[TV] Cosas de series; madres, hijas, padres, psiquiatras, abogadas (que no lo fueron… o sí)…

Televisión

Hoy tenemos cosas muy variadas en nuestra entrada televisiva semanal. En general, bien. Entre muy entretenidas y entretenidas. Y con distinto tono.

Ginny and Georgia, en su segunda temporada, me ha gustado más que en su primera. La historia de una madre soltera sureña (Brianne Howey), desvergonzada, arribista, acostumbrada a las huidas hacia adelante cuando pintan bastos, y que no duda en flirtear con el crimen para encontrar una salida a sus apuros ha aumentado su interés conforme el conflicto entre ella y su hija adolescente (Antonia Gentry), que empieza a no saber si quiere escapar de su madre o asumir que es mucho más parecida a ella de lo que querría reconocer, se ha hecho más agudo. Los mejores momentos vienen de la interacción entre las dos, y Georgia, la madre, nos ha dejado momentos estupoendos. No es que Ginny, la hija, haya estado mal. Pero los dilemas adolescentes que trata palidecen en comparación con otras series más dedicadas a los problemas de ese mundo. Pero está muy bien. Es una serie realmente recomendable, con algún episodio, o par de episodios, que llegan a merecer el calificativo de antológicos, especialmente hacia el final de la temporada, ya que la serie ha ido muy claramente de menos a más. Se ve en Netflix.

Apenas tengo fotografías de Turín. Un puñado de cuando pasé por allí camino de Génova. Así que he optado por ilustrar la entrada sin salir de Italia, pero en el Veneto, recorriendo el Naviglio del Brenta, en el otro extremo de la llanura padana respecto a Turín.

Shrinking es una comedia de situación con tono dramático que podemos ver en Apple TV. Se ha destacado esta serie como incursión de un octogenario Harrison Ford en el mundo televisivo de las series (atención que pese a la edad llega la quinta de Indiana Jones…), como una psiquiatra, alma y corazón de un clínica ya de edad avanzada y con un Parkinson a cuestas, que brega por reconectar con su hija y su nieto, alejados en la costa opuesta de los EE.UU. Pero Ford es uno más en esta comedia dramática coral, que gira en torno a un compañero psiquiátrica de la clínica interpretado por Jason Segel, y su hija adolescente encarnada por una interesante Lukita Maxwell, que perdieron en un accidente un año atrás a la esposa/madre, duelo del que todavía no se han recuperado. Está muy bien. Es muy fresca. Muy dinámica, y los muchos intérpretes que aparecen en cada uno de los 11 episodios de poco más de media hora, cada uno con un desarrollo adecuado de su carácter, y con unas tramas muy bien interconectadas, lo hacen muy bien. He disfrutado con la serie, y espero con ganas nuevos episodios.

Finalmente tenemos una serie italiana, La legge di Lidia Poët, que se puede ver también en Netflix. Está basada en un personaje real, la primera mujer que se licenció en la facultad de Derecho en la universidad de Turín en 1881, que aprobó el examen de ingreso a la abogacía, pero cuya inscripción en el colegio de abogados fue rechazada en los tribunales repetidamente simplemente por ser mujer. Aunque ejerció trabajando de ayudante en el bufete de su hermano. Finalmente fue admitida en el colegio de abogados en 1920 a los 65 años, pudiendo ejercer ya que fue muy longeva. Sobre esta base, y gracias a la actriz protagonista, una estupenda intérprete y muy atractiva Matilda De Angelis, nos encontramos con un drama con toques de humor aquí y allí, que tiene más de procedimental detectivesco que de drama legal, y que se desarrolla en seis episodios de unos 42 minutos cada uno. Es muy entretenida, a ratos muy divertida, menos cuando se pone dramática, aunque nunca pierde la cara. No es que sea algo de otro mundo, pero es muy visible. Como rigor histórico… pues no. De hecho, está repleta de anacronismos. La bicicletas que usan los protagonistas en 1881 no se habían desarrollado todavía, las de esa época eran más primitivas. Por poner un ejemplo, de las diversas situaciones que chirrían. Pero bueno… si aceptamos la famosa suspensión voluntaria de la credulidad… Una amiga mía la comparó con un drama policiaco español que vimos recientemente en Amazon Primer Video… pero creo que la serie italiana es superior. Empezando porque la solidez interpretativa de De Angelis es superior a la de Garrido. Y otros diversos detalles en los que no me voy a entretener. Se puede ver sin problema. Es razonablemente recomendable. Y a mí me ha servido para refrescar mi oído al idioma italiano, que hablo un poquito, pero que entiendo bastante bien.

[Televisión] Cosas de series – especial; y al final, conoció a la madre…

Televisión

Dado que la semana ha estado exenta de novedades televisivas salvo la ya prevista, dedicamos este jueves en exclusiva a hablar de los nueve años que nos ha estado acompañando ese grupo de amigos, vecinos de Manhattan, hasta que al final Ted Mosby (Josh Radnor) nos ha contado realmente cómo conoció a la madre. Que nunca llegué a imaginar que tendría nombre pero sí, Tracy McConell (Cristin Milioti)T.M. como Ted.

Dos cuestiones se pueden comentar: la serie en su conjunto, que me parece lo más importante, y el final de la serie, que me parece que ha atraído muchos de los comentarios de estos días, pero que me parece más accesorio.

Sobre la serie en su conjunto, he de decir algo. Desde que sé que se ha terminado he sentido una sensación de vacío que se había producido con muy pocas series anteriormente. En la mayor parte de los casos, cuando las series terminan, pues ya está. Han cumplido su ciclo… y a otra cosa, mariposa. Pero este neoyorquino grupo de amigos me ha dejado un hueco.

Constantemente se ha comparado con Friends. No voy a discutir qué serie es mejor. Probablemente, en una votación universal, sería aquella la que ganaría. Sin embargo, ha sido la que hoy termina la que siento que voy a echar de menos. Cosa curiosa, porque generacionalmente se supone que estoy más cerca de la que comenzó en los 90, que de la que comenzó en los 2000. Pero hay un aspecto básico. Las aventuras y desventuras de los habituales del Central Perk me parecieron muy divertidas, pero sus protagonistas nunca me cayeron realmente bien. Especialmente, los masculinos. Pero tampoco, los femeninos. No «me enamoré» de ellos. Me divirtieron. A veces mucho, pero nada más. Sin embargo, los habituales de MacLaren’s sí me caen bien y les cogí cariño. No ha todos por igual. A Barney (Neil Patrick Harris) desde luego, a Lily (Alyson Hannigan) con momentos inspiradísimos también, las cosas de Marshall (Jason Segel) tenían su encanto. Incluso Robin (Cobie Smulders)Ted, que siempre han sido los más sosos, han tenido su encanto. Aquí ya viene implícita en esta forma de ordenarlos algunas de las paradojas que comentaré después.

Italian Food Center

El sexto personaje principal de la serie es Manhattan. Especialmente, el Upper West Side. No tengo fotos de esa zona, o por lo menos no adecuadas. Así que os tendréis que conformar con algunas vistas del West Village y Chelsea. Donde no pueden faltar restaurantes italianos en los que puedan ir a cenar nuestros amigos.

Pero es que ha habido gente secundaria que también me han parecido estupendos. Me parece demasiado prolijo mencionarlos a todos, pero siempre he sentido pena porque no funcionó lo de Barney con Quin (Becki Newton), la stripper.  Siempre me parecieron una pareja más interesante que la de Barney con Robin.

Entrar ahora a analizar los altibajos, las temporadas buenas y las malas, las vueltas y vueltas para no llegar a ninguna parte, que si podría haber durado menos temporadas… pues yo que sé. Esto es como la familia. Que están ahí, que te dan momentos buenos y malos, pero los quieres, y te da pena si se van. Nada de esto me pasó nunca con Friends. Así que esto deja más o menos claro lo que opino de la serie en su conjunto.

Y luego está el problema del final de la serie. Intentaré no destripar la cosa, por quienes no lo hayan visto. Pero hay un problema tremendo con el final buscado. Que ha sido un final consecuente, que ha sido un final preparado y planificado, que retrospectivamente da mucho sentido a cosas que han pasado durante la serie, y sobretodo en la última temporada. Y que estaba lo suficientemente claro en los guionistas como para que grabaran el final con los hijos hace un montón de años, antes de que crecieran. El problema es que durante una temporada hemos disfrutado de la madre. De Tracy. Y Tracy ha sido uno de los mejores personajes de la serie. Un personaje emotivo y divertido. En la temporada final, los capítulos en los que aparecía activamente Tracy han sido de promedio superiores a los que no aparecía. Yo «me he enamorado» de Tracy. Si después de todo esto, después de la lata con «cómo encontré a vuestra madre», la escena final corresponde a los que considero los dos personajes más flojos de la serie,… eso es lo que considero una paradoja. Y a mí no me ha convencido.

One Way

Esta foto tiene una referencia telecinéfila… a ver quien la reconoce. Al menos una. Vamos.

Y esto trae otra paradoja. Sinceramente, yo no necesitaba saber qué pasaba después del encuentro en el andén de la estación. Esperaba que se hubiesen esmerado en ese encuentro en el andén, pero no necesitaba saber más. No necesitaba que me resumieran en 30 minutos los siguientes 10 años de la vida de los protagonistas. Si hemos estado con ellos año a año durante nueve. Si los dos últimos días y medio de sus vidas pasadas han tardado, brillantemente, seis o siete meses en desarrollarse, no me parece que tenga sentido que me hagan un resumen de sus vidas futuras. No me importa.

De la misma forma que no me importa qué sea de House, después de dejar el hospital, por poner un ejemplo televisivo. O me parece aberrante, en otros ámbitos, que quieran hacer segundas partes de la vida de Scarlett O’Hara, o las relaciones de IlsaRick, por poner ejemplos de otros tipos. Porque cuando termina una ficción, cuando durante un tiempo hemos vivido las vidas que de otra forma no podríamos tener, tenemos cierto derecho a decidir el qué pasa después. La historia de los personajes ya no es solo de sus guionistas. Es de todos. Y todos tenemos algo que decir al respecto. Es un problema relativamente frecuentemente de la ficción norteamericana no saber parar a tiempo, dar todo bien masticadito al ciudadano. Claro, que entonces no podrían haber forzado ese final, coherente, pero superfluo. Y para mí, para mis gustos, paradójico.

En cualquier caso, esto no empaña el hecho de que los echaré de menos.

Paseando al perro

Y bueno, tengo la sensación que «el apartamento» está en una casa más grande que esta, pero resulta coqueta verdad. No bonita, pero coqueta…