El primer libro que leí de John Scalzi fue una muy agradable sorpresa para mí. Leído durante el viaje a San Francisco, hizo que el vuelos desde Múnich hasta la ciudad californiana se me pasará en un sinsentir. Era ingenioso, original, con un ritmo ágil, divertido, y con un razonable comentario social sobre el mundo pospandémico, sin excesiva profundidad, pero tampoco sin excesiva superficialidad. Ideal para evadirse y entretenerse, pero que no deje la sensación de haber leído algo banal y olvidable. Ni mucho menos. Por lo tanto, me había quedado con las ganas de leer algo más de Scalzi. Para confirmar si estaba ante un autor que me apeteciese seguir.

La novela que nos ocupa hoy es la primera de una trilogía, La interdependencia. Un trilogía de verdad, de tres libros. Que en estos momentos, en los ámbitos de la ciencia ficción y la fantasía son frecuentes las trilogías de cuatro o cinco volúmenes. Y es una aventura espacial. Lo cual de entrada me encanta, aunque empiezo a estar quemado de la calidad de las aventuras espaciales en los últimos tiempos. El escenario es razonable, con una mezcla de ciencia ficción dura y fantasiosa. La parte fantasiosa está bien disimulada o construida. En las aventuras espaciales siempre es… romper el límite de la velocidad de la luz. Pero más o menos genera un escenario que es más que aceptable, y que además es el macguffin que impulsa la acción.
Como consecuencia de haber encontrado la forma de viajar entre las estrellas, la humanidad abandonó la Tierra y ha colonizado varios sistemas estelares. Pero el control del sistema físico que permite el desplazamiento entre los mismos hace que haya surgido una aristocracia plutocrática, con una familia imperial al frente. Los aristócratas controlan los bienes, el emperador… el sistema de viaje entre las estrellas. Pero se produce el fallecimiento del emperador en el momento en el que se detecta que el sistema de viaje entre las estrellas puede derrumbarse, poniendo en peligro el statu quo del sistema social, político y económico de la humanidad. Y la heredera que ha de lidiar con ello es una hija natural del emperador, que ha vivido al margen de las intrigas sociales y política, pero que se convierte en la heredera al haber fallecido el hijo legítimo del soberano. Y a partir de ahí, una intriga política, con un comentario social, político y económico de fondo, bastante entretenida.

Menos original que las aventuras en el mundo de los kaijū, comparte algunas de las características general de aquel libro, al que precede en cinco años en fecha de publicación. Es ágil, ingenioso, razonable en sus planteamientos y en su comentario social y político, muy entretenido, se lee bien y en seguida. No sólo no insulta a la inteligencia como otros productos de ficción fantástica o científica de los últimos tiempos, sino que además estimulará en cierta medida la lectura activa por parte del lector mínimamente informado. Tiene las características de muchos escritores de este tipo de origen anglosajón, con un estilo fácil de leer, pero no banal afortunadamente en este caso, y por lo tanto es muy recomendable para los amantes del género. Hay aventura y acción también… qué más vas a pedir. Por supuesto, aquellas personas que rechazan de entrada este género, harán bien en absternerse. Pero… ellos se lo pierden por prejuiciosos. Ya estoy preparando los otros dos libros de la trilogía para leerlos cuando encuentren su sitio entre los varios, muchos, que tengo pendientes. Pero no tardaré mucho. Ahora estoy con lo último de Murakami, luego supongo que iré con la segunda novela corta del último quinteto de Shimazaki,… es posible que a continuación vaya la segunda parte de esta aventura espacial.

