[Fotocomentario] Contra la obsolescencia que no lo es

Fotografía, Política y sociedad

Hoy he realizado una entrada fotográfica, Ópticas de hace 65, 70 años… quizá más – Leica M6 con Kodak Portra 160, en la que comento el uso de dos ópticas fotográfica fabricadas hace 71 y 67 años respectivamente. Ahí es nada. Están en excelente estado de conservación, con pequeños defectos cosméticos. Sus lentes están limpias. Sus mecánicas funcionan sin problema… y las fotos que se hacen con ellas son perfectas para un 95 % de los que las contemplan. Quizá un mayor porcentaje si las fotos están realizadas a aperturas entre f5,6 y f11. Vamos… que si uno tiene alguna de estas ópticas, no necesitaría realmente gastar varios centenares de euros, quizá mil, en una óptica más moderna, salvo que fuese una óptica especializada muy determinada.

Y sin embargo, la gente se pirra por conseguir el último modelo salido al mercado si sus finanzas se lo permiten. Prometen prestaciones ópticas supremas. Y las tienen. Aunque en la mayor parte de las fotografías que realizamos, somos incapaces de diferenciar las realizadas con una de estas nuevas ópticas de las que se toman con estos veteranos objetivos de hace siete décadas. Sólo personas con visión muy entrenada o con fotografías tomadas en condiciones muy determinadas marcan la diferencia. Lo cual puede ser importante para algunos fotógrafos, pero no para muchos.

Lo mismo se puede decir para multitud de objetos que nos rodean y que tienen alguna utilidad cotidiana. Es cierto que en aparatos electrónicos suelen darse fenómenos de obsolescencia programada. Está fabricados para durar un tiempo. Y no siempre esto es malo. En estos momentos se fabrican electrodomésticos que conviene cambiar por motivos de eficiencia energética… y otros. Si has de tener coche… que tire a la atmósfera la menor cantidad posible de CO2 y otros contaminantes. Pero aquellos objetos, bien cuidados, sin electrónicas complejas, sin problemas energéticos y contaminantes. No es que los fabricantes los prevean obsoletos. Es que los propios usuarios, consumidores o propietarios los declaramos obsoletos antes de tiempo. Mis teléfonos móviles, salvo uno que perdí en un pinar, me suelen durar dos o tres veces más tiempo que los de muchos de mis amigos o conocido. Mi televisor es de 2007 o 2008… tiene quince o dieciséis años. Y la imagen que produce me resulta tan agradable que , cuando me acerco a un comercio a ver modelos modernos, la imagen que me muestran me repele. Me desagrada tanto, que doy gracias por lo que disfruto en casa. Pensadlo. Igual no necesitáis comprar objetos. Y es muy posible que el planeta lo agradezca. Aunque en ocasiones… no. El planeta necesitará que dejemos de usar esas máquinas que atufan nuestra vida.

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