Con el comienzo de la década, (para mí, que soy de ciencias, las décadas comienza en los años que terminan en uno, puesto que no existió año cero en ningún calendario; los periodistas que las comiencen donde quieran, son unos indocumentados) llegó una de las series que cambiaría el género de espías de forma notable. Se trataba de Homeland, y protagonizada por la interacción Claire Danes [Carrie Mathison] y Damian Lewis [Nicholas Brody] en un principio, y por la interacción entre Danes y Mandy Patinkin [Saul Berenson], ponía el acento en los dilemas personales, éticos y políticos más que en la acción, aunque esta ha tenido sus oportunidades de vez en cuando con buenos logros. Hija de la encrespada primera década del siglo XX, de los atentados del 11 de septiembre, de los conflictos en Irak y en Afghanistan, de las nuevas y cada vez peores formas de hace política, no sólo servía como entretenimiento, sino también como reflexión. Yo la recibí encantado desde el principio.

No ha sido la única que ha revitalizado y renovado el género. Menos tiempo estuvo en pantalla The Americans, otra serie centrada en dilemas personales y éticos, y que optaba por una mirada al pasado, a los años 80, poniendo en cuestión y patas arriba todo un sistema de creencias y valores tanto si los miras desde el punto de vista del otro lado del telón de acero, pero también desde este lado del mismo. Desde mi punto de vista, tuvo más categoría interpretativa, y momentos antológicos en los guiones de sus episodios, con secuencias de acción, más bien calmada, de tensión y suspense, dignas de formar parte de lo mejor del cine de espías clásico. El bueno, no las memeces con fuegos de artificio que son los 007s, misiones imposibles y similares. En cualquier caso, dos de mis series televisivas favoritas, no sólo de la década, sino de mi historia televisiva personal.
Como he dicho, los principios de Homeland vinieron marcados por la compleja relación entre Carrie y Brody. Relación que necesariamente hubo de terminar en la tercera temporada que, sorprendentemente para mí, fue tremendamente criticada e hizo tambalear la producción. Puedo reconocer que no estuvo al nivel de las dos primeras, pero no fue ninguna catástrofe, y seguíamos estando ante una excelente producción televisiva. La serie estaba basada en otra de producción israelí, aunque sus tramas argumentales no eran iguales. En cualquier caso, la serie israelí sólo tuvo dos temporadas.

El caso es que Homeland se tuvo que reinventar y lo hizo marcando el énfasis en la compleja relación entre Carrie y Saul, siempre rodeados de un magnífico elenco de personajes secundarios, no vamos a repasar todos, que son responsables en gran medida de la calidad del conjunto. Y con nuevas tramas, ya no derivadas de los dilemas de Nicholas Brody, y con una progresiva tendencia a ver como enemigos no sólo a los elementos extranjeros sino también los internos. Reflexiones sobre poder, democracia, control de los gobiernos, control de las agencias de seguridad,… Volvió a haber momentos de gran calidad, aunque la serie no recuperó la popularidad de sus primeros tiempos.
Así hemos llegado a una última temporada, con bastante acción, recuperando personajes de temporadas anteriores, con Carrie convertida en la esencia de lo que siempre ha sido, alguien que pone por encima de todo lo que considera el camino correcto, siempre lleno de trampas éticas, y con un excelente macguffin en forma de caja negra de un helicóptero derribado. Y con un final, razonablemente dramático, y a la vez razonablemente amable, que debiera contentar al público más exigente. He disfrutado mucho. Con la serie, con sus intérpretes, con sus guionistas, con su última temporada, con último capítulo. En IMDb, aunque no confío mucho en sus votantes, tiene un 9,6/10 este último capítulo.
