Estamos en pleno auge de novedades y esto hace que no sólo haya que «probar» el nuevo menú televisivo, sino que también hay que saber dejar de lado aquellos «platos» que no aportan nutrientes suficientes al espectador. De algunas series presentadas en semanas anteriores, definitivamente no me interesan Quantico, después de un episodio, ni Minority Report, después de dos. La primera es una especia de Grey’s Anatomy pero en el FBI, y no, y la segunda es como pálida sombra de lo que pudo plantear la película de origen.
En esta semana pude ver el primer episodio de Code Black, que es un «mix» de E.R. (Urgencias) y Grey’s Anatomy (y dale). A pesar de alguna presencia destacable en el reparto, pues tampoco. Fuera.

No, no me voy a Twin Peaks a por «garmonbozia», que a mi me suena a mezcla de «garbanzos» y «bazofia». Me voy a Berlín.
Aparte de lo comentado, no ha habido novedades absolutas esta semana, pero sí hemos tenido el regreso de cuatro interesantes propuestas:
Les Revenants: Muchos años ha tardado en llegar la segunda temporada de esta serie francesa, que nos enganchó a muchos. Y los dos primeros episodios que he visto me parece que llegan con un nivel muy bueno. Ambiente claustrofóbico en este drama sobrenatural ambientado en una pequeña y semiabandonada ciudad de los Alpes franceses.
Homeland: Tras su excelente primera temporada, las posteriores, especialmente la tercera, recibieron bastantes palos. A mí siempre me ha parecido una serie interesante, y la cuarta temporada me parece que está infravalorada por la mayor parte de los aficionados. El comienzo de la quinta, con Carrie Mathison (Claire Danes) fuera de la CIA en Berlín en el negocio de la seguridad privada, con la guerra en Siria y el escándalo del espionaje norteamericano en Alemania de fondo, me parece muy interesante. Y con evoluciones de los personajes que promete mucho.
The Leftovers: Esta serie fue una agradable sorpresa el año pasado. Con los dramas personales ante el hecho de que el 2% de la población desapareciera. Parece que se mantiene parte del reparto, con algunos de los personajes más interesantes, pero en distinto escenario, y con nuevos actores. A mí ya me ha enganchado. Además se insinúan otros misterios. Y con una presentación estilo «2001», con una escena que arranca del alba de la humanidad, que todavía no sabemos qué significa.
The Affair: La historia de un adulterio contada en flashback por sus protagonistas, que no ven las cosas de la misma forma, con una muerte investigada por la policía de fondo. Empezó fuerte, aunque se desinfló un poquito. La presentación de la nueva temporada cambia algo. Si la temporada anterior se alternaban las versiones de Noah (Dominic West) y Alison (Ruth Wilson), su amante, en este primer capítulo han sido las de Noah y Helen (Maura Tierney), su esposa. Estupendo, porque creo que el personaje de Tierney estaba infrautilizado.

En las calles de la capital alemana ha comenzado la temporada de Homeland, y muy bien, me parece.
Y he llegado al final de mi periplo por la celebrada serie Twin Peaks, incluida la película posterior, Twin Peaks: Fire Walk With Me. Recuerdo un poco como he llegado a esta situación de hablar de una serie de hace 25 años en estos momentos.
En 1990 llegaron las televisiones privadas a España. En 1990 estuve realizando un curso de posgrado en la Escuela Nacional de Sanidad en Madrid. En Madrid fue donde primero se vieron las televisiones privadas. Una de ellas se anotó un importante tanto emitiendo en España, Twin Peaks, la serie de moda en aquel año de 1990. Yo vi aquellos primeros episodios en el otoño-invierno de 1990 en Madrid. Pero cuando terminé el curso, volví a Zaragoza, donde en aquellos momentos veía muy poquito la tele. Ya era posible sintonizar las televisiones privadas cuando volví, pero estaba con otros asuntos, y perdí el hilo de la serie. Como comentaba hace unas semanas, nunca me enteré de quién mató a Laura Palmer (Sheryl Lee). Hasta hace unas semanas, como ya comenté.
Cuando hace un año, aproximadamente, surgió la noticia de que iba a realizarse, 25 años después, una tercera temporada de la serie, decidí que tenía que resolver esta asignatura pendiente. Y decidí que poco a poco, iría viendo las dos temporadas originales de la serie y la película posterior. Y me ha llevado un año, aunque la segunda temporada y la película las he visto durante este verano.
Sobre esta serie, si buscáis por internet, encontraréis un montón de páginas donde os explican todas las minucias de la misma, se exponen todo tipo de teorías sobre cada una de las misteriosas escenas y personajes de la serie, se analiza «ad nauseam» cualquier cuestión que se os ocurra sobre la misma. Yo me centraré en mis impresiones como serie de televisión de ficción, es decir, como «cine para la pequeña pantalla».

Aunque supongo que no tardaremos en dejar las orillas del Spree, y las cambiaremos por algún sitio más desértico y menos civilizado.
En primer lugar, me sorprende el éxito de la serie entre el gran público. Porque los mejores episodios de la serie, los de la primera temporada, algunos del principio de la segunda, y el final de esta, son muy propios de uno de sus creadores, el director David Lynch. Y no es un director con una cinematografía fácil. Argumentos crudos, personajes extremos, simbolismos no siempre fáciles de desentrañar, y una puesta en escena y un tratamiento visual poco usuales. Aunque desde mi punto de vista sumamente estimulantes y atractivos. El resto de los capítulos… son flojos, y no están al nivel del mito televisivo.
Otra cosa que me sorprende es algo derivado de que yo dejase la serie en su momento en sus primeros capítulos. Siempre tuve la impresión de que era un drama policiaco, con un único caso serializado, pero no. Estamos ante un drama de terror psicológico o sobrenatural disfrazado. Lo podemos considerar «psicológico» si consideramos a los malvados de las «logias negra y blanca» como metáforas del mal y del bien. Lo podemos considerar «sobrenatural» si efectivamente aceptamos la existencia de seres de carácter fantástico y sobre natural. Que cada uno lo vea como lo quiera. Desde ese punto de vista, eliminando los episodios que no aportan nada, se puede crear con la primera temporada, parte de la segunda y la película final, la historia de la muerte de una adolescente de diecisiete años, atrapada entre las inquietudes propias de su edad, y las amenazas que a esta edad una chica puede tener. Laura Palmer no sería más que una moderna caperucita, y BOB el lobo feroz. Interesante desde luego. Pero alguien tendría que tener las ganas y el tiempo para eliminar la paja, y dejar lo que vale, como producto final. Por supuesto, hay más complejidad y cosas interesantes, pero siempre alrededor de este concepto, en el que el mal no es lo que lleva a hacer maldades desde un punto de vista maniqueo, sino lo que se alimenta del dolor y el sufrimiento de las personas. La famosa «garmonbozia».
Dicho todo lo anterior, de momento no veo necesidad alguna de seguir con la historia. Es cierto que en el capítulo final (no en la película), hay elementos en cierto modo irresueltos. Pero desde mi punto de vista, no pasa nada. Por ejemplo, no sabemos si Audrey Horne (Sherilyn Fenn) muere o no muere,… pero ese es un personaje que está tocado ya por la decisión de cortar con su relación con Dale Cooper (Kyle MacLachlan), tras el momento en que se desvela la identidad del asesino de Laura. Para mí resulta evidente que Audrey tendría que haber mantenido la relación con Cooper, y ocupar el lugar de Annie (Heather Graham) en los capítulos finales de la serie. Como la serie, en su segunda temporada, es obvio que se gestionó mal, tiene una serie de inconsistencias virtualmente irresolubles.
Cual es mi impresión final… Un experimento interesante, digno de verse, efectivamente una gran influencia para la ficción televisiva posterior,… pero fallido. Le falta una atención al desarrollo global de la serie, una coherencia absoluta de la historia, para obtener el fabuloso producto que podría haber sido. Y del cual hay una serie de muestras que hacen que merezca la pena verse la serie en su conjunto. Descocado epílogo final, incluido.

Pero bueno, mientras podamos, disfrutemos de las civilizadas y tranquilas calles berlinesas, aunque los alemanes no sean en estos momentos uno de los pueblos favoritos del resto del mundo, o al menos de Europa.