Durante mi escapada a Constanza, recorriendo algunas localizaciones cercanas tanto alemanas como suizas, no pudimos sustraernos de volver a visitar la Fotostiftung Schweiz en la ciudad suiza de Winterthur.

Esperando la salida del tren hacia Winterthur en la estación de Constanza. Este día no madrugamos mucho; el tren lo cogimos a las 10 de la mañana.
Winterthur no es demasiado conocida de los turistas que visitan Suiza. A media hora de Zurich en tren, a poco más de una hora desde Constanza, donde estaba alojado, no se encuentra al pie de los Alpes ni tiene un centro histórico excesivamente vistoso. Es coqueta y está cuidada, eso sí. Es muy agradable pasear por su centro urbano. Y lo que sí que tiene es una amplia oferta cultural. En algún lugar he oído hablar de ella como «ciudad de los museos». Y en esta reciente visita que hicimos estaba en pleno festival de teatro callejero. Algún espectáculo de títeres pudimos ver.

Títeres en las calles de Winterthur. Estaba en alemán y yo no me enteré mucho, pero por la forma de interpretar, me pareció un espectáculo de muy buen nivel.
Lo que nos atrajo a nosotros, como lo hizo en mayo del año pasado es la Fotostiftung Schweiz. Esto viene a traducirse como la «Fundación suiza para la fotografía», y sus fines son la adquisición, la conservación, la presentación y el estudio de obras fotográficas. Trabaja en combinación con el Fotomuseum Winterthur, y colabora con el gobierno de la Confederación suiza, y con la Universidad de Zurich, donde imparte un programa sobre historia y teoría de la fotografía. Cuenta con una biblioteca muy extensa.
Las exposiciones suelen disponerse en dos edificios situados en la misma calle, muy cerca uno de otro. Uno para la fundación y otro como sala de exposiciones del museo. Es fácil llegar desde la estación principal de ferrocarril con el trolebús de la línea 2, apeándose en la inconfundible parada Fotozentrum. Pero se puede ir también dando un agradable paseo, recorriendo el centro del casco urbano de la ciudad.

Vista de las luminosas salas de exposición del Fotomuseum Winterthur, donde se puede fotografiar sin problemas a la sensibilidad de base de la cámara, porque os hagáis idea de los bien iluminado que está.
Dispone de un agradable café donde se puede comer algo si te pilla la hora del mediodía. Y una surtida tienda con libros, recuerdos y objetos fotográficos de carácter educativo. Yo me traje un par de paquetes para realizar cianotipias.
El principal inconveniente,… los precios. Cuesta 10 euros visitar las exposiciones. Pero hay entradas separadas para la fundación y el museo. La entrada combinada te hace un cinco por ciento de descuento y cuesta 19 euros en lugar de 20. Si se visita el museo de bellas artes de la ciudad, hay otro combinado que produce descuentos más ventajosos, que el modesto que he comentado.

Elementos de la exposición «Double Take» de Jojakim Cortis y Adrian Sonderegger.
En el edificio de la fundación, encontramos una interesante exposición de Jojakim Cortis y Adrian Sonderegger, bajo el título Double Take. Con carácter general, las exposiciones que actualmente expone la fundación cuestionan la naturaleza de la fotografía así como la evolución de la misma. En esta exposición en concreto, los autores toman como referencia algunas de las fotografías más famosas y conocidas de la historia del medio, esas que se conocen como icónicas (así aparecen en su página web), y generan un escenario como si tales fotografías fueran simulaciones preparadas y realizadas en un estudio. Lo que genera una sensación extraña, y un debata sobre la naturaleza de lo que muestran las fotografías, que para el público suele ser con frecuencia «la realidad». Es una forma de cuestionar la «verosimilitud» de la fotografía.
No digamos hoy en día, donde no serían necesarios los complejos montajes que nos muestran, ya que con programas de diseño como Photoshop y otros, todo es más sencilla, aunque sea laborioso.

Algunas situaciones bajo la temática «Posthuman» que actualmente se pueden ver en la fundación.
Otro de los elementos que se expone son los «clusters» de situaciones bajo un determinado tema o leitmotiv. Si el año pasado el tema era la «Postverdad», en esta ocasión el tema es los «Posthumano». Si tradicionalmente se considera que la cámara fotográfica es una herramienta al servicio de un ser humano que la controla y la domina para realizar su trabajo, hoy en día las cosas están cambiando. Desde cámara instaladas en los cuerpos de los animales, en instrumentos científicos programados o controlados por inteligencias artificiales más o menos complejas, o imágenes que se extraen de programas informáticos, o imágenes resultado de un cierto azar o tomadas con herramientas que no tienen que ver con la cámara fotográfica. La intervención del ser humano en la fotografía está cambiando y, con ella, la naturaleza y el sentido de la imagen fotográfica.

Exposición de la obra de Juergen Teller, con abundancia de elementos críticos y autocríticos.
Finalmente, en las salas de exposiciones encontramos una amplia y completa exposición dedicada a la obra del alemán Juergen Teller. Jürgen Teller, en la ortografía actual de su idioma materno. Pero lleva muchos años, desde 1986, residiendo en Londres, y por ello adopta habitualmente una grafía adecuada al idioma inglés que carece de diacríticos.
La obra de Teller es compleja, con pocas concesiones a lo convencional, lo cual puede causar cierto rechazo estético por parte del visitante de su obra no iniciado. Usa todavía película fotográfica, una cámara Contax G2, trabajando habitualmente en color, sobreexponiendo las fotografía y tirando de flash directo, montado sobre la cámara.
Su obra tiene cierto carácter conceptual, y es muy explícito en aquella parte de su obra que implica el desnudo, tanto femenino como el masculino. A algunas de sus obras se les ha calificado de pornográficas. En alguna ocasión ha recibido críticas de sectores feministas… Por expresarlo de alguna forma, se lleva muy bien con Araki, de quien hablé en estas páginas hace pocas semanas. Con cierta frecuencia, se convierte él mismo en sujeto de sus propias fotografías, bien en autorretratos, generalmente muy críticos consigo mismo, bien interpretando algún personaje en las mismas.
También ha realizado cortometrajes, alguno se puede ver en la exposición, y comercialmente trabaja en el mundo de la moda. Intenta no establecer una frontera nítida entre el trabajo comercial y su trabajo personal de carácter más autobiográfico.
En fin, una exposición que no carece de complejidad, que lleva un rato digerirla, pero que indudablemente es la obra de uno de los referentes establecidos de la fotografía contemporánea.
Tras esto, comimos en el bistró de la fundación, para desplazarnos por la tarde a la Rheinfall en Neuhausen, por gentileza de unas visitantes de las exposiciones a las que conocimos comiendo y que se ofrecieron a llevarnos en su coche.

Visitando las Rheinfall.