Llevo varias semanas en las que no redacto una entrada con recomendaciones fotográficas cuando llega el domingo. Por las vacaciones recientes, principalmente, que me rompieron un poco los ritmos y rutinas semanales. Pero eso no quiere decir que no haya marcado artículos interesantes en la red de redes, de los cuales, algunos, los traigo hoy aquí.

Recientemente, esta misma semana, me entero por Exit-express de la concesión del Premio Nacional de Fotografía 2022 a Cristóbal Hara. La trayectoria de estos premios es caótica, desde mi punto de vista. No se aprecian criterios claros en su concesión. A veces da la impresión de que se conceden a una trayectoria profesional, cuando el fotógrafo ya tiene años… y para algunos es desconocido, ha caído en el olvido salvo de los poco entendidos que se mantienen al día. Hasta cierto punto, me parece el caso de Hara, que recuerdo de tiempo atrás, pero que hacía tiempo que no me venía a la memoria. Fotógrafo documentalista, con afición al pequeño detalle, al acento particular dentro del evento general. No voy a entrar en quien se merece o no estos premios… pero sí tengo claro que sí que merece la pena recordar a este fotógrafo. No parece tener presencia en redes sociales o página propia en internet. Ni siquiera se habla de él en Wikipedia. El enlace que le he puesto es a la obra que tiene entre sus fondos el Reina Sofía.

En Blind-Magazine encontré hace unos días un artículo dedicado a otra veterana fotógrafa documental, Jane Evelyn Atwood. Con frecuencia a dirigido su mirada hacia la marginalidad; prostitución, niños ciegos, el corredor de la muerte… Una buena parte de su trabajo más significativo, o que le dio proyección, fue realizado en Francia en los años 70 del siglo XX, en blanco y negro, muy clásico. Pero su estilo no se ha mantenido inmutable, aunque sí su espíritu, y usó el color para documentar las duras consecuencias del sida en la década de los 80. Otra fotógrafa que hay que conocer.
Ya he hablado en ocasiones del matrimonio de artistas, Alex Webb y Rebecca Norris-Web, de estilos muy distintos, él es más documental, ella es poeta en origen. En Lenscratch nos hablan de su último trabajo conjunto, realizado en tiempos de pandemia, en una zona residencial y vacacional costera de Nueva Inglaterra. Fotografías llenas de simbolismo sobre lo paisajes externos e internos que nos rodean, y cómo cambian de significado en tiempos difíciles.

También he hablado en ocasiones de la fotografía de la japonesa Chieko Shiraishi, cuya obra por medios fotoquímicos sobre los que interviene profundamente, de forma muy plástica, en blanco y negro, otorga a sus fotografías una aspecto pictorialista muy personal, cargado de expresión. En su último trabajo Shimakage 島影, sombras de islas, adopta un estilo oscuro, en el que cuesta diferenciar los detalles, cuando va recorriendo las costas de su país buscando esas pequeñas islas que las salpican, muchas de ellas habitadas, entre lo natural y lo urbanizado. Lo hemos visto en Pen-online.
Además, un par de fotógrafas cuyas fotografía simplemente me han gustado, incluso si no siempre he sido capaz de captar el mensaje o el tema que las reúne. Quizá no sea necesario. En Booooooom, me gustaron las fotografías de Alana Celii. Y no recuerdo exactamente donde, creo que fue en alguna entrada de Instagram que no recordé marcar, me gustó el trabajo de la rumana Mari Calai. Creo que son dos autoras que reservo para conocer más despacio más adelante, y encontrar el hilo conductor que mueve sus obras.
