Ayer, entre llegar a casa, poner la lavadora, ver a la familia, descargar las tarjetas de fotos, sacar la lavadora, poner otra lavadora con alguna prenda delicada, cenar algo, relajarme un poquito ante la caja tonta y desesperarme pensando que las mini mini minivacaciones se habían acabado y había que volver a trabajar, apenas me dio tiempo para subir la anécdota del vehículo anfibio. Hoy ya puedo hacer el resumen del viaje, antes de reanudar la actividad habitual del blog. Y como de costumbre, os lo cuento con fotografías.

El punto de encuentro y el cuartel general, es decir el hotel, lo hemos tenido en la bella ciudad de Verona. Ciudad que ya conocíamos, pero que nos venía bien como centro para nuestros recorridos. Aquí vemos la bella escalera del Palazzo della Ragione de la estupenda ciudad véneta.

Más novedosa fue la visita a la ciudad de Mantua. Sabíamos poco de esta bella población, pero parecía interesante, y así fue. Con un animado centro histórico porticado, su basílica concatedral, su palacio ducal (en la imagen) y su Palazzo Te, ambos convertidos en museos, su castillo y su lago, da para un rato más largo del que preveíamos.

Que se compensó con el hecho de que Módena, la siguiente parada del día, aunque maja, tenía menos encanto. Con spritz incluido en la Piazza Grande, en poco más de tres horas resolvimos la visita, patrimonio de la humanidad incluido.

Probablemente, el día más relajado fue la visita al lago de Garda. En la foto, Sirmione, coqueto pero muy turistizado pueblo en la orilla sur del lago, donde embarcamos para recorrerlo durante todo el día.

La parte más bella del lago de Garda, desde el punto de la naturaleza es la superior, más al norte, en la que más apreciamos la orografía glaciar que le dio origen. Y hasta el también bonito pueblo de Malcesine llegamos con el barco.

Desde Malcesine, cogimos los teleféricos del monte Baldo, que nos hicieron pasar desde algo menos de 100 metros de altitud sobre el nivel del mar hasta algo más de 1800. De los 17 ºC de Malcesine a los 0 – 1 ºC de las pistas de esquí, ya cerradas del monte Baldo.

Ya en el barco de regreso, nos acercamos por las localidades de la orilla lombarda del Garda, donde se encuentran algunas como Saló, también muy bonitas y que acogen un turismo de más nivel socioeconómico.

La tranquila marcha del barco nos hizo pasar ya cerca del ocaso por Garda, la ciudad que da nombre al lago.

El sábado lo pasamos en Vicenza, ciudad que visité brevemente hace dos años. Apetecía visitar muchos de los lugares, especialmente los que debemos al arquitecto Andrea Palladio, que en aquel momento ya estaban cerrados al público. En la foto, la vistosa fachada de Casa Pigafetta.

Visitamos una estupenda exposición en la Basílica Palladiana, con el tema de la noche en la historia del arte, y comimos también en la cafetería de este magnífico Palazzo della Ragione vicentino. Eso nos permitió pasear por las galerías y las terrazas de esta basílica civil.

Después paseamos tranquilamente por los soportales del Corso Andrea Palladio, antes de dedicar la tarde a otros edificios de este arquitecto. En ese momento, ya estábamos invitados a cenar en casa de unas hospitalarias y excelentes gentes. No íbamos a poder dar un último paseo por Verona.

Pero sí pudimos visitar el magnífico Teatro Olímpico, que Palladio construyó a imagen y semejanza de los teatros romanos. Y que magnífico es. Cómo me gustaría poder estar allí para los festivales de jazz que celebran en mayo. Y después de esto, una iglesia más, un palacio-museo más, unos spritzs en la Basílica Palladiana, una cena muy divertida, a dormir, y a volver a casa. Ya tengo ganas de volver.