Sigo con un bajísimo número de marcadores fotográficos recopilados cada semana. Esta última, me he estado fijando más y he notado que algunas fuentes de recomendaciones están poco activas, mientras que otras están con temas que han dejado de interesarme. Demasiado covid-19, demasiado Trump, demasiadas cosas a las que se les da vuelta sin fin sin llegar a ninguna parte. Pero alguna cosa he encontrado para este domingo y allá voy.

La fotografía de moda no es santo de mi devoción. Dejando aparte, sobre lo que se podría escribir mucho, la cosificación de la mujer, que pasa a ser mero perchero de carne y hueso u objeto pasivo del deseo, la moda en sí es, la mayor de las veces, banal, ineficiente, agresiva para el medio y un engaño global sobre cómo realmente es el mundo. Pero hay fotógrafos de moda que lo hacen muy bien. Y uno de ellos es Peter Lindbergh, como nos lo cuentan en Cartier Bresson no es un reloj. Muchas de las obras más conocidas de Lindbergh surgen a principios de los 90, cuando yo me aficionaba a la fotografía, y consumía con deleite las páginas de la revista francesa PHOTO, en cuyas páginas aparecían con frecuencia sus obras. Fue el momento en que surgieron famosísimas supermodelos, que aun hoy en día dan que hablar. Reconozco que hay un punto de nostalgia en esta recomendación.
Siempre he sido aficionado a la ficción distópica, literatura o cinematográfica. Desde que tuve conciencia social y política, habiendo nacido en una dictadura cuyas consecuencias y repercusiones no se han liquidado todavía, 40 años después de su final, los engaños que llevan a sociedades enfermas bajo la apariencia de sociedades ideales son un punto de reflexión importante en la lucha contra los totalitarismos. Pero en algún momento escuché a alguien, o leí en algún sitio, tengo la mala costumbre de no anotar el quién-cuándo-dónde de las ideas que me atraen, que no hace falta inventarse la distopía. Que la tenemos a nuestro alrededor. Y es cierto que en estos momentos, si atendemos al uso del lenguaje político, cada vez siente uno que estamos más cerca de un distopía orwelliana. En Lensculture nos traen la obra del fotógrafo canadiense Tony Fouhse (instagram), que busca visualmente esos signos de caminos hacia la distopía en su entorno más familiar. Incluso en las estructuras social de una ciudad tan aparentemente civilizada como Ottawa. Rostros inexpresivos o desesperanzados y mucho simbolismo en sus paisajes urbanos son las señas de identidad de la obra.

Con frecuencia, los fotógrafos de Magnum Photos han estado presentes en los platós de rodaje de películas significativas. En esta ocasión acompañamos a Dennis Stock y Wayne Miller al rodaje de The Alamo, la epopeya que dirigió John Wayne, llena de inexactitudes históricas, episodio que ha calado en la mentalidad americana como símbolo de libertad, cuando en realidad fue uno de los principios de la vocación imperial de los Estados Unidos. No es que los mejicanos de Santa Anna fueran muchos mejores, por eso… pero a cada cual lo suyo.
En Lenscratch llevan una temporada en la que nos ofrecen conversaciones fotográficas entre fotógrafos. Son interesantes,… en parte, pero hasta ahora no me había convencido ninguna tanto como para traerlas aquí. La última, publicada el 5 de septiembre, sí. Conversación entre dos fotógrafas, Sal Taylor Kydd (instagram) y Dawn Surrat (instagram), con imágenes llenas de material poético, y que reflexionan sobre el extraño mundo que nos deja la pandemica de covid-19, sin hacer mención fotográfica específica a la misma, desde un punto de vista muy íntimo y personal. La serie de diálogos en imágenes se puede seguir en Instagram.
