Sí. Ayer me fui de excursión a Madrid. A pasar el día. A compensar un poco que estoy de vacaciones, pero no voy a hacer ningún viaje serio, lo que me tiene la moral un poco baja. Muy posiblemente, la semana que viene repita la experiencia en Barcelona. Los objetivos, muy sencillos, airearme y ver a los amigos. Si estos están disponibles, que parece que sí.
En otras ocasiones, aprovecho algún evento alrededor del cual se centra la visita. Pero en esta ocasión, aunque había mirado la agenda de acontecimientos culturales, nada tenía la suficiente entidad para justificar el viaje. Así que había que improvisar un poco.
Como hasta la hora de comer iba a ir por mi cuenta, decidí acercarme a Entrefotos XIII 2011. Esto es una pequeña feria en la que fotógrafos diversos, fuera del circuito de los galeristas y otras ferias más formales, ofrecen sus imágenes a potenciales compradores y coleccionistas a precios mucho más asequibles que lo que se encuentra por ahí. Se celebra en el Centro Cultural Casa del Reloj, en una amplia sala con buena luz natural, y no estuvo mal. Tengo la lista de participantes, para ir buscando por internet y otros medios su trabajo y fijarme más despacio.

En una de las edificaciones del antiguo matadero de Madrid, en esta vistosa Casa del Reloj, se celebraba la feria Entrefotos XIII 2011.

Calidad de fotos muy variadas, algunas me parecieron muy interesantes, otras... más tipo poster de los que hay en las tiendas de enmarcaciones para decoración.
Al ir hacia allí, había pasado por la entrada al Museo Nacional del Ferrocarril. Al salir de Entrefotos, me di cuenta que me quedaba mucho tiempo hasta las dos y media que había quedado para comer. Empecé a echar cuentas. Me di cuenta que la primera vez que visité este museo fue ya avanzada la primavera de 1990. La segunda, a principios de 2001. Así que siendo como es el otoño de 2011, es decir, manteniendo aproximadamente el intervalo de 10 años y medio entre cada visita, ya tocaba. Y me metí a ver que tal. No ha cambiado mucho, la verdad. Aunque estaba relativamente animado. Me advirtieron que hoy sábado la entrada iba a ser gratuita y con actividades especiales. Pero hoy sábado no estoy en Madrid. Así que apoquiné los 5 euros, y me pasee un rato, cámara en ristre entre los veteranos vehículos que se apilan en la estación de Delicias.

Siempre ha sido mi favorita esta 242-2009, Confederación, entre los vehículos mostrados en el Museo Nacional del Ferrocarril. ¡Cómo me gustaría verla en marcha!

Trabajando en tareas de conservación sobre la 140-2054. Perteneciente a los antiguos ferrocarriles andaluces, parece que ha hecho algún tren de la fresa, pero su destino será trenes turísticos por la comarca de Guadix.

Los pequeños coches del Talgo II son una de las estrellas de la exposición del Museo Nacional del Ferrocarril.
A propósito de una conversación que mantuve esta semana con una compañera de tenis, nos propusimos comer bien y barato. Se supone que esto es algo que todavía puedes hacer en Madrid. Pero que no había sucedido en mis últimas visitas. O había sido caro, o había sido regular. Y ciertamente, en un pequeño restaurante cerca de la Plaza Mayor, pero fuera del meollo turístico, comimos el menú del día por 10 euros. Un potaje de garbanzos y espinacas con pescado, que estaba riquísimo, y unos huevos a la cazuela, también muy buenos, es lo que escogí yo. Y en un entorno muy agradable, junto al amplio ventanal que daba a la calle, para curiosear a los viandantes.

Si bajas por los soportales de la calle de Toledo, alejándote de la Plaza Mayor, empezarás a abandonar progresivamente el bullicio turístico, y a encontrar algún estupendo restaurantillo donde comer bien por poco precio.
Luego atravesamos la Plaza Mayor para hacer un encargo en uno de los establecimientos de este emblemático lugar, y nos dirigimos hacia la calle de Alcalá, donde uno de mis amigos «madrileños» tenía otra encomienda.

Una de las bocacalles de la Plaza Mayor, esta del 7 de julio desconozco si celebra la festividad de San Fermín o algún otro evento más madrileño.

Bajando por el pasaje de San Ginés, casi nos da el ataque de risa al ver que estos guiris se habían pedido en la famosa chocolatería de Valle-Inclán una montaña de churros acompaña de un chocolate, lo cual está muy bien, y una cerveza,... lo cual es una opción de carácter,... llamémosle... alternativo. Poco ortodoxo.

Ya de paso... ¿por qué no también "Alcalaerstrasse" o "Rue d'Alcalá" o "Via de Alcalá"?
Tras ello, surgió el qué podíamos hacer los tres que quedábamos hasta que se me hiciera la hora del tren. Y al ponerme en plan nostálgico comentando la ferroviaria visita de la mañana, recordé que hay un monumento en Madrid que no visitaba desde 1990, y del que no tenía ni una sola foto. Se trataba del Templo de Debod en el Parque del Oeste. Además, a mis acompañantes les pillaba cerca de casa después, y a mí cerca de la estación de Príncipe Pío, donde podía tomar un cercanías que me dejase en Atocha. De lo más conveniente. Además, con el buen tiempo, incluso podíamos encontrar alguna terracita para tomar una cerveza antes de despedirnos. Quién puede pedir más.

Buen tiempo, luz agradable, y muchos turistas en el Templo de Debod, en el Parque del Oeste.

Y bellas vistas desde el Parque del Oeste hacia el Palacio de Oriente (que esta en el occidente madrileño, paradójicamente).

La estación del Norte o de Príncipe Pío, que yo todavía conocí en funcionamiento hace 21 años, hoy es un gran centro comercial, quedando, desde el punto de vista ferroviario, el intercambiador entre los servicios de metro y de trenes de cercanías.
En este viaje, como herramienta fotográfica he utilizado la Panasonic Lumix GF1,
con objetivos Panasonic G 14/2,4 ASPH y G 20/1,7 ASPH, y Olympus Micro Zuiko 45/1,8.