[TV] Cosas de series; de muchos, uno

Televisión

Las series de fotografías que ilustran esta entradas de este Cuaderno de ruta están comentadas desde el punto de vista de la técnica fotográfica en Fotos en serie. Últimas horas de la tarde y primeras de la noche en Bilbao; donde de alguna forma acaba en un momento dado nuestra protagonista de hoy.

Muy probablemente, Apple TV+ está realizando algunas de las series más estimulantes de la actualidad. Especialmente en el ámbito de la ciencia ficción y las distopías. Si ya es un evento largamente esperado las nuevas temporadas de Severance, hay otras varias, aunque yo no haya visto todas, que merecen el aplauso de crítica y público. No mucho público, porque de las plataformas de contenidos que existen en la actualidad no es de las que tengan más número de suscriptores. Pero globalmente estos reciben un plus de calidad. Y en esas estamos cuando llega en el último trimestre del año una de las más sorprendentes e interesantes; Pluribus.

La serie venía precedida de cierta expectación puesto que su creador y uno de los productores es Vince Gilligan. Si os vais al enlace y comprobáis en que otras series ha participado, lo entenderéis. Aunque son series que, por mucha calidad que tengan, a mí nunca me habían enganchado. Cosas mías. En cualquier caso, si sumas estos antecedentes con la premisa original, desde luego tenía que probar a ver. Y probé y me quedé. Es una de las series con las que mejor me lo he pasado este año. Una vez más, la buena ciencia ficción es aquellas que nos habla, no de marcianos o aventuras interestelares y cosas de esas, sino de nosotros mismos. De la naturaleza, de las fortalezas y debilidades del ser humano. Aunque para hacerlo incluya marcianos, o aventuras interestelares, o cosas de esas.

La premisa de la serie que he mencionado… Mmmmm… Pluribus procede de uno de los lemas de los Estados Unidos, E pluribus unum. O en castellano, De muchos, uno. Originalmente hace referencia a la naturaleza federal de los Estados Unidos en el momento de su independencia del Reino Unido. A partir de las treces colonias de la costa atlántica de Norteamérica que se rebelaron, se conformó un único y fuerte país, que ganó su independencia. Pero se ha aplicado en otros contextos. No se va mucho filosóficamente del lema belga, L’union fait la force; la unión hace la fuerza. Lo curioso es que parece que la frase original en latín, hacía referencia a una receta de cocina, indicando que un determinado plato resulta mejor o más exquisito que el conjunto de sus ingredientes por separado. Qué cosas no.

La cosa es que, en un planeta Tierra muy similar al nuestro, se recibe en un momento dado una señal de radio potente y claramente extraterrestre, que es descifrada, comprobándose que se trata del código en bases púricas y pirimidínicas de una secuencia de ARN. El ARN, ácido ribonucleico, tiene distintas funciones en la biología de las células vivas, pero en algunos casos, especialmente en virus, es el código genético de los mismos. En las células procariotas y eucariotas, el código genético viene codificado en el ADN, ácido desoxirribonucleico. Y claro, en lugar de desconfiar y tomar extremas precauciones, alguien monta la mencionada cadena de ARN y da lugar a una infección vírica que se extiende por todo el mundo y cuyos efectos, aparte de matar a unos cuantos millones que reaccionan mal a la infección, es que hace que todos los seres humanos del planeta queden integrados en un única mente colmena, perdiendo su individualidad. Afirmando que nunca han sido tan felices. Toma ya distopía sin necesidad de un dictador.

Pero hay trece personas no afectadas. Que reaccionan de forma muy distinta. Puesto que los «otros» están dispuestos a satisfacer sus intereses, alguno (Samba Schutte) decide llevar adelante una vida hedonista de placeres. Parece que la mente colmena, muy ética en determinados aspectos, no mata animales o plantas para alimentarse, lo cual es un obvio problema de subsistencia a medio y largo plazo, no tiene inconvenientes en prostituir a algunas de sus miembros al servicio del individuo. Qué cosas. Otros de los trece, quieren integrarse en la mente colmena. Pero hay dos que no, y que quiere resistirse y revertir la situación. Una de ellas, una americana de Nuevo Méjico (Rhea Seehorn), la protagonista, además está muy cabreada porque uno de los muertos en el proceso de infección es su pareja, su esposa. Aunque algunas de sus percepciones se modificaran cuando conozca a una mujer (Karolina Wydra) que actúa como interlocutora, y por la que se sentirá atraída. El otro es un paraguayo (Carlos-Manuel Vesga), con una actitud casi paranoica. Y a partir de este punto de partida, cualquier cosa puede pasar.

Lo primero que hay que considerar es que los creadores de la serie, inspirándose en diversos clásicos de la ciencia ficción, en lo que se producen invasiones de cuerpos por entes extraterrestres, o situaciones posapocalípticas con un único superviviente, consiguen hacer un producto realmente original. A partir de ahí, los temas que trata la serie son diversos unos más claros que otros, y algunos susceptibles a la interpretación del televidente. Puede ser una situación muy abierta, no siempre dirigida por los creadores. Obviamente, en lo inicial está el duelo y la ira por lo perdido por parte de la protagonista, que mueve sus primeras reacciones y motiva sus principales decisiones. Matizadas por otras cuestiones como es la necesidad de interacción humana, la difícil carga de la soledad, incluso en una mujer tan ferozmente individualista como es esta escritora de Albuquerque.

Por otro lado, como ya he mencionado, estamos ante una sociedad tremendamente distópica. No hay dictadores, no hay sufrimiento, aparentemente existe la felicidad, pero no hay individuo y no existe la libertad. Las acciones vienen determinadas por el deseo de los lejanos creadores del virus, a 640 años-luz de distancia, de crear una única mente biológica. Al cabo, el objetivo final de la nueva situación es desarrollar las nuevas herramientas para seguir propagando el virus por la galaxia, por el universo. El fin del individuo y del libre albedrío, suponiendo que desde el punto de vista físico este exista. Una mente colectiva que se presenta como ética, pero que dará suficientes muestras de que el fin justifica los medios para llegar a su objetivo final. Muchos pueden ver en ese virus una metáfora de los distintos regímenes o ideologías políticas que pretenden negar la individualidad del ser humano, o incluso podría verse como una metáfora de la inteligencia artificial que llegaría a suplantar y suprimir la toma de decisiones por parte de los individuos. Como digo, es muy susceptible a interpretaciones.

Todo lo anterior viene apoyado por una realización impecable, unos guiones milimetrados y por unas interpretaciones más que notables. La serie tiene garantizada una segunda temporada. Y como en muchas de estas producciones, la primera temporada es un establecimiento de la situación. Lo que venga a continuación es la autentica lucha, en este caso entre dos individuos, muy dispares entre sí, contra la mente colmena en que se ha convertido el resto de la humanidad. Y los últimos minutos del noveno y último episodio son una declaración de principios de que, a partir de ahora, todo vale. Altamente recomendable.

[Televisión] Final de serie: House M.D.

Televisión

Hace… no sé los años. Probablemente en la primavera de 2005. Vi un episodio de la primera temporada de House M.D. Durante más de dos décadas, yo había sido un consumidor escaso de televisión. La televisión no me interesaba salvo para ver eventualmente una película. Lo que me interesaba era el cine. Y todavía lo hace. Pero tenía, y en general tengo, muy baja estima por los productos propiamente televisivos. Noticiarios, realities, concursos, la mayor parte de los documentales,… no me interesaban gran cosa. En el tema de las series de televisión… bueno… guardaba algún buen recuerdo de alguna por ahí… pero no era gran consumidor tampoco de las mismas. Alguna de las que emitían eventualmente en Canal+, pero sin mucha fidelidad. En esa primavera de 2005, llevaba tiempo escuchando a los amigos hablar de las teleseries. Que si Perdidos, que si House, que sí… yo que sé las que estaban de moda entonces. Así que un día le dí una oportunidad a una de ellas. Vi un episodio de House M.D. Recuerdo que se trataba del que lleva el título en inglés de Kids. La temporada estaba muy avanzada. Me gustó. Vi los dos siguientes. Cuando llegué a Three Stories, un episodio que es una auténtica maravilla cinematográfica, aunque esté rodado para la pequeña pantalla, ya no dudé más. Recuperé los que habían echado desde el principio, y ya, vi todos los de la serie hasta esta mañana. Y empecé a ver otras series, y empecé a planificar tiempos en mi vida para ver cine en pequeño formato. Porque soy de la opinión de que el talento a la hora de contar historias se ha trasladado de la pantalla grande a la pequeña. Apartados los buenos guiones por la pirotecnia, los caracteres interesantes, los argumentos con gancho, son más frecuentes en televisión. Y a mí que siempre me ha gustado el cine, no me quedaba otra salida, tenía que empezar a ver series de televisión. Tengo mis dudas de que esto sea para siempre. El ser humano tiene gran capacidad para desvirtuar la esencia de las cosas a cambio de dinero. Pero de momento ahí esta.

No me voy a dedicar aquí a hacer grandes análisis de lo que han sido las ocho temporadas que ha durado esta serie. Habrá muchos sabios que se dedicarán a analizar porque la serie ha sido tan buena, sus partidarios, o porque no ha sido para tanto, sus detractores. Porque ha tenido momentos sublimes, y porque no ha sabido evolucionar y siempre ha sido más de lo mismo. Porque House (Hugh Laurie) es como es (porque así lo han decidido sus creadores y guionistas, supongo). Porque nunca hubo un paciente con el diagnóstico de lupus, a pesar de que de muchos se sospechó que padecieran esta enfermedad. Porque a pesar de su popularidad, casi nadie sabe todavía qué puñetas es el lupus (qué os costará mirar en la wikipedia, cacho vagos). Muchos porqués para una respuesta evidente. Esto es una historia de ficción, sometida a unas reglas propias, a un mundo alternativo, y si lo quieres lo coges y si no lo dejas. Esta es mi respuesta a casi todas las preguntas que se puedan hacer sobre este personaje. Que no podría existir en la realidad, en el mundo de verdad. Pero eso es lo bueno de la ficción. Te permite vivir otras vidas, incluso las improbables o imposibles.

Nada. No me dedicaré a ese tipo de análisis. Yo hablaré de algo que tenemos en común House y yo. Y un porcentaje elevadísimo de los hombres sobre la faz del planeta. No en todo tenía que ser especial el ínclito doctor. Nos gustan las mujeres. A pesar de la falsa misoginia que eventualmente algunos gusten mostrar. Y ha habido unas cuantas en la serie.

Lisa Cuddy (Lisa Edelstein): La jefa durante siete temporadas. Y algo más. Mucho más. Amigos desde la facultad. Siempre hubo algo. Mucho. Y es que es normal. A qué hombre heterosexual, con una cabeza razonablemente amueblada, no le gusta alguien como Cuddy. Balanza, contrapunto, sostén (no va con segundas), anclaje en la realidad del protagonista. Dos cosas acabaron con ella. El involucrarse sexual y emocionalmente con House más allá de la cuenta, y las ganas de la actriz de dedicarse a otras historias. Se le ha visto por ahí ejerciendo de abogada.

Allison Cameron (Jennifer Morrison): Fue el querer y no poder de las primeras temporadas de House. Si bien ha arrastrado siempre las carencias de la actriz que la interpretaba, aunque guapa limitada en sus capacidades interpretativas como ha ido demostrando semana tras semana en aventuras más fantásticas todavía, lo cierto es que en la serie funcionaba. O para mí funcionaba. Siempre sentí atracción por el personaje. Desde todos los puntos de vista. Es cierto que también fue muriendo conforme se lio con el guaperillas de turno en la ficción. Pero de todas formas, en los equipos de ayudantes de House ha permanecido insuperada. Salvo quizá por un personaje, que fue…

No suelo poner fotos que no estén hechas por mí; pero no me he podido sustraer a subir esta portada de revistas. ¿Sabéis quien es la niña que se sube a la chepa de de Michael Jordan? Nada menos que la futura doctora Allison Cameron. Una de las mujeres de House. Una de mis favoritas.

Amber «Cutthroat Bitch» Volakis (Anne Dudek): Para mí fue uno de los salvavidas de uno de los momentos flojos de la serie. Este personaje que se permitió el lujo de despreciar sexualmente a House prefiriendo a su eterno amigo, ha sido de los pocos que han estado a la altura intelectual del pseudomisógino doctor. Lamentablemente, «Zorra implacable», como la llamaron en los doblajes al español, salvo alguna «alucinante» aparición eventual posterior, no la mantuvieron más allá de una temporada, cometiendo los guionistas el crimen de lesa humanidad al apiolarla sin compasión. Lo cual nos obligó a quedarnos con…

Remy «Thirteen» Hadley (Olivia Wilde): Uno de los fallos de la serie. Durante buena parte del desarrollo del personaje parecía un clon de la «desaparecida» Cameron pero sin las virtudes que nos gustaban de aquella. Una sosa de mucho cuidado, cuya enfermedad hacía más insoportable que interesante. Y cuyo lío con el otro ayudante fijo en la serie tampoco contribuyó precisamente a mejorar. Lo curioso es que conforme fueron preparando su final y salida de la serie, cuando el personaje se desmelenó y asalvajó, cuando se demostró que tenía mucho potencial y que podía haber dado mucho juego… se fue. Y no volvió. El tema de las ayudantes entró en barrena, puesto que después de ella ya sólo quedaron…

Martha Masters (Amber Tamblyn)Jessica Adams (Odette Annable)Chi Park (Charlyne Yi): Entre las tres han cubierto las dos últimas temporadas. Apenas han aportado gran cosa. Además, con la paradoja de que la más mona ha sido la que menos ha dado de sí. Relleno decorativo de la serie. Un pena. Creo que alguna de ellas podría haber dado más de sí también. Así que si por el lado de las ayudantes no hay mucho más que rascar, tendremos que buscar por el lado doméstico.

Stacy Warner (Sela Ward): El auténtico amor de su vida, cuya relación se vio arruinada por lo que supimos en aquel sublime capítulo de las tres historias. Comparte mucha de las características de Cuddy. Atractiva, inteligente y con ascendente sobre House. La propia naturaleza e historia del personaje hicieron que no disfrutáramos del carácter lo que nos hubiera gustado, pero indudablemente fue interesante mientras duró.

Dominika House (Karolina Wydra): La única que fue capaz de llevarlo al altar. Y que yo sepa, al terminar la serie siguen casados. Quiero pensar, que de alguna forma, dentro de «cinco meses», estará ahí para consolar a House y se apañaran entre ellos. A mí… me gustaba. Y a quién no.

Menciones especiales – Rebecca Adler (Robin Tunney)Cate Milton (Mira Sorvino)Lydia (Franka Potente): De los muchos caracteres que han pasado eventualmente por la serie, femeninos me refiero y a lo que estamos, tres recuerdos especialmente. El primero, porque fue en el capítulo piloto, porque me cayó muy bien y porque desde luego, si hubiese visto los episodios en su orden lógico empezando por el primero, también me habría hecho engancharme a la serie. Creo. El segundo porque, aparte de la simpatía que me despierta desde su colaboración con Woody Allen, participó en aquél episodio de la Antártida que me encantó. El tercero porque la alemana, que me ha gustado siempre desde que la vi correr como loca por las calles de Berlín, fue ese querer y no poder en uno de los momentos más bajos del House cuando intentaba alejarse del demonio de las drogas.

Freidrichstrasse

Si no habéis visto «Lola corre lola», protagonizada por Franka Potente, deberéis darle una oportunidad; está muy bien. Si no conocéis Berlín, también deberíais darle una oportunidad; también está muy bien. En la imagen, la Friedrichstrasse.

Mención extraordinaria – «Nurse» (Bobbin Bergstrom): Si nos vamos a IMDb y leemos el reparto de la serie, veremos que el personaje que ocupa el sexto lugar por número de episodios en los que ha aparecido, 133, las tres cuartas partes aproximadamente, una enfermera anónima a la que ya le podían haber puesto un nombre por lo menos. El caso es que esta persona ha aparecido como actriz en varias series, siempre haciendo de enfermera u otras profesiones similares. Y simultáneamente aparece también como «asesora médica de rodaje». Vamos. Que la señora Bergstrom es una profesional de la salud que participa asesorando las producciones televisivas y cinematográficas con tema médico. Mira tú que bien. ¿Les habrá contado lo que es el lupus?

De los personajes masculinos,… pues qué queréis que os diga. Son bastante menos interesantes, casi por definición. Salvo el amigo por excelencia Wilson (Robert Sean Leonard). Ese afable y cordial oncólogo, capaz de aguantar y tragar carros y carretas al insoportable divo del fonendoscopio, incapaz de encontrar la felicidad con una mujer a su lado (malditos guionista que se cargaron a la «Zorra implacable»), lleno de humanidad, y cuya peripecia ha guiado los últimos capítulos y el final de la serie. Así como haber sido capaz de provocar el gran cambio en el personaje por el que muchos han suspirado, pero que nunca veremos, puesto que se desarrollará en los próximos «cinco meses»,… y más allá. Con Dominika. Me gustaría pensar. Ahora que no están los guionistas para estropear la cosa. Porque todos tenemos derecho a partir de ahora a imaginar cómo será la vida de House.

Banda en el Parque Grande

La música ha sido importante en la serie. A House lo hemos visto tocar el piano y la guitarra. Y torturar a jovencitas con los más demenciales diagnósticos que se nos puedan ocurrir. Lupus incluido.