativamente notable, aunque hoy en día quizá la viese con ojos menos favorables, sin que me disgustase. Y que decir del guion de una de las más divertidas películas sobre la Segunda Guerra Mundial… escrito con otros dos guionistas. Por lo tanto, no podemos dudar de la capacidad de Clavell para escribir historias destinadas al gran público, con más tirón que profundidad, sin necesidad de leer ese libro que explica que para un espectador tonto y adocenado, el bueno de la película tiene que salvar al gatito de una niña para entender que es «el bueno». Frente al malo… que fuma. Esto no sé si lo dice el libro,… pero es algo que está ahí en los formulaicos guiones actuales. Suponiendo que dejen que aparezca alguien fumando en pantalla. Y Shogun es un producto de esa forma de escribir.

Como comentaba cuando hablé de la serie, es una ficcionalización libre y no basada en hechos históricos constatados de los acontecimientos que llevaron a la muerte de una noble japonesa de casta samurai, y que fue el casus belli que llevó a la batalla de Sekigahara, en la que se impuso Ieyasu Tokugawa, convirtiéndose el primer shogun del llamado periodo Edo de la historia del País del Sol Naciente. Pero… es un superventas destinado al público occidental, predominantemente norteamericano, que es el mayor mercado del mundo anglófono. Por lo tanto, el protagonista tiene que ser un europeo, en aquellos tiempos América de Norte estaba en mantillas, predominantemente anglosajón y protestante. El precursor de los WASP norteamericanos, clase dominante en Estados Unidos. Creo que ya dije que la serie, que es bastante fiel al libro, pero que da más juego a los personajes japoneses, hubiera sido bastante mejor sin el personaje del inglés. Pero en el libro,… siempre vamos acompañando al inglés… que es un personaje que me parece un imbécil e insoportable. En el libro y en la serie. También tiene que haber romance y sexo, aunque sea descrito de forma discreta, no escandalosa. Da igual que sea una relación improbable y fuera de carácter. La cuestión es que satisfaga al lector simplón. Y tiene que haber abundancia de tópicos, a ser posible sangrientos. Abundancia de harakiri o seppuku, su ración de torturas y muertes de campesinos arbitrarias, el empeño en comer pescado crudo en lugar de los platos normales a base de carne del mundo anglosajón (¿os he contado alguna vez que como semanalmente cinco veces más pescado que carne, y que estoy encantado si es en forma de sashimi?), y mucho bushido… incluso si el concepto existía aunque el nombre del concepto sea algo relativamente moderno.
No me cabe la menor duda que el libro tiene, o tuvo, los elementos para atraer a un abundante grupo de lectores. Pero no es bueno. Como sucede con otros muchos superventas. ¿Os he contado que soy tan rarito que Los pilares de la Tierra me pareció de una mediocridad conceptual tremenda en contra de la opinión de la mayoría? ¿Poco más que un folletín de novela barata? Pues eso. No es difícil de leer, claro. Sería contrario al concepto de superventas. Y por eso, aunque su contenido me resulte estomagante en muchas ocasiones, puedo seguir adelante y llegar hasta el final. Pero quizá ahora entienda un poco mejor al excesivamente elitista C. S. Lewis cuando hablaba de distinto tipos de lectores y libros en un ensayo que leí y comenté recientemente. No obstante, sigo pensando que el superventas de buena calidad es posible. Pero tal y como está el mercado editorial, poco probable.

