Hoy van dos series que no tienen nada que ver la una con la otra. Salvo que la acción sucede a bordo de un vehículo colectivo,… más o menos.
Siempre me han gustado las películas de submarinos. Son muy entretenidas. Suelen mezclar la acción, con el terror claustrofóbico, los conflictos humanos y otras cuestiones que ya sólo dependen de la imaginación del escritor/guionista/director, lo que sea según en qué se base la historia. Desde la panfletaria pero entretenida Destination Tokyo (1943), madre de todas las películas de submarinos posteriores, a la electrizante y carismática The hunt for Red October (1990), pasando por la apocalíptica On the beach (1959). Pero la que siempre tuve la impresión de que refleja mejor que ningún otra la realidad del interior de un submarino fue Das Boot (1981) de Wolfgang Petersen. Reflejaba muy bien la vida de los marineros, creo, y también cómo evoluciona la guerra y cómo pasan de los éxitos iniciales fáciles y espectaculares a realizar un trabajo de tremendo riesgo, con muchas probabilidades de acabar en el fondo del mar. Recientemente me enteré que en Amazon Prime Video se podía ver una serie de ocho episodios con el mismo título, Das Boot, basada igualmente en los escritos de Lothar-Günther Buchheim, un personaje, periodista en su juventud, comerciante de arte tras la guerra, que viajó como corresponsal de guerra durante un tiempo en el U-96, el barco en el que se basa la película de Petersen.

La serie sitúa la acción en la base de submarinos de La Rochelle y mezcla dos líneas argumentales, muy ligeramente relacionadas entre sí. Por un lado, las desventuras de un submarino con un nuevo capitán que no es bien visto por algunos de sus oficiales y tripulantes, y por otro lado, las desventuras de una traductora del francés a la alemán, nacida en Alsacia, y que acaba relacionada con un núcleo de la resistencia al mismo tiempo que con un oficial de la Gestapo. La serie es mucho más folletinesca y, aunque no está mal y es entretenida, no está ni de lejos al nivel de la película de la que derivaría. Dejan un final abierto a una posible segunda temporada que se debería haber estrenado ya en algún sitio. Muy premiada en los premios de la televisión alemana. En realidad, me ha dejado algo frío.
Kūtei Dragons [空挺ドラゴンズ, título internacional Drifting dragons] es una serie de animación japonesa. Un anime… término que me parece absurdo, porque no deja de ser en Japón un galicismo que proviene del francés dessin animé, por lo que lo lógico sería decir… dibujos animados. Lo de toda la vida. Últimamente paso muy por encima del comentario de estas series, salvo que merezcan mucho la pena. En esta ocasión lo hago por los sentimientos sumamente contradictorios que me surgen con ella. Japón tiene una cultura muy interesante, muy rica, apasionante, pero con eventuales cuestiones que te hacen preguntarte cómo una sociedad tan educada puede cometer según que desatinos. Uno de los desatinos japoneses es su actitud ante la caza de ballenas, muy criticados por su agresividad y su colaboración en el camino a la extinción de estos magníficos cetáceos tan amenazados. Esta serie… disimula. Pero mal. En lugar de las aventuras balleneros lo que hace es contarnos las aventuras de un… dirigible dragonero. Exacto. Lo dicho. El caso es que las aventuras marineras de los balleneros clásicos, desde el Moby Dick de Herman Melville hasta las aventuras de The Pilgrim en The World in his arms (1952), que no era un ballenero, que cazaban focas, pero da igual, son muy entretenidas. Y las aventuras del dirigible dragonero también… pero con la aprensión de ver constantemente a los balleneros actuales,… que me caen bastante mal. Lo dicho, los nipones que hacen cosas bien sobre cosas éticamente… mmmmm… mal.
Una curiosidad, el capitán del submarino de On the Beach, el capitán Ahab del Pequod en la versión cinematográfica de Moby Dick (1956), y el hombre de Boston, capitán de The Pilgrim… todos interpretados por Gregory Peck. Que aun tiene por ahí algún que otro papel de gallardo capitán de barco.
