District 9 (2009), 14 de septiembre de 2009.
En los últimos años, una película de extraterrestres o era una película de terror, o era una película de cachondeo. Eventualmente, una excusa para grandes efectos especiales, muchos fuegos artificiales, y heroismos a la americana. En general, películas malas, sin originalidad alguna, muchas veces nuevas versiones innecesarias de antiguas películas.
Pero en esta ocasión nos encontramos con la propuesta firmada por Neill Blomkamp, con un tono totalmente distinto, y probablemente una de las películas sobre extraterrestres más humanas que se han visto. Una gran nave extraterrestre, queda varada sobre el cielo de Johannesburgo, en Sudáfrica, y unos extraterrestres parecidos a artrópodos (en la versión española se les llama «bichos», en la original se ven pancartas donde se les llama «prawn», gambas), son «acogidos» en un suburbio de la capital sudafricana, que acaba convirtiéndose en un gueto chabolista, con muro y todo. A partir de ahí, una multinacional privada que se encarga de la gestión de los extraterrestres, con oscuros intereses, encarga al yerno del jefe para llevar a cabo una operación de realojo, en el cual el tipo en cuestión sufre un accidente que le lleva a una odisea tremenda en la que nunca sabrá quienes son sus verdaderos amigos/enemigos.
La película está rodada en tono de documental en su primer tercio hasta que se va centrando en las aventuras de nuestro héroe/antihéroe, tratando de resolver sus propios problemas, y de paso los de los «bichos». El tono le va. A través de las declaraciones que realizan los personajes secundarios, uno va comprendiendo no tanto lo que está pasando en la acción, sino la hipocresía humana general que rodea las acciones del ser humano cuando tiene que tratar con los que son diferentes. No es banal elegir Sudáfrica como escenario. Estamos viendo una nueva forma de appartheid, una nueva de discriminación. En esta ocasión, de una especie inteligente aunque no humana. A quien no se presta auxilio. Pero que sigue reproduciéndose y causa tensiones. También implica una crítica hacia las organizaciones gubernamentales, aunque en esta ocasión se lavan las manos y quedan representadas por una supuesta multinacional del negocio de armas.
La película trata al espectador de forma inteligente. No intenta explicar quienes son los extraterrestres, de dónde viene, cuáles eran sus intenciones, qué les pasó. Nada de esto se explica. Tampoco se conoce cuáles serán las consecuencias para ellos y para la humanidad del final de los hechos que se narran en la película. Todo esto queda a la inteligencia del espectador. No creo que en ningún momento se planteen segundas partes. Esto va de lo que va. Una reflexión puntual sobre nuestra actitud hacia el distinto, hacia quien no entendemos.
No hay nombres conocidos en el reparto, aunque el protagonismo principal es Sharlto Copley interpretando a ese Wikus Van De Merwe, que evoluciona del ser servil y sin personalidad, prepotente con el débil y temeroso con el poderoso, a una liberación, doloroso, y a convertirse en una forma peculiar de héroe.
Resumiendo, un filme recomendable para quien guste de un poco de ciencia ficción inteligente. Yo le pongo un siete, con la misma nota en interpretación y dirección.