Dejémoslo claro. Si he dividido la entrada televisiva en dos partes, dedicadas a las dos nuevas series del género épico fantástico estrenadas casi simultáneamente a finales de agosto o principios de septiembre, es porque una de ellas, la de ayer, merecía un comentario amplio. La adaptación de un episodio significativo del legendarium de Tolkien implicaba riesgos y dificultades. Y ayer di mi opinión sobre la cuestión. La adaptación de una de las obras del universo medieval con dragones de George R. R. Martin… no tanto. Por lo tanto, independientemente de lo que opine sobre la nueva serie, mi curiosidad a priori era mucho más limitada.

House of the dragon adapta parte de unos libros que Martin ha escrito como secuelas/precuelas a su inacabada saga principal. Lo que adapta es la segunda parte del primero de los libros, Fire and blood, que dedica a narrar la historia de la Casa Targaryen. El segundo no ha sido escrito todavía. No lo he leído. Ni tengo la intención de hacerlo. Entendámonos… a mí Martin, como escritor, no me entusiasma. Aunque tiene cosas que me han gustado. Hay una historieta, con guion suyo, cuyo material original es un piloto para televisión de los años 90 que no se llegó a producir, que me divirtió mucho. Francamente, me gustó. Aunque no tiene nada que ver con el universo de Westeros y continentes adyacentes. Ni en los temas ni en el tono. Y las novelas cortas de Dunk y Egg, que sí están inmersas en el universo de Westeros, también me gustaron. Pero su saga principal me resulta una pesadez. Es excesivamente prolijo en su escritura, lo cual para un lector como yo, firme creyente de la economía de medios a la hora de relatar… pues no funciona. Si algo es largo y voluminoso, tiene que estar muy justificado. Así que lo de leer un pesada historia sobre la dinastía ficticia de rubios platino… pues no. Pero durante el pico de la fiebre de Game of Thrones, en uno de mis grupos de amigos consultábamos cosas sobre lo que se narraba en otras fuentes bibliográficas de Martin y, como consecuencia… tachán… ya sabemos lo que va a pasar en la serie de la que hemos visto la primera temporada. De hecho, pronto pronosticamos en qué punto iba a terminar la primera temporada. Acertamos.

Y por otra parte, la historia que nos presentan tampoco es especialmente original. Vamos con una posible sinopsis breve. A la muerte de un rey, en circunstancias realmente sospechosas, los posibles candidatos al trono se enfrentan en un duro conflicto bélico que causará mucha destrucción y muertes. Ya está. Una sinopsis que vale tanto para esta nueva serie como para la original. Luego lo adornas con lo que quieras,… pero es lo mismo. Es decir… los responsables de la serie juegan sobre seguro. Dan más de lo mismo a los fans de la franquicia. Con las mismas fórmulas que proporcionaron el éxito a la anterior; una cuidada producción y ambientación, buenos intérpretes, magníficos diálogos que constituyen el fuerte de la serie, y eventuales momentos de acción, espectaculares, que sorprenden y animan el conjunto. Por supuesto, esta es la receta de las seis primeras temporadas de Game of Thrones. Lo que sucedió en las finales… el apresuramiento, el desconcierto, la mala medición de tiempos y formas, que llevaron a que la nota final de la serie bajara un par de puntos… es otra cosa. De momento, la nueva serie sigue las mismas fórmulas que los mejores momentos de su predecesora, aunque con más sencillez. Hay menor dispersión, de momento, en las líneas argumentales. Y el número de personajes principales es mucho menor. Por lo que todo es más sencillo. Desconcertó a algunos el cambio de protagonistas, por cuestiones de edad de los personajes, en un momento dado. Pero creo que todo el mundo se ha acostumbrado.
Y ya está… copiando lo mejor de su predecesora, con la misma receta,… la serie está muy muy bien. Es muy divertida, los diálogos son magníficos, la secuencias de acción estupendas, y hay suficientes personajes con los que empatizar para que el espectador se anime a seguir sus peripecias. Ciertamente, los guionistas han decidido con claridad cual de los bandos en conflicto es el «bueno» y cual es el «malo». Y es lo que menos me ha gustado. Porque la serie, a priori, se prestaba a todo menos a un maniqueísmo que no le sienta bien en mi opinión. Pero tampoco es grave. Muy muy muy bien Paddy Considine, Eve Best, Milly Alcock y Olivia Cooke en sus respectivos papeles. Pero sin desmerecer al resto. Entre las dos antagonistas principales, en sus personajes adolescentes destaca más Alcock, la interprete de Rhaenyra, que Emily Carey, la intérprete de Alicent. Sin embargo, en los personajes adultos, creo que lo hace mejor Cooke como Alicent que Emma D’Arcy como Rhaenyra. Sin que eso suponga que no lo hagan también bastante bien. Pues eso… a esperar la siguiente entrega de sangrientas barbaridades. No voy a desvelar el resultado final,… pero como ya podréis suponer, esto va a quedar como el rosario de la aurora.
