Esta semana, en los temas televisivos, dedicaré un monográfico a la serie que más me ha interesado en la última parte del año. Homeland, el drama de espías de Showtime me enganchó desde el primer día como ya he ido dejando constancia en las últimas semanas en estas páginas, y con el final de temporada, con su 12º episodio, de duración extra, casi hora y media, llega un cierre y unas expectativas para una segunda temporada.
Homeland ha sido comparada con otras series previas, y no digamos con otras producciones para cine. Se ha hecho mucho sobre el género del espionaje. Auténticamente bueno, poco. Realista, casi nada. Que invite a la reflexión, tampoco demasiado. He leído comparaciones de este drama con Rubicon, que puedo aceptar hasta cierto punto, aunque creo que era una historia con un planteamiento diverso, y con 24, de la que vi poco, pero me parece que puede estar incluso en las antípodas ideológicas con respecto a la que hoy nos ocupa.
Para quien no haya estado al tanto, Homeland nos cuenta una historia en la que Carrie Mathison (Claire Danes), una agente de campo de la CIA en Bagdag recibe la coincidencia de un confidente en el momento en el que lo van a ejecutar de que un prisionero de guerra norteamericano en manos de Al-Qaeda ha cambiado de bando. Casi simultáneamente, tras 8 años de cautiverio es liberado el sargento de los marines Nicholas Brody (Damian Lewis), sobre el cual recaerán inmediatamente las sospechas de Carrie, que empieza a investigarle y a vigilarle, aunque en sólo con el apoyo de su inmediato superior, un veterano miembro de la agencia llamado Saul Berenson (Mandy Patinkin).
La serie ha contando con cuatro elementos fundamentales para su éxito. Tres de ellos son los tres protagonistas mencionados, de los que hablaré más adelante. El cuarto es el milimétrico guion que ha permitido que en los 12 capítulos que ha tenido esta historia, nos hayan contado todo lo que nos querían contar, nos hayan presentado unos personajes complejos que no han dejado de evolucionar, y hayan sido capaces cerrar todos los flecos de la historia, dejando un enganche para una segunda temporada sobre la que en estos momentos sólo podemos especular. Y equivocarnos en nuestras especulaciones. Casi con toda seguridad.
La historia se ha permitido pocas frivolidades, aunque ha sido generosa en sorpresas y en giros argumentales, que no han resultado artificiales, que siempre han sido plausibles dentro del universo planteado por los creadores de la serie. Es cierto que en sus primeros capítulos utilizaron algunos enganches facilones para atraer público, generalmente en forma de escenas de sexo, con bellos cuerpos desnudos. Jessica (Morena Baccarin), la bella mujer de Brody, y una de las confidentes de Carrie, integrada en el harén de un jeque áreabe, cumplieron con su parte en el gancho. Pero la cuestión que pasó a un segundo plano, e incluso se desvaneció conforme avanzó y se afianzó la serie. A partir de cierto momento, los guionistas fueron económicos, y se centraron en hacer avanzar la historia sin prisas, parsomoniosamente, pero con ritmo. Hasta que llegó el episodio 7 que puso cabeza a abajo muchas de las cosas que sabíamos, sin cuestionar la coherencia argumental. Y así, una serie de episodios antológicos que nos llevaron hasta el final. Un final tranquilo, pausado también como el conjunto de la serie, con momentos climáticos, que más que consecuencia de la acción eran consecuencias de la angustia que envolvía a los protagonistas. No voy a dar detalles sobre lo que pasa. Cada cual lo debe descubrir por sí mismo.

Hagia Sofia (Santa Sofía) en Estambul, primero basílica cristiana ortodoxa, después mezquita musulmana bajo el imperio otomano, puede simbolizar la pugna entre el occidente de tradición cristiana y el próximo oriente musulmán que se traslada a los tiempos modernos y enmarca la historia de Homeland (Pentax P30N, Sigma 28-70/3,4-4,5).
Dediquemos ahora unas palabras a los tres protagonistas de esta historia:
Carrie Mathison: Claire Danes simplemente borda a esta mujer todavía joven, pero con un pasado a cuestas, y con una carga personal de la que es difícil deshacerse. La enfermedad mental. Una enfermedad cuya naturaleza no conoceremos con exactitud hasta el penúltimo capítulo de la temporada. Pero están las relaciones con Saul Berenson, que tienen mucho de paterno filiales, sin poder serlo. Está el pasado de relaciones fallidas con su jefe actual, David Estes (David Harewood), que no dudará en traicionarla o en prescindir de ella si es preciso. Está el pasado profesional con las pérdidas que ha dejado en el campo. Todo ello le lleva a una dificultad para la relación, un conflicto emocional constante, que acabará absolutamente desbaratado por la presencia de Brody y por las cosas que pasan entre ellos. Triunfadora en el sentido de que es la que llega a desenmarañar la trama, y a prevenir sus graves consecuencias, ella no lo sabe, y el sentimiento de fracaso personal la inunda hasta aceptar un dramático tratamiento para sus problemas de salud. No sabemos que Carrie saldrá de esto en la próxima temporada.
Nicholas Brody: Ya conocíamos a Damian Lewis por haber protagonizado aquel memorable fresco del frente europeo occidental en la Segunda guerra mundial que fue Band of Brothers (Hermanos de sangre). También hacía allí de militar, conflictuado a veces, pero no con el alma rota como Brody tras los ocho años de cautiverio, y con una difícil reinserción en su país y en su familia, que de una forma u otra han seguido adelante. Pero fiel a lo que por educación y por convicción es, un militar al servicio de su país, de su cautiverio se ha traído unas cargas emocionales que condicionarán la forma en que ve cómo ha de prestar ese servicio a su país. Sospechoso de terrorista para unos, potencial marioneta política para otros, él tendrá siempre su propia agenda. Aunque quizá ni siquiera él sabrá adónde le lleva. Y siempre será un misterio para nosotros lo que siente por Carrie. Su punto débil aparente, lo que le puede desviar de su camino serán sus hijos, y especialmente esa inquisitiva adolescente que es su hija Dana (Morgan Saylor), al menos tan inteligente como su padre.
Saul Berenson: Me costó reconocer de qué me resultaba tan familiar Mandy Patinkin, el intérprete del veterano agente, hasta que un día me vino a la cabeza aquella expresión que tantas veces he oído de sus labios en The Princess Bride (La princesa prometida): «Hello. My name is Iñigo Montoya. You killed my father. Prepare to die.» Uno de mis personajes preferidos de una de mis películas de aventuras favoritas. Pero aquel espadachín español en busca de ventaja queda muy lejos del reflexivo agente judío, experimentado, un poco de vuelta de todo, pero fiel todavía a un ideal y a una forma de hacer. Angustiado por un matrimonio que se le escapa de las manos, por las distancias físicas, pero también por las intelectuales, debe además ejercer de padre para esa Carrie a la que realmente quiere como una hija, aunque en más de una ocasión le gustaría perder de vista por el ímpetu y la intuición desbordante que pone en sus acciones que le arrastran hasta más allá de donde es conveniente. Son muchos los descubrimientos que hará también en este viaje, en el que compartirá la angustia de sus dos coprotagonistas, y en el que también tendrá su porcentaje de éxitos y de amargura.
Y si la historia está bien, lo que hace que la serie sea impagable, que para mí sea lo mejor que he visto este año en ficción televisiva, es seguir a estos tres personajes, con sus angustias, con sus paralelismos, con sus interacciones, construyendo por sí mismos esta historia que nos gustaría que no hubiera acabado jamás. Pero ha acabado. Dentro de un año tal vez sean los mismos que no iguales protagonistas, pero será una nueva historia, quizá mejor, ya veremos, pero será otra cosa. De momento, bienvenidas sean producciones como esta.

Unos niños musulmanes, listos para una ceremonia religiosa, en la mezquita de Eyup en Estambul; un incidente relacionado con niños musulmanes es clave para entender qué está pasando en por la cabeza de Brody (Pentax P30N, Sigma 28-70/3,5-4,5).